CLASE N° 5


CLASE 5: TRABAJO


Trabajo. Trabajo abstracto. Trabajo concreto. Trabajo necesario. Trabajo pasado. Trabajo vivo. Trabajo simple. Trabajo complejo. Trabajo privado. Trabajo socialmente necesario. Depauperación absoluta. Depauperación relativa. Cuadro X. El salario. Desarrollo. Clases fundamentales. Ley económica fundamental del capitalismo. El salario. Esencia del salario. Formas de salario por tiempo. Salarios por piezas. Múltiples factores. Sistemas de remuneración colectiva y primas. Salario nominal y salario real. Salario relativo. Diferencias nacionales en los salarios. Las luchas por el aumento salarial. Crítica a las teorías burguesas del salario

Trabajo:


El trabajo es un proceso que se efectúa entre los hombres y la naturaleza en el cual, los hombres –valiéndose de los instrumentos de trabajo y mediante su actividad dirigida a un fin – modifican los objetos de la naturaleza de modo que con éstos puedan satisfacer sus necesidades.

“En cuanto creador de valores de uso, en cuanto trabajo útil, el trabajo es, por lo tanto, una condición de la existencia del hombre, independiente de todas las formas de la sociedad, una necesidad natural eterna para mediar en el metabolismo entre el hombre y la naturaleza, esto es, en la vida humana.” (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 65).

El trabajo abarca tres aspectos: 1. la actividad del hombre dirigida a un fin, o sea, el  trabajo mismo. 2. el objeto del trabajo y 3. los medios de trabajo con que el hombre actúa sobre dicho objeto.

El trabajo es la condición primera y fundamental de la existencia humana. Gracias al trabajo el hombre se separó del mundo animal, empezó a elaborar instrumentos de producción y pudo desarrollar sus facultades, determinantes del ulterior proceso del desarrollo social.

“El trabajo consume sus elementos materiales, su objeto y su medio, los devora, y es, por tanto, un proceso de consumo. Este consumo productivo se distingue del consumo individual en que éste último devora los productos como medios de subsistencia del individuo vivo, y el primero lo hace como medios de subsistencia del trabajo, de la fuerza de trabajo del individuo, puesta en acción.” (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 249).

En el proceso de trabajo para obtener medios de subsistencia, los hombres entablan determinadas relaciones unos con otros, son las denominadas relaciones de producción,

El carácter del trabajo y la forma en que la fuerza de trabajo humano se une con los medios de producción dependen del modo de producción dominante.

En la comunidad primitiva el trabajo se realiza en común, es colectivo. Pero al surgir la división social del trabajo, la propiedad privada y la producción mercantil, el trabajo adquiere un doble carácter: el de trabajo abstracto y el de trabajo concreto.

“¿Cómo incorpora cada obrero tiempo de trabajo y, por tanto, valor? Siempre únicamente bajo forma de su modo peculiar de trabajo productivo. El hilandero sólo incorpora tiempo de trabajo hilando, el tejedor, tejiendo, el herrero, forjando. Pero los medios de producción, algodón y husos, hilar y telar, hierro y yunque, se convierten en elementos integrantes de un producto, de un valor de uso gracias a la forma adecuada a un fin en que los obreros incorporan trabajo y, por tanto, nuevo valor, gracias al hilar, tejer, forjar.” (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 270).

Como albañil se levantar paredes y construir viviendas, como herrero se construir verjas, puertas de hierro y ventanas, como panadero puedo elaborar panes y facturas, como cocinero preparar diversos tipos de comida. Son oficios. Y son los oficios los que producen un bien determinado, un bien concreto. Es el trabajo concreto del albañil que logra construir la pared; es el trabajo concreto del herrero el que construye la cerca, es el trabajo concreto del panadero el que nos permite disponer del pan de cada día. Sólo una cosa posee de común una casa con un verja de hierro o con un kilo de pan. En que para lograr tan distintos productos se ha utilizado una mercadería común, que es la Fuerza de Trabajo. Si no abstraemos de que para hacer el pan es necesario un obrero panadero, de que para hacer una verja es necesario un herrero, etc., es decir, si nos abstraemos del trabajo concreto sólo nos queda de común, no el oficio, no los materiales utilizados, no las herramientas utilizadas, sino el gasto de energía física e intelectual utilizado en TODOS LOS CASOS. Ese gasto de energía, esa fuerza de trabajo en general utilizada, haciendo abstracción de lo concreto, Marx la denominó trabajo abstracto.

Trabajo concreto:
El trabajo concreto es el trabajo que se invierte en una forma determinada con un fin preciso y es el que crea el valor de uso de la mercancía.

Todo trabajo útil de un determinado tipo (el de un zapatero o de un sastre o de un carpintero) y que crea el valor de uso de una mercancía, es un trabajo concreto.

Los tipos de trabajo concreto son tan variados como los valores de uso que producen, lo cual crea condiciones económicas para un amplio intercambio (en el mercado) entre los productores de mercancías.

“Si el trabajo productivo específico del obrero no fuera hilar, entonces no transformaría el algodón en hilo, o sea, tampoco transferiría los valores del algodón y los husos al hilo. Pero si el mismo obrero cambia de oficio y se hace carpintero, seguirá añadiendo valor a su material con cada jornada de trabajo. Lo incorpora, pues, mediante su trabajo, no como trabajo de hilandero o de carpintero, sino como trabajo abstracto, social en general, y añade una determinada magnitud de valor, no porque su trabajo tenga un contenido útil específico, sino porque dura un tiempo determinado. Así, pues, en su calidad abstracta, general, como gasto de fuerza de trabajo humana, el trabajo del hilandero añade un nuevo valor a los valores del algodón y de los husos, y en su cualidad concreta, específica, útil, de proceso de hilatura, transfiere el valor de esos medios de producción al producto conservando así su valor en el producto.” (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 270).

En la economía mercantil, que se desarrolla espontáneamente y que se basa en la propiedad privada de los medios de producción, el trabajo concreto se opone al trabajo abstracto como el trabajo privado se opone al trabajo social. En dicha economía, el trabajo concreto aparece en la producción como trabajo privado de los productores de mercancías aislados que laboran por su cuenta y riesgo y desconocen las necesidades reales del mercado.

Su carácter social se revela únicamente en el proceso de cambio de las mercancías, cuando los distintos tipos de trabajo concreto se reducen a trabajo abstracto cualitativamente homogéneo que forma el valor de la mercancía.

En la contradicción entre  el trabajo concreto y el abstracto, entre el valor de uso de una mercancía y su valor, se manifiesta la contradicción fundamental de la producción mercantil basada en la propiedad privada: la contradicción antagónica entre el trabajo privado y el social.

