CLASE 3 - VALOR,
PLUSVALÍA Y CAPITAL.
Valor. Valor de uso.
Cambio. Precio. Valor de cambio. Ley del valor. Papel de la Ley del valor. Surgimiento de
las relaciones capitalistas. Fetichismo de la mercancía. Valor social (de
mercado). Precios de producción. Precios de monopolio. Plusvalía. Plusvalía
absoluta. Plusvalía relativa. Plusvalía extraordinaria. Resumen. Cuadros III y IV.
Capital. Acumulación
originaria. Capital constante. Capital variable. Capital fijo. Capital
circulante. Capital comercial. Capital industrial. Capital de préstamo. Capital
financiero. Oligarquía financiera. Capital ficticio. Capital mercantil. Capital
monetario. Capital productivo. Capital usurario. Capital en acciones.
Concentración del capital. Centralización del capital. Ciclo del capital.
Rotación del capital. Circulación del capital. Cuadros V, VI y VII.
Valor:
Bajo la producción mercantil, el trabajo
social, que es la base de la existencia de la sociedad, adquiere
inevitablemente la forma de valor de las mercancías, mientras que los lazos
entre los productores en el proceso de producción (lazos condicionados por la
división social del trabajo) se manifiestan durante el cambio de las
mercancías.
“Ahora bien, si
se prescinde del valor de uso de los cuerpos de las mercancías, no les queda
todavía más que una propiedad, la de ser productos del trabajo. Pero también se
nos transforma el producto del trabajo apenas lo tenemos en la mano. Si hacemos
abstracción de su valor de uso, también la hacemos de sus componentes y formas
físicos que lo convierten en valor de uso. Ya no se trata de una mesa, casa,
hilado o cualquier cosa útil. Se han disuelto todas las propiedades sensibles.
Tampoco es ya el producto del trabajo de carpintería, ni albañilería, ni de
hilandería ni de ningún trabajo productivo determinado. Con el carácter útil de
los productos del trabajo desaparece el trabajo útil de los trabajos representados
en ellos, también desaparecen, por tanto, las diversas formas concretas de
estos trabajos, las cuales ya no se diferencian más sino que se reducen todas
ellas al mismo trabajo humano, a trabajo humano abstracto”. (Carlos Marx. El
Capital. Libro 1. Tomo 1. Páginas 58 y 59).
Valor es el trabajo social de los productores
materializado (incorporado) en las mercancías. El valor es una categoría
económica inherente a toda producción mercantil.
Todas las
mercancías poseen dos formas de valor. Poseen, por una parte, valor de uso que
es creado por el trabajo concreto, y por otra parte, valor, que es lo que
definimos en el párrafo anterior y que es creado por el trabajo abstracto
Si hacemos abstracción de las propiedades concretas de las mercancías como valor
de uso, resulta que todas ellas son simples condensaciones de trabajo humano en
general, de trabajo abstracto, es decir, de gastos de energía cerebrales,
nerviosos y musculares. Ese trabajo
abstracto es el que forma el valor de las mercancías.
Si avanzamos
un poco más, podemos afirmar que por intermedio de las cosas-mercancías, el valor expresa las relaciones de
producción entre los hombres.
El valor
consta de distintas partes en dependencia del medio modo de producción
dominante; cada una de esas partes desempeña una función propia en la economía
y en las relaciones sociales de los hombres. Bajo el capitalismo, el valor de
la mercancía, se descompone en tres partes: capital constante ©; capital
variable (v); y plusvalía (p).
Miremos a
nuestro alrededor: Vemos un libro, una silla, un escritorio; estamos vestidos
con una camisa, llevamos un reloj y viajamos en colectivo para llegar al aula
construida de hormigón. ¿Qué poseen de común el libro de papel, la silla de
madera, el escritorio de metal, el reloj de múltiples componentes metálicos, el
colectivo y el aula de cemento, arena y cal? Sólo una cosa: para construirlo,
para convertir la materia prima original en una mercancía que satisfaga una
necesidad, se utilizó trabajo humano, directo y/o indirecto, físico y/o
intelectual. ¿Y qué es lo que le da valor a las cosas? Todas las cosas tienen
su origen en la naturaleza. Allí se encuentran los materiales básicos a la
espera de que el hombre las utilice en su provecho. No poseen valor. Se
encuentran en la naturaleza millones de años antes de que el hombre apareciera
sobre la faz de la tierra (aproximadamente unos 4.600 millones de años antes).
Solo el trabajo humano le otorga valor a esas cosas. El trabajo para ubicarlas,
el trabajo para extraerlas o recogerlas, el trabajo para procesarlas, el
trabajo para elaborarlas y convertirlas en mercancías que satisfagan
necesidades humanas.
Valor de
uso:
Afirmamos que
toda cosa o mercancía debe poseer un valor de uso. ¿A qué nos referimos? Cuando
hablamos de valor de uso nos referimos a la utilidad que posee una cosa, a la capacidad que posee esa cosa de
satisfacer una necesidad, cualquiera que sea, del hombre, de la sociedad.
El valor de
uso está condicionado por las propiedades físicas, químicas y otras propiedades
naturales de esa cosa, pero también por la que esta cosa haya adquirido a
consecuencia de la actividad humana dirigida a un fin.
Son valores de
uso tanto los productos del trabajo como muchas otras dadas por la naturaleza
sin la intervención del hombre donde incluimos el aire, el agua, los frutos
silvestres, etc.
El oxígeno del
aire que respiramos, por ejemplo, no tiene valor pues no ejercemos sobre él
ningún trabajo, pero en un tubo de oxígeno sí lo adquiere pues ha requerido la
utilización de fuerza de trabajo.
Los valores de
uso productos del trabajo cambian, surgen nuevos y desaparecen otros. A medida
que la ciencia y la técnica progresan, el hombre descubre en el mundo que lo
rodea nuevas propiedades de las cosas y las pone a su servicio. De esa manera
aumenta la diversidad de los valores de uso, en no pocos caso, lo nuevo
reemplaza a lo anterior, por ello algunas cosas dejan de poseer valores de uso
y se dejan de producir.
Producir en
serie hoy carretas para ser arrastradas por bueyes carece del sentido que
poseía en los siglos iniciales de nuestra era. Han perdido su valor de uso y
por carecer de él, simplemente, no se producen.
En las
condiciones de la producción mercantil el valor de uso constituye uno de los
dos factores de la mercancía y actúa como portador del valor de cambio tras el
cual se oculta el valor.
El estudio del
valor de uso como tal, es decir, el estudio de las propiedades naturales de las
cosas, corresponde al peritaje mercantil y a otras ciencias aplicadas, mientras
que la economía política estudia el valor de uso como portador del valor.
La
particularidad del valor de uso de una mercancía estriba en que tal valor ha de
poseer la propiedad de satisfacer necesidades del que compra la mercancía dada,
es decir, ha de actuar como valor social de uso.
Cambio (intercambio).
“Sólo dentro del intercambio reciben los productos del
trabajo una objetividad de valor socialmente igual, separada de su objetividad
de uso sensiblemente distinta. Esta escisión del producto del producto del trabajo
en cosa útil y cosa de valor sólo se efectúan prácticamente en cuanto el intercambio ha adquirido ya suficiente
extensión e importancia para que se produzcan cosas útiles para el intercambio,
esto es, cuando se tiene en cuenta el carácter del valor de las cosas en su
producción misma. Desde este momento los
trabajos privados de los productores reciben efectivamente un doble carácter
social. Por un lado, como trabajos útiles determinados, tienen que satisfacer
una necesidad social determinada y confirmarse así como articulaciones del
trabajo total, del sistema natural de la división social del trabajo. Por otro
lado, sólo satisfacen las necesidades múltiples de sus propios productores, en
tanto que cada trabajo privado, útil y particular, es intercambiable con cualquier tipo útil de trabajo privado, o
sea, se equipara a él. La igualdad de trabajos diferentes (totalmente) sólo
puede existir haciendo abstracción de su desigualdad real, en la reducción al
carácter común que poseen como gasto de fuerza de trabajo humana, trabajo
humano abstracto. El cerebro de los productores privados refleja ese doble
carácter social de sus trabajos privados solamente en las formas que aparecen
en la circulación práctica, en el intercambio
de productos. O sea, refleja el carácter socialmente útil de sus trabajos
privados en la forma de que el producto del trabajo tiene que ser útil, y a
decir verdad para otros; y el carácter social de la igualdad de trabajos
diversos en la forma de carácter de valor común de estas cosas materialmente
distintas, de los productos del trabajo. Así pues, los hombres no relacionan
sus productos del trabajo entre sí como valores, porque estas cosas no son para
ellos más que envolturas objetivas de idéntico trabajo humano. Al contrario. Al
equipararse entre sí como valores, en el
intercambio, sus diversos productos, equiparan entre sí sus diversos
trabajos como trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen. Por lo tanto, el
valor no lleva escrito en la frente lo que es. Más bien el valor transforma
todo producto del trabajo en un jeroglífico social”. Carlos Marx, Libro I, Tomo
I páginas 104 y 105. Ediciones Akal 1976-2000.
El cambio es el intercambio de actividades entre las
personas o enajenación recíproca de los productos del trabajo; es la fase de la
reproducción social que enlaza la producción y la distribución por una parte
(con la particularidad de que la distribución se halla condicionada por la
producción) con el consumo por otra parte.
El cambio se da como una consecuencia de la división
social del trabajo (su carácter y su forma están determinados por el modo de
producción), a su vez el cambio influye sobre el desarrollo de esta última.
El cambio (intercambio) de los productos del trabajo
surgió inicialmente en el régimen de la comunidad primitiva con carácter
casual, y se realizaba en los puntos de contacto entre diversas comunidades.
Al surgir la propiedad privada, el intercambio de
mercancías empezó a efectuarse en el interior de la comunidad, con lo que
contribuyó a desintegrarla. Nació el cambio privado, con sus rasgos inherentes:
competencia, antagonismo, etc.
El desarrollo de la división social del trabajo, de la
propiedad privada y, en consecuencia, de la producción mercantil, hizo que el
cambio se convirtiera en una forma constante –y no casual- de relación entre
productores privados.
El ulterior desenvolvimiento de la producción mercantil y
del cambio condicionó la aparición del dinero. El cambio alcanza su punto
máximo de desarrollo en la economía capitalista, donde la producción mercantil
adquiere carácter universal y la fuerza de trabajo del hombre también se
convierte en mercancía.
El cambio de mercancía se realiza necesariamente en
conformidad con su valor social, cuya magnitud está determinada por los gastos
socialmente necesarios de trabajo abstracto.
Esta ley, denominada ley del valor, determina el
desarrollo de la producción mercantil y actúa desde que surgió la producción
mercantil.
En la producción mercantil, basada en la propiedad
privada sobre los medios de producción, la ley del valor actúa como regulador
espontáneo de la producción social. Este papel se cumple a través del
mecanismo de los precios. El valor es la ley de los precios.
Precio.
“Como medida de valores y como patrón de precios, el dinero desempeña dos
funciones completamente distintas. Es medida de valores en cuanto encarnación
social del trabajo humano, y patrón de precios en cuanto peso establecido de un
metal. Como medida de valor sirve para transformar los valores tan diversos de
las mercancías en precios, en cantidades ideales de oro. En la medida de
valores las mercancías se miden como valores, en cambio, el patrón de precios
mide cantidades de oro en una cantidad de oro, y no el valor de una cantidad de
oro en el peso de otra. Para el patrón de precios hay que fijar como unidad de
medida un determinado peso de oro. Aquí, como en todas las determinaciones de
medida de magnitudes homónimas, lo decisivo es la estabilidad de las relaciones
de medida. El patrón de precios, por tanto, cumple su función cuanto más
invariablemente sirve de unidad de medida una misma cantidad de oro. El oro
sólo puede servir como medida de valores porque él mismo es producto del
trabajo y, por tanto, es un valor variable”. Carlos Marx. Libro I Tomo I,
páginas 135 y 136. Ediciones Akal.
El precio es la expresión en dinero del valor de la
mercancía. El valor, es decir, las inversiones socialmente necesarias de
trabajo, materializado en tal o cual mercancía, sólo puede expresarse
indirectamente a través del valor de otra mercancía.
El precio de una mercancía indica que en ella se
encuentra materializado tanto trabajo socialmente necesario cuanto representa
la suma dada de dinero. Los precios de las mercancías pueden subir o bajar por
el cambio de valor de las mercancías y por el cambio de valor del material
monetario.
Aunque en la base del precio se halle el valor, el precio
de cada mercancía por separado no ha de coincidir obligatoriamente con el
valor. Por influjo de la demanda y la oferta, los precios se apartan del valor
en más o en menos.
Ahora bien, en escala de la sociedad, la suma de los
precios de toda la masa de mercancías es igual a la suma de los valores. En la
fluctuación de los precios en torno al valor y en la igualdad final entre la
suma de los precios y la suma de los valores, encuentra su manifestación la ley
del valor.
“El precio es la manifestación de la ley del valor. El
valor es la ley de los precios, es decir, la expresión generalizada del
fenómeno del precio” (V. I. Lenin)
En la economía
basada en la propiedad privada de los medios de producción, los precios se
establecen en el curso de la lucha competitiva bajo la presión de las leyes
económicas espontáneas.
Mientras que
en la producción mercantil simple los precios fluctúan en torno al valor, en la
economía capitalista donde las mercancías se cambian como producto de los
capitales, el precio del mercado oscila en torno al precio de producción, forma
transfigurada del valor. Y ya bajo el imperialismo dominan los precios de
monopolios.
En el régimen
capitalista, la categoría de precio, en manos de las clases explotadoras y su
Estado, constituyen un instrumento más para explotar y depauperar a los
trabajadores y para mantener la política imperialista de expoliación de los
países dependientes y la lucha competitiva de los monopolios con miras a la
obtención de elevadas ganancias.
La forma de
precio ofrece la posibilidad de la fluctuación del precio respecto al valor. La
causa de la verdadera fluctuación reside en que no coinciden la demanda y la
oferta de la mercancía concreta.
La producción
mercantil se caracteriza por la anarquía de producción y la lucha competitiva
entre los productores. En virtud de ello, la demanda y la oferta de mercancía
suele no coincidir y, por esta razón, los precios se desvían constantemente respecto
al valor.
Estas
fluctuaciones permanentes de los precios con respecto al valor constituyen
precisamente el mecanismo de acción de la ley del valor.
“Por otro lado,
la expresión relativa desarrollada del valor, o la serie infinita de
expresiones relativas del valor se convierten en forma específicamente relativa
de valor de la mercancía dinero. Pero esta serie viene dada ya socialmente en
los precios de las mercancías. Basta con leer al revés las cotizaciones de una
lisa de precios para encontrar las magnitudes de valor del dinero representadas
en todas las mercancías posibles. De ahí que el dinero carezca de precio. A fin
de participar de esa forma relativa unitaria del valor de las demás mercancías
tendrá que ser referido a sí mismo como equivalente suyo. El precio o la forma
de dinero de las mercancías es, como su forma de valor en general, una forma
diversa de su forma corpórea palpablemente real, esto es, solamente ideal o
imaginada”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 132).
Valor de
cambio:
“Como valores de
uso, las mercancías son sobre todo de calidad diferente, como valores de cambio
sólo pueden ser de cantidad diferente, esto es, no contienen ni un átomo de
valor de uso. Ahora bien, si se prescinde del valor de uso de los cuerpos de
las mercancías, no les queda todavía más que una propiedad, la de ser productos
del trabajo. Pero también se nos transforma el producto del trabajo apenas lo
tenemos en la mano. Si hacemos abstracción de su valor de uso, también la
hacemos de sus componentes y formas físicos que lo convierten en valor de uso.
Ya no se trata más de una mesa, casa, hilado o cualquier cosa útil. Se han
disuelto todas sus propiedades sensibles. Tampoco es ya el producto del trabajo
de carpintería, ni de albañilería, ni de hilandería ni de ningún trabajo
productivo determinado. Con el carácter útil de los productos del trabajo
desaparece el carácter útil de los trabajos representados en ellos, también
desaparecen, por tanto, las diversas formas concretas de estos trabajos, las
cuales ya no se diferencian más sino que se reducen todas ellas al mismo
trabajo humano, a trabajo humano abstracto”…
“En la relación de cambio de las
mismas mercancías se nos apareció el valor de cambio como algo completamente
independiente del valor de uso. Más si realmente se hace abstracción del valor
de uso de los productos del trabajo, se obtiene su valor tal como fue
determinado. Así, pues, el elemento común que se manifiesta en la relación de
cambio o en el valor de cambio de la mercancía, es el valor de ésta”. (Carlos Marx. El Capital. Libro 1. Tomo 1. Páginas 58
y 59). Ediciones Akal.
