1. DINERO,
INFLACIÓN, CARESTÍA.
Dinero. Esencia
del dinero. Equivalente general. Funciones del dinero. Medida de valor. Medio
de circulación. Medio de acumulación. Medios de pago. Dinero mundial. Papel
moneda. Signo de valor. Inflación. Inflación y devaluación. Críticas a las
Teorías Burguesas del dinero. Teoría metálica. Teoría nominalista. Teoría
cuantitativa. Teoría cuantitativa desarrollada. Teoría de la divisa regulada.
La escuela de Chicago. LOS ECONOMISTAS VULGARES Y SUS REFLEJOS EN LOS PREMIOS NOBEL
Dinero:
El dinero es una
mercancía cuya función específica es desempeñar el papel de equivalente
general.
“Si se sabe que el
oro es dinero, y, por consiguiente, directamente intercambiable con todas las
demás mercancías, no por eso se sabe cuánto valen, por ejemplo, 10 libras de oro. Como
cualquier mercancía, el dinero solo puede expresar su propia magnitud de valor
de una manera relativa en otras mercancías. Su valor viene determinado por el
tiempo de trabajo requerido para su producción y se expresa en la cantidad de
cualquier otra mercancía en la que haya cuajado otro tanto tiempo de trabajo.”
“La dificultad no está en comprender que el dinero es mercancía, sino cómo, por
qué y de qué modo una mercancía es dinero.” (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 128).
El dinero surgió espontáneamente en la remota antigüedad, en el proceso
de desarrollo del cambio y de las formas de valor. Al inicio del cambio, fueron diversas las
mercancías que se emplearon como equivalente general. Poco a poco la función
del dinero se fue fijando espontáneamente en la plata y el oro gracias a las
singulares propiedades físicas y químicas de dichos metales.
La aparición del dinero fue resultado de la contradicción interna dada
en la mercancía, de la contradicción entre el valor de uso y el valor. El mundo
mercantil quedó escindido en dos polos: 1. todas las mercancías como valor de
uso y 2. El dinero como plasmación general del valor.
En el valor de uso del dinero se expresa el valor de todas las demás
mercancías; el trabajo concreto contenido en el dinero sirve de forma general
en que se manifiesta el trabajo abstracto, y el trabajo privado encarnado en el
dinero aparece en forma socialmente reconocida.
Por medio del dinero se realiza el cálculo social del trabajo, se mide
el trabajo contenido en la mercancía y esa medición no se hace de manera
directa e inmediata en el tiempo, sino indirectamente, por medio del precio de
la mercancía.
A diferencia de otras mercancías, el dinero posee la propiedad de ser
directa y universalmente cambiable por cualquier otra mercancía. La esencia y
el papel del dinero en la economía se manifiestan en las funciones del dinero.
La aparición del dinero resuelve la contradicción de cambio directo de
mercancías a la vez que da origen a las
condiciones para que sigan desenvolviéndose las contradicciones de la economía
mercantil.
El cambio de mercancía a través del dinero, en la economía mercantil
basada en la propiedad privada sobre los medios de producción, intensifica la
dependencia en que el productor de mercancía se encuentra respecto al mercado,
a la fluctuación de precios debido a las variaciones de correlación entre la
demanda y la oferta de mercancías. De allí que la aparición del dinero
significara un aumento del poder de la espontaneidad social sobre los hombres.
El desarrollo de las relaciones monetarias mercantiles socava la
economía natural e intensifica la diferenciación de los productores privados de
mercancías. Las cargas feudales en especie se convierten en tributos en dinero,
surgen y se desarrollan los impuestos monetarios. Entre las masas de la
población aumenta la necesidad de dinero.
Esencia del dinero:
El dinero, como afirmábamos en el punto anterior, es una
mercancía que desempeña el papel especial de equivalente universal y, como toda
mercancía, es portador de valor de uso y de valor.
“Todo poseedor de mercancías sólo quiere enajenar la
suya a cambio de otra cuyo valor de uso satisfaga sus necesidades. Hasta aquí,
el intercambio no es para él más que un proceso individual. Por otro lado,
quiere realizar su mercancía como valor, o sea, en cualquier otra del mismo
valor, tenga o no la suya valor de uso para el poseedor de la otra. Hasta ahora, el
intercambio es para él un proceso generalmente social. Pero el mismo proceso no
puede ser al mismo tiempo, para todos los poseedores de mercancías, solamente
individual y solamente social en general”. (Carlos Marx. El Capital. Tomo I. Libro I. Página 121).
Como consecuencia
del desarrollo del cambio de mercancías, en el oro se arraigó el papel de
equivalente universal. En el oro, por cuanto es equivalente universal, el valor
adquiere la forma adecuada de su existencia. Al cambiarse por dinero, las
mercancías y el trabajo en ellas materializado, obtienen directamente
reconocimiento social.
El cambio, al
surgir el dinero, se desintegra en dos actos opuestos: la compra y la venta, lo
cual permite incorporar en el proceso de cambio al intermediario que es el
comerciante. Surgen los capitales comercial y usurario que desempeñaron notable
papel en el devenir del capitalismo.
Los medios
monetarios concentrados en manos de personas aisladas, al transitar al régimen
burgués, se convirtieron en instrumento universal de explotación capitalista.
La esencia del
dinero, como equivalente universal, se manifiesta en las funciones que el
dinero cumple. Ampliaremos aquí los conceptos vertidos en el capítulo ocho.
Equivalente
general:
Es la mercancía que expresa el valor de todas las
otras mercancías y por la que todas se cambian.
“Mirando las cosas,
toda mercancía ajena es para el poseedor de mercancías un equivalente
particular de la suya, de ahí que ésta figure como equivalente general de todas
las demás mercancías. Más como todos los propietarios de las mercancías hacen
lo mismo, ninguna mercancía es equivalente general, de ahí que las mercancías
tampoco posean ninguna forma relativa general de valor en la que se equiparen
como valores y se comparen como magnitudes de valor. Por eso no se enfrentan en
general como mercancías, sino como productos o valores de uso.” “Pero solo el
hecho social puede convertir a una mercancía en un equivalente general. Por
eso, la acción social de todas las demás mercancías excluye una mercancía
determinada en la que las otras representen universalmente sus valores. De este
modo la forma natural de esa mercancía deviene forma de equivalente socialmente
válida. Ser equivalente general deviene, gracias al proceso social, función
específicamente social de la mercancía excluida. Así es como se convierte en
dinero.” (Carlos Marx. El Capital.
Libro I. Tomo I. Páginas 121 y 122).
En el proceso de cambio de las distintas mercancías por el equivalente
general, el valor de este último aparece bajo el aspecto de norma general del valor. Implica un desarrollo
bastante alto de la producción mercantil y la existencia de un intercambio
regular.
Del mundo de la mercancía se separó espontáneamente una que gozaba
permanentemente de gran demanda en el mercado. Ello hizo que el cambio directo
o trueque de mercancía por mercancía fuera desplazado por la circulación
mercantil, con lo que la operación comercial se lleva a cabo a través de un
intermediario: el equivalente general.
En los distintos pueblos y en dependencia de la producción y del
cambio, aparecieron en calidad de equivalente general mercancías diversas: sal,
ganado, cereales, pieles, metales... transitaron hacia el oro y la plata, que
se convirtieron en dinero.
“La cristalización
dinero es un producto necesario del proceso de intercambio, en donde productos
diversos del trabajo se equiparan efectivamente unos a los otros y, por tanto,
se transforman efectivamente en mercancías. La extensión y ahondamiento
históricos del intercambio despliega la oposición latente en la naturaleza de
la mercancía entre valor de uso y valor. La necesidad de representar
exteriormente esta oposición para el comercio, impulsa hacia una forma
autónoma del valor de la mercancía, y no
descansa hasta que se ha logrado en el desdoblamiento de la mercancía en
mercancía y dinero. Por eso, la transformación de la mercancía en dinero se
ejecuta en la misma medida en que se efectúa la transformación de los productos
del trabajo en mercancías”. (Carlos
Marx. El Capital. Libro 1. Tomo 1. Página 122).
Funciones
del dinero:
En la economía mercantil desarrollada, el dinero cumple cinco
funciones:
1. medida de valor.
2. medio de circulación.
3. medio de acumulación.
4. medio de pago
5. dinero mundial.
Medida
de valor:
La función del dinero como medida de valor consiste en que el dinero
(el oro) proporciona el material que expresa el valor de todas las demás
mercancías. De ese modo resulta posible comparar cuantitativamente entre sí
mercancías diversas. El dinero puede cumplir su función de medida de valor como
dinero mentalmente representado o dinero ideal. Ello es posible porque en la
realidad existe una determinada correlación entre el valor del oro y el valor
de la mercancía dada. En la base de dicha correlación se encuentra el trabajo
socialmente necesario invertido en la producción de una y otra. El valor de la
mercancía expresada en dinero es su precio.
“En esta obra
presupongo siempre, por razones de simplificación, que el oro es la mercancía
dinero”. “La primera función del oro estriba en proporcionarle al mundo de las
mercancías el material de su expresión de valor o en representar los valores de
las mercancías como magnitudes de la misma denominación, cualitativamente
iguales y cuantitativamente comparables. De esa suerte funciona como medida
general de los valores y sólo gracias a esa función se convierte por de pronto
el oro, la mercancía equivalente específica, en dinero”.
“En cuanto medida
de valor, el dinero es la forma fenoménica necesaria de la medida inmanente del
valor de las mercancías, del tiempo de trabajo. La cuestión de por qué el
dinero no representa él mismo el tiempo de trabajo, de suerte que, por ejemplo,
un billete represente x horas de trabajo, viene a ser sencillamente lo mismo
que preguntarse por qué, sobre la base de la producción de mercancías, hay que
representar los productos como mercancías, pues la representación de la
mercancía implica su desdoblamiento en mercancía y en mercancía dinero”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I.
Página 131).
La primera y
fundamental función del dinero consiste en servir como medida de valor. El
valor de las mercancías, como trabajo humano materializado, recibe en el dinero
(en el oro) la forma homogénea de su manifestación. Por cuanto el valor de la
mercancía siempre tiene una determinada
expresión cuantitativa, siempre tiene un precio, por tanto su expresión
siempre está representada por una determinada cantidad de oro.
De esta manera,
el valor de las mercancías se expresa y mide mediante el dinero. El valor de la
mercancía, expresado en dinero, es su precio, mientras que la magnitud
del valor recibe su expresión correspondiente en determinada magnitud de los
precios.
Así pues,
mediante el dinero se realiza el cómputo espontáneo del trabajo bajo la
producción mercantil basada en la propiedad privada de los medios de
producción.
El dinero puede
servir como medida de valor porque al ser también una mercancía tiene valor,
cuya magnitud se determina igual que el valor de cualquier otra mercancía.
Pero, naturalmente, en su función de equivalente universal, el propio dinero no
tiene precio. Su valor relativo puede representarse en la infinidad de
mercancías que se pueden cambiar por una cantidad dada de oro.
La peculiaridad
de la función del dinero como medida de valor consiste en que en este caso el
dinero actúa como dinero ideal, como dinero imaginario. En efecto, para
expresar el valor de una u otra mercancía con dinero, es decir, para declarar
su precio, no es obligatoria la presencia del dinero real.
El precio como
forma de expresión de valor engendra de por sí la posibilidad de su fluctuación
respecto al valor. Esa fluctuación es resultado de la correlación, en
constante cambio, entre demanda y oferta de las mercancías.
Si suponemos que
la demanda y la oferta coinciden, el precio será igual al valor, pero también
en esas condiciones, el precio de las mercancías puede variar en función de las
oscilaciones tanto del valor de la mercancía como del valor del dinero (del
oro) mediante el cual se expresa el valor de la mercancía.
Para comparar distintos
precios surgió la necesidad de implantar un patrón de precios, es decir,
de medir el propio oro. El patrón de precios es la unidad de peso del oro
que se adopta como unidad monetaria.
Al implantarse el
patrón de precios, el valor de las mercancías, que se expresaba a través de
determinada cantidad de oro, pasó a expresarse por la correspondiente cantidad
de unidades monetarias. El patrón de precios lo establece el Estado por vía
legislativa y, como es lógico, puede cambiar.
Al principio
surgió sobre la base del patrón de peso (gramos, kilos, etc.) y coincidió con
el mismo. En Inglaterra, por ejemplo, la “libra esterlina”, tomada como unidad
monetaria, correspondía en sus orígenes al peso de una libra de plata.
Posteriormente, el patrón de precios se separó del patrón de peso, conservando
su vieja definición.