El grado de eficiencia del trabajo concreto, fuente real de la riqueza de la sociedad, se mide por su fuerza productiva. Cuando más elevada es la productividad del trabajo, tantos más valores de uso se crean en un tiempo determinado.

Trabajo abstracto:

El trabajo abstracto es el trabajo del productor de mercancías. Es el gasto de la fuerza de trabajo humano en general, independientemente de su forma concreta, es el trabajo que crea el valor de la mercancía.

En cualquier condición social, el trabajo constituye un desgaste de fuerza de trabajo, del cerebro, de los músculos, de los nervios. Pero sólo cuando se producen las mercancías, aparece en forma específicamente social, se convierte en trabajo abstracto, que expresa la dependencia recíproca entre todos los productores de mercancías.

El trabajo privado de cada productor es una partícula del conjunto del trabajo social necesario para que la comunidad subsista y se desarrolle, y dicho carácter social del trabajo sólo puede revelarse en el proceso de cambio. Al equiparar una mercancía a otra, las diversas especies de trabajo concreto se reducen a trabajo abstracto cualitativamente igual.

Trabajo necesario:

El trabajo necesario es el trabajo que invierte el obrero de la producción material para crear el producto necesario. Es el trabajo necesario para sobrevivir.

En la comunidad primitiva toda la jornada de trabajo se consagraba al trabajo necesario que proporcionaba al hombre los medios de vida indispensables.

En los regímenes siguientes, gracias al crecimiento de la productividad, el trabajo necesario requiere sólo una parte de la jornada laboral. La otra parte la constituye el plus trabajo, que es utilizado por los explotadores para enriquecerse.

Trabajo pasado, pretérito o materializado:

Es el trabajo materializado en los medios de producción y en los artículos de consumo.

En la producción mercantil, el trabajo pasado plasmado en los objetos y medios de trabajo se transfiere al producto del trabajo bajo la forma de valor. El valor de los objetos de trabajo se transfiere por completo al nuevo producto, mientras que el valor de los medios de trabajo se va transfiriendo al nuevo producto gradualmente, por partes, a medida que dichos medios se van desgastando.

Con el desarrollo de las fuerzas productivas, la parte del trabajo vivo invertido en el producto disminuye, y aumenta la parte de trabajo pasado. Pero con una particularidad: sobre la cual aún debemos profundizar para confirmarla: que debido al crecimiento de la productividad del trabajo se reducen de modo absoluto tanto el trabajo vivo como el trabajo pasado.

Trabajo vivo:
Es la fuerza de trabajo en acción, el gasto productivo y con un fin, de energía mental y física del hombre.

El trabajo vivo, junto con los medios de producción constituye una condición necesaria del proceso productivo. Crea nuevos productos y constantemente se materializa en ellos.

En el proceso de la creación del producto, el trabajo vivo se une al acumulado, al trabajo pasado, aumentando la riqueza de la sociedad.

En la producción mercantil el trabajo vivo posee un doble carácter: por su aspecto concreto transfiere el valor de los medios de producción consumidos a la mercancía, y en la forma abstracta crea un nuevo valor.

El trabajo vivo se divide en trabajo necesario y en plus trabajo. Este último es la fuente de la plusvalía.

Con el desarrollo científico técnico, el trabajo vivo adquiere la facultad de hacer funcionar, en intervalo de tiempos de trabajo iguales, una masa de medios de producción cada vez mayor, de suerte que su parte en la unidad de producto disminuye mientras que aumenta la masa de bienes materiales producidos.

En la sociedad burguesa el incremento de la eficiencia del trabajo vivo incrementa el enriquecimiento de los capitalistas y la depauperación de los trabajadores.

Trabajo simple:
Es el trabajo que no exige al operario preparación especial alguna. Es lo que se llama trabajo no calificado.

En la producción mercantil, todos los tipos de trabajo complejo o calificado, en el proceso de cambio de las diversas mercancías se reducen a trabajo simple o no calificado. Se miden mediante el trabajo simple.

La cantidad de trabajo simple socialmente necesario determina, de hecho, la magnitud del valor de la mercancía. En la producción mercantil simple y en el capitalismo, la expresión de los distintos tipos de trabajo complejo en unidades de trabajo simple se da de manera espontánea en el proceso de cambio en el mercado.

Trabajo complejo:
Es trabajo que requiere preparación especial, obreros calificados. El trabajo complejo es trabajo simple multiplicado. Una hora del primero equivale a varias horas del segundo.

La magnitud del valor de una mercancía producida por un trabajo complejo, cualquiera que sea, se determina por la correspondiente cantidad de trabajo simple socialmente necesario.

 En el régimen de producción mercantil simple y en el capitalismo la reducción del trabajo simple al complejo tiene lugar de manera espontánea en el proceso de cambio de las mercancías en el mercado.

El trabajo complejo se logra incorporando al trabajo simple más trabajo. Ese más trabajo proviene tanto del esfuerzo individual de un trabajador que va adquiriendo experiencia y pasa a conocer procedimientos mejores o por la formación en libros, escuelas, institutos y universidades, es decir, incorpora conocimiento que es el producto del trabajo humano acumulado.

Trabajo privado:
Es el trabajo de productores separados, exteriormente independientes. La base de dicho tipo de trabajo reside en la propiedad privada sobre los medios de producción.

La división social del trabajo y el cambio de los productos del trabajo entre los productores privados ponen de manifiesto el nexo interno que une a tales productores, revelan el carácter social del trabajo privado. Por lo tanto, el trabajo de cada productor es a la vez, privado y social.

La contradicción fundamental de la producción mercantil simple es la que existe entre el trabajo social y el trabajo privado. Se manifiesta en el proceso de cambio por medio del cual se establece el nexo entre los diversos productores, separados unos de otros debido a la existencia de la propiedad privada.

Únicamente en el cambio, a través de la compra-venta, se equipara una mercancía a otra y se reconoce como socialmente necesario el trabajo privado del productor.

Si el producto creado por el trabajo privado no se realiza como mercancía, sea por no haber producido los valores de uso necesarios para la sociedad, sea porque resulte excesivamente caro, el hecho significa que la sociedad no ha reconocido el trabajo privado del productor.

Bajo el modo de producción capitalista, donde las empresas concentran gran cantidad de trabajadores y de medios de trabajo, la producción va adquiriendo cada vez más carácter social. La contradicción entre el trabajo social y el privado se convierte en contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de la apropiación.

Trabajo socialmente necesario:
Es el trabajo invertido en elaborar una mercancía en condiciones de producción socialmente normales, es decir, con un nivel técnico medio, con una intensidad media del trabajo y una preparación media del trabajador en las empresas que fabrican la masa principal del artículo dado.

Las inversiones de trabajo socialmente necesario determinan la magnitud del valor de la mercancía. Varían como consecuencia de los cambios en la productividad del trabajo: cuanto más elevada es ésta tanto menos trabajo se consume en elaborar la unidad de producto.