El valor de
cambio es la forma en que se manifiesta el valor en el acto de intercambio. Constituye la forma externa de expresión
del valor. Es una relación cuantitativa por la cual se cambian las
distintas mercancías. Expresa, también, las relaciones de producción entre las
personas, entre capitalistas y trabajadores.
Ley del
valor:
“En la relación de cambio de las mismas
mercancías se nos apareció su valor de cambio como algo completamente
independiente de su valor de uso. Mas si realmente se hace abstracción del
valor de uso de todos los productos del trabajo se obtiene su valor tal como
fue determinado. Así, pues, el elemento común que se manifiesta en la relación
de cambio o en el valor de cambio de la mercancía, es el valor de ésta… Por lo
tanto, un valor de uso o un bien sólo tienen valor porque se ha objetivado o
materializado en él trabajo humano abstracto” Carlos Marx. El Capital. Libro I.
Tomo I. Página 59. Ediciones Akal.
En la economía
mercantil basada en la propiedad privada, la ley del valor regula
espontáneamente la distribución de los medios de producción y de trabajo entre
las distintas ramas de la economía nacional.
En el régimen
de la producción capitalista simple de mercancías, dicha ley actúa bajo el
imperio de la lucha competitiva y la anarquía de la producción, a través del
mecanismo de la desviación de los precios respecto al valor.
“en las proporciones fortuitas y sin cesar oscilantes de
cambio de sus productos, se impone siempre como ley natural reguladora, al modo
como se impone la ley de gravedad cuando se le cae a uno la casa encima”
(Carlos Marx)
Las
fluctuaciones espontáneas de los precios en torno al valor obligan a los
productores de mercancías a aumentar o reducir la producción de tales o cuales
mercancías, a orientarse hacia las ramas en que los precios de las mercancías
bajo el influjo de la demanda creciente, son superiores al valor, y a abandonar
las ramas en que los precios de las mercancías, a consecuencia del descenso de
la demanda, son inferiores al mismo.
La acción
espontánea de la ley del valor condiciona el desarrollo de las fuerzas
productivas, condiciona el perfeccionamiento de la producción.
Quien produce
mercancía cuyo valor individual supere el valor social, al venderla no cubre
sus gastos y se arruina. Quien aplica nuevas técnicas y en la producción de la
mercancía invierte menos trabajo en comparación con los gastos socialmente
necesarios, se enriquece. Ello incita a los otros productores de mercancías a
elevar el rendimiento del trabajo mediante nuevos procedimientos técnicos,
organizando mejor la producción y reduciendo costos.
De tal modo,
la ley del valor actúa acentuando la desigualdad económica y la lucha
competitiva entre los productores de mercancías. La mayor parte de ellos se
arruinan y van a engrosar las filas de los obreros asalariados. Una minoría se
enriquece, aumentan el volumen de la producción y se convierten en
capitalistas.
Por acción de
la ley del valor, la economía mercantil simple se transforma en economía
mercantil capitalista.
En la
producción mercantil capitalista desarrollada, la ley del valor se manifiesta
bajo la forma de cuota media (general) de ganancia, del precio de producción.
Bajo el
imperialismo, la acción de la ley del valor se hace más compleja y se
intensifica su fuerza destructora a consecuencia del dominio de los monopolios,
de la aparición del precio de monopolio y de la elevada ganancia monopolista.
Insistimos en afirmar que es la cantidad de trabajo
abstracto, de fuerza de trabajo utilizada en la producción de una mercancía la
que otorga valor a la misma. ¿Cómo medir esa cantidad o magnitud en el valor?
¿Ello significa que cuanto más ineficiente se es más valor posee el bien
producido? Dejemos que sea Carlos Marx el que nos de la respuesta.
“Podría parecer que si el valor de una mercancía viene determinado por
la cantidad de trabajo gastada en su producción, cuanto más holgazán y menos
diestro sea un hombre, tanto más valiosa será su mercancía, puesto que tanto
más tiempo consume en su elaboración. Pero el trabajo que constituye la
sustancia de los valores es trabajo humano igual, gasto de la misma fuerza de
trabajo humana. Toda la fuerza de
trabajo de la sociedad que se representa en los valores del mundo de las
mercancías rige aquí como una sola y misma fuerza de trabajo humana, aunque
conste de innumerables fuerzas de trabajo individuales. Cada una de esas
fuerzas de trabajo individuales es una fuerza de trabajo idéntica a las demás,
en tanto posee el carácter de una fuerza de trabajo social media, y actúa como
tal, esto es, en cuanto a la producción de una mercancía no necesita más que el
tiempo de trabajo necesario por término medio, o socialmente necesario” Carlos
Marx. El Capital Libo I Tomo I Página 60 Ediciones Akal
Papel de la
ley del valor:
Mediante la
acción de la ley del valor se opera la distribución del trabajo y los medios
de producción entre las distintas ramas de la economía. Al cambiar
constantemente la demanda y la oferta, tienen lugar fluctuaciones permanentes
de los precios de las mercancías por encima y por debajo del valor, lo que
significa que para unos productores que vendan sus mercancías a precios
superiores al valor, dicha producción resulta ventajosa y ellos estarán interesados
en ampliarla, mientras que otros que vendan sus mercancías a precios inferiores
al valor, la producción resultará desventajosa y ellos, no interesados en
ampliarla, en parte, comenzarán a producir otras mercancías.
Con tanta
mayor razón pasarán a otro tipo de producción los productores cuyo fruto del
trabajo no goce de la adecuada demanda. Así pues, unas producciones se
reducirán mientras que otras, en cambio, se ampliarán.
La acción de
la ley del valor, en las condiciones de la producción mercantil, conduce al
desarrollo de las fuerzas productivas. Conforme a la ley del valor, el
mercado reduce los gastos individuales de trabajo de los productores a los
gastos socialmente necesarios, en virtud de lo cual las mercancías de un tipo
dado se venden a precio único.
“Como valores, todas las mercancías no son más que determinadas medidas
de tiempo de trabajo congelado… Por tanto, la magnitud de valor de una
mercancía se mantendría constante si fuese constante el tiempo de trabajo
requerido para su producción. Pero este último varía con cada cambio de la
fuerza productiva del trabajo. La fuerza productiva del trabajo viene
determinada por múltiples circunstancias, y, entre otras, por el grado medio de
destreza de los trabajadores, del grado de desarrollo de la ciencia y de su
aplicación tecnológica, por la combinación social del proceso de producción,
por la amplitud y eficacia de los medios de producción, y por las condiciones
naturales” Carlos Marx. El Capital. Libro I Tomo I Página 61. Ediciones Akal.
Los productores
que trabajan en condiciones más favorables elaboran mercancías con valores
individuales más bajos. En el mercado resultan en una situación más ventajosa,
por cuanto venden las mercancías según el valor social que es superior al
individual.
Por el
contrario, los productores que lanzan mercancías con valor individual superior
al social, salen perdiendo en el mercado.
Es lógico, por
lo tanto, que cada productor se empeñe en reducir el valor individual de las
mercancías perfeccionando los instrumentos de trabajo, mejorando la
organización de la producción, es decir, desarrollando las fuerzas productivas
en conjunto.
Además de este
afán general de salir ganando, el perfeccionamiento de la producción se realiza
bajo el efecto de la lucha competitiva entre los productores que esgrimen en
calidad de instrumento el precio con sus fluctuaciones.
Conocer la Ley del Valor es de
considerable importancia en los períodos de transición del capitalismo al
socialismo. El Estado pueda utilizar dicha ley y establecer con acierto una
aproximadamente correcta correlación en los precios entre las diversas
mercancías y contribuir, de ese modo, a ir mejorando la calidad de vida de los
trabajadores. El Estado puede establecer precios que se aparten de la ley del valor
a través de la planificación de la economía, puede influir sobre las
inversiones orientándolas hacia ramas necesarias. La ley del valor perderá su
vigencia económica cuando la sociedad entre en la etapa de la propiedad
comunista, fase superior del socialismo.
Surgimiento
de las relaciones capitalistas:
La acción de
la ley del valor condujo en su época a que cristalizaran las formas
capitalistas de producción. Con las fluctuaciones de los precios por encima y
por debajo del valor, al no coincidir los gastos individuales de trabajo con
los sociales se produce la diferenciación paulatina de los productores.
En la lucha
competitiva salen siempre vencedores aquellos productores que cuentan con las
condiciones de producción más favorables. En cambio, los productores que
trabajan en peores condiciones se arruinan. La acción de la ley del valor conduce a la diferenciación de los
productores, a la ruina de su masa fundamental y al enriquecimiento de un
puñado insignificante.
En el período
de descomposición del feudalismo, el proceso de diferenciación de los
productores llevó al surgimiento de las formas capitalistas de producción. Los
pequeños productores arruinados pasaron a ser obreros asalariados, mientras que
los enriquecidos se convirtieron en capitalistas empresarios.
El proceso de
diferenciación de los pequeños productores tiene lugar incluso ahora en los
países capitalistas. Actualmente su peculiaridad consiste en que la
pauperización y la ruina de los pequeños productores debe su origen no sólo y,
a veces no tanto, a las contradicciones internas de la producción propiamente
mercantil, sino más bien al impacto que ejerce sobre ella la producción
capitalista arraigada y que progresa a ritmo agigantado.
Los pequeños
productores de la ciudad y el campo son objeto de bestial explotación
capitalista, sus intereses cardinales coinciden con los intereses de la clase
obrera. En estas condiciones, los pequeños productores y, en primer lugar las
masas campesinas trabajadoras son los aliados naturales y más próximos del
proletariado en la lucha contra la burguesía.
En la
producción capitalista, la acción de la ley del valor obedece al objetivo de
esa producción, el objetivo de extraer el máximo de ganancia. Ya en el período
del dominio de la libre competencia, el valor adquiere una forma
metamorfoseada, mientras que el mecanismo de la acción de la ley del valor
sufre grandes cambios. Estas transformaciones y cambios se hacen más profundos
bajo el imperialismo, cuando el dominio de los monopolios limita la libre
competencia y, de hecho, en el mercado no hay libre juego de precios.
Los monopolios
pueden, en cierta medida, dictar los precios. Los precios de monopolio fluctúan
por encima y por debajo del valor social. Sin embargo, por muy fuertes que sean
las fluctuaciones del precio de monopolio respecto al valor social, este último
siempre sigue siendo la base para los precios de las mercancías.
Los precios de
monopolio son importantes instrumentos para la explotación de las masas
trabajadoras por parte de los monopolios, un instrumento de expoliación de los
pueblos de los países dependientes por los monopolios imperialistas.
Fetichismo
de la mercancía:
Los fetiches
son ídolos u objetos de culto a los que se les atribuye poderes sobrenaturales,
especialmente entre los pueblos primitivos, y, en el capitalismo, con relación
a la mercancía, y en particular a la mercancía dinero. Fetichismo es el culto
de los fetiches, es la idolatría y la veneración excesiva a los fetiches.
En el contexto
de la producción mercantil, los nexos entre los productores y las relaciones de
producción entre ellos, se establecen de modo espontáneo y se manifiestan a
través del cambio de mercancías.
La esencia de
las relaciones de producción se expresa en las leyes económicas de la
producción mercantil que se desarrollan espontáneamente, y, en primer lugar, en
la ley del valor; es decir, se trata de las leyes que determinan el destino de
los productores particulares, aislados.
El poder de
las leyes económicas de acción espontánea, que dominan al hombre, actúan
encarnadas en las cosas y, por consiguiente, se presentan como dominio del
fruto del trabajo sobre el productor.
La forma
objetiva en que se manifiestan las relaciones entre los individuos, es decir,
la materialización de sus relaciones de producción, engendra en la conciencia
de la gente una idea sobre cualidades sobrenaturales de las cosas-mercancías y
del dinero.
A las cosas,
como tal, se les atribuye el valor y la capacidad de cambiarse, mientras que al
oro, la cualidad de ser dinero. Esta idea de las cosas, engendrada por la
materialización de las relaciones de producción entre las personas en
condiciones de la producción mercantil, Marx la denominó fetichismo de la
mercancía.
Como mostró
Marx, el fetichismo de la mercancía tiene dos aspectos: objetivo y subjetivo.
El aspecto
objetivo consiste en la materialización de las relaciones de producción durante
la producción mercantil, en virtud de lo cual los destinos de los productores
de mercancías guardan estrecha relación con los destinos de las mercancías
fabricadas. Las mercancías parecen dominar a la gente.
El aspecto
subjetivo radica en la falsa idea de que las cosas y los productos, por su
naturaleza, poseen la capacidad de cambiarse unos por otros e incidir
así en el bienestar económico de los productores de mercancías.
La máxima
manifestación del fetichismo de la mercancía es el fetichismo del dinero. Al
dinero y al oro se les atribuye cualidades sobrenaturales de ejercer poder
ilimitado sobre las personas; se crea el culto al dinero.
Valor social
(de mercado)
El valor
social es el valor de la masa fundamental de mercancías producidas en una rama
determinada de la producción capitalista; valor individual de las mercancías
producidas en las condiciones de producción socialmente norma les
en la rama dada, artículos que constituyen un volumen considerable de las
mercancías de la rama en cuestión.
En las
diferentes empresas, según sea su nivel técnico y según cómo se organice la
producción, se suele requerir una diferente cantidad de trabajo para elaborar
la unidad de producto de la misma calidad. Ello hace que en las empresas el
valor individual de las mercancías sea diferente. Pese a ello, en un mismo
tiempo y en un mismo mercado, las mercancías de la misma clase y calidad se
venden a un precio único. En la base de dicho precio se encuentra el valor
social de la mercancía, valor que no es determinado por las condiciones
individuales de la producción sino por las socialmente necesarias, es decir,
por las condiciones de producción en que se elabora la masa principal de
mercancía de cada rama de producción.
Como resultado
de la competencia dentro de cada rama de la producción los valores individuales
de las mercancías elaboradas en las empresas de la rama dada, se reducen a un
valor social (de mercado) único. En el capitalismo, la venta de mercancías por
su valor social (de mercado) da origen a la desigualdad de las cuotas de
ganancia dentro de cada rama de producción.
Los que
producen mercancías de valor individual inferior al valor medio (valor de mercado)
en la rama correspondiente, no solo obtienen ganancia habitual sino una
superganancia que proviene de la diferencia entre el valor de mercado y el
valor individual. Y los que producen mercancías de valor individual superior al
valor medio no solo no obtienen esa superganancia, sino que reduce la propia
por debajo de la cuota media habitual y hasta pueden sufrir pérdidas.
Esto incita a
los capitalistas a introducir nuevas maquinarias y a reducir los costos de
producción.
El monopolio
no elimina el proceso de formación de valor social (de mercado) sino que
agudiza más la contradicción entre el valor individual y el valor de mercado de
suerte que la reducción del valor individual al social va acompañada de una
implacable lucha competitiva entre los capitalistas. Y ello provoca la ruina y
la expropiación de las empresas que trabajan en peores condiciones de
producción y a veces incluso en condiciones medias.
Precios de
producción:
Los precios de
producción lo forman el costo de producción más la ganancia media en la
economía capitalista. La transformación del valor en precio de producción es el resultado del desarrollo histórico de
la producción capitalista. Debido al desarrollo desigual de la economía
capitalista, unas ramas, por su dotación técnica se adelantan a otras. En las
primeras, la composición orgánica del capital es más elevada, y la cuota de
ganancia es, correspondientemente, inferior a la que se da en las otras. Ello
hace que entre los capitalistas de las diferentes ramas de producción se agudice
la lucha competitiva por la aplicación más rentable del capital.
Cada
capitalista, deseoso de obtener un beneficio máximo, invierte su capital en las
ramas con mayor cuota de ganancias, lo cual provoca una constante traslación de
capitales y se crean condiciones más o menos iguales para la actividad de los
capitalistas tanto en las ramas de baja composición orgánica del capital como
en las de alta, es decir, se forma una cuota media de ganancia para
capitales de la misma cuantía.