Medio de
circulación:
La función del dinero
como medio de circulación estriba en servir de intermediario en el proceso de
circulación de las mercancías. Para ello ha de haber dinero efectivo. Cumple
esa función momentáneamente: una vez realizado el cambio de una mercancía,
inmediatamente empieza a servir para realizar otra mercancía. Esta
circunstancia permite sustituir al dinero constante en su función de medio de
circulación por representantes suyos: el papel moneda y las monedas
fraccionadas.
“La metamorfosis
total de una mercancía encierra, en su forma más simple, cuatro extremos y tres
personajes dramáticos. Primero, el dinero se enfrenta a la mercancía como su
figura-valor, forma que posee, del otro lado, su dura realidad objetiva en la
bolsa ajena. Así que al poseedor de mercancías se le enfrenta el poseedor de
dinero. Tan pronto como la mercancía se transforma en dinero, éste deviene su
forma de equivalente llamada a desaparecer, cuyo valor de uso o contenido
existe, de ese lado, en otros cuerpos de mercancías. Como pronto final de la
primera mutación de la mercancía, el dinero es al mismo tiempo punto de partida
de la segunda. De
esta suerte, el vendedor del primer acto se convierte en comprador del segundo,
donde se le enfrenta un tercer poseedor de mercancías en calidad de
vendedor”...
“El ciclo recorrido
por la serie de metamorfosis de cada mercancía se enreda, pues, de un modo
inextricable (muy intricado y confuso, que no se puede desenredar), en los
ciclos de otras mercancías. El proceso total se representa como circulación de
mercancías.”...
“Por eso, el
resultado de la circulación de mercancías, la sustitución de una mercancía por
otra, no aparece mediado por su propio cambio de forma, sino por la función del
dinero como medio de circulación, que hace circular las mercancías, las cuales
son en y de por sí inmóviles, transfiriéndolas de las manos en donde son
no-valores de uso a aquellas en donde son valores de uso, y siempre en dirección
opuesta a su propio curso. El dinero aleja continuamente a la mercancía de la
órbita de la circulación, pasando a ocupar constantemente su puesto en la
circulación y alejándose así de su punto de partida”...
“Por otro lado, al
dinero sólo le corresponde la función de medio de circulación por ser el valor
sustantivado de las mercancías. De ahí que su movimiento como medio de
circulación no sea en realidad más que el movimiento formal de las propias
mercancías.” (Carlos Marx. El Capital.
Libro I. Tomo I. Páginas 152, 153, 157 y 158).
“Como la primera metamorfosis de la mercancía es al
mismo tiempo venta y compra, este proceso parcial es, a la vez, un proceso
autónomo. El comprador tiene la mercancía, el vendedor el dinero, es decir, una
mercancía que conserva su forma apta para la circulación, por mucho o por poco
que tarde en volver a aparecer en el mercado. Nadie puede vender sin que otro
compre. Pero nadie necesita comprar inmediatamente después de haber vendido. La
circulación hace saltar las barreras temporales, locales e individuales del
intercambio de productos precisamente porque escinde en la antítesis de compra
y venta la identidad inmediata que existe entre el intercambio del producto del
trabajo propio por el trabajo ajeno”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Páginas 154 y
155).
El intercambio de
mercancías surgió en forma de cambio directo de una mercancía por otra (M-M).
En ese intercambio, en el cual participan dos personas, se realizan a la vez
dos mercancías: la venta (cambio) de una mercancía, significa, a la vez, venta
(cambio) de otra mercancía.
Con la aparición
del dinero, el cambio directo de mercancías cede lugar a la circulación
mercantil, cuando las mercancías se intercambian por mediación del dinero.
Como
intermediario en el proceso de cambio de mercancías, el dinero cumple la
función de medio de circulación. El proceso de circulación mercantil es
ahora M-D-M (mercancía-dinero-mercancía) que comprende dos actos: M-D
(mercancía-dinero) y D-M (dinero-mercancía).
La circulación monetario-mercantil,
según Marx, encierra la posibilidad de interrumpir los actos de la compraventa,
es decir, la posibilidad formal de crisis. Es obvio que, a diferencia de la
función de medida de valor, cuando el dinero actúa como dinero ideal, para cumplir
la función de medio de circulación se exige que el dinero esté presente, es
decir, sirve como medio de circulación el dinero real.
En calidad de
medio de circulación, el dinero tuvo originalmente la forma de lingotes
metálicos. Las dificultades relacionadas con la determinación de la cantidad y
calidad del metal que contenía el lingote, condujeron a que apareciera la
moneda como medio de circulación, o sea, un lingote de forma determinada que
contenía cierta cantidad de metal cuyo peso y ley certificaba el Estado.
La cantidad de dinero
necesario para atender la circulación mercantil se determina por distintos
factores: En primer lugar, por la suma de los precios de las mercancías que
deben ser vendidas y expresadas en dinero. La magnitud de esta suma depende
tanto de la cantidad de mercancías vendidas como del nivel de sus precios.
Si suponemos que
todas las mercancías se vendieran simultáneamente, la cantidad de dinero
necesario para atender la circulación será igual a la suma total de los precios
de las mercancías. Sin embargo, esa es una hipótesis irreal, pues en realidad,
una misma moneda puede atender, en un plazo determinado, varias transacciones,
una tras otra.
Cuanta más rotación
realice cada unidad monetaria, tanto menos dinero se necesitará para la
circulación de mercancías, en determinado plazo de tiempo.
Por consiguiente,
la cantidad de dinero necesaria para la circulación de mercancías cambia en
proporción directa a la suma de los precios de todas las mercancías en
circulación y se haya en proporción inversa a la velocidad media de rotación
de cada unidad monetaria, lo que puede expresarse por la fórmula:
Cantidad de dinero necesario = suma de los precios de las mercancías
Velocidad de rotación de la unidad monetaria
La fugacidad de
la función del dinero como medio de circulación encierra la posibilidad de
sustituir las monedas de oro por simples símbolos del oro, esto es, por
papel moneda.
“La circulación real se presenta en primer término
como una masa de compras y ventas que se efectúan fortuita y paralelamente.
Tanto en la compra como en la venta, la mercancía y el dinero se enfrentan
guardando siempre la misma relación; el vendedor, del lado de la mercancía, el
comprador, del lado del dinero. El dinero, medio de circulación, aparece
siempre como medio de compra, y por eso sus caracteres distintivos en
las fases opuestas de la metamorfosis de las mercancías han dejado de ser
reconocibles”.
“El dinero pasa a manos del vendedor en el curso del
mismo acto que hace pasar la mercancía a poder del comprador. Mercancía y
dinero circulan pues en sentido opuesto, y este desplazamiento, que orienta a
la mercancía hacia un lado y al dinero hacia otro, se opera simultáneamente en
una cantidad indeterminada de puntos en toda la superficie de la sociedad
burguesa. El primer paso que da la mercancía para entrar en la circulación es,
al mismo tiempo, su último paso”. “La misma mercancía puede ser comprada y
revendida muchas veces. No circula en este caso como simple mercancía, sino que
cumple una función que no existe desde el punto de vista de la circulación
simple, de la simple oposición entre mercancía y dinero”. (Carlos Marx. Contribución a
la crítica de la economía política. Página 92).
Medio de
acumulación o atesoramiento:
La función del dinero como medio de acumulación o atesoramiento se debe
a que con él, dada su condición de representante universal de la riqueza, puede
comprarse cualquier mercancía y se puede guardar en cualquier cantidad. De allí
que la acumulación de riquezas y tesoros tome la forma de acumulación de
dinero. La fuerza social del dinero se convierte en fuerza de personas privadas
y la acumulación de dinero pasa a ser un fin en sí mismo.
“El instinto de
atesoramiento es inmenso por naturaleza. Cualitativamente, o por su forma, el
dinero carece de límites, es decir, es el representante general de la riqueza material porque puede cambiarse directamente en
cualquier mercancía. Pero al mismo tiempo, toda suma real de dinero es cuantitativamente
limitada y, por tanto, sólo es un medio de adquisición de eficacia limitada.
Esta contradicción entre la limitación cuantitativa del dinero y su carácter
cualitativamente ilimitado impulsa incesantemente al atesorador al trabajo de
Sísifo de la
acumulación. Le ocurre lo que al conquistador del mundo, que
con cada país nuevo se conquista una nueva frontera.”
“Para retener el
oro como dinero y, por tanto, como materia de atesoramiento, hay que impedirle
que circule o que se disuelva como medio de compra en medio de disfrute”.
“Cuanto más
produce, más puede vender. La laboriosidad, el ahorro y la avaricia
constituyen, por tanto, sus virtudes cardinales; y el vender mucho y comprar
poco, el compendio de su economía política.” (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 180).
“Con el primer desarrollo de la circulación de
mercancías se desarrolla también la necesidad y la pasión de retener el
producto de la primera metamorfosis, la figura transformada de la mercancía, o
sea, su crisálida de oro. La mercancía se vende no para comprar otra mercancía,
sino para sustituir la forma de mercancía por la forma de dinero. De simple
mediador del metabolismo, este cambio de forma se convierte en un fin absoluto.
Se impide que la forma enajenada de la mercancía funcione como su forma
absolutamente alienable, o sea, como forma de dinero tendente a desaparecer. El
dinero se petrifica así en tesoro, y el vendedor de mercancías se convierte en
atesorador”. (Carlos
Marx. El Capital. Tomo I. Libro I. Página 176).
El dinero es
también la encarnación universal de la riqueza, es decir, asume el papel de
tesoro.
El atesoramiento
guarda estrecha relación con la función del dinero como medio de circulación.
Como define Marx, el dinero atesorado sirve de receptáculo peculiar al que
ingresa dinero de la circulación cuando su cantidad necesaria disminuye y de la
que sale dinero cuando aumentan sus necesidades para atender la circulación de
mercancías.
El hecho de que
el dinero permite comprar cualquier mercancía y encarna la riqueza, coadyuva a
estimular la acumulación de tesoros en dinero. Su carácter cualitativamente
ilimitado y limitación cuantitativa engendran el afán de incrementar los
tesoros en dinero. En este caso, puede servir de tesoro sólo el dinero de valor
pleno.
En el
capitalismo, el atesoramiento, a la par que conserva rasgos viejos (acumulación
de tesoros en dinero) va adquiriendo también nuevos rasgos. En las condiciones
actuales, los tesoros se concentran cada vez más en los grandes bancos, en el
fisco, adquiriendo carácter de tesoros centralizados.
Medio de
pago:
“La función del dinero como medio de pago implica,
pues, la contradicción de que, por una parte, si los pagos se compensan, sólo
actúa idealmente como medida, y, por la otra, si el pago debe ser efectuado
realmente, entra en la circulación, no como medio de circulación transitorio,
sino que adopta el modo de existencia estable de equivalente general, entra en
ella como la mercancía absoluta; en una palabra: como moneda”. (Carlos Marx. Contribución a
la crítica de la economía política. Página 143).
El dinero actúa como medio de pago cuando la compraventa de mercancía
se efectúa a crédito, es decir, con un aplazamiento del pago de la mercancía. En este
caso el dinero entra en circulación cuando vence el plazo de pago, pero ya no
como circulación sino como medio de pago. Cumple la misma función en las
operaciones de préstamos, en el pago de impuestos, en el pago de salarios.
“Volvamos a la
esfera de la circulación de mercancías. Ha cesado la aparición simultánea de
los equivalentes mercancía y dinero en los dos polos del proceso de venta.
Ahora el dinero funciona, en primer lugar, como medida de valor en la
determinación del precio de la mercancía vendida. El precio que se le asigna a
ésta contractualmente mide la obligación del comprador, es decir, la suma de
dinero que adeuda en un plazo de tiempo determinado. En segundo lugar, funciona
como medio ideal de compra. Aunque solo existe en la promesa de dinero del
comprador, hace que la mercancía cambie de mano. El medio de pago no entra
realmente en circulación hasta que llega el día del vencimiento, es decir,
hasta entonces no pasa de mano del comprador a las del vendedor. El medio de
circulación se transformó en tesoro porque el proceso de circulación se
interrumpió con la primera fase o se sustrajo a la circulación la figura
transformada de la
mercancía. El medio de pago entra en la circulación, pero
después que la mercancía ha salido ya de ella. El dinero no sigue haciendo ya
de mediador en el proceso. Ahora lo cierra de un modo autónomo, como existencia
absoluta del valor de cambio o mercancía general”...
“El comprador
vuelve a transformar el dinero en mercancía antes de que haya transformado la
mercancía en dinero, o efectúa la segunda metamorfosis de mercancías antes que la primera. La mercancía
del vendedor circula, pero sólo realiza su precio en un título de derecho
privado sobre el dinero. Se transforma su valor de uso antes de que se haya
transformado en dinero. Su primera metamorfosis se cumple sólo posteriormente.”