Depauperación absoluta del proletariado:
La depauperación es la reducción del nivel de vida del proletariado bajo el capitalismo. Se manifiesta, fundamentalmente, en el descenso del grado en que se satisfacen las crecientes necesidades, materiales y espirituales, de los trabajadores, en el empeoramiento de sus condiciones de trabajo y de vida.

Es una consecuencia directa de la ley económica fundamental del capitalismo, la ley de producción de plusvalía, y de la ley general de acumulación capitalista.

Los principales factores que determinan el nivel de vida del proletariado en la sociedad capitalista son: 1. el grado de ocupación y las dimensiones del paro forzoso; 2. el nivel del salario real y su correlación con la fuerza de trabajo; 3. la duración de la jornada de trabajo; 4. la intensidad del trabajo; 5. las condiciones generales de trabajo; 6. las condiciones de vivienda y de vida en general; 7. el servicio médico y la asistencia social, y otros.

Constituye un rasgo fundamental de la depauperación absoluta del proletariado el incremento del paro forzoso que, con la crisis general del capitalismo, se hace crónico, resulta insoluble y afecta a grandes masas.

Otra manifestación estriba en el descenso del salario real, con lo que se reduce el grado en que se satisfacen las necesidades del trabajador indispensables para la reproducción normal de su fuerza de trabajo.

La depauperación absoluta  se agudiza de modo especial durante las crisis económicas y en los períodos de estancamiento industrial.

Depauperación relativa del proletariado:
Es la disminución de la parte que la clase trabajadora percibe de la renta nacional de la sociedad capitalista y el aumento de lo que perciben los explotadores.

La parte de la renta nacional que el trabajador obtiene es determinada por la relación entre la suma total de los salarios de un año (v) y la renta nacional (v + p). La parte de la clase capitalista es determinada por la relación entre la plusvalía creada durante un año (p) y la renta nacional (p/(v+p)

Lenin indicaba que bajo el capitalismo se produce una;

“depauperación relativa de los obreros, es decir, una disminución de su parte en el ingreso social. La parte relativa de los obreros, en la sociedad capitalista que se enriquece rápidamente, se va haciendo cada vez menor...”

Nosotros habíamos dado el ejemplo de cómo en nuestro país disminuyó la participación del asalariado en el PBI, participación que superó el 50% durante el gobierno de Illía y en el 2001-2002 cayó a menos del 25%.

Por eso podemos afirmar que: como resultado del crecimiento de la productividad y de la intensidad del trabajo bajo el capitalismo, crece la explotación de los trabajadores y, por consiguiente, se elevan la cuota y la masa de plusvalía. Al mismo tiempo, el aumento de la productividad del trabajo disminuye el valor de los medios de subsistencia del trabajador, es decir, el valor de la fuerza de trabajo y, en consecuencia, se reduce la parte que perciben los trabajadores del nuevo valor creado.

Trabajo histórico acumulado
Es un punto para desarrollar: La revolución científica técnica, los grandes conocimientos en general que permiten obtener métodos y procedimientos de gran eficiencia y eficacia constituyen una variante especial del trabajo histórico no materializado y sí acumulado. Todo descubrimiento y nuevas técnicas son posibles de desarrollar gracias a la existencia y posibilidad de acumular lo más genial del trabajo histórico manual e intelectual. No se concebirían los grandes avances de la ciencia si ello no se reflejara en este fenómeno. Es un trabajo histórico que no se materializa y que se acumula y renueva permanentemente dejando vigente lo más útil y productivo y dejando como experiencia histórica lo que hoy no puede alcanzar el nivel de eficiencia de lo nuevo. Es un trabajo histórico acumulado del que se desprenden ráfagas que sí se materializan en los medios de trabajo y en los propios objetos de trabajo, creando máquinas más eficientes y perfectas y materias primas de alta calidad. Y lo hace sin materializarse como conocimiento en sí. Tan importante es ese trabajo histórico acumulado que se manifiesta hoy a través de la Revolución científica-técnica que muchos marxistas-leninistas afirman que este fenómeno se ha convertido en la principal fuerza productiva, desplazando al trabajo vivo en esa función.

Desarrollo del capitalismo
A medida del desarrollo del capitalismo se va reforzando el carácter social de la producción y el proceso de socialización del trabajo por el capital.
Con el paso de la manufactura a la fábrica cobra desarrollo sucesivo la división social del trabajo, crece el número de ramas industriales y agrícolas, aumenta la interdependencia de ramas y empresas en cuanto al suministro de materia prima y artículos semi-fabricados, y a la venta de la producción acabada.
La enorme cantidad de pequeñas empresas es sustituida por la gran producción que concentra en sus manos la técnica, la elaboración de artículos y gran número de obreros.
Las pequeñas empresas dispersas desaparecen y los pequeños mercados locales se van fundiendo en un mercado nacional y mundial. Luego, el capitalismo desaloja distintas formas de dependencia personal, crea condiciones para el mayor grado de movilidad de la población y garantiza afluencia constante de fuerza de trabajo a las ramas crecientes de la industria.
Surgen numerosos centros industriales y grandes ciudades. El capital migra sin cesar.
La amplia socialización de la producción contribuye al crecimiento de las fuerzas productivas. Sin embargo, este crecimiento lleva implícitas profundas contradicciones.
La producción, por su carácter, es cada vez más social, mientras que la apropiación de la riqueza generada socialmente, es privada.
Esto último quiere decir que cada empresa sigue en propiedad (privada) del capitalista, que los medios de producción y el producto fabricado les pertenece. La producción no responde a los intereses de toda la sociedad. El objetivo de los capitalistas se centra en la obtención de plusvalía
La oposición entre el carácter social de la producción y la forma privada de apropiación constituye la contradicción fundamental del capitalismo.
La apropiación (capitalista) privada frena el ascenso de las fuerzas productivas. Con el desarrollo del capitalismo cambian también las formas de propiedad capitalista. Así cobran mayor difusión sus formas colectivas: accionista y estatal.
Estas formas corresponden más al creciente carácter social de las fuerzas productivas, pero no elimina ni amortigua la contradicción fundamental, pues se mantienen (e incrementan) todos los rasgos capitalistas de apropiación de plusvalía.
Esa contradicción fundamental es la base para el desarrollo del antagonismo entre el trabajo y el capital y da origen a la lucha de clases entre proletariado y burguesía.