El que los
precios de producción se aparten de su valor no es impedimento para que rija la
ley del valor, dado que la suma de los precios de producción de las mercancías
siempre es igual a la suma de sus valores.
En la fase
imperialista, los grandes monopolios no venden sus mercancías al precio de
producción sino a precios de monopolio, lo que les permite incrementar sus
ganancias.
Precios de
monopolio:
El precio de
monopolio es el precio que se aparta del valor o del precio de producción de
una mercancía dada. Es la forma económica con que los monopolios capitalistas
obtienen superganancias.
Como fenómeno
masivo y regular, los precios de monopolio son inherentes tan solo al
imperialismo y se establecen cuando los monopolios se imponen, durante largo
tiempo y en gran escala, en la esfera de la producción y de la circulación, y
logran desviar el precio de mercado respecto al precio de producción tanto en
más como en menos.
Se distinguen
dos precios de monopolios: los elevados, a que los monopolios venden su
producción; y los bajos, a los que los monopolios compran las materias primas o
los productos destinados a la reelaboración y a la venta.
Utilizan
varias acciones para lograr y mantener el precio de monopolio: 1. obstaculizan
la libre emigración de capitales impidiendo al competidor que rebaje precios o
acordando tener un acuerdo para mantener un precio determinado; 2. limitan la
producción de mercancías en el mercado interior; 3. utilizan al Estado Burgués
para proteger el mercado interior, para abastecerlo y para efectuar inversiones
indirectas cuyos riegos no quieren asumir, y 4. distorsionan los precios en el
mercado mundial.
Los precios de
monopolio tampoco eliminan la acción de la ley del valor como la ley de los
precios de la mercancía. Lo que gana el monopolista gracias a los precios de
monopolio, lo pierden los trabajadores. Los precios de monopolios restan
efectos a la ley de la oferta y demanda, la limitan, en algunos casos la
anulan.
Los precios de
monopolio también existían en el capitalismo premonopolista, pero en una escala
muy limitada y en solo algunos productos escasos de la agricultura o de la
industria extractiva.
Plusvalía:
“El capitalista
que produce plusvalía, es decir, que succiona directamente trabajo no
retribuido de los obreros y lo fija en mercancías, es el primero de apropiarse
de esta plusvalía, pero no es el último propietario de ella. Después tiene que
repartirla con capitalistas que desempeñan otras funciones en el conjunto de la
producción social, con los terratenientes, etc. Por eso la plusvalía se divide
en diversas partes. Sus fracciones corresponden a diferentes categorías de
personas y revisten formas diversas, independientes unas de otras, tales como
ganancia, interés, beneficio comercial, renta del suelo, etc.” (Carlos Marx.
El Capital. Libro 1. Tomo III. Páginas 7 y 8).
La plusvalía
es el valor que el trabajo no pagado del obrero asalariado crea por encima del
valor de su fuerza de trabajo. De dicho valor se apropia gratuitamente el
capitalista.
Sin plusvalía
no hay capitalismo. La plusvalía expresa la esencia y la particularidad de la
forma capitalista de explotación, en la que el plus producto adquiere la forma
de plusvalía. Al organizar la producción, el capitalista desembolsa una
determinada suma de dinero para adquirir medios de producción y para comprar
fuerza de trabajo sin perseguir más que un objetivo: obtener un excedente de
valor sobre la cantidad de dinero inicial anticipada por él, lo que significa,
obtener plusvalía.
La plusvalía
no puede ser resultado de un cambio no equivalente, dado que la compra y venta
de mercancías se efectúa sobre la base de la ley del valor. Tampoco pueden ser
fuente de plusvalía los medios de producción (capital constante), dado de que
no crean un nuevo valor, sino tan solo transfieren el suyo al nuevo producto
creado.
En cambio, la
particularidad específica de la mercancía fuerza de trabajo estriba en que
posee la facultad de crear un nuevo valor en el proceso de su consumo, es
decir, en el proceso del trabajo, con la particularidad de que dicho valor es
mayor que el de la nueva fuerza de trabajo.
El capitalista
logra esos fines obligando al obrero a trabajar más allá del tiempo necesario
para producir el valor de su fuerza de trabajo. De esa manera, el trabajo
asalariado es la única fuente de plusvalía. Plusvalía que se aumenta extrayendo
plusvalía absoluta y produciendo plusvalía relativa, conceptos éstos que
desarrollamos a continuación
La obtención de plusvalía, es decir, la apropiación del valor del trabajo
no pagado por el capitalista, se logra de tres maneras: absoluta, relativa y
extraordinaria.
Plusvalía
absoluta:
La plusvalía absoluta es la que se obtiene mediante la prolongación de la
jornada de trabajo más allá del tiempo de trabajo necesario. Predominó en las
primeras etapas del desarrollo del capitalismo hasta que se inicia la época de
la producción maquinizada. En la etapa inicial del capitalismo la jornada de
trabajo llegaba a las 16 horas diarias y hasta 18, en no pocos casos. La
plusvalía absoluta posee límites: el límite fijo físico de la fuerza de trabajo
que posee una persona (no puede trabajar continuamente 24 horas diarias,
necesita dormir), y los límites sociales a los cuales tiene derecho (necesidad
de utilizar tiempo para educarse, para pasear, para alimentarse, para
trasladarse, etc.).
Plusvalía relativa:
La plusvalía relativa surge como consecuencia del incremento de la productividad. Incremento que disminuye
el tiempo de trabajo necesario y aumenta el plus trabajo.
Se forma como consecuencia de la aplicación de los últimos conocimientos
científico-técnicos en la producción y, como habíamos señalado en el párrafo
anterior, es consecuencia del aumento de la productividad social, que reduce el
valor de los medios de consumo de subsistencia utilizados para reproducir la
fuerza de trabajo y, como consecuencia, baja el valor de la propia fuerza de
trabajo.
Plusvalía extraordinaria:
La plusvalía extraordinaria es una forma de la plusvalía relativa, pero
es de importancia mayúscula, por eso se trata como categoría especial.
Consiste en la diferencia mayor que un capitalista obtiene con relación a
otro capitalista en un mismo rubro, siendo este tipo de plusvalía esporádica y
consecuencia de la competencia entre los capitalistas en la utilización de
nuevas y más eficientes técnicas.
El objetivo de los capitalistas es lograr esa plusvalía extraordinaria
que los coloca como los más “exitosos”, los más depredadores. Es lograr lo
máximo en la aplicación de los conocimientos científico-técnicos en la
producción y lograr simultáneamente la más alta productividad.
Peculiaridades del proceso de trabajo en el capitalismo.
Incremento del valor.
El trabajo siempre es un proceso de incidencia activa del
hombre sobre la naturaleza. Ahora bien, en condiciones de capitalismo este
proceso representa en sí el consumo de la fuerza de trabajo adquirida por el
capitalista.
El obrero trabaja bajo el control del capitalista, a
quien pertenecen los medios de producción y la fuerza de trabajo. Por esa
razón, el producto del trabajo, creado por los obreros es apropiado por el
capitalista.
A ellos no les interesa el valor de uso como tal. La
producción capitalista tiene por objeto obtener plusvalía. Al consumir la
fuerza de trabajo, los obreros asalariados crean un valor nuevo superior al
valor de la fuerza de trabajo. Si, por ejemplo, el valor de la fuerza de
trabajo es 10 pesos y el nuevo valor creado por el obrero es de 20, la
diferencia es la plusvalía, es decir 10 pesos.
Así pues, la plusvalía es el valor creado por el trabajo
de los obreros asalariados por encima del valor de su fuerza de trabajo y
apropiado por el capitalista sin compensación alguna.
El capitalista compra no sólo la fuerza de trabajo (10
pesos), sino también los medios de producción y la materia prima. Admitamos que
ha gastado en los medios de producción y en la materia prima 40 pesos, y que estos medios se consumieron
por completo en el proceso de producción. Entonces los gastos del capitalista
totalizarán 50 pesos, mientras el valor de la mercancía elaborada será igual a
60 pesos. La diferencia, cuya fuente es la explotación de la fuerza de trabajo,
constituye precisamente la plusvalía.
En el proceso de trabajo, primero, se conserva el viejo
valor (valor de las máquinas y la materia prima consumida) que, gracias al trabajo
concreto, se transfiere a la nueva mercancía; segundo, se crea un valor
nuevo, siendo esto propiedad del trabajo abstracto.
Así se resuelve la contradicción de la fórmula general
del capital: la plusvalía no se crea en la esfera de la circulación sino en la
esfera de la producción, aunque es mediante la circulación, donde el
capitalista compra la fuerza de trabajo y los medios de producción.
Quedó demostrado también que la fórmula general del
capital no contradice a la ley del valor, ya que se suponía que el capitalista
remunera íntegramente el valor de la fuerza de trabajo.
El valor de la nueva mercancía creada puede expresarse
por la fórmula C + V + P, donde
“C” es el valor de los medios de producción consumidos, “V” es el equivalente
de la fuerza de trabajo y “P” es la plusvalía.
Esencia del capital. Su estructura.
Los economistas burgueses consideran que el capital es
una cosa. Discuten en torno a qué cosas concretamente son capitales: ¿el
dinero?; ¿los medios de producción?; ¿todas las mercancías en general?...
En realidad el capital no es una cosa, sino el valor
que crea plusvalía mediante la explotación de los asalariados.
El capital significa relaciones de producción entre dos
clases (principales) de la sociedad burguesa: los capitalistas y los obreros
asalariados. Pero esas relaciones se expresan a través de las cosas que, por
esa razón, revisten un carácter social específico.
Al identificar al capital con la cosa, más a menudo con
los medios de producción, los economistas e ideólogos burgueses le asignan categoría
eterna. En realidad, tan solo en el contexto del capitalismo, los medios de
producción se transforman en capital. El capital presupone obligatoriamente
trabajo asalariado, y a su vez el trabajo asalariado presupone capital. Se
trata, pues, de dos aspectos de una misma relación.
La parte del capital que se transforma en medios de
producción no cambia la magnitud de su valor en el proceso de producción. Por
medio del trabajo sólo se transfiere al producto el valor de los medios de
producción y por lo tanto ellos no originan ningún incremento del valor. Esta
parte del capital se denomina capital constante y se designa con la
letra “C”.
Otra parte del capital que se transforma en fuerza de
trabajo y cambia su valor en el proceso de producción se denomina capital
variable y se designa con la letra “V”.
La fuerza de trabajo
reproduce el equivalente de su valor y, por encima de él, un excedente, la
plusvalía, que a su vez puede variar: crecer o disminuir.
Marx fue el primero en
descubrir esta división del capital mostrando que no todo el capital anticipado
crea plusvalía, sino sólo aquella parte suya que se invierte en adquirir la
fuerza de trabajo. Puso en claro que únicamente el trabajo no remunerado de los
obreros crea plusvalía.
La relación del capital
en constante y variable guarda relación sólo con el capital que funciona en la
esfera de la producción, es decir, allí donde se crea la plusvalía.
En su empeño de
demostrar la ausencia de explotación bajo el capitalismo, sus economistas
promovieron la teoría de los factores de producción, conforme a la cual, en la
producción participan tres factores: 1) la tierra, propiedad del terrateniente;
2) el capital (los medios de producción en interpretación burguesa),
perteneciente a los capitalistas; 3) el trabajo, perteneciente al obrero.
Según esos economistas, los tres factores participan de
forma igual en la creación de nuevos valores. Por consiguiente, a los tres
factores de producción corresponden también tres tipos de ingresos: la tierra
crea renta, el capital la ganancia y el trabajo crea el salario. Ello, de
acuerdo a los economistas burgueses, significa que no hay explotación y que
está presente “la armonía” en los intereses de clase.
Pero, en realidad, el nuevo valor lo crea un solo factor,
el trabajo, que los obreros invierten en el proceso de producción.
El trabajo no
remunerado de los obreros es la única fuente de todos los tipos de ingresos
capitalistas.
Masa y cuota de plusvalía.
“... suponemos en este capítulo que el valor de la fuerza de trabajo,
esto es, la parte de la jornada de trabajo necesaria para la reproducción o
conservación de la fuerza de trabajo, es una magnitud dada, constante. Una vez
presupuesto esto, con la cuota de plusvalía viene dada a la vez la masa de la
misma que el obrero individual le suministra al capitalista en un período de
tiempo determinado. Así, por ejemplo, si el trabajo necesario asciende
diariamente a seis horas, expresado en una cantidad de oro de 3 chelines = 1
tálero, tendremos que el tálero (moneda alemana de plata) es el valor diario de
una fuerza de trabajo, o sea, el valor de capital desembolsado para la compra
de una fuerza de trabajo. Sí, además, la cuota de plusvalía es del 100%, este
capital variable de 1 tálero produce una masa de plusvalía de 1 tálero, o sea,
el obrero proporciona diariamente una masa de plustrabajo de seis horas”.
“Pero el capital variable es la expresión en dinero del valor total de
todas las fuerzas de trabajo que utiliza simultáneamente el capitalismo. Así,
pues, su valor es igual al valor medio de una fuerza de trabajo multiplicado
por el número de las fuerzas de trabajo utilizadas. Por tanto, dado el valor de
la fuerza de trabajo, la magnitud del capital variable está en razón directa
del número de obreros ocupados simultáneamente. Si el valor diario de una
fuerza de trabajo es 1 tálero, entonces hay que desembolsar un capital de 100
táleros para explotar 100 fuerzas de trabajo, y de n táleros para
explotar a n fuerzas de trabajo”.
“Igualmente, si un capital variable de 1 tálero, o sea, el valor diario
de una fuerza de trabajo, produce una plusvalía diaria de 1 tálero, un capital
variable de 100 táleros producirá una plusvalía diaria de 100, y uno de n táleros
una plusvalía de 1 tálero x n. Así,
pues, la masa de plusvalía producida es igual a la plusvalía que proporciona la
jornada de trabajo de un obrero individual multiplicada por el número de
obreros empleados. Pero como, además, la masa de plusvalía que produce el
obrero individual, con un valor dado de la fuerza de trabajo, viene determinada
por la cuota de la plusvalía, se deduce entonces la ley siguiente: la masa
de plusvalía producida es igual a la magnitud del capital variable desembolsado
multiplicada por la cuota de la plusvalía, o bien se determina por la razón
compuesta entre el número de las fuerzas de trabajo explotadas simultáneamente
por el mismo capitalista y el grado de explotación de la fuerza de trabajo
individual”. (Carlos
Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 403 y
404).
El trabajo obrero en una empresa capitalista se divide en
dos partes:
La primera parte de la jornada, en que se crea el valor
igual al valor de la fuerza de trabajo, se denomina tiempo de trabajo
necesario, y el trabajo invertido durante este tiempo, trabajo
necesario.
La segunda parte de la jornada, en la que se crea la
plusvalía, se llama tiempo de trabajo adicional y el trabajo invertido
durante este tiempo, plustrabajo.
La relación plustrabajo / trabajo necesario expresa
el grado de explotación del productor, por parte del propietario de los medios
de producción, en cualquier formación antagónica, incluida la sociedad
capitalista.
En cambio, la relación entre plusvalía y el capital
variable es la forma específica con que se expresa el grado de explotación,
inherente sólo al capitalismo:
p’ = p/v. 100
La cuota de plusvalía (p’) muestra cómo se
distribuye el nuevo valor creado entre los obreros y los capitalistas, qué
parte de la jornada el obrero trabaja para sí y qué parte para el capitalista.
Con el desarrollo del capitalismo se eleva la cuota de
plusvalía, en virtud de lo cual crece la explotación de los obreros.
Cuando Lenin calculó la cuota de plusvalía en la Rusia prerrevolucionaria
tomó datos de fábricas en 1908, relativos al número de obreros ocupados y el
total de su salario. Tras dividir el monto del salario total por la cantidad de
obreros, calculó el salario medio de cada obrero. Por otra parte, obtuvo datos
sobre la suma total de la producción elaborada y la suma invertida por los
capitalistas en su elaboración. Con ellos, no le fue difícil calcular la
ganancia total de los capitalistas y la suma que corresponde a cada obrero. La
confrontación entre esa ganancia con el salario le dio una idea sobre la cuota
de plusvalía que obtenían los capitalistas.