(Carlos Marx. El Capital. Libro I.
Tomo I. Páginas 183 y 184).
“De la ley sobre la velocidad de pago se deduce que,
en lo tocante a todos los pagos periódicos, procedan de donde procedan, la masa
de los medios de pago necesaria está en relación directa a la duración de los
períodos de pago”
“A la pregunta de “si hubiera necesidad de reunir 40
millones al año ¿bastarían los mismos seis millones (en oro) para las
rotaciones y circulaciones que el comercio requiere?”, Petty respondió con su
habitual maestría: “Respondo afirmativamente: pues siendo el gasto de 40
millones, si las rotaciones fuesen cortas, semanales por ejemplo, como ocurre
entre los artesanos pobres y jornaleros, que reciben y pagan cada sábado,
entonces bastarían 40/52 de un millón de dinero para esos fines; pero si los
plazos son trimestrales, como ocurre con nuestra costumbre de pagar las rentas
y recaudar los impuestos, se necesitarían entonces 10 millones. Suponiendo, por
tanto, que los pagos se efectúan en general en un plazo mixto entre una y tres
semanas tendréis que añadir entonces 10 millones a 40/52, cuya mitad será 5/12,
cifra que será suficiente”. (William Petty. “Political Anatomy of Ireland”, 1672, Londres, páginas
13 y 14). (Carlos
Marx. El Capital. Tomo I. Libro I. Páginas 190 y 191).
A medida que se
desarrollan la producción y la circulación mercantiles se va ampliando la venta
de mercancías a crédito, es decir, aplazando el pago de dinero. En el caso
concreto puede servir como medio de circulación, por ejemplo, el pagaré, o la
letra de cambio, o el cheque diferido, que el deudor entrega al acreedor
comprometiéndose a cancelar la deuda al expirar el plazo indicado en el
documento.
Como recuso para
cancelar deudas, el dinero cumple la función de medio de pago. Como
medio de pago, el dinero funciona no sólo para pagar las mercancías compradas a
crédito, sino también para devolver los préstamos en metálico, al pagar el
arriendo de la tierra, los impuestos, etc.
La función del
dinero como medio de pago influye en la cantidad de dinero necesario para la circulación. Si se
quiere determinar la cantidad de dinero necesario para la circulación,
considerando los muy propagados créditos y órdenes de pago, de la suma total de
los precios de las mercancías vendidas en el período dado, hace falta restar la
suma de los precios de las mercancías vendidas a crédito, así como la suma de
los precios de las mercancías igual a las cuentas de compensación. Al mismo
tiempo, a la suma indicada hay que agregar una suma igual a los pagarés cuyos
plazos han vencido.
Teniendo en
cuenta todos estos factores, la ley que determina la cantidad de dinero
indispensable para atender la circulación, que fuese desarrollada por Marx, se
expresa con la siguiente fórmula:
CD = SP – C + P – CC
R
Donde: CD es la
“cantidad de dinero indispensable para la circulación";
SP la suma de los
precios de las mercancías;
C las mercancías
vendidas a crédito;
P los pagarés
cuyos plazos han vencido;
CC ajustes de
cuentas de compensación y
R la frecuencia
de rotación de la unidad monetaria.
Es natural que la
suma dada de los precios y, por consiguiente, la cantidad de dinero en
circulación, dependa también del valor del propio oro.
Dinero crediticio:
“El desarrollo del dinero como
medio de pago exige ciertas acumulaciones de dinero para las fechas de
vencimiento de las sumas adeudadas. Mientras que, al progresar la sociedad
burguesa, el atesoramiento desaparece como forma autónoma de enriquecimiento,
se incrementa, por el contrario, en la forma de fondos de reserva de los medios
de pago”.
(Carlos Marx. El Capital. Tomo I. Libro I. Página 191).
La función del
dinero como medio de circulación permitió que apareciera el papel moneda,
mientras que el desarrollo de las relaciones crediticias, cuando el dinero
cumple la función de medio de pago, tuvo como resultado la aparición de un
nuevo instrumento de circulación: el dinero crediticio en forma de
letras de cambio, billetes de bancos y cheques.
“El dinero-crédito brota directamente de la función
del dinero como medio de pago, al ponerse en circulación certificados de deudas
representativos de las mercancías vendidas y como transmisión de los créditos
correspondientes. Por otro lado, a medida que se extiende el sistema de crédito
también se extiende la función del dinero como medio de pago. En cuanto tal,
cobra formas propias de existencia con las que habita en la esfera de las
grandes transacciones comerciales, mientras que la moneda de oro o plata se retrae,
principalmente, a la esfera del comercio a pequeña escala”. (Carlos Marx. El Capital. Tomo
I. Libro I. Página 188).
Las letras de
cambio, los billetes de banco y cheques no poseen valor independiente, son
signos crediticios del dinero de valor pleno, esto es, del oro, y sirven como
medio de circulación mercantil cuando esta circulación se efectúa a través del
crédito.
Las letras de
cambio son pagarés que tienen por base el crédito comercial entregado por
particulares y el acreedor que recibe la letra de cambio puede utilizarla para
comprar artículos a otro dueño de mercancía. Al ser transferida a otra persona
en la letra de cambio se coloca el “endoso” y el que recibe la letra de cambio
se convierte en acreedor del que la emitió (y de la que la endosó).
Estas operaciones
las concentran los bancos que, con determinado interés se hacen cargo de
pagarlas, convirtiéndose así en acreedores.
Los bancos
también emiten sus propias letras de cambio, son los denominados billetes de
banco, que son pagarés a largo plazo que el banco emisor se compromete a
cancelar en cualquier momento cambiándolos por metal.
En las
condiciones de existencia del cambio libre de billetes de banco por oro, los
primeros no se desvalorizan y circulan según la ley de circulación del dinero
oro. El cambio libre de los billetes de banco por oro cesó de hecho en los años
30. Los billetes de banco que no poseen libre cambiabilidad son en esencia una
variedad del papel moneda, circulan según las leyes que rigen la circulación
del papel moneda.
Dinero
universal o mundial:
El dinero cumple su función de dinero universal o mundial en el mercado
mundial y en el sistema de pagos entre los diversos países. En el mercado
mundial debe actuar bajo la forma natural, como lingotes de metales preciosos.
“El dinero mundial
funciona como medio general de pago, como medio general de compra y como
materialización absolutamente social de la riqueza en general. Predomina la
función como medio de pago, para compensar los balances internacionales”... “El
oro y la plata sirven esencialmente de medios internacionales de compra cada
vez que se perturba repentinamente el equilibrio tradicional del intercambio
material entre países diferentes. Por último, sirve de materialización
absolutamente social de la riqueza donde no se trata de compras ni de pagos
sino del traslado de la riqueza de un país a otro, y donde esa transferencia no
puede hacerse en forma de mercancías, bien porque no lo permite la coyuntura
del mercado o porque lo impida el fin que se persigue”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Páginas 193 y 194).
Al desarrollarse
las relaciones económicas internacionales el dinero comienza a funcionar en el
mercado mundial en calidad de dinero mundial.
En el mercado
mundial, el dinero actúa despojado de sus formas nacionales, es decir, se
presenta en forma de lingotes de metal noble, que es el oro.
En primer lugar,
el dinero mundial funciona como medio universal de pago en los ajustes
de cuentas entre los Estados. Esto ocurre cuando, dadas las relaciones crediticias
y los ajustes recíprocos una de las partes debe pagar cierta suma a la otra
parte. En este caso el oro se traslada de un país a otro como medio de pago.
En segundo lugar,
el dinero mundial hace las veces de medio universal de compra. El dinero
cumple ese papel cuando un país concreto, por una u otra causa, compra
mercancía a otro país con dinero al contado.
Por último, el
dinero mundial actúa en calidad de representante universal o como materialización
de la riqueza social de la sociedad burguesa. El dinero cumple este papel
cuando se transfieren riquezas de un país a otro.
Hablando con
rigor, las funciones analizadas del dinero expresan sólo relaciones
mercantiles. Bajo el capitalismo el dinero y sus funciones, la circulación
mercantil en conjunto, además de obtener pleno desarrollo cambia su naturaleza.
El dinero y sus
funciones se conservan, pero ya sirven de forma que expresa el movimiento de
capital, es decir, de las relaciones capitalistas de producción.
“El dinero no es más que la grasa del cuerpo político,
en el que una cantidad excesiva impide a menudo su agilidad y una cantidad
demasiado pequeña lo enferma... igual que la grasa lubrica el movimiento de los
músculos, los nutre cuando faltan víveres, rellena los huecos desiguales y
embellece el cuerpo; también el dinero acelera las acciones del Estado, lo
nutre desde fuera en tiempos de escasez interior; incluso salda deudas... y
embellece el conjunto, aunque muy en particular a los individuos que lo tienen
en abundancia” (William
Petty. Páginas 14 y 15).
Papel Moneda. Signo de valor.
“El papel moneda es signo de oro o de dinero. Su
relación con los valores de las mercancías estriba únicamente en que,
idealmente, se expresan en las mismas cantidades de oro que el papel representa
simbólica y perceptiblemente. Solamente es signo de valor en tanto el papel
moneda represente cantidades de oro, que, como todas las demás cantidades de
mercancías, también son cantidades de valor”.
“Se plantea, finalmente, la cuestión de saber por qué
puede sustituirse el oro por meros signos de sí mismo, carentes de valor. Más,
como ya hemos visto, el oro sólo es sustituible en tanto que se aísla e
independiza en su función de moneda o de medio de circulación.”... (Carlos Marx. El Capital.
Libro I. Tomo I. Páginas 173 y 174).
En la práctica,
el proceso de sustitución de las monedas de oro por sus símbolos comenzó
espontáneamente, durante la propia circulación mercantil, cuando las monedas de
oro se desgastaban, a consecuencia de lo cual perdían parte de su valor, puesto
que el contenido real del oro en ellas no coincidía con el que se fijaba al ser
acuñadas. No obstante, estas monedas desgastadas seguían funcionando como
medios de circulación de pleno valor, siendo de hecho nada más que su signo o
símbolo.
La aparición de
la moneda significó la aparición del primer sistema de circulación monetaria, o
sea, el sistema metálico mientras que la aparición del papel moneda
significa el tránsito al sistema de circulación del papel moneda que
rige por doquier en los países capitalistas.
Por cuanto el
papel moneda es signo de valor, de oro, no tiene valor propio y sustituye al
oro únicamente en su función de medio de circulación, por tanto, no puede
servir de medida de valor de las mercancías.
El papel moneda
es emitido por el Estado, que lo pone en circulación con cotización forzosa. En
un principio puede ponerse en circulación cualquier cantidad de papel moneda.
Sin embargo, independientemente de la cantidad de papel moneda en circulación,
éste representará sólo aquella cantidad de dinero oro que se necesita para la
circulación.
Así pues, la
cantidad de oro que cada unidad de papel moneda representa (y, por
consiguiente, la capacidad adquisitiva del papel moneda) depende de la cantidad
de los signos monetarios en circulación.
Inflación:
El dinero y sus
funciones, como lo hemos expuesto, correspondieron, a la producción mercantil y
al sistema capitalista de economía en la fase de su desarrollo cuando existía
el patrón oro en forma de sistema de circulación monetaria del oro, es decir,
en la época cuando el oro hacía las veces de mercancía monetaria directa.
El sistema de
circulación monetaria a base del oro cobró mayor desarrollo en el empalme de
los siglos XIX y XX. Cuando el capitalismo transita a su fase imperialista y,
sobre todo, al iniciarse la crisis general del capitalismo, este sistema de
circulación monetaria quedó socavado y, en el presente, ha dejado de existir.
Bajo condiciones
de la circulación monetaria basada en el oro, el dinero cumple todas las
funciones mencionadas dentro del país, siendo a la vez dinero mundial.
Pero la función
del dinero como medio de circulación contribuyó a que apareciera el papel
moneda, mientras que su función de medio de pago tuvo por resultado
la aparición del dinero crediticio.
Por consiguiente,
en esta fase, la circulación monetaria del oro se combina con la circulación de
papel moneda y de “billetes de banco” que se cambiaban libremente por oro.
En el mundo
capitalista actual han sido retiradas de la circulación las monedas de oro. Los
signos monetarios no se cambian libremente por oro y no tienen ya el contenido
de oro que antes representaban en el mercado interno. A fin de cuentas, se creó
una situación en la cual el oro dejó de servir de manera directa como mercancía
dinero y, por lo tanto, desapareció el nexo directo antes existente entre las
funciones del dinero y el oro, así como entre los signos monetarios y el oro.