Clases fundamentales.
La clase obrera y la clase capitalista son las clases fundamentales de la sociedad burguesa, en tanto que las relaciones de explotación del proletariado por la burguesía constituyen la relación de producción fundamental en esta sociedad.
La clase obrera es la principal fuerza productiva de la sociedad, personifica las fuerzas productivas altamente desarrolladas y su naturaleza social, que entra en contradicción con la apropiación (capitalista) privada.
Esa contradicción, entre producción social y apropiación privada es insoluble en el marco del modo de producción capitalista.
Podrá resolverse sólo liquidando la propiedad privada de los medios de producción y sustituyéndola por la propiedad social como resultado de un cambio revolucionario y socialista.

“Los propietarios de simple fuerza de trabajo, los propietarios de capital y los propietarios de la tierra, cuyas fuentes respectivas de ingreso son el salario, la ganancia y la renta del suelo, es decir, los obreros asalariados, los capitalistas y los terratenientes, constituyen las tres grandes clases de la sociedad moderna, basada en el modo capitalista de producción”.
“Indiscutiblemente, es en Inglaterra donde está más desarrollada, y en su forma más clásica, la sociedad moderna, en su estructuración económica. Sin embargo, esa división en clases no se presenta aquí en toda su pureza. También aquí los grados medios y de transición oscurecen en todas partes (aunque en el campo incomparablemente menos que en las ciudades) las líneas divisorias. Sin embargo, eso es indiferente para nuestro estudio. Ya hemos visto que es tendencia constante y ley de desarrollo del modo capitalista de producción separar cada vez más los medios de producción respecto del trabajo y concentrar los medios de producción dispersos en grupos cada vez mayores, es decir, transformar el trabajo en trabajo asalariado y los medios de producción en capital. Y a esa tendencia corresponde, del otro lado, la separación autónoma de la propiedad inmueble respecto del capital y del trabajo o la transformación de toda propiedad de la tierra en la forma de propiedad inmueble correspondiente al modo capitalista de producción”. (Carlos Marx. El Capital. Libro III. Tomo III. Páginas 357 y 358).
Como es lógico, los economistas burgueses no suscriben este razonamiento y se empeñan en dibujar fórmulas que oculten las verdaderas intenciones del capitalismo. Entre ellas, la más difundida, es la que hace mención a la “integración de las clases” en la sociedad burguesa.
Afirman que los obreros se “integran” en el capitalismo, se van convirtiendo en propietarios, que hoy no existe un deslindamiento nítido entre las clases, que como consecuencia de esto, no hay contradicciones de clase. Acompañan estas afirmaciones con actos tales como la de  participar con títulos y acciones a los obreros en sus empresas.

Ley económica fundamental del capitalismo:
La producción de la mayor plusvalía posible y su apropiación mediante la explotación creciente de los obreros asalariados.
“El motivo propulsor y la finalidad determinante del proceso de producción capitalista son, ante todo, obtener la mayor valorización posible del capital, es decir, hacer que rinda la mayor plusvalía posible y que, por tanto, el capitalista pueda explotar con mayor intensidad la fuerza de trabajo” (Carlos Marx  de El Capital)
Sirve de medio para lograr este objetivo el crecimiento numérico de los trabajadores asalariados y el recrudecimiento de su explotación.
La ley de la plusvalía expresa la esencia de la explotación capitalista, expresa la relación fundamental de producción bajo el capitalismo.
Su acción condiciona el antagonismo de intereses de los obreros y capitalistas y el ascenso y exacerbación de la lucha de clases.
La ley de la plusvalía es la ley del movimiento del modo de producción capitalista que conduce, en definitiva, a la necesidad de producir la revolución socialista.
Los economistas burgueses predecesores de Marx no pudieron (y no quisieron) explicar científicamente cómo surgen los ingresos de los capitalistas. Partían del supuesto que el obrero no vende al capitalista su fuerza de trabajo sino el trabajo. En este caso, todo el trabajo pasa a ser un trabajo remunerado, lo que contradecía su tesis de que todo el valor es creado por el trabajo invertido en la producción de mercancía.
Marx lo explica al mostrar que los obreros no venden el trabajo propiamente dicho sino la fuerza de trabajo y que, en el proceso de su consumo, se va creando un mayor valor que el valor de esa fuerza de trabajo.
Fue el primero en demostrar que la plusvalía no nace del intercambio no equivalente sino precisamente sobre la base de la ley del valor. Y dio con la llave para entender todas sus formas concretas: ganancia, interés, renta del suelo.
La teoría de la plusvalía sirvió a Marx como fundamento para analizar el capital, su acumulación y la división en capital constante y capital variable. Pero su contenido principal consiste en revelar la esencia de la explotación capitalista y los métodos de su reforzamiento, en demostrar la inevitabilidad de la lucha de clases y de su papel en la sociedad capitalista.
“La teoría de la plusvalía es la piedra angular de la doctrina económica de Marx.” (V. Lenin)
La teoría de la plusvalía, además de poseer un gran significado teórico, posee enorme importancia para la clase obrera. Hace ver que su explotación está enlazada por hilos indisolubles con la propiedad privada. Que esa explotación se incrementa con el desarrollo del capitalismo. Y que, en mayor grado de desarrollo de la conciencia social, la única forma de liberación real es la sustitución del capitalismo por el socialismo.

El salario
“En la superficie de la sociedad burguesa, el salario del obrero aparece como precio del trabajo, como una cantidad determinada de dinero que se paga por una cantidad determinada de trabajo. Se habla del valor del trabajo y se llama a su expresión en dinero precio necesario o natural del trabajo. Por otro lado, se habla de precios de mercado del trabajo, es decir, de los precios que oscilan por encima y por debajo de su precio necesario”.
“Pero, ¿cuál es el valor de una mercancía? La forma objetiva del trabajo social invertido en su producción. ¿Y cómo medimos la magnitud de su valor? Por la magnitud del trabajo contenida en ella. ¿Cómo se determinaría, pues, el valor de una jornada de trabajo de doce horas, por ejemplo? Por las doce horas de trabajo contenidas en una jornada laboral de doce horas, lo cual es una insulsa tautología”.
“Para venderle como mercancía en el mercado, el trabajo tendría que existir, en todo caso, antes de que se venda. Pero si el obrero pudiera darle una existencia independiente, vendería una mercancía y no trabajo”.
“Prescindiendo de esas contradicciones, un intercambio directo de dinero, es decir, trabajo objetivado, por trabajo vivo, anularía la ley del valor, la cual se desarrolla precisamente en toda su plenitud sobre la base de la producción capitalista, que se basa precisamente en el trabajo asalariado. Supongamos que la jornada de trabajo de doce horas se representa, por ejemplo, en un valor monetario de 6 chelines. Entonces, o se intercambian equivalentes, y el obrero recibe 6 chelines por un trabajo de doce horas. Con lo que el precio de su trabajo sería igual al precio de su producto. En tal caso no produce ninguna plusvalía para el comprador de su trabajo, los 6 chelines no se transforman en capital, desaparecería la base de la producción capitalista, pero es precisamente sobre esa base sobre la que vende su trabajo y éste es trabajo asalariado. O bien recibe menos de 6 chelines por las doce horas de trabajo, es decir, menos de doce horas de trabajo. Doce horas de trabajo se intercambian por diez, seis, etc. horas de trabajo”. Esta equiparación de magnitudes desiguales no sólo elimina la determinación del valor. Semejante contradicción que se elimina por sí sola no puede pronunciarse ni formularse como ley”.
“De nada sirve derivar el intercambio de más trabajo por menos de la diferencia de forma, puesto que en un caso es trabajo objetivado y en otro vivo. Esto es tanto más absurdo por cuanto el valor de una mercancía no viene determinado por la cantidad de trabajo vivo realmente objetivado en ella, sino por la cantidad de trabajo vivo necesario para su producción. Supongamos que una mercancía representa seis horas de trabajo. Si se logran inventos gracias a los cuales puede producirse en tres horas, el valor de la mercancía ya producida descenderá también en la mitad. Ahora representa tres en vez de seis horas de trabajo social necesario. Por tanto, es la cantidad de trabajo necesaria para su producción y no su forma objetivada la que determina la magnitud de valor”.
“Lo que se enfrenta directamente al poseedor de dinero en el mercado no es, en realidad, el trabajo, sino el obrero. Lo que éste vende es su fuerza de trabajo. En cuanto su trabajo comienza realmente cesa ya de pertenecerle, esto es, ya no puede venderlo. El trabajo es la sustancia y la medida inmanente de los valores, pero él mismo carece de valor”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo II. Páginas 293, 294 y 295).