Esta metodología no ha cambiado. Es la que debe aplicarse
en la actualidad para determinar el grado de explotación. Hay que tener en
cuenta, eso sí, que la mayoría de las estadísticas armadas por los economistas
burgueses proporcionan datos exagerados sobre los salarios, pues incluyen dentro
de éstos los altísimos ingresos de los gerentes cuando, en realidad, esos
ingresos no son otra cosa que parte de la plusvalía. También hay que considerar
que los capitalistas suelen rebajar la magnitud de la ganancia, que es ocultada
a través de la forma de cálculo que adquiere la denominada cuota de ganancia
y también tener presente que destinan grandes sumas de sus ganancias al
auto-pago de suculentos honorarios, intereses a sus socios bancarios e
impuestos menores.
Por cuanto todos estos factores inciden directa o
indirectamente en la cuota de plusvalía, el cómputo proporciona, por lo común,
sólo una magnitud aproximada, en general, menor a la real.
La cuota de plusvalía es insuficiente para proporcionar
una caracterización cualitativa de la plusvalía. La magnitud absoluta de
la plusvalía se denomina su masa. Pero entre la cuota y la masa de
plusvalía hay determinada relación. Dado un valor concreto de fuerza de
trabajo, la masa de la plusvalía creada por un obrero determinado depende del
grado de explotación.
De la fórmula p’ =
p / v.100 se infiere que p = v. p’, es decir, la masa de plusvalía es igual a
la magnitud de capital variable anticipado, multiplicado por la cuota de
plusvalía.
La apropiación de la plusvalía, creada por el trabajo no
remunerado de los obreros, expresa la esencia de la explotación de la clase
obrera por los capitalistas.
La explotación del hombre por el hombre es característica
también para las sociedades clasistas que precedieron al capitalismo, para el
feudalismo y el esclavismo.
El trabajo de los esclavos rebasó mucho el marco del
tiempo necesario. El campesino trabajó también para el señor feudal. Pero la
explotación capitalista es una forma especial de explotación.
La peculiaridad de la explotación capitalista es su
carácter camuflado.
En este caso no hay ninguna coerción extraeconómica, como
ocurrió en la esclavitud y el feudalismo. El obrero asalariado es libre de
dependencia personal. Pero, privado de los medios de producción, se ve obligado
a vender su fuente de trabajo y someterse a la explotación.
Así pues, también bajo el capitalismo el trabajo reviste
carácter coercitivo, aunque la coacción es aquí de índole económica. Pero, esta
esencia se ve camuflada por la libertad personal del obrero, por la venta,
supuestamente voluntaria, de su fuerza de trabajo sobre una base equivalente.
La peculiaridad de la explotación capitalista consiste
también en la sed insaciable de los capitalistas de apropiarse de la plusvalía.
Eso viene condicionado por el hecho de que el objetivo de la producción bajo el
capitalismo no consiste en satisfacer las necesidades personales de los
capitalistas, por grandes que sean, sino en el ansia de lucros espoleada por la
competencia, en el incremento de la riqueza monetaria, que puede acumularse en
cualquier cantidad y lugar. De ahí la insaciable sed de plusvalía. De ahí las
formas y métodos más refinados para intensificar la explotación de los
trabajadores que la producen.
Con el fin de camuflar esta explotación, los economistas
burgueses promovieron la concepción de “relaciones
humanas en la producción” diciendo
que los obreros y los capitalistas tienen un “objetivo común”, que son “socios”
e “iguales”, interesados en mantener “buenas relaciones humanas”.
Los capitalistas se ven
obligados a recurrir a la política de concesiones a los obreros, con vistas a
obstaculizar el crecimiento de la lucha de clases.
Lo fundamental es que
las “relaciones humanas” traen por resultado una explotación aún mayor. Algunos
representantes de los monopolios declaran sin vergüenza que las investigaciones
en la esfera de las relaciones humanas son importantes ya que reportan mayores
beneficios que las investigaciones realizadas en la física.
Ya Engels mostró el
verdadero carácter de las relaciones entre los capitalistas y los obreros:
“En resumidas cuentas, el único momento
decisivo en estas relaciones es, pese a todo, el interés personal y, sobre
todo, el ansia de lucro. La actitud del fabricante con respecto al obrero no
tiene carácter humano, sino puramente económico”.
Modos de elevar la plusvalía
Ahondaremos las
definiciones que realizamos poco más arriba sobre plusvalía, donde agregamos la
extraordinaria como una variante clave de la relativa. Ávidos de plusvalía, los
capitalistas procuran aumentar el tiempo adicional para lograr mayores
beneficios. Lo obtienen por dos vías: produciendo la plusvalía absoluta y la
plusvalía relativa.
Plusvalía absoluta:
La plusvalía obtenida
mediante la prolongación absoluta de la jornada de trabajo se denomina plusvalía absoluta. Ejemplo: suponemos que la jornada de
trabajo es de 10 horas, de las cuales la mitad, cinco horas, constituyen el
tiempo de trabajo necesario y las otras cinco el trabajo adicional o
plustrabajo. En este caso concreto la cuota de plusvalía es del 100% (p´= 5 / 5 x 100 = 100%). Si la jornada de trabajo se extiende a 12 horas con igual remuneración,
el tiempo adicional será ahora de 7 horas y, aplicando la fórmula, la tasa de
explotación se elevará al 140% (p´= 7 / 5 x 100 = 140%).
¿Hasta dónde se puede incrementar la plusvalía absoluta?
Es razonable pensar que si el día tiene 24 horas allí se encuentra el límite
teórico máximo. Y que el trabajador debe dormir, descansar, comer, viajar. En
general, el límite máximo se determina por dos circunstancias: 1) el límite
físico, relacionado al hecho de que el obrero no puede trabajar 24 horas
día; 2) el límite social o moral, determinado por el hecho de que el
obrero necesita algún tiempo para satisfacer las inquietudes sociales y
espirituales.
La duración efectiva de la jornada de trabajo es
el resultado de la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado.
La producción de plusvalía absoluta, es decir, el
alargamiento de la jornada, por encima del tiempo de trabajo necesario,
constituye la base general de la explotación capitalista.
Sin embargo, la prolongación de la jornada, como método
para elevar la explotación, predominó en las primeras fases del desarrollo del
capitalismo. La lucha de la clase obrera, el crecimiento del grado de su
organización obligaron a los gobiernos burgueses a adoptar leyes restringiendo
la jornada de trabajo. Observen ustedes que cuando esas luchas disminuyen o no
adquieren la fuerza que le otorga la unificación de las mismas y las mantienen
dispersas, la obtención de mayor plusvalía absoluta vuelve a tener relevancia.
Es de mencionar que la plusvalía absoluta reviste también
otras formas, como, por ejemplo, elevación de la intensidad del trabajo,
trabajo extra, remuneración del trabajo por debajo del valor acordado.
Una referencia sobre “trabajo extra”, que no se vincula
con “hora extra”. Extender, en los trabajos especializados, la jornada de
trabajo proporciona dos formas de plusvalía absoluta: una derivada de la mayor
envergadura que cobran tiempo de trabajo necesario versus tiempo de trabajo
adicional, y la otra es que al prolongarse la jornada como trabajo extra, el
capitalista (la empresa) evita gastos relacionados con la enseñanza del oficio
a nuevos trabajadores y también en lo referente a los desembolsos de fondos al
seguro social en aquellos conceptos que son fijos.
El alargamiento de la jornada de trabajo no sólo se mide
por empresa, sino por persona. De esa manera queda al descubierto que otra
manera, muy difundida hoy entre nosotros, de prolongar la jornada de trabajo es
el pluriempleo.
Millones de personas no pueden subsistir con el salario
fundamental y se ven obligados a tener más de un trabajo. Es decir, culminada
la jornada completa, a dedicarse a trabajos adicionales.
El trabajo más intensivo, por otra parte, significa mayores
gastos de energía para crear mayor plusvalía. Y esa intensificación es la
respuesta encubierta de los capitalistas a la reducción y limitación de la
jornada de trabajo lograda bajo intensas y encarnizadas luchas.
Para garantizar la intensificación del trabajo, se valen
de métodos viejos y nuevos dentro de lo que es llamado “racionalización
(capitalista) de la producción”.
Mencionaremos algunos de esos métodos: aceleración del
movimiento de las cadenas; cronometraje de operaciones laborales; introducción de
sistemas de norma s de movimiento;
(¿se acuerdan de “Tiempos Modernos, de Carlitos Chaplin?); implantación de
formas complejas de salario con “primas” o “premios”.
En el contexto de la revolución científica técnica, la
racionalización (capitalista) de la producción persigue el objetivo de
estimular por todos los medios, no sólo los esfuerzos físicos sino también el
rendimiento máximo de la energía intelectual y nerviosa. Surge un nuevo tipo de
intensificación del trabajo, un nuevo tipo de extenuación: la prolongada
sobrecarga emocional y nerviosa que repercute muy negativamente en la salud
del trabajador.
Plusvalía relativa:
“A la prolongación del plustrabajo corresponde la reducción del trabajo
necesario, o una parte del tiempo de trabajo que el obrero consumía hasta
ahora, efectivamente, para sí mismo, se transforma en tiempo de trabajo para el
capitalista. Lo que varía no es la duración de la jornada laboral sino su
distribución en trabajo necesario y plustrabajo”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo II. Página 6).
El segundo modo de elevar el grado de explotación de la
clase obrera consiste en producir plusvalía relativa.
En este caso, el crecimiento de la plusvalía se obtiene reduciendo
el tiempo necesario de trabajo sin reducir la jornada de trabajo. Lo que
equivale a incrementar el tiempo adicional.
Un ejemplo: suponemos que el tiempo de trabajo necesario
se reduzca de 5 horas a 4 horas y que la duración de la jornada siga
invariable, es decir de 10 horas. De acuerdo a ello, el tiempo de trabajo
adicional pasa de 5 a
6 horas y, aplicando la fórmula vemos que la cuota de plusvalía crecerá del
100% inicial al 150%, p´= 6 / 4 x 100
= 150%
¿Cómo se logra reducir el tiempo de trabajo necesario y
así obtener esa plusvalía relativa?
Recordemos que el tiempo de trabajo necesario es el
tiempo durante el cual se reproduce el valor de la fuerza de trabajo, es
decir, el valor de los medios que el obrero, con su familia, necesita para
subsistir.
Por lo tanto, la disminución del valor de la fuerza de
trabajo y la reducción del tiempo de trabajo necesario puede alcanzarse
únicamente disminuyendo el valor de las mercancías que son medios de
subsistencia de los obreros (artículos alimenticios, ropa, etc.).
A ello conduce el crecimiento de la productividad en
aquellas ramas que producen artículos de amplio consumo.
La elevación de la productividad del trabajo es una
consecuencia, en primer término, del progreso técnico, tanto en las ramas que
producen los medios de subsistencia como en las que fabrican los medios de
producción para esas ramas, procesos éstos que se acentuaron, sobre todo, en la
actualidad con las nuevas condiciones derivadas de la denominada “revolución
científica técnica”.
Plusvalía extraordinaria:
La elevación de la productividad del trabajo no se opera
de golpe en todas las ramas de la producción. Al principio, sólo en algunas
empresas capitalistas.
Se trata de empresas de “avanzada” donde se implantan la
nueva tecnología y métodos más modernos para organizar la producción.
Los gastos individuales de esas empresas son inferiores a
los socialmente necesarios, y como los precios del mercado están regulados por
los gastos socialmente necesarios, los capitalistas que obtuvieron en sus
empresas una productividad de trabajo más elevada se “embolsan” la plusvalía
extraordinaria”, que no es otra cosa que un adicional que se obtiene sobre
la plusvalía ordinaria o media.
Recordamos que el trabajo socialmente necesario es
el trabajo invertido en elaborar una mercancía en condiciones de producción
socialmente norma les, es decir, con
un nivel técnico medio, con una intensidad media del trabajo y una preparación
media del obrero en las empresas que fabrican la masa principal del artículo
dado. Las inversiones de trabajo socialmente necesario determinan la magnitud
del valor de la mercancía. Varían como consecuencia de los cambios en la
productividad del trabajo. Cuando más elevada es ésta, tanto menos trabajo se
consume en elaborar la unidad de producto
La plusvalía extraordinaria representa la diferencia
entre el valor social y el individual, es el excedente de plusvalía que se
apropia el capitalista cuando reduce el valor individual de la mercancía en
comparación con el valor social de la misma. Es una variedad de la plusvalía
relativa.
Sirve de su fuente el trabajo más productivo de los
obreros en las empresas que emplean tecnología y métodos nuevos de producción.
El trabajo más productivo, en comparación con el social, actúa como trabajo
multiplicado, es decir, crea mayor valor.
Desarrollemos un ejemplo: definimos que el tiempo
socialmente necesario para producir 1 metro de tela es de 2 horas, con la
particularidad de que en una hora se crea un valor de dos pesos o dólares.
En ese caso, el valor social de 1 metro de tela se
expresará en 4 pesos.
Si en alguna empresa se implanta nueva tecnología que
permita duplicar la productividad del trabajo, en la producción de 1 metro de tela se
invertirá sólo 1 hora y el valor individual de la tela será de 2 pesos.
Pero, en el mercado, la tela se venderá como antes, a 4
pesos. La diferencia de 2 pesos, entre el valor social y el individual,
constituirá justamente la plusvalía extraordinaria.
Ahora bien, supongamos que el obrero en el transcurso de
la jornada de 8 horas produce 8
metros de tela, es decir, un nuevo valor de 32 pesos (8
x 4). Suponemos su salario de 16 pesos (el tiempo necesario es del 50%, es
decir de 4 horas), lo que indica que la plusvalía es también de 16 pesos (las
otras cuatro horas). La tasa de explotación (usar la fórmula), es del 100% (p´= 16 / 16 x 100 = 100%)
Al duplicarse la productividad del trabajo, el obrero
producirá, en esa empresa avanzada, 16 metros de tela, manteniendo su salario de 16
pesos. Y observamos que, para reproducir el valor de su fuerza de trabajo,
ahora necesitará 2 horas y no 4 como antes.
En dos horas fabricará su equivalente, es decir, fabricará
los 4 metros
de tela, lo que, dado su valor social de 4 pesos por metro, representará
16 pesos. Como consecuencia de ello, durante las restantes 6 horas el obrero
creará plusvalía para el capitalista por 48 pesos. Si aplicamos la fórmula
observaremos que la tasa de explotación crece al 300% (p´= 6 / 2 x 100 =
300%)
El capitalista, escribe Marx, “hace individualmente lo mismo que hace en
grande y en conjunto todo el capital en la producción de plusvalía relativa”. Sin embargo, la producción de
plusvalía extraordinaria no guarda relación con el descenso del valor de la
fuerza de trabajo.
Está condicionada por el hecho de que, al elevarse la
productividad individual del trabajo por encima del nivel social, el
valor de la fuerza de trabajo se reproduce en menor tiempo.
La peculiaridad de la plusvalía extraordinaria consiste
en que la obtienen algunos capitalistas hasta que las innovaciones se extiendan
a toda la rama dada.
“La creación de plusvalía extraordinaria es un fenómeno transitorio,
pues no bien los progresos en la producción pasan a ser del dominio de la masa
fundamental de empresas de la rama correspondiente, baja el valor social de la
mercancía dada y desaparece la plusvalía extraordinaria. Reaparece en tal o
cual empresa cuando en ellas se instalan máquinas más perfeccionadas y/o se
aplican nuevos métodos de producción que reduzcan el valor individual de la
mercancía.”
“La plusvalía extraordinaria desempeña un
importante papel en el avance del modo capitalista de producción y en la
agudización de sus contradicciones, ya que el afán de los capitalistas por
obtener plusvalía extraordinaria contribuye a desarrollar las fuerzas
productivas del capitalismo y a acrecentar la productividad del trabajo
social.”
Ávidos de plusvalía
extraordinaria, los capitalistas se ven forzados a implantar la nueva técnica e
impulsar las fuerzas productivas. Pero a la vez, los capitalistas procuran, al
mismo tiempo, guardar el secreto de sus logros para obtener plusvalía
extraordinaria el mayor tiempo posible, lo que frena el progreso técnico.