Sin embargo, eso
no quiere decir que ese vínculo haya desaparecido por completo. La relación
entre el dinero, sus funciones y el oro se ha complicado excesivamente, ha
dejado de ser directa, pero no se ha interrumpido.
Los signos
monetarios siguen enlazados por miles de hilos al oro, se comparan con el oro y
pueden ser convertidos, de una u otra forma, en oro, en determinadas
proporciones.
El
establecimiento y el desarrollo del sistema de dominio de los monopolios, al
socavar las bases mercantiles de la producción capitalista, inciden
sustancialmente en el mecanismo de la circulación monetario-mercantil, sin
abolir, empero, la propia producción mercantil ni la acción de la ley del
valor.
La circulación de
papel moneda ofrece posibilidades para la emisión excesiva de signos
monetarios, que saturan la esfera de la circulación y originan inflación.
La inflación
significa que los canales de la esfera de la circulación resultan saturados con
una cantidad excedente de signos monetarios, que provoca inevitablemente la
depreciación de la unidad monetaria y la subida de los precios.
Al experimentar
apuros con el dinero a causa de los gastos militares y otros egresos
improductivos que originan enormes déficit presupuestarios, los Estados
burgueses recurren a la emisión excesiva de signos monetarios, como
consecuencia de lo cual el dinero se deprecia y los precios suben.
El papel moneda
se va depreciando frente al oro, a las mercancías y a la divisa extranjera. La
depreciación del dinero y la subida de precios de los artículos conducen
inevitablemente al aumento de la carestía de la vida y, por consiguiente, a la
disminución de los ingresos reales de los trabajadores.
Antes de la
primera guerra mundial la inflación representaba un elemento esporádico y
pasajero, registrándose en algunos países en diferentes períodos. Hoy el cuadro
es distinto. La inflación ha adquirido carácter universal y crónico y demuestra
la descomposición del sistema monetario del capitalismo, su crisis.
A partir del año
1970, y hasta 1975, en los países capitalistas desarrollados los precios subieron, término medio, en un
130%, desde 1975 hasta 1980 otro 50%. Esta subida de precios obedece en primer
lugar al proceso de militarización de la economía de esos países, que engendra
déficit presupuestario que los Estados burgueses procuran compensar con la
emisión de papel moneda.
Pero la causa
fundamental de la inflación en el mundo capitalista contemporáneo es el dominio
de los monopolios, que juegan un papel decisivo en la determinación de la línea
política de los Estados burgueses. Al mismo tiempo, los precios de monopolio
conducen, de una parte, indirectamente, al aumento de la masa dineraria en
circulación y, de otra, desembocan directamente en la desvalorización del
dinero, en la caída de su capacidad adquisitiva.
Al alcanzar
enormes proporciones, la inflación en el mundo capitalista actual se ha
convertido en medio importante de redistribución de la renta nacional en
provecho del capital monopolista, es un instrumento que la burguesía
monopolista emplea para reforzar la explotación de la clase obrera y las vastas
masas de trabajadores.
La burguesía
monopolista se vale conscientemente de la inflación como el medio más camuflado
para bajar el salario. Consideran que la resistencia obrera es menor cuando se
baja el salario haciendo subir los precios, pero sin reducir directamente el
monto del salario.
La inflación
galopante es un factor importante para la agravación de las contradicciones
sociales de clase. En el contexto de la inflación, cuando se descompone la
economía nacional y se exacerban en extremo las contradicciones sociales, las
propias clases dominantes intentan superar la inflación y estabilizar la
divisa.
La historia del
capitalismo conoce distintos métodos para estabilizar la divisa, como la
nulificación, la restauración, etc. Pero la devaluación es el
procedimiento más extendido para estabilizar la divisa capitalista. El Estado
burgués disminuye por vía legislativa el contenido en oro de la unidad
monetaria o baja la cotización de la moneda nacional respecto al oro o a la
divisa extranjera.
El dólar puede
servir de ejemplo de devaluación al reducirse el contenido de oro de la unidad
monetaria: en 1934 se devaluó elevándose el “precio” oficial del oro de 20,67 a 35 dólares por
onza. En 1971 pasa de 35 a
38 y en 1973 a
42,20. En el 2006 pasará los 500 dólares.
En el contexto de
la crisis general del capitalismo, la devaluación no estabiliza la divisa, no
supera la inflación, por cuanto la disminución de la cotización de la divisa
conduce a la elevación del nivel general de los precios de las mercancías
importadas.
Inflación y
devaluación.
En varios trabajos anteriores
remarcaba la diferencia entre inflación y devaluación, haciendo acento en que
la devaluación es utilizada por los gobiernos como una herramienta económica y
que no necesariamente es la causa de la inflación.
Mencionaba también
que sólo afecta directamente a los bienes que se intercambian en el mercado
mundial, en particular y directamente, a las importaciones.
Que esas
importaciones representaban apenas, en la Argentina , un 7% del PIB a PPA y que, con
relación a los bienes de consumo, no superaba el 12% de la parte del PIB donde
se incluyen.
Por lo tanto, el
efecto inflacionario sólo debería afectar a esos determinados e identificados
productos entre los cuales se encontraban los famosos “todo por dos pesos”.
Sin embargo, el
sistema capitalista aprovecha toda oportunidad posible para adueñarse de una
porción cada vez mayor de los ya magros ingresos de los trabajadores, mediante
la suba de los precios originados en las grandes transnacionales, que son las
formadoras de los mismos, independientemente de que el componente importado
exista o no en el producto.
Por eso proponíamos
la necesidad del control de precios a partir de esas formadoras. Que no quede
librada a la voluntad de empresas depredadoras. Que no quede sólo como un
“llamado a la cordura” a los remarcadores. Deben fijarse precios máximos y
aplicar, simultáneamente, la ley de Abastecimiento, con niveles de producción
garantizados, para evitar que dejen al mercado sin productos.
Todo esto, para que
pueda ser realidad, debe ser acompañado por la movilización del pueblo, por el
control del cumplimiento de las pautas que acuerden tanto empresarios como
gobierno. Sin la presencia del ciudadano en la calle, la calle es de los
especuladores. Si los únicos que presionan son las transnacionales y los bancos,
el peso del desastre lo pagaremos, totalmente, los trabajadores. Es lo que
sucede.
Ahora bien,
adicionalmente a la devaluación, la inflación puede producirse, de allí que sea
importante definir qué es la inflación
La inflación deriva
de la presencia, en los canales circulatorios, de una masa de papel moneda
sobrante en relación con las necesidades de la circulación monetaria. (En
escritos anteriores simplificaba este análisis expresando “deriva de la emisión
descontrolada de dinero”.
El exceso de dinero
circulante suele tener estos orígenes y consecuencias
- Con los déficit presupuestario. El Estado capitalista no puede cubrir sus gastos y se ve obligado a recurrir a la emisión suplementaria de papel moneda.
- Muchos déficit son generados por las guerras, o por una desenfrenada carrera armamentística, o por las crisis económicas, o como lo fue, en nuestro caso, por la dependencia económica extrema, provocada, entre otras cosas, por la enorme incidencia de los intereses de la deuda externa en el presupuesto nacional.
- La inflación hace que el papel moneda se desvalorice, en comparación con el material monetario, en la medida en que la circulación del primero rebasa la cantidad de dinero-oro necesario para la circulación de mercancías.
- Su incidencia sobre toda la economía del país es desfavorable, pues la inflación da origen a un crecimiento rápido, incesante y sumamente desigual de los precios de las mercancías.
- Por ello surgen grandes diferencias de rentabilidad en las distintas ramas, lo cual estimula el desarrollo de algunas de ellas y provoca un gran descenso de producción en otras.
- Como consecuencia, se acentúa la anarquía y la desproporción en la esfera productiva.
- El alza desigual de los precios da origen a una situación extraordinariamente favorable para que se especule con las mercancías y contribuye a que los capitales emigren de la esfera de la producción a la esfera de la circulación.
- Cuando el origen es la guerra o la carrera armamentística, se elevan con especial rapidez los precios sobre la producción de carácter militar y ello hace que las correspondientes ramas se desarrollen en exceso, en detrimento de la producción civil.
- Se perturban, asimismo, las relaciones crediticias. La concesión de préstamos en la moneda local, resulta desventajosa, pues los acreedores reciben dinero desvalorizado cuando se reembolsa el préstamo, y sufren pérdidas considerables.
- Esto es aplicable a los créditos no indexados, dados generalmente por los productores al comerciante. Los bancos, al indexar los montos prestados, se resguardan contra los efectos de la inflación, e incluso, en no pocos casos, obtienen mayor utilidad.
- El dinero desvalorizado socava la confianza en él, provoca el afán (si se lo tiene) de deshacerse de él lo antes posible, cambiándolo por mercancías, es decir, por valores más reales.
- Al mismo tiempo, las personas que poseen mercancías para su venta procuran retenerlas, esperando que los precios continúen subiendo.
- De ese modo se acentúa más aún la falta de correspondencia entre la cantidad de papel moneda en circulación y la cantidad necesaria para atender a la circulación de mercancías.
- Valiéndose de la inflación, la gran burguesía, o sea, las grandes empresas transnacionales y locales formadoras de precios, carga sobre los hombros de los trabajadores las causas que la producen, sea la guerra, el armamentismo, el déficit del presupuesto o los compromisos de pago de deuda externa.
- La clase más afectada por la inflación es la clase obrera, cuyo salario real baja sensiblemente debido al incremento de los bienes de consumo.
- También resultan perjudicados los pequeños productores de mercancías pues los costos de los artículos que producen crecen más rápidamente que los precios a los que pueden ofrecerlos, en relación con los grandes grupos que proceden a la inversa.
- Las grandes empresas capitalistas evitan las pérdidas que acarrea la inflación no sólo elevando los precios, también realizándolos en el extranjero en divisas duras (dólar, euro...) cambiando por ellas el capital monetario.
- Aprovechando la ruina de los empresarios pequeños y medios que no pueden resistir las conmociones inflacionarias, el gran capital les compra las empresas a precios ínfimos.
- De ese modo la inflación contribuye a la concentración del capital y a su centralización.
- Pero, en su conjunto, la inflación influye negativamente sobre la economía de los países y, en última instancia, socava las bases económicas del capitalismo, en particular, cuando la misma adquiere un carácter crónico.
Por otra parte,
hablamos previamente de devaluación, pero... ¿qué es devaluación?
Aquí tenemos que
encarar la explicación definiendo si lo que La Argentina hizo con su
moneda, al salir de la convertibilidad, fue devaluarla o desrevaluarla.
Y no se trata de un juego de palabras, pues la devaluación es una
reducción oficial que establecen los gobiernos, de la moneda local con relación
a las monedas extranjeras.
Los gobiernos
recurrían a la devaluación, generalmente, para estabilizar la circulación de
moneda en un período de inflación. Era como consecuencia de la pérdida de
valor de la moneda, de la disminución de su poder adquisitivo.
Repitamos esto y
comparémoslo con lo que nos sucede. “Como consecuencia de la pérdida de valor
de la moneda, de la disminución de su poder adquisitivo”. ¿Por eso se devalúa?
En absoluto.
La eliminación de
la moneda nacional que se produce en 1991, al ingresar en la convertibilidad
con paridad, produce una brutal reevaluación del papel que queda como
circulante, impreso en idioma español, pero equivalente al dólar (el llamado
peso “fuerte”). Todos conocemos los efectos de esa medida, y muy pocos, no más
de cinco economistas, la denunciamos cuando se implementó. (Ver “Cavallos
Salvajes” Dirple Ediciones, 1999).
La convertibilidad,
durante estos once años que duró, potenció el envío a la pobreza y a la
marginación a un millón de argentinos promedio por año, que se sumaron a los ya
existentes. En un país cuya población total es de 38 millones, la mitad pasó a
esa injusta situación.
La devaluación fue
usada, y lo es cada vez más, como una herramienta comercial-financiera. Los
Estados de los países capitalistas han utilizado y utilizan las devaluaciones
como arma de lucha por los mercados exteriores, pues la devaluación reduce los
precios de las mercancías que se exportan traducidos en moneda extranjera y de
este modo aumenta la capacidad competitiva de los mismos. Durante la década 1951 a 1961 la devaluación
de la moneda de los países del “primer mundo” fueron: franco francés 32%; libra
esterlina inglesa 27%; lira italiana 18%; el marco alemán 13%; el dólar
canadiense en 11% y el dólar norteamericano 13%. En síntesis, después de la
segunda guerra mundial y hasta 1961, los países habían producido 155
devaluaciones. En estos últimos años la lucha por los mercados llevó a nuevas y
grandes devaluaciones: Indonesia (julio/97 a febrero/98) 255.4%; Rusia (año
1998) 246.5%; Ecuador (año 1999) 196,6%; México (noviembre/94 a noviembre/95)
122.5%; Corea (julio/97 a febrero/98) 82.6%; Brasil (año 1999) 55.3%; Tailandia
(7/97 a 2/98) 51,6% y Malasia (7/9/ a 2/98) 48.2%. Todos devaluaban, mientras
que Cavallo mantenía vigente la “reevaluación” y al país sin moneda nacional.