Esencia del salario:
“...el movimiento real del salario presenta fenómenos que parecen demostrar que no es el valor de la fuerza de trabajo el que se paga sino el de su función, el valor del trabajo mismo. Estos fenómenos podemos reducirlos a dos grandes clases. Primero: cambio del salario al cambiar la duración de la jornada de trabajo. Podría concluirse, igualmente, que no se paga el valor de la máquina, sino el de su operación, puesto que cuesta más alquilar una máquina por una semana que por un día. Segundo: la diferencia individual en los salarios de distintos obreros que ejecutan la misma función. Esta diferencia individual se encuentra también, aunque sin dar margen a ilusiones, en el sistema de la esclavitud, en donde la propia fuerza de trabajo se vende franca y libremente, sin ambages. Sólo que en el sistema de la esclavitud las ventajas de una fuerza de trabajo superior a la media, o los inconvenientes de la que sea inferior a la media, favorecen o perjudican al propietario del esclavo, mientras que en el sistema del trabajo asalariado redundan en beneficio o perjuicio del propio obrero, puesto que en un caso es él mismo quien vende su fuerza de trabajo, mientras que en el otro lo vende un tercero”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo II. Páginas 301 y 302).
El valor de la fuerza de trabajo, expresado en dinero, se denomina precio de la fuerza de trabajo o, más comúnmente, salario.
En la sociedad burguesa el salario actúa aparentemente como remuneración por el trabajo, mientras que el trabajo se presenta como mercancía.
Esta circunstancia debe su origen a las condiciones objetivas del modo capitalista de producción. Para el obrero, su trabajo durante la jornada necesaria sirve de medio para percibir el salario, aunque este último expresa el valor creado sólo en el curso del tiempo de trabajo necesario.
El obrero percibe el salario tras de invertir trabajo necesario y plustrabajo. Por esa razón, la compraventa de la fuerza de trabajo se presenta en forma de compraventa de trabajo.
Además el salario puede variar, al cambiar la duración de la jornada, la intensidad del trabajo, el grado de calificación, etc. Todo ello crea la apariencia de que el salario es el precio del trabajo del obrero.
En realidad, el trabajo no es mercancía, pues el trabajo es incapaz de materializarse en sí mismo. El trabajo es sustancia y medida intrínseca del valor, pero de por sí carece de valor.
La mercancía existe realmente hasta su venta (consumo), mientras que el trabajo comienza sólo después de concertarse la transacción. En caso de suponer que el trabajo es una mercancía, cuyo valor paga íntegramente el capitalista, éste último no obtendrá ninguna plusvalía y ello es contradictorio con la realidad.
Tras el salario se oculta de hecho la remuneración del valor de la fuerza de trabajo. Con la particularidad de que la fuerza de trabajo, como regla, se vende debajo de su valor.

“El salario no es lo que parece ser, es decir, el valor –o el precio del trabajo- sino una forma disfrazada del valor o del precio de la fuerza de trabajo”. (Carlos Marx) 