La tendencia a aumentar
la plusvalía relativa, tendencia inherente al capitalismo, se ha mantenido
hasta la fecha. Sin embargo, en el contexto actual, el incremento de la
plusvalía relativa reviste forma contradictoria: el ritmo de aumento de la
plusvalía relativa se limita al grado en que se implanta la nueva técnica; por
un lado se mantienen tales estímulos para la aplicación de nueva técnica como
el ansia de plusvalía extraordinaria y la competencia.
Otros factores
acentuaron la contradicción: cuando la vigencia del sistema socialista, la
emulación económica entre el socialismo y el capitalismo obligaba al estado
burgués a estimular la aplicación de las nuevas técnicas.
Pero a la vez, cobraron
mayor fuerza también las circunstancias que frenan la implantación de nueva
técnica: crecimiento del papel de los precios de monopolio, infrautilización de
las capacidades productivas y limitaciones en los mercados internos, entre
otras.
Como consecuencia
aumentó la desproporción entre las posibilidades potenciales de la revolución
científica técnica y el nivel de su materialización.
Debido a ello, los
capitalistas procuran elevar la cuota de plusvalía aumentando la intensidad del trabajo, que como habíamos señalado era
también una de las formas de la obtención de plusvalía absoluta.
En condiciones del
capitalismo moderno, el capital monopolista y en particular las
transnacionales, disponen de mayores posibilidades para elevar la intensidad
del trabajo aún más, sobre la base de mecanizar y automatizar la producción, de
nuevos métodos para organizar el trabajo y formas de salario modernos.
Al extenderse a la
mayoría de los obreros, la intensificación del trabajo disminuye la proporción
del trabajo necesario y aumenta la parte de plustrabajo en toda la masa de trabajo, conduciendo a un resultado análogo al
que tiene lugar durante la producción de plusvalía relativa.
Unidad de la
plusvalía relativa y absoluta.
“Desde cierto punto de vista, la diferencia entre plusvalía absoluta y
relativa parece puramente ilusoria. La plusvalía relativa es absoluta, pues
condiciona la prolongación absoluta de la jornada de trabajo más allá del
tiempo de trabajo necesario para la existencia del propio obrero. La plusvalía
absoluta es relativa, pues comporta un desarrollo de la productividad del
trabajo, que permite limitar el tiempo de trabajo necesario a una parte de la
jornada de trabajo. Mas si nos fijamos en la dinámica de las plusvalías, se
esfuma esa apariencia de identidad. Una vez instaurado el medio de producción
capitalista y convertido en modo general de producción, se hace sentir la
diferencia entre plusvalía absoluta y relativa tan pronto se trata de reforzar
en general la cuota de plusvalía”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo II. Páginas 258 y 259).
La diferencia entre
plusvalía absoluta y relativa no descarta su unidad.
Cualquier plusvalía es
absoluta pues implica el alargamiento de la jornada por encima del tiempo de
trabajo necesario.
Por otra parte,
mientras la productividad del trabajo garantiza nada más que los medios de
subsistencia para el propio productor, no puede haber plustrabajo alguno. Sólo
a raíz de elevar la productividad del trabajo, el tiempo de trabajo necesario
se reduce a una parte de la jornada.
Por consiguiente,
cualquier plusvalía es relativa pues supone cierta elevación de la
productividad del trabajo social.
Ambos tipos de
plusvalía poseen una esencia socioeconómica común: expresan relaciones entre
dos clases antagónicas –obreros asalariados y capitalistas- y la explotación
del trabajo asalariado por el capital.
El primer método para
elevar la explotación fue la producción de plusvalía absoluta. Pero ya en las
primeras fases del desarrollo del capitalismo se empleó también la producción
de plusvalía relativa.
Al mismo tiempo,
incluso en las condiciones del capitalismo desarrollado, prosigue la producción
de plusvalía absoluta. Y por último, cabe señalar que la intensificación del
trabajo es un medio para producir tanto plusvalía absoluta como relativa.
Resumen:
En el cuadro
III observamos que la plusvalía se clasifica en absoluta (prolongación de la
jornada de trabajo) y relativa (incremento de la productividad) y que, como una
forma especial de plusvalía relativa se encuentra la extraordinaria (la de
mayor incremento de la productividad).
En el cuadro
IV observamos que la mercancía contiene dos tipos de valor, el valor (a secas)
que conlleva el valor de cambio que se materializa en el mercado a través del
precio, que es el intermediario al dinero con que se realiza el cálculo social
del trabajo; y el valor de uso, es decir, la utilidad de la mercancía, su
capacidad de satisfacer una necesidad humana, tanto de consumo (alimentos por
ejemplo) como productiva (materia prima, herramientas). El valor de uso
contiene propiedades cualitativas y el valor de cambio propiedades
cuantitativas.
Capital:
“La producción
capitalista no es solo producción de mercancías, sino que esencialmente es
producción de plusvalía. El obrero no produce para sí sino para el capital. Por
tanto, ya no basta con que produzca en términos generales. Tiene que producir
plusvalía. Sólo es productivo el obrero que produce plusvalía para el
capitalista o que sirve para la auto-valorización del capital”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo II. Página 256).
Definimos al
capital como valor que, por medio de la explotación de la fuerza de trabajo del
hombre, proporciona plusvalía, y se incrementa a sí mismo. Es una relación
social de producción. Una relación entre la clase de los capitalistas, que
poseen los medios de producción, y la clase obrera que carece de esos medios y
subsiste vendiendo su fuerza de trabajo.
El dinero no es
capital. Se convierte en capital cuando su acumulación permite adquirir medios
de producción y fuerza de trabajo. Los que acumularon capital se convierten así
en capitalistas mientras el resto de los ciudadanos, hallándose personalmente
libres pero sin medios de producción, se convierten en vendedores de su fuerza
de trabajo.
La transformación
de dinero en capital fue impulsada por lo que denominamos “acumulación
originaria del capital”, un proceso histórico de transformación violenta de
los productores directos (campesinos y artesanos) en obreros asalariados y de
los medios de producción y el dinero en capital.
El capital es la categoría
principal del modo capitalista de producción. Se clasifica en capital constante
y capital variable. Esta clasificación es importante pues ha de tener en cuenta
que la fuente de plusvalía y de incremento del propio capital no reside en todo
el capital sino en la parte que se dedica a la compra de fuerza de trabajo.
Acumulación originaria del capital
La acumulación
originaria del Capital deriva de un proceso histórico de transformación
violenta de los productores directos, fundamentalmente campesinos, en obreros
asalariados y de los medios de producción y el dinero, en capital.
El avance de la
manufactura requería mano de obra libre. Para que esa demanda de mano de obra
libre pudiera satisfacerse, fueron expropiados los pequeños campesinos y los
pequeños artesanos y liberados de la dependencia feudal los siervos de la
gleba.
Este proceso se
desarrolló, en su forma clásica, en Inglaterra desde el último tercio del siglo
XV hasta finales del siglo XVIII, durante algo más de 300 años.
El desarrollo de la
manufactura lanera tornó ventajosa la cría de ovejas, como consecuencia, los
señores feudales deciden ampliar sus pastizales apoderándose de las tierras
comunales y expulsando a los campesinos de sus parcelas. Luego continuaron con
las tierras estatales, que se “vendían” a precio ínfimo incorporándose a las
haciendas privadas.
Las masas de
campesinos y artesanos expulsados sufrieron un proceso de proletarización
violenta; se convertían así en los obreros asalariados que el desarrollo de la
manufactura requería, y también en mendigos y vagabundos.
Se va formando la
clase de proletarios mientras, del otro extremo, se va concentrando la riqueza
en una minoría.
Los métodos de
enriquecimiento originario de la burguesía son diversos, pero los une un factor
común, que todos ellos están basados en la violencia brutal, en el engaño, en
el saqueo, en el fraude.
Al respecto
escribía Marx: “... el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por
todos los poros, de los pies a la cabeza...”
Una vez que el capital
originario logró acumularse mediante el robo, el abuso, el fraude, el engaño,
donde decenas de miles de seres humanos fueron violentamente proletarizados,
una vez que eso ocurrió y esa nueva clase social era incorporada a la
producción manufacturera, la acumulación del capital, ya no originaria, sino la
continuación de ella, se logra mediante la plusvalía, es decir mediante la
parte no remunerada al trabajador. De esa manera, el Capital es plusvalía, es
decir, es trabajo del productor no pago por el capitalista, que se apropia de
éste para utilizarlo en la reproducción ampliada, proceso que en este curso
analizaremos en detalle.
Este proceso de
acumulación del capital se produce en dos formas: la concentración del
capital y la centralización del capital. Es el desarrollo de estas
dos formas de acumulación lo que conduce al surgimiento de los monopolios y,
con el fortalecimiento de éstos, al dominio del capital monopolista
(imperialismo).
En el socialismo
también es necesario acumular capital, proceso éste que no se basa en la
explotación sino en la planificación de la renta nacional para ampliar y
desarrollar esferas productivas y, con prioridad, para mejorar la calidad de
vida de sus habitantes, en especial a los más relegados.
Sintetizando: la
acumulación originaria del capital es un proceso histórico que precedió a la
formación de la gran producción capitalista y separó de los medios de
producción al productor.
Esa acumulación
originaria fue acompañada 1. De la ruina en masa de los productores de
mercancía (en especial de los campesinos) y su transformación en individuos
desposeídos, jurídicamente libres pero carente de medios de subsistencia.
Obligados a vender su fuerza de trabajo., y 2. De la acumulación de riquezas
monetarias en manos de determinadas personas.
“Por tanto, el
proceso que engendra el capitalismo sólo puede ser uno: el proceso de
disociación entre el obrero y la propiedad sobre las condiciones de su trabajo,
proceso que de una parte convierte en capital los medios sociales de vida y de
producción, mientras de otra parte convierte a los productores directos en
obreros asalariados. La llamada acumulación originaria no es, pues, más
que el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de
producción” (Carlos Marx).
Plusvalía y algo más
La fórmula más
simple y a la vez más descriptiva de lo que es el capitalismo es D – M- D’. La D inicial indica el Capital
Monetario que el capitalista utiliza para obtener, fundamentalmente, plusvalía,
mediante la utilización de la fuerza de trabajo humano para producir mercancías
que contengan valor de uso. Ese Capital Monetario es consumido rápidamente; con
él adquiere Capital Constante © (Herramientas, instalaciones maquinarias que se
definen como capital fijo) y capital variable (dinero aplicado al pago parcial
de la fuerza de trabajo y total de lo “convenido” como salario). Es decir, el
Capital Monetario es integrado por el Capital Constante y el Capital Variable
y, por ello, se convierte en Capital Productivo
En esa etapa se produce el nuevo bien, la nueva y útil mercancía. Luego
el capitalista realiza la misma en el mercado (vende y cobra) y con ello
recupera la D
inicial incrementada con un “plus”. De esa manera la D ´ de nuestra fórmula no es otra
cosa que la D
inicial más la plusvalía (D´= D + p). Esa “p” es utilizada por el capitalista
en primer lugar para diferenciar enormemente su calidad de vida con relación al
que produce la plusvalía, al trabajador. También parte de esa “p” va a parar al
Estado burgués en concepto de impuestos, pero una parte importante de la “p” se
va a convertir en D, es decir, se va a enviar, en el nuevo ciclo, como Capital
Monetario. Si la primera D1 (el primer año) fue 100 y la plusvalía total
es 30, de lo cual es destinado 20 a incrementar la D 2, el nuevo proceso se inicia
con 120, lo que significa, inicialmente, más capital constante y más capital
variable que en D1 (un 20% más). Lo que significa que la nueva plusvalía
obtenida (en el supuesto que ninguna condición cambie) será de 36 y no de 30.
La plusvalía aumentó el capital inicial D2 y con ello se produce, en el nuevo
ciclo, más plusvalía que en el primero. La plusvalía incrementa el capital.
¿Pero la D 1 cómo
surgió? La respuesta está en la
Acumulación originaria del Capital.
“Hemos visto cómo el dinero se transforma en
capital, cómo del capital se hace plusvalía y de la plusvalía más capital. Sin
embargo, la acumulación del capital presupone plusvalía, la plusvalía presupone
producción capitalista, y ésta la existencia de grandes masas de capital y
fuerza de trabajo en manos de los productores de mercancías. Así, pues, todo
este movimiento para girar en un círculo vicioso, del que sólo podemos salir
imaginando una acumulación “originaria” previa a la acumulación capitalista
(“previous accumulation” la llama Adam Smith), una acumulación que no es el
resultado del modo de producción capitalista sino su punto de partida”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo III. Página 197).
La acumulación
originaria del Capital deriva de un proceso histórico de transformación
violenta de los productores directos, fundamentalmente campesinos, en obreros
asalariados y de los medios de producción y el dinero, en capital.
El avance de la
manufactura requería mano de obra libre. Para que esa demanda de mano de obra
libre pudiera satisfacerse, fueron expropiados los pequeños campesinos y los
pequeños artesanos y liberados de la dependencia feudal los siervos de la
gleba.
Este proceso se
desarrolló, en su forma clásica, en Inglaterra desde el último tercio del siglo
XV hasta finales del siglo XVIII, durante algo más de 300 años.
El desarrollo de la
manufactura lanera tornó ventajosa la cría de ovejas, como consecuencia, los
señores feudales deciden ampliar sus pastizales apoderándose de las tierras
comunales y expulsando a los campesinos de sus parcelas. Luego continuaron con
las tierras estatales, que se “vendían” a precio ínfimo incorporándose a las
haciendas privadas.
Las masas de
campesinos y artesanos expulsados sufrieron un proceso de proletarización violenta;
se convertían así en los obreros asalariados que el desarrollo de la
manufactura requería, y también en mendigos y vagabundos.
Se va formando la
clase de proletarios mientras, del otro extremo, se va concentrando la riqueza
en una minoría.
Los métodos de
enriquecimiento originario de la burguesía son diversos, pero los une un factor
común, que todos ellos están basados en la violencia brutal, en el engaño, en
el saqueo, en el fraude.
Repetimos la
afirmación de Carlos Marx: “... el capital viene al mundo chorreando
sangre y lodo por todos los poros, de los pies a la cabeza...” Pero
dejemos a la opinión de Marx por unos instantes y veamos que opinaba Bernard de
Mandeville (1670-1733), médico inglés que escribió sátiras filosóficas y
políticas de gran repercusión en su época. Entre ellas, “Fábulas de las abejas”
que influyeron sobre Adam Smith, Montesquieu y Keynes. En El Capital, Marx reproduce unos fragmentos
de dicho libro, tomado de su quinta edición de Londres 1728 en páginas 212, 213
y 328. “Una vida moderada y el trabajo constante son para los pobres el
camino hacia la felicidad material” La frase ya está traducida del inglés,
ahora Marx la traduce al mundo real y expresa: “por lo que entiende la jornada
de trabajo más larga posible y la menor cantidad posible de medios de
subsistencia”. Continuamos con Mandeville: “Donde la propiedad está
suficientemente protegida sería más fácil vivir sin dinero que sin pobres,
¿pues quién haría el trabajo sino?... Igual que hay que salvar a los obreros de
que mueran de hambre, no debieran recibir nada que valga la pena ahorrar. Si,
de vez en cuando, un individuo de la clase inferior, a fuerza de trabajo y
privaciones, se alza sobre la situación en que se crió, nadie debe impedírselo:
sí, ser frugal es indudablemente el plan más sabio para cualquier persona
privada, para cualquier familia privada dentro de la sociedad; pero el interés
de todas las naciones ricas está en que la mayor parte de los pobres no se
halle jamás inactiva y, sin embargo, en que gasten siempre todo lo que ganan...
Quienes se ganan la vida con su trabajo diario no tienen nada que los incite a
ser serviciales salvo sus necesidades, que es prudente moderar, pero que sería
una locura curar. Lo único que puede hacer laborioso al hombre trabajador es un
salario moderado. Uno demasiado escaso puede, según su temperamento,
desanimarlo o desesperarlo, y uno demasiado alto hacerlo insolente y vago... De
lo expuesto hasta ahora se deduce que en una nación libre, donde no están
permitidos los esclavos, la riqueza más segura estriba en disponer de una
cantidad de pobres laboriosos. Aparte de ser la cantera inagotable que nutre la
flota y el ejército, sin ellos no habría ningún disfrute ni el producto de
ningún país sería valorizable. Para hacer feliz a la sociedad y tener al pueblo
contento incluso en condiciones pobres, es necesario que la gran mayoría se
mantenga en la ignorancia y en la pobreza. El conocimiento amplía y multiplica
nuestros deseos, y cuanto menos desee un hombre tanto más fácil será satisfacer
sus necesidades”. (El Capital. Libro I. Tomo III. Páginas 72 y 73).