Este tipo de
devaluación, vinculada más que nada a un reposicionamiento en el mercado
internacional, no es igual a la que deriva de la inflación previa y que
mencionáramos al inicio de este tramo. Es más, a veces, y solo a veces, este
tipo de devaluación ayuda incluso a controlar situaciones inflacionarias
anteriores. Es el caso de Brasil, que desrevalúa su moneda, el Real, en un
53.3% y su inflación anual fue del 9.7%
Y aquí también
menciono “des-revalúa”, en vez de devalúa. Pues Brasil también revaluó
el Real, en el primer semestre del 95, también lo colocó 1 a 1 con el dólar, también
creyó que era una medida que podía ser útil, pero no ingresó en ningún tipo de
candado autodestructivo, como nuestra convertibilidad. Por eso, en cuanto
percataron el error salieron de la trampa del 1 a 1 y decidieron seguir
teniendo moneda propia.
Devaluación como
consecuencia de la emisión de dinero por encima de las necesidades de
circulación monetaria es una cosa.
Devaluación como
herramienta económica para hacer frente a las devaluaciones que otros países
capitalistas, dependientes o no,
producen para posicionarse mejor competitivamente, es otra cosa.
Y des-reevaluación,
por haber colocado ficticiamente el valor de la moneda en paridad con otra, en
nuestro caso el dólar, en otra tercera cosa.
Aunque todas se
vinculan entre sí, las dos últimas no son causantes de inflación más allá de
los efectos que sobre el propio producto importado produzcan.
Hay otro efecto
especulativo que ocurre cuando se devalúa, en este caso sobre las
exportaciones. ¿Por qué aumentó la harina? Porque aumentó, en el mercado local,
el precio del trigo. ¿Y porqué aumentó el trigo? Porque al devaluarse la
moneda, por los dólares que ingresan se obtiene más dinero local. Y entonces,
al exportador, le “conviene” vender al exterior ante que al mercado interno. E
incrementa los precios para obtener igual rentabilidad sin tener la
preocupación de que le dejen de comprar o le compran menos, pues él igual
coloca el excedente en el mercado internacional.
¿Cómo se corrige
esto? Con la intervención del Estado. Regulando la exportación. Fijando
cupos y precios máximos para el consumo interno, entre otras medidas. Y ello no
es fácil cuando nos encontramos con un Estado débil y desmantelado. Y con poca
voluntad política para dar ese paso necesario para, al menos, limitar la
especulación.
En un escrito
anterior señalaba las nuevas formas de dominación que impulsa el imperialismo,
a las que denominaba anexionismo. Nueva forma, que constituye la
continuidad actual de las etapas colonialistas y neocolonialistas.
El anexionismo
requiere desmantelar al estado desde el punto de vista económico, desmantelar
lo que queda del “estado de bienestar”,
y para eso impulsaron las privatizaciones. Requiere eliminar la moneda local, y
para ello establecieron la convertibilidad o dolarización, requiere endeudar
desproporcionadamente al país haciendo que los compromisos asumidos resten
recursos a los gastos sociales y requiere, finalmente, eliminar las fronteras
comerciales, y para ello se impulsan proyectos como el ALCA que tuvo su fin en
nuestro país.
¿Inflación o
carestía?
EL DOMINIO
CULTURAL DEL IMPERIALISMO EN LA ECONOMÍA POLÍTICA
La realidad inventada no sólo requiere el apoyo de los
grandes medios, sino, y fundamentalmente, de la denominada (sea real o
inventada) “intelectualidad”, formada por “especialistas” que no saben de lo
que hablan. Que se dirigen a oyentes, lectores o televidentes que no saben de lo
que leen, de lo que hablan o lo que observan; pero como no quieren pasar como
“boludos” y sí por “expertos”, repiten los que esos mercenarios “afirman” como
si fuesen ellos los que han sacado esa “bendita conclusión”.
De esa manera se “construye” un analfabeto funcional;
un mediocre.
Hay que reconocer que, en esta cuestión, el
imperialismo ha logrado cierto éxito, ha logrado contar con masas movilizándose
en su favor, lo que no es poco ya que nuestra principal fuerza radica en la
unión de todos los que son afectados por ese enemigo fundamental. Impedir esa
unión es vital para que el criminal sistema continúe funcionando como criminal
sistema.
Pero eso no es todo, la cosa se complica más cuando
vemos que ese dominio cultural, pensado para mediocrizar a la gente, también
ingresa por la puerta, como en su casa, dentro de la mente de los sectores
progresistas, que no compran todo, por supuesto, pero que aceptan utilizar en
sus análisis las “herramientas” camufladas, que el imperialismo decide que
utilicen, dejándole, obvio es, que sólo cambien las palabras del discurso, pues
allí no les preocupa tanto el nivel de agresividad hacia él ya que, en los
papeles, dicen lo que quiere que digan.
Daremos ejemplos.
Todos los economistas, desde una respetable posición
de izquierda o progresista hasta una nefasta postura a favor de los monopolios
se refieren, unánimemente, a un fenómeno de la economía burguesa que se
denomina inflación.
En general, si uno les preguntara ¿qué es inflación?
Se encontraría con muchas definiciones diversas e incluso contradictorias. Se
observaría que se han creado “sucursales” de la inflación como, por ejemplo: “inflación de costos”.
Se observaría, con claridad, cómo se confunde la Economía Política ,
que es una ciencia, con los
registros de una contabilidad cualquiera que
es una técnica.
En general, estas y otras cuestiones surgen porque,
los analistas económicos, tanto de izquierda o de derecha, utilizan los mismos
parámetros, las mismas categorías, y sólo se diferencian por las terminologías
aplicadas a la explicación del fenómeno.
Es importante, entonces, señalar con claridad, en
primer lugar, de dónde surgen esos parámetros, esas categorías que se utilizan
en una ciencia social como algo “neutral”, como una “herramienta común”,
otorgándole de esa manera, “validez” al análisis.
¿A nadie le
resulta extraño que quienes más acento colocan para regular procesos
inflacionarios, para que “no se desborden”, para que se controlen gastos y
recursos, sean los órganos predilectos de las grandes corporaciones, como lo
son, por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otros?
Desde ya que la inflación es un problema, pues la
terminan pagando –relativamente- los más débiles; entonces: ¿Libramos acaso una
lucha “unitaria” junto a los imperialistas sin darnos cuenta? ¿Una lucha donde
coincidimos con nuestros destructores enemigos en que el mal común es la
inflación?
En primer lugar debemos utilizar herramientas de
análisis científicas, herramientas que no provengan de las usinas generadoras
de falsas categorías y conceptos que provienen del imperialismo.
El primer paso es salir del dominio cultural al que
nos han sometido con éxito y sacarnos de encima las vulgares terminologías como
“inflación de costos” o “modelo”; “burbujas” y otras “genialidades”; también
sacarnos de encima la aplicación de conceptos correctos a otros fenómenos que
nada tienen que ver con lo que se define:
por ejemplo llamar “inflación” a la “carestía”, fenómenos generalmente
opuestos, aunque posean efectos parciales parecidos.
Vamos a definir en primer lugar qué es “inflación”
como categoría económica: Y ya que en la coyuntura estamos daremos algunos
ejemplos de estos últimos meses.
¿Qué sucede con el precio del tomate si hay una
cosecha que supera al consumo en la economía capitalista? En general, el precio
del tomate “baja”. A la inversa, si la cosecha es mala, en general, el precio
del tomate sube. En el capitalismo opera, como ley especulativa, la ley de la
oferta y la demanda. Por
tanto, eso que sucede, sucede como “algo lógico”.
¿Quién se beneficia y quién se perjudica con esas
alteraciones que pueden surgir de períodos estacionales o de desastres
climáticos?
Vamos a recorrer el camino inverso comenzando con el
consumidor: el comportamiento del mismo indica que a menor precio consume más
tomates que con mayor precio, ya que posee la opción de comprar o no el
producto. Podemos decir que las variaciones de la oferta y demanda no afectan
más allá de los momentos en que esas situaciones se producen, es decir, no se extienden en el tiempo como un factor
fijo.
¿Qué pasa con el comerciante? Vende más a menor precio
con menor margen y vende menos a mayor precio con mayor margen. Tampoco se
pueden allí observar modificaciones sustanciales. Incluso corre menos riesgos
con un producto perecedero cuando hay escasez del mismo.
¿Qué pasa con los quinteros? En los períodos de
escasez, los que han logrado una buena cosecha (donde no afectó el clima) se
fortalecen temporalmente, en cambio, aquellos que cultivaron en áreas donde se
produce un desastre climático ven perder en ese año el esfuerzo realizado. Y
dependerá de la magnitud de su empresa
para mantenerse o desaparecer como “productor” (O del apoyo del Estado, es
decir, de todos nosotros).
Lo que intentamos señalar es ¡Que culpa tiene el
tomate! en esas variaciones producidas por la naturaleza o por la falta de
previsión o tecnología. Lo que queremos señalar es que: porque el tomate se venda
más caro por las razones expuestas, eso no
es inflación.
Mucho menos es
inflación cuando los grupos concentrados fijan precios de monopolios sobre los
productos básicos y con ellos actúan sobre la economía como formadores de
precios de monopolios.
Allí no entra siquiera en juego la especuladora Ley
de oferta y demanda. Lo que allí entra en juego es un acuerdo
político-económico entre esos grupos concentrados con el principal objetivo de
incrementar sus cuotas de ganancias y también en el de “desestabilizar” a
gobiernos “populistas”, haciéndolos
responsables de lo que ellos, los grupos concentrados hacen: desabastecer y
encarecer.
Es decir, fijan los precios incrementados
arbitrariamente en las bases de las cadenas productivas, alimenticias, de servicios
y financieras. De esa manera, los siguientes eslabones se encargan de
transportarlos hasta el consumidor final, agregándoles, en esa ruta, una
pequeña parte para ellos.
Definimos a “inflación” como “el exceso de papel moneda que
circula por arriba de las necesidades reales”. Para tratar de ser
claros recurrimos a la abstracción y con ella a un ejemplo extremo simplificado
pero exitoso por su claridad y brevedad:
Suponemos un país donde todos los bienes que posee son
100 inodoros y todo el circulante son 100 billetes de un peso, o sea 100 pesos.
A la pregunta ¿cuál es el precio de cada inodoro? La respuesta sería: “un
peso”.
¿Qué pasaría en ese país imaginario si se emiten 100
pesos más sin modificar la cantidad de inodoros existentes? Es decir, se emiten
100 pesos y no se produce nada. La respuesta que el precio sería: “dos pesos”.
Los escasos habitantes de ese país imaginario entran
en guerra y se arrojan los inodoros por la cabeza. Al llegar la
paz recuperan los sanos y observan que quedaron 50, la mitad. Concentrados
en la pelea no emitieron un solo peso más; ¿cuál es el precio entonces de los
inodoros? La respuesta sería: “dos pesos”
La ventaja de trabajar sobre la coyuntura es que no se
requiere ser tan “académico” con las terminologías, por eso el ejemplo de los inodoros. Pero ese ejemplo
es contundente.
Cierto que la realidad es mucho más compleja, tanto
que los “especialistas” suelen perderse dentro de ella. El fenómeno que ocurre es
el del inodoro, después agreguemos desodorante, papel higiénico, lavandina,
etc. Pero la no cambia su esencia.
Es por ello que la inflación les preocupa de
sobremanera al imperialismo, pues ella carcome las bases en las que se
encuentra montado. Otro ejemplo simplista sólo para muestra: si la inflación
hace perder valor a la moneda ¿quién pierde? El que posee esa moneda. Y en un
mundo donde 89 personas poseen dinero y bienes equivalentes a los que poseen 3
mil millones de hombres y mujeres más pobres ¿quién se resiente más sin
“ajustarse el cinturón”? La realidad es más compleja, pero el fenómeno es el
mismo. La complejidad existe y si no se la aparta para ver el fenómeno que la
origina, termina confundiendo.
Señalaremos al pasar algunas diferencias enormes entre
lo que es inflación y lo que es carestía. Y con ello volvemos a afirmar que lo
que nos está sucediendo, no es un proceso inflacionario sino netamente
especulativo. No es inflación, es
carestía, que no es lo mismo.