Por esa razón, Marx denomina bajo el capitalismo al salario como forma metamorfoseada del valor o del precio de la fuerza de trabajo.
El salario disimula la esencia de la explotación capitalista, oculta la división de la jornada de trabajo en tiempo necesario y adicional, y del trabajo en remunerado y no remunerado.
En las condiciones de la sociedad esclavista, incluso la parte de la jornada durante la cual el esclavo resarcía sus medios de subsistencia, aparecía como trabajo para el esclavista.
En el feudalismo, el trabajo del campesino para sí difiere del trabajo coercitivo para el latifundista.
Bajo el capitalismo, hasta el plus trabajo, es decir, el no remunerado de los obreros asalariados, adopta la apariencia de trabajo remunerado, mientras que las relaciones entre los obreros y los capitalistas se presentan exteriormente como relaciones entre propietarios de mercancías, libres e iguales en derecho.
Como forma metamorfoseada del valor y del precio de la fuerza de trabajo, el propio salario adopta, a la vez, formas diversas. Las fundamentales son por tiempo y por piezas.
Forma de salario por tiempo:
“...la venta de la fuerza de trabajo se verifica siempre por períodos de tiempo determinados. La forma transfigurada en que se representa directamente el valor diario, semanal, etc., de la fuerza de trabajo, es, por tanto, la del “salario por tiempo”, por días, etc.”
El salario por tiempo es la remuneración del valor de la fuerza de trabajo por su funcionamiento en el transcurso de determinado lapso: hora, día, semana, mes. Con la particularidad de que la forma especial para expresar el valor de la fuerza de trabajo es el precio de trabajo.
Se calcula dividiendo el precio diario de la fuerza de trabajo por la duración media de la jornada de trabajo. La remuneración horaria, la más común medida utilizada.
El análisis del precio del trabajo permite ver el proceso de aumento de la explotación al cambiar la duración de la jornada de trabajo. El salario diario puede permanecer inmutable o incluso elevarse, mientras que el precio del trabajo se reducirá como consecuencia del alargamiento de la jornada de trabajo.
Con el fin de interesar, en el aspecto financiero, a los obreros por los trabajos “extras”, los capitalistas establecen a veces una tarifa elevada horaria de tiempo extra trabajado. Pero nunca el pago “elevado” recompensa la intensidad del desgaste de la fuerza de trabajo.
A menudo, en nuestro país demasiado a menudo, los capitalistas acortan la jornada de trabajo, conservando intacta la tarifa horaria, disminuyendo como consecuencia el salario.
El salario por tiempo surgió mucho antes que otras formas y predominó en las primeras fases de desarrollo del modo de producción capitalista. Luego cobró mayor difusión el salario por piezas. Pero en las últimas décadas regresa el salario por tiempo. Cerca del 80% de los obreros asalariados de los países altamente industrializados se rigen por esa modalidad.
Salario por piezas (a destajo):
“El salario a destajo no es más que la forma transfigurada del salario por tiempo, igual que éste es, a su vez, la forma transfigurada del valor o precio de la fuerza de trabajo”...
“la cualidad del trabajo viene controlada por la obra misma, la cual ha de poseer la bondad media si se quiere pagar íntegramente el precio de cada pieza. En ese sentido, el salario a destajo se convierte en fuente fecundísima de descuento del salario y estafas capitalistas”.
“Ofrece al capitalista una medida muy precisa en la intensidad del trabajo”... (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo II. Páginas 315 y 316).
El salario a destajo es la remuneración de la fuerza de trabajo calculada en dependencia de la magnitud del rendimiento por unidad de tiempo.
Es una forma metamorfoseada del salario por tiempo. Pero en este caso, el gasto de la fuerza de trabajo se mide por la cantidad de la producción elaborada.
Se “establecen” normas diarias de tarifas y rendimientos por cada unidad de producción. Con el pago por piezas la explotación de los obreros queda camuflada aún más, da más la impresión de que el capitalista remunera íntegramente al obrero el fruto de su trabajo. E incita a éste a intensificar el trabajo y elevar su productividad, es decir, a producir más plusvalía.
Otro efecto que produce el salario a destajo es la confrontación entre los trabajadores más habilidosos con relación a los menos habilidosos en una misma categoría laboral. En el salario por tiempo todos perciben la misma cantidad de dinero. Los más habilidosos saben que por piezas ellos percibirían más y, en principio, suelen preferir el pago a destajo sobre el pago por tiempo.
Por esa razón, esta modalidad fue, durante decenio, más provechoso para el capitalista que el salario por tiempo. Pero, por acción de la revolución científico-técnica el trabajo es regulado por las máquinas o por el régimen del proceso tecnológico. Ya no es necesario el trabajo a destajo y el salario por tiempo regresa y se combina ahora con el ritmo forzado de trabajo que se le imprime.

Múltiples factores:
Sin embargo ambas formas subsisten combinadas. Actualmente los sistemas mencionados, “tradicionales” van sustituyéndose por sistemas que integran “múltiples factores”.
Es decir, el salario se calcula incorporando diversos factores: rendimiento, calidad de la producción, ahorro de materia prima (merma), mejor aprovechamiento de los equipos, etc.
El paso a los sistemas de múltiples factores está condicionado por el hecho de que con la producción mecanizada y la reducción de la cantidad de obreros en las empresas, gran significado reviste la eficacia en el empleo de los equipos, el ahorro de materias primas y materiales, la calidad de la producción, etc. Por el cumplimiento y sobre cumplimiento de las normas se establecen primas.
Se comporta, en realidad, como una nueva forma de salario a destajo y busca exprimir del obrero mucha más energía intelectual y física, es decir, incrementar su explotación, obtener mayor plusvalía.
Por supuesto, todo ello ha estado limitado por las importantes luchas desarrolladas por los obreros, luchas que logran mejoras pero no logran la consolidación de las mismas ya que, los capitalistas, siempre aplican nuevas formas y técnicas tendientes a incrementar la explotación.
La base de los distintos sistemas de salarios son la normación del trabajo y la tarifación de operaciones aisladas. La normación tiene por finalidad intensificar el ritmo de trabajo al máximo y reducir los gastos de salario por unidad de producción al mínimo. Los sistemas de tarifa son un medio de legalizar la discriminación e injusticia en las remuneraciones. Se fijan distintos salarios sobre base hombre, mujer, para los que cumplen y superen la norma y para los que no, para gente adulta y adolescentes, para distintas razas y nacionalidades.
Los sistemas de tarifas actuales se caracterizan por la división del salario en dos partes: la constante y la de “primas”. La parte constante, la fundamental, depende de la duración del tiempo trabajado y de la magnitud del salario base, mientras que la de “primas” comprende agregados de distintos géneros, que no sólo dependen de factores objetivos (calidad de trabajo, ahorro de materia prima, asistencia), sino también de factores tales como “celo” y “conducta” del obrero, que no pueden ser sujeto a ninguna fundamentación y definición científica.
“Conforme se desarrolla en un país la producción capitalista, se van remontando dentro de él la intensidad y productividad del trabajo sobre el nivel internacional. Las distintas cantidades de mercancías del mismo tipo producidas en diversos en el mismo tiempo de trabajo tienen, pues, desiguales valores internacionales, los cuales se expresan en precios diferentes, es decir, en sumas de dinero que varían según los valores internacionales. Según eso, el valor relativo del dinero será menor en la nación con un modo de producción capitalista más desarrollado que en donde esté menos desarrollado. De aquí se deduce, pues, que el salario nominal, el equivalente a la fuerza de trabajo expresado en dinero, será igualmente mayor en la primera nación que en la segunda; lo que no significa, ni mucho menos, que así ocurra con el salario real, es decir, con los medios de subsistencia puestos a disposición del obrero”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo II. Páginas 326 y 327).

Sistemas de remuneración colectivos y primas:
También se implantan, en especial en los países capitalistas más desarrollados, formas de primas colectivas a semejanza del sistema de participación en las ganancias  para crear la apariencia de que los obreros participan de los resultados de las empresas, de sus ganancias.
También estos sistemas de salarios se dividen en dos partes: una, la fundamental, se desembolsa con regularidad, mientras que la segunda se abona irregularmente y su magnitud depende del nivel de las ganancias que declara el capitalista (o de la cuantía de los ahorros de los gastos de producción). En realidad le “devuelven” un poquito de la plusvalía adicional que la puesta en funcionamiento de este sistema le genera al empresario capitalista.
Otra “modalidad” es la participación indirecta en las ganancias. Es decir, entregarles acciones de la empresa concreta. Ahora, además, es “dueño”
Los capitalistas y sus ideólogos y economistas vulgares aprovechan estos sistemas con el fin de sembrar ilusiones en torno a la comunidad de objetivos de los obreros y los capitalistas, igualmente interesados, según ellos, en incrementar la productividad del trabajo y la rentabilidad de la empresa.
Es otro intento tendiente a disminuir la conciencia de clase de los obreros.