Una vez que el
capital originario logró acumularse mediante el robo, el abuso, el fraude, el
engaño, donde decenas de miles de seres humanos fueron violentamente
proletarizados, una vez que eso ocurrió y esa nueva clase social era
incorporada a la producción manufacturera, la acumulación del capital,
ya no originaria, sino la continuación de ella, se logra mediante la plusvalía,
es decir mediante la parte no remunerada al trabajador. De esa manera, el
Capital es plusvalía, es decir, es trabajo del productor no pago por el
capitalista, que se apropia de éste para utilizarlo en la reproducción
ampliada, proceso que en este curso analizaremos en detalle.
Este proceso de
acumulación del capital se produce en dos formas que también abordamos en este
libro: la concentración del capital y la centralización del capital. Es
el desarrollo de estas dos formas de acumulación lo que conduce al surgimiento
de los monopolios y, con el fortalecimiento de éstos, al dominio del capital
monopolista o imperialismo.
En el socialismo
también es necesario acumular capital, proceso éste que no se basa en la
explotación sino en la planificación de la renta nacional para ampliar y
desarrollar esferas productivas y, con prioridad, para mejorar la calidad de
vida de sus habitantes, en especial los más relegados.
Esencia de la acumulación capitalista.
“Cualquiera que
sea la forma social del proceso de producción, éste tiene que ser continuado o
recorrer periódicamente, una y otra vez, los mismos estadios. Igual que una
sociedad no puede dejar de consumir, tampoco puede dejar de producir. Por
tanto, considerado en un nexo continuo y en el flujo ininterrumpido de su
renovación, todo el proceso social de producción, es al mismo tiempo un proceso
de reproducción”... (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo III. Página 9).
La sociedad,
para vivir, debe producir constantemente bienes materiales: medios de
producción y artículos de consumo. En sustitución de los productos consumidos
es necesario crear otros nuevos. Esto exige que el proceso de la producción
social continúe y se renueve sin interrupción.
A la
renovación constante de la producción se la denomina reproducción.
En ese proceso
se reproducen no sólo los bienes materiales, sino también la fuerza de trabajo
y las relaciones entre los hombres (relaciones de producción) propias al tipo
dado de la producción social.
Se conocen dos
tipos fundamentales de reproducción: la simple y la ampliada.
“...Como el
incremento periódico del valor del capital, o como fruto periódico del capital
en proceso, la plusvalía recibe la forma de renta nacida del capital”. “Si esa
renta sólo sirve al capitalista de fondo de consumo o si consume con la misma
periodicidad con que se obtiene, entonces se efectúa, suponiendo que las demás
circunstancias permanezcan iguales, una reproducción simple”... (Carlos
Marx. El Capital. Libro I. Tomo III. Página 10).
La
reproducción simple tiene lugar cuando la producción se repite en las mismas
dimensiones anteriores y todos los medios de producción y artículos de consumo,
nuevamente creados, sólo reponen los bienes materiales consumidos.
La
reproducción ampliada, a diferencia de la simple, es la renovación de la
producción en dimensiones mayores. Se crea una cantidad complementaria de
medios de producción y artículos de consumo, por encima de la que debe
compensar los medios de producción y artículos consumidos en el período
anterior.
En condiciones
de capitalismo, la reproducción es simple cuando el capital en funciones se
reproduce, de año en año, en magnitudes invariables.
La
reproducción simple significa que toda la suma de la plusvalía, anualmente
creada por los obreros asalariados, la gasta el capitalismo para su consumo
personal.
El análisis de
la reproducción simple ya nos permite descubrir una serie de rasgos esenciales
de la producción capitalista que caracterizan su esencia explotadora. Este
análisis demuestra, en primer lugar, que el capital variable y el capital
constante no son, en realidad, bienes individuales pertenecientes a los
capitalistas, sino que se apropian de ellos en el proceso de explotación de los
obreros asalariados. El capital, por su origen, debe pertenecer a los obreros,
pues es con el trabajo no remunerado que se constituye.
En segundo
lugar, la reproducción simple nos permite concluir que en el proceso de la
reproducción, los obreros se ven obligados a vender constantemente su fuerza de
trabajo a los capitalistas, es decir, continuar siendo obreros asalariados.
Dicho de otra
manera, la reproducción simple permite arribar a la conclusión de que la
reproducción capitalista, es reproducción no sólo de bienes materiales, sino,
también, de las relaciones de producción capitalistas.
De la
producción ampliada, a diferencia de la simple, una parte de la plusvalía se
destina para aumentar las dimensiones de la producción, o sea, se añade a la
magnitud del capital en funciones.
Esta suma de
la plusvalía al capital y su transformación en capital complementario, es la acumulación
del capital.
En su objetivo
de apropiarse de la mayor plusvalía, los capitalistas intensifican al máximo la
explotación de los obreros asalariados. Lo hacen mediante la racionalización
capitalista de la producción, con el aumento del reequipamiento técnico de las
empresas; y “perfeccionan” el sistema de organización del trabajo. Todo esto se
consigue al ampliarse la producción, es decir, se consigue merced al mayor
esfuerzo de los obreros asalariados.
Al capitalismo
le es inherente la lucha competitiva encarnizada entre ellos por vender, con
mayor ventaja, las mercancías que se elaboraron en sus empresas. Esto también
obliga a los capitalistas a ampliar la producción, ya que las empresas grandes
son más estables en la competencia.
También
mencionaremos que, cuando en el capitalismo la producción se reduce, este
efecto se denomina reproducción incompleta.
Capital
constante:
“Así, pues, la parte del capital que se
invierte en los medios de producción, es decir, en materias primas, materiales
auxiliares y medios de trabajo, no cambia de magnitud de valor en el proceso de
producción. Por eso, a esa parte constante del capital la llamo: capital
constante”. (Carlos Marx. El
Capital. Libro I. Tomo I. Página 281).
El capital
constante es la parte del capital que existe bajo la forma de medios de
producción (edificios, instalaciones, maquinarias, combustibles, materias
primas, materiales auxiliares) y cuyo valor no cambia de magnitud en el proceso
de producción.
El valor de capital
constante permanece invariable en el proceso de producción, y el trabajo
concreto del obrero lo transfiere a la nueva mercancía producida.
El capital
constante no es ni puede ser fuente de plusvalía, pero es condición necesaria
para que esta se produzca.
Algunas partes del
capital constante van transfiriendo su valor a la nueva mercancía a medida que,
en el proceso de trabajo, los medios de producción se desgastan. Esa parte del
capital constante (instalaciones y maquinarias) por el carácter de su
movimiento, forma el capital fijo. La otra parte, la de las materias primas,
combustibles y materiales auxiliares, integran el denominado capital
circulante.
Vamos a fabricar
bloques de hormigón. Necesitamos una mezcladora (o palas), baldes y moldes,
también arena, cemento y agua. Ellos conforman el denominado capital constante.
Los trabajadores producen 1000 bloques y el capital constante consumido en esa
producción es de mil pesos, es decir, de un peso por bloque. Ahora quiero que
produzcan mil bloques más (y suponemos en el ejemplo que las condiciones son
las mismas, es decir, no hay inflación, ni cambio de calidad, ni mayor
productividad, etc.; ¿cuánto se va a invertir como capital constante?
Nuevamente mil pesos. ¿Qué nos indica ello? Que los valores se mantuvieron constantes,
es decir, que no variaron. ¿No es lógico denominar Capital Constante al capital
que se incorpora a un nuevo producto o mercancía con el mismo valor en que
ingresó? Así lo entendió Carlos Marx.
Capital variable
“En cambio, la parte de capital invertida
en la fuerza de trabajo cambia de valor en el proceso de producción. Reproduce
su propio equivalente y, además, un excedente, la plusvalía, la cual puede
variar a su vez, ser mayor o menor. De una magnitud constante, esta parte del
capital se transforma continuamente en una magnitud variable. Por eso la llamo
parte variable del capital, o más concisamente: capital variable”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I.
Página 281).
El capital variable
es la parte del capital que el empresario invierte en la compra de fuerza de
trabajo y que se incrementa en el proceso de producción.
En el proceso de
creación de un nuevo valor, el capital destinado al capital variable, no se
conserva como tal sino que, además, se incrementa, constituyendo la plusvalía.
Podemos señalar que
con el trabajo concreto, el obrero transfiere el valor de los medios de
producción consumidos (capital constante) al nuevo producto, con su trabajo
abstracto, crea un nuevo valor (capital variable), que contiene el equivalente
del valor de la fuerza de trabajo y la plusvalía.
Por su carácter de
rotación, el capital variable también constituye el denominado capital
circulante, circula con la mercancía.
Los mil bloque que
los trabajadores requirieron utilizar una parte del Capital Monetario (la D inicial). Con ello el
capitalista obtuvo dos mil pesos cuando vendió esos bloques y los cobró (la D ´ final). Observamos que la D inicial es de 1.500 pesos y
sabemos por ello que a los trabajadores se le pagaron 500 pesos por fabricar
con su fuerza de trabajo los mil bloques. En esos mil bloques se materializaron
tanto los mil pesos de capital constante, que como ya demostramos se incorporan
sin general nuevo valor. Ahora bien, los bloques valen dos mil, es decir mil
más que el capital constante. Algo hizo que ese precio se lograra. En principio
se logra pues lo que se vende no es cemento y arena, sino cemento y arena más
trabajo humano aplicado sobre ello. Por tanto ese trabajo humano es el que
produce la variación en el precio o e el valor del bloque. El trabajo humano
obtuvo los mil pesos de la diferencia. Pero al no ser el trabajador el
propietario del capital constante, no le queda otro remedio que trabajar para
él. Y produce por mil y le pagan 500 Hace variar el precio del capital
constante, agrega nuevo valor, y sólo recibe una parte de ello. En este ejemplo
la mitad. General un nuevo valor de mil y recibe como pago 500. Su trabajo,
reflejado como capital variable, es el que produce el nuevo valor, por lo tanto
es el que hace variar el precio del bloque.
¿No es lógico denominar Capital Variable al capital que hace variar al
valor? Así lo entendió Carlos Marx.
Capital fijo:
“El volumen de la parte fija del capital
constante, edificios fabriles, maquinarias, etc., sigue siendo el mismo, se
trabajen dieciséis horas o doce”. (Carlos
Marx. El Capital. Libro III. Tomo I. Página 99).
El capital fijo
integra el capital constante, es una parte de él. Es parte del capital
productivo que, participando por entero y reiteradamente en la producción de la
mercancía, transfiere su valor por parte al nuevo producto, en el transcurso de
varios períodos de producción (amortización), a medida de que se va
desgastando.
Después de
realizada la mercancía, el capital fijo regresa en forma monetaria al
capitalista. El capital fijo está sometido a dos tipos de desgastes: el físico
y el moral. El físico consiste en la pérdida de valor de uso que sufre
gradualmente. Al regresar monetariamente a través de la realización de la
mercancía, parte o todo ese monto se destina a reponerlo, vía a lo que
denominamos amortización. El “moral” (obsolescencia) es una consecuencia del
progreso técnico y hace que el capital fijo se renueve antes de que se haya
desgastado físicamente, porque se han desarrollado otros más eficientes.
En el ejemplo de
los bloques, para hacerlo más claro, hemos considerado que el capital fijo se
consume en la producción de los mil bloques. Si en la práctica las herramientas
sirvieran para producir 100 mil bloques, el capital constante, en su variante
fija debería amortizarse en 100 producciones de mil bloques o hacer el cálculo
sobre los 100 mil bloques. Esto no cambia nada de los resultados de los
ejemplos donde consideramos al capital constante como totalmente capital circulante,
sin considerar que la parte fija sólo se convierte en capital circulante en el
porcentaje de su desgaste.
Mencionamos que
para agilizar el ejemplo consideramos en él que el capital fijo se comporta
como circulante, es decir, consideramos que una vez producido se va con los mil
bloques y que hay que comprar nuevamente la mezcladora o la pala y los moldes.
Obviamente la materia prima es circulante por naturaleza, pero el capital fijo
no, sólo se va en partes y se va a transferirse gradualmente en circulante.
Ello significa que el capital fijo lo va a ser durante un período que va a
depender no sólo de la calidad de las herramientas (su desgaste) sino de los
avances tecnológicos (su reemplazo).
Capital
circulante:
“Además: como las materias primas y
auxiliares, exactamente lo mismo que el salario, son partes integrantes del
capital circulante, esto es, tienen que reponerse constantemente a base de la
venta del producto en cada caso, mientras que la maquinaria sólo hay que
reponer el desgaste...” (Carlos
Marx. El Capital. Libro III. Tomo I. Página 140).
El capital
circulante es todo el capital variable más la parte no fija (capital fijo) del
capital constante. Es la parte del capital productivo cuyo valor se transfiere
totalmente a la mercadería producida. A este capital pertenece la parte
desembolsada para la compra de las materias primas, combustibles y materiales
auxiliares y también lo desembolsado para comprar la fuerza de trabajo.
Las materias
primas, los materiales fundamentales y los semielaborados en el proceso de
producción se transforman en un nuevo valor de uso e integran materialmente el
nuevo producto.
Combustibles y
materiales auxiliares, aunque no integren el nuevo producto, transfieren por
completo el valor a éste.
A diferencia de los
anteriores (partes del capital constante), la fuerza de trabajo (capital
variable) no transfiere su valor al producto, sino que crea un nuevo valor, en
el que se incluye la plusvalía.
Como señalábamos en
un párrafo anterior, el capital variable, por su forma de movimiento, es
capital circulante y efectúa una rotación completa en cada ciclo de capital. La
velocidad de rotación del capital variable influye directamente sobre el
aumento de la masa de plusvalía y de la cuota anual de plusvalía, cuota que se
determina por la relación entre la masa anual de plusvalía y el capital
variable.
Regresamos al
bloque. El capitalista lo hace producir para obtener plusvalía, no para que el
bloque sea utilizado para construir casas o paredes. El destino final del
bloque no le interesa, sólo que pueda obtener plusvalía o ganancias. Para
obtener la plusvalía (y recuperar la
D inicial) debe venderlos y cobrarlos y ello se logra
haciéndolo circular. ¿Qué circula? Obviamente el bloque. Y esa nueva mercancía
contiene la vieja mercancía, contiene el cemento, la arena, trocitos de la
mezcladora, de la pala, del molde y también contiene la fuerza de trabajo del
trabajador. Porque se va de la producción, se va del stock, se consume, en
esencia, porque circula, Marx lo definió como Capital Circulante.
Capital comercial:
“El movimiento del capital mercantil se
analizó en el libro II. Desde el punto de vista del capital global de la
sociedad, una parte del mismo, aunque compuesta siempre por otros elementos e
incluso de magnitud creciente, se encuentra siempre en el mercado como
mercancía a fin de convertirse en dinero; otra parte se encuentra en forma de
dinero en el mercado, para convertirse en mercancía. Se halla siempre sujeto al
movimiento de este tránsito, de esa metamorfosis formal. Cuando esta función
del capital que se encuentra en el proceso de circulación en general se
emancipa como función específica de un capital especial, cuando se fija como
una función asignada a una clase especial de capitalistas por la división del
trabajo, el capital mercantil se convierte en capital para el comercio de
mercancías, en capital comercial”. (Carlos
Marx. El Capital. Libro III. Tomo I. Página 353).
El capital
comercial es el invertido en la esfera de la circulación. Su función: obtener
ganancias mediante la compra y venta de las mercancías.
En las formaciones
precapitalistas, el capital comercial era una forma independiente (la
dominante) del capital. Contribuyó al desarrollo de las relaciones
monetario-mercantiles, a la ruina de los pequeños productores, a la acumulación
de grandes recursos dinerarios en manos de algunos explotadores, lo que
facilitó el advenimiento del modo capitalista de producción.