La inflación es
un cáncer para el capitalismo, cuyo Estado burgués emite sea para enfrentar
conflictos como guerras internas, locales o regionales, o emite para cubrir sus
déficit provenientes de su incapacidad/complicidad administrativa. En ambos
casos la emisión no posee una contraparte. En circulación va a existir más
dinero por igual o menor cantidad de bienes. Debilita al Estado en su conjunto.
En cambio, la
carestía originada exclusivamente por el imperialismo (léase grupos
concentrados), es una panacea para estos grupos, que incrementando los
precios obligan a los gobiernos a emitir para evitar que no falte dinero
circulante para las operaciones cotidianas. En este caso se emite para mantener
el equilibrio, más dinero como consecuencia del mayor precio fijado. Debilita al gobierno que se ve obligado a
emitir por no poder controlarlos.
Efectos opuestos nos llevan a
deducir que colocarles la categoría de inflación a la carestía, considerar que
inflación y carestía son sinónimos, es una gran torpeza.
Actúan más como antónimos como mostramos en los dos párrafos anteriores.
Además, considerarlos parte de un mismo fenómeno contribuye eficazmente a
señalar que: si los trabajadores pedimos un buen incremento de salarios ello es malo
pues va a trasladarse a los precios, pues el salario produce “inflación”.
Crítica
breve a las teorías burguesas del dinero.
En las publicaciones burguesas se ha perfilado
con nitidez una serie de tendencias muy dispares en la interpretación del
dinero. Sobre sus diferencias estas teorías contienen algunos rasgos que la
unen.
En primer lugar,
distintas teorías burguesas del dinero intentan revelar la naturaleza del
dinero basándose en una u otra función del mismo, identificando, de hecho, la
esencia del dinero con algunas de sus funciones.
Además, la
mayoría de estas teorías oculta la naturaleza mercantil del dinero, su origen
como valor y, por consiguiente, también el papel del trabajo en la formación de
la riqueza, cuya materialización es, precisamente, el dinero.
Teoría metálica del dinero:
La primera de las
teorías burguesas en torno al dinero fue la llamada teoría metálica del dinero.
Entre sus
creadores figuraron los economistas que representaban, en la economía política
burguesa, la tendencia denominada mercantilismo. Los mercantilistas
identificaban la riqueza con el dinero, y el dinero con los metales preciosos
que supuestamente son dinero por su naturaleza.
Los adeptos de la
teoría metálica del dinero menospreciaban así la esencia socioeconómica del
dinero.
El Mercantilismo
fue una tendencia de la economía política burguesa y de la política
económica de los estados en la época de la acumulación originaria del capital,
durante los siglos XV a XVIII. Reflejaba los intereses del capital comercial
cuando éste todavía se hallaba unido al capital industrial. Los mercantilistas
consideraban que la ganancia se crea en la esfera de la circulación y que la
riqueza de las naciones se cifra en el dinero. De ahí que la política
mercantilista tendiera a atraer al país la mayor cantidad posible de oro y
plata.
Los primeros
mercantilistas, Stafford entre ellos,
insistían en que se prohibiese toda exportación de dinero del país. Lo
que ellos se proponían era acumular dinero en el país por todos los medios,
exportando mercancías fundamentalmente.
Con el
crecimiento de las formas capitalistas de la economía y la ampliación del
comercio exterior, se hizo cada vez más evidente la inconsistencia de la
política que veía su objetivo en retener el dinero de la circulación.
Frente a la
política de la balanza monetaria activa, se presentó la política de la balanza
comercial. Sus partidarios eran también mercantilistas, posteriores a los de la
balanza monetaria, entre ellos Mun y Serra. Según ellos, el Estado ha de poseer
un saldo activo en la balanza comercial, la importación de mercancías no debe
superar a la
exportación. Para que así fuere se estimulaba el desarrollo
de la industria que producía para exportar.
El mercantilismo
consideraba que la fuente de la riqueza radica en el comercio exterior, y como
quiera que fuera, eran los artesanos los que suministraban las mercancías que
se exportaban, se llegaba a la conclusión de que era indispensable fomentar la
producción artesanal.
La producción
capitalista estaba en sus comienzos y las ideas de los mercantilistas se
hallaban condicionadas por el nivel de desarrollo económico de aquella época.
El mercantilismo comienza a descomponerse a mediados del siglo XVII dado que, a
medida que el capitalismo progresa, la forma principal de aumentar las riquezas
va siendo la producción capitalista.
El mercantilismo,
según Marx, fue la prehistoria de la economía política. “La verdadera
ciencia económica moderna empieza tan solo cuando la investigación teórica pasa
del proceso de circulación al proceso de producción”
En su tiempo, la
política del mercantilismo fue progresiva, contribuyó a desarrollar las
primeras grandes empresas capitalistas: las manufactureras; facilitó el
progreso de las fuerzas productivas, la victoria del capitalismo sobre el
feudalismo.
Al mercantilismo
como corriente del pensamiento económico de la burguesía, le sucede la teoría
de los fisiócratas.
Teoría nominalista del dinero:
Al desarrollarse
la circulación monetaria, surge la necesidad de explicar no sólo la naturaleza
del papel moneda, sino también fenómenos tales como la inflación, la crisis de
divisas, etc.
Sobre esta base
surge la teoría nominalista o estatal del dinero, según la cual el dinero no es
mercancía sino una unidad monetaria de cuenta y, por consiguiente, carece de
valor propio.
Al negar la
naturaleza mercantil del dinero y declararlo signo nominal, los partidarios de
esta teoría aseveran que es el Estado el que determina la capacidad adquisitiva
del dinero. Los representantes de esta teoría enfocan la definición del dinero
de un modo unilateral, tratando de reducir la esencia del dinero a sus
funciones como medio de circulación y pago, cuando el dinero puede
representarse por signos.
Teoría cuantitativa del dinero:
Indica que la
magnitud del valor del dinero depende de su cantidad en circulación. Según los
representantes de esta teoría, el dinero carece de valor y adquiere su
“capacidad adquisitiva” tan sólo en la esfera de circulación.
De hecho, los
adeptos de esta teoría veían en el dinero apenas un medio de circulación,
pasando por alto la circunstancia de que esta función del dinero puede
cumplirse únicamente porque sirve de medida de valor; como medida de valor el
dinero actúa antes de ser puesto en circulación y gracias sólo a que posee
valor.
La afirmación de
que el valor del dinero depende de su cantidad en circulación, parte del
supuesto erróneo de que en la circulación puede hallarse cualquier cantidad de
dinero real. De hecho, los partidarios de esta teoría, extienden las leyes de
la circulación del papel moneda a la circulación del dinero real, del dinero
oro.
Conforme a esta
teoría, el nivel de precios se determina por la cantidad de dinero en
circulación y cuanto más elevado es el nivel de precios tanto más bajo es el
valor del dinero, es decir, su capacidad adquisitiva.
Teoría cuantitativa desarrollada del dinero:
Es una variante
de la anterior que procura establecer la dependencia entre: la cantidad de
dinero en circulación y la magnitud de la renta nacional.
Según sus
seguidores, la causa principal de la subida de precios es el aumento de los
ingresos, en primer lugar, del salario. De allí la conclusión acerca de la
necesidad de “congelar” el salario.
Teoría de la divisa regulada:
Es una variante
singular de las teorías nominalistas y cuantitativas cuyo más destacado
representante ha sido Keynes.
Conforme a esta
teoría, el papel moneda es una “divisa regulada”, por lo cual se le debe dar
preferencia frente al dinero metálico.
Los partidarios
de esta teoría ven en la circulación del papel moneda un medio importantísimo
para regular la economía capitalista por parte del Estado. En su opinión, el
Estado es capaz de regular la circulación del dinero, el nivel de precios y, a
través de ellos, la demanda de las mercancías y toda la marcha de la producción
capitalista, lo que puede conducir a liquidar las crisis y el desempleo.
La Escuela de Chicago.
La expresión máxima del pensamiento económico de “libre mercado” fue
desarrollada en el siglo XX en la denominada “Escuela Económica de Chicago.
Fueron sus líderes George Stigler (premio Nobel de Economía 1882) y el
trágicamente famoso Milton Friedman (Premio Nobel de Economía 1976). Integraron
la escuela como profesores Theodore Schultz (Premio Nobel de Economía 1979),
Merton Millar (Premio Nobel de Economía 1990), Ronald Coase (Premio Nobel de
Economía 1991), James Heckman (Premio Nobel de Economía 2000) y Roger Myerson (Premio Nobel de Economía
2007).
Todos economistas vulgares que, dentro de la lógica del modo de
producción capitalista, reciben por serlo su máximo galardón, el bastardeado
premio Nobel de Economía. (Ver el desarrollo del tema los economistas vulgares
y sus reflejos en los premios Nobel).
Además de sus líderes encontramos, en la escuela de Chicago a
personajes tales como Paul Samuelson quien fuese el principal formador de
estudiantes de la carrera de economía en casi todo el mundo y, en especial, en
nuestro país. La cultura y la ciencia en manos de vulgares apologistas de
intereses económicos de los monopolios.
Todos los organismos internacionales, desde el Banco Mundial, el Fondo
Monetario Internacional, el Club de París, el Consenso de Washington, los
Bancos Centrales de los gobiernos sumisos y “carnales” y los ministerios de
economía de países centrales y dependientes siguieron al pie de la letra las
indicaciones de los promotores del monetarismo y del libre mercado.
La escuela monetarista del vulgar y depredador Milton Friedman se ocupa
de analizar la “oferta monetaria” y la forma en que esa oferta afecta a los
precios, a la producción, al empleo, al salario, etc.
En realidad, lo que hace Friedman es revitalizar la teoría cuantitativa
del dinero. El dinero, según ésta “actualización” es considerado como el
resorte fundamental que puede provocar cambios en la coyuntura actuando, a la
vez, como el mecanismo interno estabilizador de la producción capitalista, en
oposición a la
doctrina Keynesiana en donde “el dinero no es importante para
el desarrollo económico”.
La escuela de Chicago analizaba a la demanda de dinero como la demanda
de cualquier otro bien (de zanahorias, por ejemplo). Afirmaba que la demanda
depende de la riqueza de cada individuo (de su nivel de ingreso) y del precio
relativo del bien en cuestión. Consideraba que la demanda de dinero dependía
de la riqueza que se posee entre otras
variables como el tipo de interés y el nivel de los precios o de cualquier otra
que reporte utilidad.
Analiza la demanda total de dinero y la oferta monetaria otorgando el
poder a las autoridades económicas de poder fijar la oferta nominal sin
intervenir en los precios o en sus efectos sobre los precios, controlando la
cantidad de dinero que se emite.
Desarrolla simplistas conclusiones como son: si se crea demasiado
dinero la gente intentará eliminar el exceso comprando bienes y activos; si hay
pleno empleo el aumento del gasto incrementará los precios locales y hará que
la balanza de pagos sea negativa, depreciándose la moneda y como consecuencia
entonces se incrementarán también los precios importados.
Si se compran activos financieros (bonos, títulos, etc.) ello produce
el aumento de valor de esos activos, y ese incremento de precios reduce el tipo
de interés vigente y esa reducción del tipo de interés vigente estimula la
inversión y la mayor inversión genera un aumento de la actividad económica y la
mayor actividad económica genera aumento de los ingresos y el aumento de los
ingresos genera demanda de dinero real y esa demanda de dinero real provocará
el incremento de los precios y ese incremento de los precios se encargará de
reducir el dinero real en circulación y provocará el aumento de los ingresos
que incrementa la demanda de activos financieros. Todo pasa por el dinero.
Una sola cosa rescatamos de la escuela de Chicago, que la inflación es
un fenómeno monetario. Pero sus causas son las que analizamos cuando tocamos
ese tema, no como lo enfocan los economistas vulgares neoliberales de Chicago
sino como lo enfocaron los economistas liberales clásicos como W. Petty. A
partir de ellos, todos los economistas burgueses son crecientemente vulgares.
LOS ECONOMISTAS VULGARES Y SUS REFLEJOS EN LOS PREMIOS
NOBEL
En el año 1969, el
Banco Central de Suecia cumplió 300 años, lo que lo constituía en uno de los
bancos centrales más antiguos, e iniciaba, como parte de su celebración, el
“PREMIO DEL BANCO DE SUECIA EN CIENCIAS ECONÓMICAS EN MEMORIA DE ALFRED NOBEL”,
encargándose de “financiar” el mismo, cuyo valor era de diez millones de
coronas suecas (un millón de Euros).