Salario nominal y salario real:
La suma de dinero, percibido por el obrero en forma monetaria, se denomina salario nominal.
Se destina para adquirir los medios de subsistencia, para pagar alquiler, impuestos, etc.
Por cuanto los precios de las mercancías y servicios no son invariables (tampoco lo es el propio salario nominal), además del salario nominal es necesario examinar el salario real.
El salario real representa la suma de mercancías y servicios que el obrero puede adquirir, dado el nivel concreto de precios, con su salario en metálico después de deducírsele los impuestos y otros descuentos.
Por lo tanto, el nivel de salario real depende de la magnitud del salario nominal y de los precios de las mercancías y servicios.
El incremento del desempleo con la presión que éste ejerce sobre el mercado de mano de obra, la incorporación de mujeres y la de obreros poco calificados a la producción, el descenso en la demanda de fuerza de trabajo, conducen a disminuir el salario nominal y contribuyen a reducir el salario real.
Pero aún no disminuyendo el salario nominal, el crecimiento de los precios de las mercancías y servicios, el incremento de la carga tributaria, el aumento de los alquileres, condicionan la reducción del salario real.
El salario real puede reducirse aún creciendo el salario nominal. Por que los precios de las mercancías suben a ritmo más acelerado que el salario nominal. Así ha venido ocurriendo durante décadas en nuestro país. Lo que motivó esa frase en su momento famosa. “Los precios suben por el ascensor y los salarios por la escalera”.
Como resultado de grandes luchas, en ocasiones los obreros consiguen la elevación del salario real. Elevación que, en general, no llega a ser consolidada.
Pero lo real es que existen dos tendencias sobre el salario real, una hacia su aumento y otra hacia su descenso.
En los años 70 (en el ámbito mundial) se resaltó la tendencia hacia el descenso del salario real. Esto estuvo vinculado, ante todo, con el crecimiento de la inflación y, en menor medida, al incremento del desempleo y las frecuentes recesiones de la producción.
En los últimos años, en nuestro país, lo que además cayó fue el salario nominal y ese descenso está vinculado con la recesión de la producción, el desempleo, la precarización del trabajo, la inacción sindical, la competitividad y las políticas de saqueo del “neoliberalismo”.
Hay que mencionar la fuerte incidencia que tuvo (y aún tiene en algunos países) las políticas aplicadas por el Estado burgués, principalmente en los años 60, denominada, en general, como “política de ingresos”.
Ello consistió en la tentativa de establecer un límite al posible crecimiento del salario recurriendo a determinados criterios, el principal, la elevación de la productividad del trabajo. “Compensaba” ello con la fijación de un denominado “salario mínimo vital” y, a veces “móvil”.

Salario Relativo.
Si hay algo que la burguesía jamás menciona, ni habla, ni confecciona estadística es sobre el salario relativo. ¿Qué significa y por qué no hace referencia a él?
El salario relativo significa cuál es el porcentaje que como salario percibo del total de la riqueza que como productor, es decir, como trabajador, producí o incorporé a la sociedad.
El salario nominal es cuantos pesos gano, el salario real es cuánto compro con esos pesos que gano pero el salario relativo indica fuertemente el grado de explotación al que soy sometido. Es la principal razón por la cual no existen estadísticas sobre ello. En el capitalismo SIEMPRE el salario relativo que percibe el trabajador, SIEMPRE repito, es menor que en etapas anteriores. Y cuanto más se apliquen en la producción de bienes los más avanzados conocimientos científicos técnicos, mayor será la caída del salario relativo.
Hay que advertir, sin embargo, que esta caída constante del salario en su faz relativa no es percibida por el trabajador de manera directa, ya que el mismo puede percibir como salario un salario mayor que le permita incrementar su calidad de vida, es decir, tener acceso a más bienes. En virtud de este fenómeno, debemos aceptar que la lucha ideológica pasa a jugar cada vez más un papel preponderante, en especial con los trabajadores que se encuentran en las esferas de la producción donde el conocimiento científico técnico se aplica intensivamente.
Daremos un sencillo ejemplo para aclarar lo de salario relativo: Un hachero chaqueño logra con enorme esfuerzo y habilidad cortar con su hacha unos 10 árboles de quebracho por día en jornadas de 12 o más horas. El patrón vende cada árbol a 30 pesos cada uno a un aserradero. Obtiene así 300 pesos dándole 60 al hachero como salario nominal. 60 de 300 es un 20%. O sea, el salario relativo del hachero es el 20% de la riqueza que produjo. Por otra parte una multinacional adquiere media provincia y se lanza a talar bosques de quebracho. Dispone de una máquina de avanzada que tala rápidamente los árboles y los almacena a la vera del camino en grupos de 20. La máquina es conducida por una persona que actúa como hachero moderno y por día tala no menos de 100 ejemplares. 100 a 30 pesos cada uno equivalen a 3000 pesos de los cuales destina 1000 a amortizar la máquina. De esa manera incorpora 2000 pesos netos diarios pagándole como salario diario 200 pesos al hachero motorizado. El salario relativo del hachero motorizado es del 10% mientras del hachero tradicional del 20%. Sin embargo el motorizado percibe más de tres veces salario que el tradicional. Percibe 200 pesos diarios contra 60. Pero no solo eso. Monta una máquina con asientos anatómicos, aire acondicionado y música funcional mientras que el otro se desloma en un ambiente húmedo, cálido, lleno de alimañas y con un enorme desgaste físico. Sin embargo es menos explotado.
Ahora bien, existiendo simultáneamente hacheros tradicionales y hacheros motorizados ¿quién se anima a decirle a éste último que es más explotado?
Diferencias nacionales en los salarios:
En distintos países se observan diferencias sustanciales en el nivel de los salarios, condicionados por numerosos factores, los principales de los cuales son:
1.      Magnitud del valor de la fuerza de trabajo. En virtud del desigual desarrollo económico y sociocultural de los países capitalistas, el nivel establecido en la intensidad del trabajo, la magnitud del elemento histórico y moral difieren sustancialmente entre ellos. Por eso, la cuantía y el carácter de los medios de subsistencia indispensables para satisfacer estas necesidades, no son idénticos.
2.      Grados de desempleo. En distintos países no son iguales las dimensiones del desempleo. En aquellos donde la oferta y la demanda de la fuerza de trabajo es desfavorable para los obreros, los capitalistas tienen facilidades para establecer el salario a un nivel más inferior.
3.      Niveles de calificación. Cuánto más alta es la proporción de obreros no calificados más bajo resulta el nivel nacional medio del salario y viceversa.
4.      Grado de organización de la clase obrera.  En aquellos países en que la clase obrera no está organizada, o carece de unidad política y sindical y de dirigentes que la representen con autenticidad, el nivel promedio del salario nacional será menor.