A medida que el
capitalismo se desarrolla, el capital comercial se ve subordinado al capital
industrial. El desarrollo de la economía capitalista se caracteriza por el
hecho de que las funciones de producir y de realizar las mercancías se dividen
entre los capitalistas comerciales e industriales.
El capital
comercial se manifiesta en dos formas: 1. la comercial mercantil cuyo fin es
realizar el capital mercantil y 2. La monetario comercial, cuyo fin es la de
efectuar operaciones comerciales con dinero lo que conduce a la formación del
capital de préstamo.
La disociación del
capital comercial como forma independiente crea las condiciones para que se
acelere la rotación del capital industrial (lo que incrementa la plusvalía). La
separación del capital industrial respecto del comercial acentúa la
contradicción entre producción y consumo. Ello se explica así: los
industriales, al vender la producción terminada al capital comercial se
despreocupan de lo que sucede luego con esos artículos y continúan
produciéndolos y acumulándolos en depósitos a menudo repletos, ampliando las
dimensiones de las crisis de superproducción.
Capital industrial:
“La relación entre capital comercial y la
plusvalía es distinta a la existente entre ésta y el capital industrial. Este último produce la
plusvalía mediante la apropiación directa de trabajo ajeno no retribuido. El
primero se apropia una parte de esta plusvalía al hacerse transferir a él esta
parte del capital industrial”. (Carlos
Marx. El Capital. Libro III. Tomo I. Página 387).
El capital
industrial es el que se utiliza para la obtención de la plusvalía y funciona en
la esfera de la producción material. Hay que distinguir el capital industrial
del capital comercial y del capital de préstamo que funcionan (éstos dos
últimos) en la esfera de la circulación monetario-mercantil.
El capital industrial
se encuentra en constante movimiento y se define en tres fases: en la primera
fase la forma monetaria del capital se transforma en productiva (D-M); en la
segunda fase la forma productiva se convierte (por aplicación del trabajo vivo)
en mercantil (... P... proceso de producción) y en la tercera fase la forma
mercantil del capital vuelve a transformarse en monetaria (M´-D´). Así sería la
fórmula del ciclo:
D-M ... P …
M´-D´
El ciclo del
capital monetario (D-D´) pone de manifiesto el fin de la producción
capitalista: el de obtener plusvalía.
El ciclo del
capital productivo sitúa en primer lugar la producción (... P ... Trabajo
vivo). Allí el dinero sirve de medio de circulación, indispensable para que el
proceso de producción se renueve sin cesar.
En el ciclo del
capital mercantil (M´-D´) la producción se presenta como condición de la ininterrumpida circulación de mercancías.
Dicha circulación determina la producción y sus dimensiones.
Carlos Marx
sintetizaba que el capital industrial:
“constituye un
capital que, a lo largo de su ciclo completo, toma y abandona esas formas, y en
cada una de ellas cumple la función que le corresponde”.
Capital de
préstamo:
El capital de
préstamo es el capital monetario que su poseedor concede a otros capitalistas
(industriales y comerciales) por un determinado tiempo y por una determinada
remuneración en calidad de interés. Su particularidad reside en que
quienes utilizan el capital para producir plusvalía no son sus propios
poseedores, sino otros capitalistas.
En el proceso del
ciclo del capital industrial que desarrollamos en el punto anterior se forman
sistemáticamente recursos monetarios que quedan libres por cierto tiempo. Para
incrementar las ganancias, dichos recursos los ceden en préstamos a otros capitalistas
industriales quienes lo devuelven con un interés, siendo dicho interés una
parte de la nueva plusvalía obtenida en el proceso de producción, con la compra
de la fuerza de trabajo.
En la sociedad
burguesa sirven de intermediarios entre prestamistas y capitalistas
industriales, los bancos, que acumulan los capitales monetarios libres y
conceden créditos a empresas capitalistas y al Estado.
En el imperialismo
(la actual etapa del capitalismo monopolista, que hoy se lo define como
“neoliberalismo”), el capital de préstamo, en forma de capital bancario
monopolista, unido al capital monopolista industrial, constituyen la oligarquía
financiera.
Capital
bancario:
Se trata del
capital concentrado en empresas denominadas bancos o financieras. Dicho capital
está compuesto, en su menor parte por los propios recursos monetarios de los
capitalistas y en su mayor parte por depósitos temporales de personas e
instituciones. Su actividad principal es utilizar el dinero recaudado para
otorgar préstamos a los capitalistas industriales y/o comerciales, obteniendo
por ello un beneficio que surge de la diferencia de interés más bajo que paga
al depositante con relación al que cobra al tomador del préstamo.
Cuando el
capitalismo ingresa a su fase monopolista es acompañado por la concentración y
centralización de la banca, surgiendo los monopolios bancarios que imponen
condiciones al resto de los capitalistas. A manos de estos monopolios pasan
paquetes accionarios de compañías industriales y comerciales y se produce una
fusión progresiva entre monopolios industriales y bancarios dando origen al
capital financiero y a la oligarquía financiera.
Capital
financiero:
“Una parte cada
día mayor del capital industrial no pertenece a los industriales que lo
utilizan. Pueden disponer del capital únicamente por mediación del banco, que
representa, con respecto a ellos, a los propietarios de dicho capital. Por otra
parte, el banco también se ve obligado a colocar en la industria una parte cada
vez más grande de su capital. Gracias a esto se convierte, en proporciones
crecientes, en capitalista industrial. Este capital bancario –por consiguiente,
capital en forma de dinero-, que por ese procedimiento se trueca de hecho en
capital industrial, es lo que llamo capital financiero”.
Escrito por Hilferding, en su obra “El capital financiero” y reproducido por V.
I. Lenin, en su obra el Imperialismo, fase superior del capitalismo, donde él
agrega:
“Esta definición
no es completa, por cuanto no se indica en ella uno de los aspectos más importantes:
el aumento de la concentración de la producción y del capital en un grado tan
elevado, que conduce y ha conducido al monopolio”. (Vladimir. I. Lenin. Obras Escogidas. Tomo I.
Página 760).
El capital
financiero es el formado por la unión del capital de los monopolios bancarios e
industriales en los países imperialistas. Dicho capital financiero y la
consiguiente aparición de la oligarquía financiera constituyen uno de los
rasgos fundamentales del imperialismo.
Es consecuencia de
la alta concentración de capitales en la industria y en la banca. Con relación
a ello escribía Vladimir Lenin:
“La concentración de la
producción; los monopolios que surgen de tal concentración; la fusión o unión
de los bancos con la industria, tal es la historia del nacimiento del capital
financiero y el contenido de este concepto.”
Utilizando los recursos
monetarios libres, los bancos no solo empiezan a conceder los préstamos a corto plazo sino los de largo
plazo obteniendo así la posibilidad de influir en la marcha de las empresas, e
incluso a determinar el destino de las mismas.
Los recursos de los bancos se trasladan a la
industria también mediante la adquisición de acciones creando el denominado
“sistema de participación” integrante del capital ficticio. Este sistema
permite que, mediante un capital bancario propio de volumen pequeño, se puedan
controlar sumas muy grandes de capitales ajenos pero dispersos.
Oligarquía financiera:
“El capital financiero, concentrado en muy pocas
manos y que goza del monopolio efectivo, obtiene un beneficio enorme, que
acrece sin cesar, con la constitución de sociedades, la emisión de valores, los
empréstitos del Estado, etc., consolidando la dominación de la oligarquía
financiera e imponiendo a toda la sociedad un tributo en provecho de los
monopolistas”. (Vladimir I. Lenin. Obras
Escogidas. Tomo I. Página 766).
Definimos a la oligarquía financiera como un
grupo reducido de la burguesía monopolista poseedores personalmente del capital
financiero. Un puñado de familias, no más de doscientas, acumulan riquezas
superiores a las que producen 60 países en desarrollo. Pero no basta la riqueza
personal, es condición la de poder administrar grandes capitales,
independientemente de que sean propios o de terceros, que sean nacionales o extranjeros,
que sean privados o estatales. Es también condición el que ocupen posiciones
claves en los órganos de decisión que les permita orientar y controlar la
producción, controlar la realización de la misma y asegurarse la apropiación
del producto social.
La actividad de la oligarquía financiera
trasciende las fronteras nacionales, domina los estados nacionales y alienta
los conflictos desarrollando prioritariamente el complejo militar-industrial.
Libran entre ellos una encarnizada lucha por ganar y mejorar posiciones, pero
en cuestiones de defensa de sus privilegios, de incremento de la explotación a
los trabajadores, de represión a las luchas de los mismos, actúan como una
única y sólida unidad.
Capital
ficticio:
“... los efectos del Estado, así como las acciones
y otros títulos y valores de todas clases, son esferas de inversión para el
capital prestable, destinado a producir intereses. Son formas de prestarlo.
Pero no son de por sí capital de préstamo que se invierte en ellas. Por otro
lado, en la medida en que el crédito desempeña un papel directo en el proceso
de reproducción: lo que necesita el industrial o el comerciante, si quiere que
se le descuenten letras o aceptar un préstamo, no son acciones ni valores del
Estado. Lo que necesita es dinero”. (Carlos Marx. El Capital.
Libro III. Tomo II. Página 198).
El capital ficticio es el que adquiere
forma de títulos de valor (acciones,
obligaciones de empresas capitalistas, títulos de la deuda, etc.) que
proporcionan un ingreso a quienes lo poseen. Son testimonios de que se han
concedido dinero en préstamos, por ejemplo, para formar una empresa
capitalista, en acciones. Percibiendo por ello la plusvalía que le corresponda
en forma de dividendos.
Los movimientos de tales títulos se efectúan
en la Bolsa de
Valores. A diferencia del capital real invertido, el capital ficticio no
constituye una riqueza real y, por ese motivo, no desempeña función alguna en
el proceso de la reproducción capitalista.
Es esencialmente especulativo. Es el medio más
ideal que utilizan los grandes tenedores para arruinar a los miles de pequeños
que fueron y son seducidos por este sistema.
Como ejemplo de lo irreal de este tipo de
capital mencionaremos un caso: una empresa posee un valor real de un millón de
dólares y emite un millón de acciones de un dólar cada una. Pero... ¿qué sucede
cuándo esa acción se cotiza a quince dólares cada una? ¿Dónde están los otros
catorce millones? Más adelante desarrollaremos en detalle este punto.
Capital mercantil:
“Sobre la base del modo capitalista de
producción como modo dominante, toda mercancía en manos del vendedor tiene que
ser, además, capital mercantil. Y continúa siéndolo en manos del comerciante, o
se convierte en tal en sus manos si no lo era antes”. (Carlos Marx. El Capital. Libro II. Tomo I. Página
118).
El capital
mercantil es una de las formas funcionales del capital industrial. Se presenta
bajo el aspecto de una determinada suma de mercancías producidas. Incluye el
valor inicialmente anticipado y la plusvalía creada en el proceso de
producción. Cumple la función de realizar la plusvalía.
En un determinado
nivel del desarrollo del capitalismo, el capital mercantil se separó bajo la
forma independiente de capital comercial.
Capital monetario:
“Las dos formas que adopta el valor de
capital dentro de sus estadios de circulación son las de capital monetario y
capital mercantil; su forma perteneciente al estadio de la producción es
capital productivo. El capital, que adopta estas formas en el curso de su ciclo
total y vuelve a abandonarlas, desempeñando en cada una de ellas su función
correspondiente, es el capital industrial, industrial en el sentido que abarca
todas las ramas de la producción explotadas sobre bases capitalistas”. (Carlos Marx. El Capital. Libro II. Tomo I.
Páginas 62 y 63).
El capital
monetario es la suma de dinero que proporciona ganancias a su poseedor a costa
de la explotación del trabajo ajeno. Existió bajo en esclavismo y el feudalismo
en forma de capital comercial y capital usurario, formas independientes del capital.
En el período capitalista el capital monetario constituye una de las formas
funcionales del capital industrial. Le sirve
de forma primera y con ella
inicia su movimiento.
El capitalista no
sólo gasta dinero para adquirir cierta mercancía sino que además lo anticipa
como valor que ha de revertirse aumentado por la plusvalía. Para ello compra
una mercancía especial: la fuerza de trabajo, y los correspondientes medios de
producción.
El dinero no actúa
por sí mismo en calidad de capital monetario, sino para que se utilice para
comprar elementos de capital productivo con el fin de obtener plusvalía.
Mediante la realización de las mercancías producidas el capital industrial
recobra la forma de capital monetario el cual supera, en la magnitud de la plusvalía,
al capital monetario anticipado. El capital monetario que se desprende del
ciclo productivo da origen al capital de préstamo.
Capital productivo:
Hemos visto la
fórmula D-M ... P ... D´-M´ donde D-M es el capital monetario, D es el dinero anticipado
para adquirir las mercancías M, que consiste en medios de producción y fuerza
de trabajo para conformar el capital productivo P ( “en donde los puntos
indican que se ha interrumpido el proceso de circulación”), donde se va a
producir un producto útil para luego pasar a constituirse en capital mercantil
M´, que deberá realizarse en el mercado para volver a ser capital monetario D´,
ahora incrementado por la plusvalía.
“El valor que él
a anticipado en forma de dinero... se halla en el estado o la forma de capital
productivo, que tiene la facultad de actuar como creador de valor y de
plusvalía”. (Carlos Marx. El Capital. Libro II. Tomo
I. Página 34).
El capital
productivo es una de las formas en que funciona el capital industrial y se da
como resultado de la modificación que el capital sufre al pasar de su forma
monetaria a su forma productiva, que es la segunda fase del capital industrial
que vimos anteriormente.
Los medios de
producción y la fuerza de trabajo adquiridas por el capitalista constituyen la
parte material y humana que actúan en la esfera de la producción; constituyen
el capital productivo.
A diferencia del
capital monetario y del capital mercantil, el capital productivo posee dos
particularidades: 1. sólo actúa en la esfera de la producción material y 2. Su
función es crear plusvalía.
De las dos partes
que integran el capital productivo, medios de producción y fuerza de trabajo,
la única que genera plusvalía es la fuerza de trabajo, en cuya adquisición se
invierte el capital variable.
Capital
usurario:
“El capital
productor de interés, o como podemos llamarlo en su forma arcaica, el capital
usurario, pertenece, junto con su hermano gemelo, el capital comercial, a las
formas antediluvianas del capital que anteceden en mucho al modo de producción
capitalista y que encontramos en las formaciones socioeconómicas más diversas”.
“Hemos visto cómo con el dinero concurre fácilmente el atesoramiento. Sin
embargo, el atesorador profesional sólo
adquiere importancia tan pronto se transforma en usurero”. (Carlos Marx. El Capital. Libro III. Tomo II. Página 347).
El capital
usurario es la forma de capital que proporciona interés. Surge a finales del
régimen de la comunidad primitiva y con el nacimiento del Estado esclavista.
Los usureros
participaban en la explotación de los esclavos y de los siervos. Concedían
préstamos a los dueños de esclavos y a los señores feudales. Los intereses
exigidos por esos préstamos no solo absorbían todo el plus producto, sino,
también una parte del trabajo necesario de los esclavos y de los siervos.
El capital usurario
contribuyó a preparar las condiciones para que surgiera el modo capitalista de
producción. Por una parte envió a la ruina y a la proletarización a los
pequeños productores y por otra, aceleró la acumulación de capital monetario.
Ya bajo el modo
capitalista de producción se convierte en capital de préstamo, pero en los
países en desarrollo, coloniales y dependientes, se mantiene una parte
importante como capital usurario.
Capital en
acciones:
El capital en
acciones es formado con la unión de diversos capitales y, en particular, con
los ahorros monetarios de pequeños y medianos ahorristas a través de la emisión
y venta de acciones u otro tipo de obligaciones similares.
Este tipo de
capital les permite a los grandes grupos financieros el dominio de los paquetes
accionarios contando con sólo una parte menor del capital, ya que la parte
mayor se encuentra dispersa en cientos o miles de pequeños inversores. Como la
asamblea la manejan quienes poseen mayor cantidad de acciones, por ejemplo con
un 10% pueden obtener mayoría cuando existen miles de
accionistas-inversionistas que poseen, cada uno, menos del 0,001%, lo que
significa que deberían reunirse y ponerse de acuerdo en una acción común (y
encontrar lugar y tiempo para hacerlo) 10 mil de ellos para sólo igualar al
principal accionista.