Para sacar del
medio las palabras que determinan su verdadero origen y ocultar su vulgaridad,
no se hizo habitual mencionar: “BANCO DE SUECIA” y menos habitual usar las
palabras “CIENCIAS ECONÓMICAS”. Por ello, mediáticamente, se lo define de
manera simple, como el “PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA”.
Y es a partir de
1969, que todos los meses de octubre, el Banco de Suecia “aporta” el dinero
mencionado para ser entregado, “Fundación Nobel” mediante, al más “ingenioso” y
”funcional” “investigador” sobre
“presuntos fenómenos económicos” tan alejados de la ciencia como de la realidad
objetiva, como leeremos en este capítulo.
De esa manera,
mediante la entrega de los Nobel de “Economía” financiado por un Banco, sus
destinatarios suelen (como vamos a observar en todos), ser “monetaristas”,” o
“neo monetaristas”, “keynesianos” o “neo keynesianos”, “clásicos” o “neo
clásicos”, además “pioneros”, “jugadores”, “adivinos”, “fabuladores”, etc., y
ser “occidentales”, es decir, ser estadounidenses o ingleses y en especial
varones y saber armar ecuaciones complejas como buenos matemáticos. Pero
cualesquiera sea la razón de “haber merecido estos personajes ese controvertido
premio”, hay dos grandes ausentes: la Economía Política
como ciencia y la las Leyes
que la rigen, es decir, está ausente el razonamiento científico y la búsqueda
de la verdad.
Y, en compensación
a esas ausencias hay dos grandes presentes: la vulgaridad y la apología al
sistema capitalista, a veces, con críticas livianas como para “demostrar”
cierto equilibrio académico.
A diferencia del
PREMIO NOBEL DE LA PAZ (que trata de compatibilizar el bien con el mal), el
premio de Economía es el más hipócrita y criticado y pese a que las críticas al
mismo son abrumadoras y casi todas cuestionan su supuesto carácter científico,
es el premio que más publicidad recibe de los grandes medios de comunicación
(en manos de los monopolios) y de los grandes “centros del saber” como lo son
las universidades de la mayor parte del mundo, que han proyectado a sus
profesores más “originales” como candidatos y luego agregado al “prestigio” de
sus instituciones el contar con uno o más Nobel en sus filas.
Hasta el 2011, 68
economistas vulgares han recibido el premio Nobel de “Economía”, 67 son hombres
y sólo una mujer que recibe un tercio del premio.
Este comentario que
desarrollamos a continuación es válido para todos premiados con el Nobel de
economía: no estamos subestimando si han producido aportes a las investigaciones
específicas que han efectuado ni que no posean un sólido conocimiento de las
matemáticas o de otras disciplinas. Sólo afirmando que no están tratando a la Economía Política
como ciencia, que no utilizan, ni reconocen, ni aceptan sus leyes, que se esfuerzan
por ocultar la realidad e intentan hacerlo reemplazándola por teorías o
desarrollos efímeros, que la propia realidad se encarga de desenmascarar.
Estamos afirmando que colocan sus conocimientos con al menos dos fines: el
primero y principal es tratar de justificar y perpetuar el sistema capitalista,
haciendo apología del mismo, ocultando su carácter criminal y destructivo y
presentando teorías que se convierten en “modas” reproducidas por los grandes
medios de comunicación en manos de los monopolios y por los “centros del saber”
que incluye a las universidades de gran parte del mundo; el segundo es lograr
una mejor calidad de vida personal y quedar registrado en la historia chica y
de muy corto plazo como un “brillante economista”. La diferencia entre política
económica y Economía Política es, tan extensa como la Tierra del Sol, es una
distancia ideal, pero aproximarse demasiado a creer que es lo mismo (o a
hacernos creer que es lo mismo), equivale a poner en un igual nivel a dos
conceptos muy distintos. La Economía Política , como ciencia, estudia el
desarrollo de las relaciones sociales de producción a través de la historia,
desentrañando las leyes que rigen tal desarrollo, la otra, la aplicación de
políticas económicas dependerá de qué intencionalidad contienen esas políticas,
a qué intereses responden, qué es lo que pretende proteger y perpetuar,
independientemente de lo que muestren las leyes económicas y la historia.
Ciencia versus
vulgaridad sería la
síntesis. Este trabajo, lamentablemente, está destinado a la
vulgaridad.
1969.
Era obvio que el
primer premio Nobel instituido por el Banco Central de Suecia en su 300
cumpleaños sea otorgado dentro de su zona, su área de influencia, por lo tanto
lo reciben un noruego: Regnar Anton Kittil Frisch y un neerlandés de nombre más
modesto: Jan Tinbergen.
Frisch desarrolló
la econometría trabajando con
“series de tiempo” y “análisis de regresión lineal” y elaboró una “teoría de la
producción”. Jan creó modelos
estadísticos para probar tesis económicas y desarrolló medio centenar de
ecuaciones complejas que explicaban los ciclos económicos en los EEUU. Y
desarrolló el brillante concepto de que si se quiere ser eficiente los
instrumentos a utilizar deben ser eficientes. Acordemos lo siguiente un albañil
puede hacer mejor su trabajo sobre la mezcla si utiliza una pala nueva y firme,
en cambio le sería más dificultoso utilizando una pala gastada y algo
desarmada. Y también lo haría mucho mejor, mucho más eficiente su tarea, si
utiliza una mezcladora en vez de pala. Y si la mezcladora que utiliza es de
“última generación” el resultado de su trabajo no sólo sería mayor, sería menos
pesado. ¿Es necesario desarrollar “conceptos” tan obvios como que para ser más
eficiente es necesario utilizar instrumentos eficientes? La Economía Política
es una ciencia histórica que contiene desde el inicio “series de tiempo” que
estudian las leyes que rigen las relaciones de producción entre los hombres no
entre hombres y cosas. A los estudios señalados en este primer Nobel bancario
se los resumió como “modelos dinámicos”
que se desarrollaron para ser aplicados al análisis de los procesos económicos
y a sus autores como “pioneros”
1970.
Este año, el
segundo desde la institución del premio Nobel a los economistas apologistas y
defensores del sistema capitalista, el “galardón” es entregado al economista
Paúl Samuelson, uno de los más brillantes economistas vulgares luego de Keynes.
Perteneciente a lo que se denominó la “escuela neoclásica” Samuelson se doctoró
en “economía” en la Universidad
de Harvard y desarrolló estudios en muchos campos como son el comercio
internacional, el crecimiento de las economías, el estado de bienestar, la
distribución, utilizando para ello las matemáticas, a tal punto que se lo
denominaba “economista matemático”.
Se lo considera el
“padre” de la economía moderna” y su libro, que se denominó “Curso de Economía
moderna” fue el más usado por casi todas las universidades del mundo,
utilizando el lenguaje de las matemáticas, para los diferentes campos en que divide
la economía y de allí surgen los conceptos “comportamiento maxificador de
agentes”; “estática comparativa”; “teoremas operativos”, analogías
subyacentes”, “curvas de indiferencia” y otros tantos que fueron distribuidos
en los centros del saber y de los domicilios de estudiantes que adquirieron
esos cinco millones de ejemplares que se vendieron y que de alguna manera
expresan bajo qué ideología se formaban los “futuros economistas”. El premio se
sintetiza en haber desarrollado la teoría económica estática y dinámica y
“elevado” la calidad del análisis en la ciencia económica.
Los objetivos que
se planteaba Samuelson eran por demás claros, por ello a continuación se harán
referencias a ellos considerando textualmente los expresados por su autor, a
efectos de eliminar cargas subjetivas que siempre están presentes en las
críticas.
Definía Samuelson: “El
análisis económico es el auxiliar indispensable para aquellos que aspiran a las
reformas sociales y QUE DESEAN PRESERVAR Y CONSERVAR EL SISTEMA HEREDADO”
Claros conceptos de
Samuelson, uno de los pocos lúcidos economistas vulgares que se ha esforzado
intelectualmente para justificar el capitalismo en su fase superior y última:
el imperialismo o capitalismo monopolista con predominio de la oligarquía financiera,
se ha esforzado para tratar de sostener este modo de producción, se ha
esforzado en ocultar que el capitalismo es el más sanguinario y cruel que de
las formaciones económico sociales que ha conocido la humanidad.
Samuelson refleja
en esa frase el verdadero objetivo del “análisis económico” desarrollado para la burguesía: preservar y conservar el sistema heredado.
Los economistas
burgueses suelen ser golosos, por eso reflejan a los resultados de los actos
económicos como una “torta” o “pastel” que luego hay que comer entre todos, o
distribuir entre todos. Utilizando la categoría “científica” “torta”, desarrollaremos algunos de los planteos de
este economista “estrella”.
Para “preservar” el
sistema Samuelson afirma que es mejor “tener una torta más chica pero mejor
distribuida” (distribuida más equitativamente) y propone reformas que no pueden
ser llevadas adelante “por aficionados” sino por “científicos”.
Antes de entrar en
las reformas propuestas diremos: ¿Por qué hay que tener una torta más chica
para distribuir más equitativamente? ¿No sería mejor hacerlo con la que ya
existe, que se supone más grande? Es
obvio que si un país tiene un PIB de 100 (una torta de 100 kilos) y 100
habitantes podría distribuir un 1% por habitante ¿Por qué para distribuir mejor
la torta hay que hacerla más pequeña? Si bajamos la torta a 70 a cada uno le
correspondería un 0.7% un 30% menos. Lo extraño del caso es que un aficionado
se daría cuenta inmediatamente de esta absurda condición, por eso Samuelson
insiste en no quiere aficionados a su alrededor, sólo “científicos” que posean
una inteligencia cercana a la de él y, esto va por nuestra cuenta, que sean
capaces de generar confusas teorías, supuestamente científicas, necesarias para
esconder la verdad (aunque en parte sea inocultable y lo pongan en evidencia),
con el objetivo claramente manifestado de “conservar el sistema heredado”. En
general, tanto Samuelson como otros economistas vulgares de menor
trascendencia, asumían que el capitalismo era el último eslabón de un proceso
histórico. Todo sabemos que la historia es unidireccional, que va hacia
adelante.
Si el capitalismo
es el “último eslabón de la historia” ¿qué sentido tiene conservar lo que por
su propio destino se conserva? Contradicciones que quizá los aficionados
detecten y por lo tanto determinen que se puede seguir avanzando, que el
capitalismo no es la última etapa de la historia sino, simplemente, la última
etapa de las sociedades basadas en la explotación del hombre por el hombre y en
la propiedad privada de los grandes medios de producción.
No obstante no se
debe desconocer globalmente los estudios que han efectuado estos economistas,
en especial Samuelson. Repito que definirlos como “vulgares” (originalmente
definidos por Carlos Marx) no debe confundirnos.
Son vulgares pues su intento no está en la búsqueda de la verdad sino en su
ocultamiento, lo que no significa, como veremos a continuación, que todas sus
propuestas carezcan de razonabilidad.
Samuelson comenzaba
aclarando que una mejor “distribución de la torta nacional” debe ser resuelta
“sin revolución social”. No es necesaria –afirmaba- pues el capitalismo es “un
sistema cerrado donde predomina el movimiento hacia la abundancia” –y agrega-
“pues (el capitalismo) posee la capacidad de incrementar, con la máxima
eficiencia, la riqueza”.
Considera al
“Estado de Bienestar” como producto espontáneo del modo de producción
capitalista y afirmaba que, como
resultado de la distribución racional de los impuestos y de la ampliación y
desarrollo de la educación e instrucción pública, el capitalismo marcha a ir
eliminando la desigualdad entre los hombres y afirmando una mayor justicia. Al
no aceptar, o desconocer, u ocultar las leyes del modo de producción
capitalista, que se basa en la acumulación, concentración, centralización del
capital y predominio del capital financiero, este premio Nobel trata de
explicarnos que el capitalismo nos conduce a un futuro promisorio. Cuando
afirmaba esa falacia, este economista vulgar era el preferido por todas las universidades
del mundo, incluso por nuestra querida Universidad Nacional.
Es casi una ley;
para ocultar verdades importantes con cierto éxito hay que reconocer verdades
obvias. Samuelson afirma (reconoce) que la gran propiedad es factor de
injusticia, pero –aclara inmediatamente- que liquidar esa injusticia en base a
la confiscación es negativo, pues es imposible hacer coincidir a la justicia
con la eficiencia de la
producción. Es interesante este extraño razonamiento:
contradicción entre justicia y producción en un mundo que sólo puede subsistir
si se produce, no es un razonamiento menor, es algo así como esa brillante
frase de un político argentino de que “estamos condenados al éxito”, en este
caso, al ser necesario producir para que la humanidad continúa, Samuelson nos
afirma que “estamos condenados a la injusticia”. Para más claridad agrega: “La confiscación
demoraría el crecimiento y limitaría el libre desplazamiento del capital a
áreas más rentables”.