Lucha de la clase obrera por aumentos de salarios:
Durante la existencia del capitalismo, los salarios acusan siempre la tendencia a descender por debajo del valor de la fuerza de trabajo.
Ahora bien, el salario para los obreros es la única fuente de subsistencia y de renovación de su capacidad de trabajo. Es una de las principales causas por la que luchan por aumentar esos salarios. Los resultados de esas luchas se determinan por la correlación de fuerzas de clase.
El salario es uno de los principales objetos económicos de la enconada lucha de clases. Esta lucha engloba tanto las cuestiones del nivel de los salarios como también los procedimientos de su cómputo, los métodos de normación, las normas de rendimiento y las tarifas.
En general, la principal lucha es por elevar un salario mínimo que permita la subsistencia real de la familia de aquel trabajador no calificado, a la que se agrega la de eliminar la discriminación en los salarios y la de mantener el valor del salario real, es decir, ajustar el nominal conforme con la subida de los precios.

Crítica de las teorías burguesas del salario:
Existe gran diversidad de teorías burguesas sobre el salario. A cada tanto, como la moda, aparece una nueva. Pero de nueva no tienen nada ya que la esencia de todas ellas consiste, fundamentalmente, en presentar al salario como parte del valor que crea el obrero, mientras la ganancia vendría a ser creada por el capital.
Este punto de vista emana de la teoría, ya analizada por nosotros, de los factores de producción.
Al mismo tiempo, en las condiciones actuales, los teóricos burgueses tratan de hallar los métodos para fundamentar y justificar la política de “congelación” (en realidad reducción) del salario y de reducción directa, sin tapujos, del salario nominal (y como consecuencia, del salario real).
Entre estas teorías ocupa destacado lugar la concepción de la “espiral inflacionista del salario y los precios”. Su esencia consiste en afirmar que los aumentos salariales, al incrementar los gastos de producción, originan el alza de los precios, no sólo en la rama dada, sino también en otras ramas que le son afines. Como consecuencia, afirman, se produce la subida general de los precios. Y agregan que, por esa razón, los obreros se ven obligados a demandar nuevos aumentos de salarios, lo que conduce de nuevo al crecimiento de los precios y así sucesivamente. El salario “causa” de la inflación.
Es por eso que todo lo que ganan los obreros como cobradores de salario lo pierden como compradores. De esta concepción derivan que no sólo pierden los obreros sino las otras capas de la población.
Estos economistas vulgares burgueses culminan manifestando que el empeoramiento de la situación de los trabajadores no es el resultado de la acción de leyes económicas del capitalismo, sino consecuencia de las aspiraciones “egoístas” de la clase obrera, que con su pretendida acción por mejorar su situación, la empeora.
En su tiempo, Marx, en su folleto “Salario, precio y ganancia”, refutó los embustes de que los precios de las mercancías son regulados por el salario.
En realidad, los aumentos de salarios no inciden en el nivel de precios sino en el de ganancias.
Otra teoría vulgar en boga es la “teoría de la compensación”. Conforme a ella, el salario se emplea exclusivamente para satisfacer las necesidades fisiológicas y cumple por entero su cometido.
En lo que se refiere a las otras necesidades, las emocionales y sociales, deben ser “compensadas” mediante formas de “participación en las ganancias”, “pagos postergados”, pensiones, subsidios, etc.
Como ustedes observarán, la libertad para “crear” teorías vulgares e insólitas carece de límites dentro del capitalismo. Sólo deben cumplir un requisito: obtener más plusvalía.
En la época del capitalismo pre monopolista, los economistas de la burguesía necesitaban “justificar” los bajísimos salarios, apenas suficiente para la subsistencia física del trabajador y de su familia. Entonces recurrieron a la teoría de T. Malthus (economista y sacerdote inglés –1766-1834) sobre la población, según la cual la miseria los trabajadores, del “populacho” en la sociedad burguesa se origina no por el régimen social, sino por el rápido crecimiento de la población y un aumento relativamente más lento de los medios de subsistencia para esa misma población. El vulgar Malthus logró convertir a las matemáticas en una ciencia inexacta, ya que demostró, “matemáticamente”, que la población crecía en progresión geométrica mientras que los medios de subsistencia lo hacía en progresión aritmética. Al convertirse el crecimiento poblacional en el  principal mal para estos malthusianistas, era lógico que la solución pasaba por reducir drásticamente la población, por lo tanto se pronuncian por bajos salarios, ninguna ayuda social y consideran un aporte divino a las pestes, un aporte racional a las guerras y un aporte legal a la prohibición de los matrimonios entre los indigentes.
La “ley férrea del salario”, impulsada por el economista socialista pequeño burgués alemán F. Lassalle, sostenía que la miseria deriva de “leyes naturales” y no a leyes específicas de la producción capitalista. De esa manera esos “socialistas” negaban la lucha de clases y el papel revolucionario de la clase obrera.
Varios economistas suscribieron la teoría del “fondo de salario” (adelantada por J. Mill). Para ellos hay una masa global de salarios, el crecimiento de la cantidad de obreros a ritmo mayor que esa masa de salarios produce una baja del salario individual y/o un incremento del desempleo.    
El paso del tiempo exigía a los economistas vulgares un poco más de imaginación. A comienzos del siglo XX; A. Marshall y J. Clark (inglés y yanqui) desarrollan la teoría de la “productividad marginal”. Para éstos vulgares, es la productividad marginal del trabajo la que determina el nivel del salario. Es decir, el valor del producto creado por el obrero de más bajo rendimiento. Se puede sintetizar: la diferencia entre el valor del producto global, elaborado por la totalidad de los obreros, y la suma total de sus salarios, calculada sobre la base de la más baja productividad del obrero “marginal” la recibe el capitalista a título de recompensa por el capital.
Pero esta teoría es desarrollada en plena vigencia de la segunda fase del modo de producción capitalista, el imperialismo, y no se podía desconocer que el progreso técnico no trae descenso sino incremento de la productividad del trabajo. Para salvar la teoría, los marginalistas posteriores introducen el concepto de “ingreso marginal” y se refieren a la caída de los precios al por menor de los productos adicionales y de los producidos antes pero aún no realizados. Y proponen que el salario del “obrero marginal” sea calculado a partir del producto marginal por él creado, es decir, sobre la baja del “ingreso marginal”, es decir, sobre la supuesta baja de los precios. Luego aparece la teoría del “contrato o convenio colectivo”. Acuerdos entre los dirigentes sindicales y los monopolistas. Se basa en un análisis de algunos factores sociales que se incorporan como “beneficios”, se separa de la demanda nacional y se circunscribe a una demanda sectorial. Divides, y reinarás.

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