Concentración y
centralización del capital
Concentración
y centralización del capital.
Existen dos
vías para formar grandes capitales. La primera es la concentración del
capital, es decir, aumentarlo a expensa de la plusvalía. La concentración
de los capitales individuales significa, al mismo tiempo, el incremento de todo
el capital social global.
Se debe
diferenciar de la concentración otra vía para formar grandes capitales: la
centralización.
Concentración
del capital:
Se trata del
incremento del Capital que se logra por la acumulación de plusvalía. El
objetivo del capitalista es obtener plusvalía, para ello anticipa dinero con el
que compra capital constante y capital variable. Gran parte de la plusvalía
obtenida en el proceso de la producción la utiliza para incrementar, en el
próximo ciclo, el dinero anticipado (reproducción ampliada). De esa manera
obtiene más plusvalía que se concentra en el capital inicial, aumentándolo.
La concentración
del capital permite incrementar la eficiencia y perfeccionar la producción,
mediante la aplicación de los más avanzados conocimientos científico-técnicos;
ello reduce el tiempo de trabajo necesario e incrementa la plusvalía relativa
como consecuencia del incremento del plustrabajo.
La concentración
del capital es la base necesaria y objetiva para la formación de los monopolios
y es también la que intensifica el proceso de socialización de la producción a
la vez que aumenta el poder de la oligarquía financiera. El capital financiero
crece y adquieres proporciones muy superiores al destinado a la producción. Por
tanto el destino del capital financiero no está destinado a la producción de
nuevos bienes, de nuevas mercancías, sino, por su carácter parasitario, esta
destinado, inevitablemente, a la especulación. Como también es inevitable su
conformación, crecimiento y dominio, el modo de producción capitalista, con él,
arriba a su propia destrucción. Esa propia destrucción significa la destrucción
de la humanidad toda, de ello que sea necesario destruirlo antes que nos
destruya a todos, y ello sólo es posible con la unidad de acción de todos los
productores, los trabajadores, los auténticos generadores de bienes que
posibilitan la existencia humana.
Centralización
del capital:
Se trata del
incremento del capital que se logra mediante la unión de varios capitales en
uno solo.
Es el resultado de
una lucha competitiva entre capitalistas donde los más débiles son absorbidos y
expropiados por los más fuertes.
Es también el
resultado de “abrir” las empresas a los pequeños inversores a través del
capital en acciones. El caso más desarrollado es el de las sociedades anónimas,
que centralizan los ahorros de cientos y miles de pequeños inversores en un
solo capital que domina el capitalista que inició esa centralización.
Los efectos que
produce sobre la economía son similares a los que produce la concentración del
capital, y ambos, centralización y concentración agudizan la lucha competitiva
de los monopolios en el ámbito nacional e internacional por la obtención de la
plusvalía extraordinaria, lo que lleva a incrementar la explotación de los
productores (trabajadores).
La
centralización del capital es el proceso de la fusión de los capitales individuales
en un solo capital, lógicamente, más grande. En este caso no crece el capital
social, simplemente se concentra, se fusionan capitales ya existentes,
aumentando, considerablemente, el tamaño de los monopolios.
El capital
sólo se redistribuye entre los capitalistas y se concentra en manos de un
número menor de ellos. Uno de los ejemplos de centralización de capital esta
dado por la organización de las sociedades anónimas.
Otra vía muy
difundida para centralizar el capital es la absorción violenta de empresas
pequeñas y medianas de menor capacidad competitiva, por parte de las grandes,
en el transcurso de la lucha competitiva.
La
concentración y la centralización del capital, aún cuando posean diferencias,
en esencia se ínter vinculan y condicionan mutuamente. Ambas dan origen a
capitales más grandes.
En el proceso
de concentración y centralización del capital, se centraliza y concentra
también la producción, es decir, se ensanchan las empresas y se concentran los
medios de producción, los obreros y la producción en empresas cada vez más
grandes.
La
concentración de la producción origina un doble resultado: por un lado conlleva
a intensificar la explotación de las masas trabajadoras y, por lo tanto y sobre
esa base, a enriquecer más a los capitalistas, puesto que precisamente es un
las grandes empresas donde se emplea, de la manera más completa, todo el
sistema de “racionalización” capitalista, dirigido a ampliar al máximo la
esfera de la explotación. Por otro lado, la concentración posibilitó, inicialmente,
la reunión de numerosos obreros en grandes empresas, dando lugar a su cohesión
en poderosas organizaciones proletarias.
Ciclo del capital:
Proceso del movimiento ininterrumpido del capital que pasa
sucesivamente por tres fases: 1. transformación del capital monetario en
productivo; 2. transformación del capital productivo en mercantil y 3.
Transformación del capital mercantil en monetario.
En las fases primera y tercera del ciclo, el capital
funciona en esfera de la circulación.
En la segunda fase actúa en la esfera de la producción.
La fase decisiva del ciclo de capital es la de producción
pues solo en ella se crea plusvalía.
Al pasar por las tres fases el capital adopta sucesivamente
tres formas: la monetaria, la productiva y la mercantil. Hay que observar que la continuidad del
proceso de producción lleva a que algunas partes del capital se encuentren
simultáneamente en distintas formas.
El ciclo del capital no constituye un acto único, sino una
repetición ininterrumpida de los procesos, lo que equivale a decir que el
capital rota.
Rotación del capital:
Se trata del ciclo del capital no tomado como un hecho
aislado, sino como un proceso que se repite periódicamente.
El tiempo de rotación del capital se compone del tiempo de
producción y del tiempo de circulación.
Cuando el ciclo del capital se considera como un proceso que
se repite periódicamente, las diferentes partes del capital actúan de modo
distinto y efectúan sus rotaciones en diversos espacios de tiempo.
Parte del capital desembolsado para adquirir edificios,
instalaciones, maquinarias y equipos, es decir capital fijo, revierte (rota)
lentamente, en el transcurso de varios períodos de producción.
Otra parte del capital, la desembolsada para adquirir
materias primas, materiales auxiliares, pagar salarios etc. es decir capital
circulante, revierte (rota) en el transcurso de un período de producción.
Para medir la velocidad de rotación se toma como unidad el
año.
Circulación del capital:
Es el proceso de transformación del capital al pasar de su
forma monetaria a su forma mercantil y de ésta a la forma monetaria nuevamente.
Es la parte del ciclo del capital que transcurre en la esfera de la
circulación, en el mercado.
El movimiento del capital, proceso durante el cual el capital
se incrementa, comprende la fase de producción y, por dos veces la fase de
circulación.
La primera fase de circulación del capital comienza con el
anticipo, por parte del capitalista, de una determinada suma de dinero para
adquirir medios de producción y fuerza de trabajo.
La segunda fase de circulación llega después del proceso de
producción y se halla relacionada con la transformación del capital mercantil en
monetario.
Composición
orgánica del capital
“La composición
orgánica del capital depende en todo momento de dos factores: en primer lugar,
de la relación técnica de la fuerza empleada con la masa de medios de
producción empleados, en segundo lugar, del precio de esos medios de
producción”. (Carlos Marx. El Capital. Libro III. Tomo I. Página 201).
En el proceso
de crecimiento del capital, sus distintas partes (capital constante fijo
–medios de trabajo-, capital constante no fijo –objetos de trabajo- y capital
variable –salarios-) aumentan de modo desigual. Esto conduce a variar la
composición del capital.
Existen tres
conceptos sobre la composición del capital: composición técnica, composición
por su valor y composición orgánica.
La composición
técnica del capital es la relación existente entre la masa de medios de
producción y la cantidad de obreros ocupados que actúan sobre esos medios. La
composición técnica nos indica o certifica el nivel de pertrechamiento técnico
del trabajo. Cuanto más medios de producción modernos, instrumentos y otros
medios de trabajo, utilizan cada obrero, cuanto mayor cantidad de objetos de
trabajo se procese (materiales y materias primas), tanto más alta será la
composición técnica del capital. Se puede medir en relaciones tales como KWH
por obrero; Kilos de materia prima por obrero, etc.
El aumento de
la productividad del trabajo eleva la composición técnica del capital, pues
cada obrero emplea mayor cantidad de medios de trabajo, en especial, procesa
mayores cantidades o volúmenes de materias primas y materiales. Esos
incrementos en la composición técnica del capital inciden en la composición del
capital por su valor y en la composición orgánica del capital.
La composición
del capital por su valor es la relación entre el valor de los medios de
producción y el valor de la fuerza de trabajo. Nos muestra la proporción existente
entre la condición necesaria para producir la plusvalía –la magnitud del
capital constante- y la fuente de la plusvalía –la magnitud del capital
variable-. Dicho de otra manera, es la relación entre el capital constante y el
capital variable que varía como consecuencia de las variaciones y cambios que
se producen en la composición técnica del capital (renovación). También
influyen otros factores como: modificaciones de los precios de las materias
primas y aumentos o disminuciones de los salarios.
Ambas,
composición técnica y composición por su valor, están interrelacionadas. Si
crece la composición técnica del capital, entonces aumentará, respectivamente,
la composición por su valor, en el caso, claro está, de que permanezcan
invariables los precios para los medios de producción y de la fuerza de
trabajo.
A medida en
que se desarrollen las fuerzas productivas variará (crecerá) tanto la
composición técnica del capital, como la composición de valor.
El incremento
de la composición técnica del capital se expresa en el aumento del
pertrechamiento energético de las empresas y de su equipamiento técnico: en la
mecanización y automatización de la producción.
A la
proporción existente entre el valor del capital constante y el valor del
capital variable, determinada por la composición técnica del capital, se la
denomina composición orgánica del capital. Es la composición del capital
por su valor depurada de las alteraciones que se producen en el capital
variable y en el capital constante que no dependen de los cambios en las
materias primas y en el trabajo vivo.
La producción
ampliada del capital va acompañada, por lo común, por su racionalización
capitalista, incluido el perfeccionamiento técnico: como resultado, crece la
composición orgánica del capital, es decir, crece la proporción existente entre
el capital constante y el capital variable.
Estudios
realizados sobre la industria de los EEUU muestran esta variación: en 1940 la
composición orgánica era de 7,2
a 1; en 1959 de 9,8 a 1; en 1960 de 12,6 a 1 y en 1964 de 16,6 a 1. Para el 2006, en
algunas ramas supera el 30 a
1.
En la etapa
actual, bajo la influencia de la revolución científico-técnica, en el dinamismo
de la composición orgánica del capital, se desarrollan tendencias
contradictorias. Por una parte, cambios sustanciales en la técnica de
producción conducen al ulterior crecimiento de la composición orgánica del
capital, por otra, el aumento de obreros calificados ocupados en la producción
y el ahorro relativo de parte del capital fijo, originan la tendencia opuesta.
Factores
que influyen en la acumulación del capital.
Los cambios
registrados en la composición orgánica del capital influyen en el proceso de
creación de la plusvalía, ya que su fuente es el capital variable.
Cuando crece
la composición orgánica del capital, disminuye la proporción del capital
variable, en correspondencia, disminuye la masa de plusvalía creada por el
capital de la misma magnitud. Se reduce la posibilidad de capitalizar la
plusvalía, es decir, de acumular el capital y ampliar la producción.
En estas
condiciones, la tendencia, propia del capital, a aumentar la acumulación, se
abre paso por las vías siguientes:
Permaneciendo
invariable la proporción entre las partes consumible y acumulable de la
plusvalía, la magnitud dependerá del grado de explotación del obrero
asalariado, por lo cual, el aumento de la cuota de explotación pasa a ser una
preocupación permanente del capitalista.
Un importante
factor que contribuye al aumento de la acumulación es el incremento de la
productividad del trabajo. Al operarse en las ramas productoras de artículos de
consumo y de medios de producción para fabricar dichos artículos, el incremento
de la productividad del trabajo trae consigo la disminución del valor de la
fuerza de trabajo. Como resultado de ello se produce el crecimiento de la
plusvalía relativa.
Además, el
incremento de la productividad del trabajo, conduce a disminuir el valor de los
medios de producción (en especial de la materia prima por el incremento de los
volúmenes de compra). Si esta disminución del valor va acompañada por el
descenso en los precios de los medios de producción, se gastará una menor
cantidad de dinero para comprarlos, a fin de reponer los medios consumidos en
la producción. El dinero ahorrado se destina a ampliar la producción.
Sobre las
proporciones de la acumulación influye, además, el ahorro del capital constante
y el aumento del capital invertido en la producción.
Resumen:
En el Cuadro V
mostramos a los componentes del capital, al capital constante,
que contiene una parte fija, que llamamos capital fijo y una no-fija,
que llamamos capital no fijo. La parte fija se refiere a las
herramientas máquinas e instalaciones, que no se van con el nuevo producto,
quedan fijas para producir otro y otro y otro producto o mercancía. No es
puramente fija, pues una parte sí se va con la nueva mercancía, es la parte de
la maquinaria que se desgasta en x años. En el ejemplo tomamos 10 años como
vida útil, lo que significa decir que en cada año un 10% de ese capital fijo
deja de serlo para irse (incorporarse; materializarse) en la nueva mercancía.
El capital constante no genera valor, solo transfiere al nuevo producto el
valor con el que éste ingresó.
En el gráfico
asignamos a un ciclo del capital (a un año) el valor de 100 y a los 10 ciclos
que dura el capital fijo: 550, pues los 50 de capital fijo no es necesario
renovarlo.
Al capital
constante le asignamos 80, que no son 800 en 10 años pues el fijo de 50 dura
los 10 años pero el no fijo debe renovarse el 100%, o sea, el no fijo es 30 x
10 = 300. Siendo el constante para los 10 años de 350 (300 no fijo + 50 fijo).
Al capital
variable, con el que se paga al trabajador, le asignamos 20 en un ciclo y 200
en los diez ciclos.
El capital
circulante, el que circula, el que se va con la nueva mercancía, se alimenta
del capital no fijo, del capital variable y de la cuota de amortización del
capital fijo. Ello significa, para un ciclo: 30 + 20 + 5 = 55 y para los diez
ciclos = 550 que equivale al capital inicial que el capitalista “invirtió”
durante estos diez años, la “D” inicial en un modelo que supone que cada año
reinvierte lo mismo para producir lo mismo y obtener el mismo ingreso por su
realización.
La nueva mercancía
se realiza en el mercado. Su precio es de 75 y se convierte en dinero. Como el
capitalista mantiene la producción en el mismo nivel, la diferencia de 20,
entre los 75 que obtiene y los 55 de costo, que es la ganancia y que es la
plusvalía, la consume íntegramente, es decir, no la reinvierte. En los diez años
esa plusvalía suma 200.
Hemos agregado en
el cuadro que el capital se invierte para fabricar bloques de cemento, la nueva
mercancía. Que el capital constante está integrado por el fijo, un galpón y una
mezcladora o bloquera y por el no fijo, la materia prima necesaria para
fabricar el bloque, es decir el cemento y la arena; y también los materiales
auxiliares: la electricidad que mueve la bloquera, el agua que liga el cemento
con la arena, etc.
Todo ello posee
valor pero no genera nuevo valor. Van a integrar el bloque, van a
materializarse en él al mismo costo con que ingresaron al inventario. Pero el
capital variable es para pagar la fuerza de trabajo que el trabajador gasta en
su trabajo de hacer el bloque. Allí se genera un nuevo valor. ¿Por qué? Porque
al trabajador no se le paga lo que socialmente se le reconoce el trabajo
realizado. Porque si no hubiese utilizado su fuerza de trabajo no habría
bloque, seguiría habiendo cemento, arena y una bloquera, pero no bloques.
El mercado reconoce
a los bloques en 75, es decir 20 más de lo que se invirtió originalmente en
cada ciclo. Esos 20 se lo apropia el capitalista. Son los 200 en 10 años.
En el cuadro VI
mostramos tres columnas: la de un ciclo, la de los diez ciclos y la de nuevo
valor. Marcamos la ganancia con relación a la inversión total (capital
constante + capital variable) y a la plusvalía con relación a la parte de la
inversión que la genera: el capital variable.
Vemos que mientras
la “ganancia” se muestra como un 26,7% la plusvalía es del 100%, lo que
equivale a afirmar que, en nuestro ejemplo, a los trabajadores se les pagó la
mitad del valor que generaron.
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