Él mismo reconoce
que se trata de una “contradicción” y para superarla (regresa a la gastronomía)
manifiesta que la necesidad de una torta mejor distribuida con la presencia de
grandes e inconfiscables grupos económicos es posible de lograr en la medida en
que se desarrolle una combinación entre la empresa estatal y la privada,
denominando a esa combinación “economía mixta”. Dicha economía –afirmaba- es la
única que sirve de base para sustentar el “Estado de Bienestar”. Y lanza esta concreta aseveración, textual,
“A través de los servicios públicos directos y a través de transferencias
bancarias, la economía mixta moderna es en realidad un gigantesco seguro mutuo
contra los peores desastres económicos de la vida” En la época en que el
“comunismo se comía a los niños”, de que si tenías una habitación vacía los
comunistas te iban a colocar una familia cualquiera a ocuparla, de que si
tenían una propiedad sea un auto, una bicicleta o un caballo los comunistas te
la iban a quitar, Samuelson se esforzaba en explicar que era mejor ceder un
poco antes de perderlo todo. Se esforzaba en ocultar que la propiedad que los
comunistas decían “confiscar” no era una habitación, ni un auto, ni menos un
caballo y una bicicleta, que la propiedad que se pensaba “expropiar” era en
realidad la propiedad de los grandes medios de producción logradas mediante el
saqueo de pueblos y la sobre explotación de trabajadores y que por lo tanto,
los comunistas eran, en realidad, expropiadores de los expropiadores. Samuelson
nunca incursionó en determinar y aclarar cómo se formaron las enormes fortunas
y cómo se continuaba concentrando el capital en menos manos. Sólo intentaba,
como Keynes, salvar al monstruo, manteniendo su “belleza” externa y mostrando
solo “algunas” de sus manifestaciones peligrosas. Y colocó todo su talento en
ello, debiendo, por tanto, enfrentarse con parte de los monopolios más
extremos. Pero siempre con buenos modales y amistosamente, por eso señala que,
pese a ser los EEUU el país más poderoso del mundo, su gobierno se encuentra en
dependencia de poderosas fuerzas económicas, considerando perjudicial el gran
poder que posee el complejo militar industrial.
En otros aspectos
Samuelson desarrolla la tesis de que la mayoría de los trabajadores prefiere
“un trabajo garantizado a ingresos garantizados” y en base a ello analiza
propuestas de otros políticos y economistas con relación al papel del Estado en
la generación de empleo. Podemos intentar traducir esa tesis: Agradezca el
trabajador tener empleo, no importa su paga si se lo garantiza. Siempre es
mejor ser explotado que marginado. Tan absurdo como creer que los premios Nobel
de Economía son neutrales y se le otorga a científicos.
1971.
Simón Kuznets
recibe el premio este año. Nació en Rusia, pero no es ruso sino ruso-americano,
una forma de definir a los que nacieron en otra parte pero son “más papistas
que el papa” en la adoptiva.
Llega a los EEUU
cuando tenía 21 años y se incorpora como estudiante en la Universidad de
Columbia. Desarrolló la hipótesis entre crecimiento económico y distribución
del ingreso alertando que dicho crecimiento no se puede medir a partir del PIB
“Per cápita”. Kuznets desarrolló en su país adoptivo el sistema unificado de
contabilidad para el estado. Y desarrolló el análisis de macroeconomía. El PIB
por habitante es, sin duda, un indicador que demuestra con qué riqueza anual
cuenta una nación para cada uno de sus habitantes suponiendo que perciben lo
mismo sin importar condición social, edad, niveles de educación, etc. ¿Para qué
sirve? Para saber que una sociedad cuenta con recursos suficientes para
satisfacer (o no) las necesidades de sus integrantes, y que debe mantenerlos en
el tiempo e incrementarlos. Pero no indica jamás de qué forma se distribuye ese
PIB global o total. El crecimiento del PIB va a estar asociado a la
distribución histórica que ha producido acumulaciones en un sector minoritario
y su periferia y fuertes carencias en otro mayoritario. El crecimiento en sí,
aunque se “distribuya mejor” no es suficiente para lograr reponer las
inequidades históricas, aún cuando esa mejor distribución se extienda algunos
años. El objetivo es claro, hacer creer que se puede mejorar el sistema, que la
inequidad surge como consecuencia de una mala distribución del crecimiento y no
de la
explotación. Desconoce , el que desarrolla la
macroeconomía, que en el sistema
capitalista siempre el salario relativo es menor, aunque el nominal lo sea e
incluso aunque el real también lo sea, pero con menor permanencia si es que se
logra. Por lo tanto siempre la pobreza
relativa va a crecer.
El premio Nobel de 1971
se hubiese sorprendido de los niveles de inequidad y pobreza que se registran
en el 2011 en su patria adoptiva.
1972.
Este año
repartieron el premio entre dos economistas: uno inglés, John Hicks y otro
estadounidense: Kenneth Arrow. Hicks, también integrante del grupo de los
neoclásicos (no en todos sus conceptos), consideraba que la economía es un “equilibrio” entre tres
mercados y los señaló: el mercado del dinero; el mercado de los bienes y el
mercado de los bonos. Fue su contribución más “importante” a la macroeconomía y
por ello recibe el Nobel 1972.
Lo interesante de este caso es que, un año después de
recibir el galardón es el propio Hicks el que reconoce que su modelo no posee
validez.
La síntesis es que
se le otorgan el premio por sus originales contribuciones a dos teorías (una de
ellas también desarrollada por Samuelson tal es así que se conoce como “modelo
keynesiano Samuelson-Hicks”: la teoría del equilibrio general y la teoría del
bienestar. Arrow, por su parte, ha buscado qué crear de novedoso y logra
introducirse en la “teoría de la decisión” y desarrolla el “teorema de la
imposibilidad” al que denomina, modestamente, “la paradoja de Arrow” que indica
que no es posible construir reglas para tomar decisiones político-sociales con
criterio racional.
Una premisa muy
interesante que desarrolla John Hicks es cuando trata el tema de la inflación:
señala que la misma no debe buscarse en los mecanismos monetarios, sino en “las
fuentes” que la determinan, señalando que son dos: inflación de demanda e
inflación de costos. Analicemos estas aseveraciones: si un trabajador solicita
incremento de sueldos produce inflación de costos; y si lo logra, produce
inflación de demanda, pues con un mayor poder adquisitivo pretenderá adquirir
más bienes. Obviamente lo no anuncia tan claramente, pero su conclusión es que
la solución reside en “obligar a los sindicatos a aceptar alguna forma de
“congelación” de los salarios. Merecido, sin dudas, el Nobel bancario para
Hicks.
1973.
Wassily Leontief es
ruso de nacimiento y estudió en Leningrado, pero no es esa la razón de haber
recibido el Nobel. Se doctoró en Alemania donde adquiere la nacionalidad y
luego se radica en los EEUU donde también adquiere la nacionalidad, pasando
previamente por China donde fue, en 1931, uno de los asesores del gobierno.
El premio es
otorgado en reconocimiento a haber creado el “método input-output” que se
inspira en la tabla económica desarrollada por Quesnay y toma algunos conceptos
de Marx, en especial sobre la circulación de la producción. Con
esos elementos y con la utilización de álgebra matricial desarrolla un “modelo
estático-operativo” aplicado a la estimación de los niveles de producción
sectorial.
1974.
El Banco les otorga
este año el premio a dos economistas, Gunnar Myrdal y Friedrich Hayek ya que
considera al primero (Myrdal) como “pionero” por sus trabajos sobre la teoría
del dinero y también por ser sueco, doctorado en la Universidad de
Estocolmo y preocupado por los niveles de pobreza que se manifiestan en los países
“subdesarrollados”. Es increíble ver la cantidad de economistas burgueses que
se encuentran “muy preocupados por los niveles de pobreza” sin mencionar qué
papel juega la burguesía en su conformación. Von Hayek posee mayor categoría:
este austro-húngaro es filósofo, antropólogo, historiador, jurista y economista
y es considerado como “el padre del liberalismo moderno”. Comenzó siendo
“socialista” partidario de la intervención del Estado pero muy pronto cambia
radicalmente de idea, en especial cuando asume una cátedra en la Escuela de Economía de
Londres.
No sólo criticó
furibundamente al sistema socialista sino que incluyó a Keynes como tal. Por
tal consecuente posición, complementada
por sus tesis en el campo de la teoría monetaria, de las fluctuaciones
económicas y de las interdependencias entre la economía y las instituciones,
recibe medio premio Nobel. Su principal “joya” es definir que el socialismo no
es posible por la “inexistencia de precios de mercado” y que hay una
contradicción insuperable entre “economía planificada y libertad
individual”.
Es una pena que
haya fallecido en 1992, si hoy viviera tendría que reconocer cuán equivocado
estaba o, si persistía en el error, debería afirmar que la República Popular
China , la
China Comunista , es capitalista.
1975.
Este año fue el año
de los matemáticos. El premio lo reciben Leonid Vitalievich Kantoróvich, un
matemático ruso que desarrolló el método de programación lineal aplicado a la
planificación económica. Lo comparte con el estadounidense (nacido en Holanda)
quien se especializó en econometría y en “resolver” los problemas en la
asignación de recursos. Obviamente el Banco se equivocó de rubro, lo adjudica a
la economía cuando se trata de matemática, por eso no hay nada que agregar y
por eso ingresa al premio un ruso que nació y murió en Rusia.
1976.
Este es el GRAN AÑO
para el Banco Central de Suecia, pues le otorga el premio a Milton Friedman,
quien actuó en todos los campos posibles en defensa del modo de producción
capitalista, comenzando con convertirse en el más firme defensor del “libre
mercado” en la época del monopolio.
Se refirió a la
macroeconomía, a la microeconomía, a la historia económica, a las estadísticas
sobre producción y consumo y, muy especialmente a la teoría monetaria y por su
“demostración” de la complejidad de la estabilización; por éstas dos últimas el
Banco le otorga el Nobel. Cuando recibió el “galardón” hubo en Estocolmo
manifestaciones en su contra, por ello manifestó que esos actos eran
organizados “por los comunistas que intentaron desacreditar a cualquier persona
que hubiese tenido la conexión más leve con el presidente Pinochet”
Desde la denominada
“escuela de Chicago” Milton Friedman da origen a una nueva versión de la teoría
cuantitativa del dinero, una “variante” de “concepción monetaria” sobre cómo
funciona la economía capitalista con un fuerte contenido apologista al sistema
y una fuerte oposición al keynesianismo. La culpa de los males no es del
capitalismo (expresa Yeager, otro monetarista); no lo son la inflación, ni el
desempleo, ni sus crisis, ni la balanza de pagos, pues esos puntos “no son
característicos del capitalismo como tal” sino que derivan de una política
monetaria defectuosa.
Los monetaristas,
en general, Friedman incluido, consideran que el capitalismo es un sistema
sólido y en constante crecimiento. Consideran que los fenómenos de crisis no
son generados por el sistema sino que es implantado desde fuera (“exógenos”),
fundamentalmente engendrado por las manipulaciones de los gobiernos al emitir
descontroladamente grandes masas de dinero destinadas a “estimular la demanda
global”.
Visto de ese
ángulo, las crisis no son del capitalismo, sino de “alguien” a quien logran
colocar nombre y apellido: “inestabilidad de las reservas monetarias”. Buena
ocasión para otorgar el premio Nobel bancario.
Milton Friedman
considera a los precios como la fundamental herramienta para la corrección del
mercado: “Los precios se ajustan más rápidamente que las cantidades (de
mercancías), por cierto tan rápidamente que la regulación de precios puede ser
considerada instantánea”. De acuerdo a esta “tesis” la intervención del Estado
carece de sentido. En cambio Keynes afirmaba que el mecanismo de ajuste de los
precios actúa tan lentamente que es mejor o posible no considerarlo.
Friedman compara
estas opiniones opuestas desarrollando un “modelo integrado por seis
ecuaciones”. A continuación las mencionaremos:
Ecuación 1. C/p = f
(Y/P, r) Referida al “sector real”
(función del consumo)
Ecuación 2. I/P =
g(r) Referida al “sector real” (inversiones en función tasa de interés)
Ecuación 3 Y/P =
C/P + I/P (o S/P = (Y-C)/P = I/P)
Referida al “sector real” en equilibrio (I = S)
Ecuación 4. Md = P.
l (Y/P, r) Referida al sector
monetario (demanda de dinero)
Ecuación 5. Ms = h
r Referida al sector monetario
(oferta de dinero)
Ecuación 6. Md =
Ms Referida al sector monetario
(equilibrio del mercado monetario)
C es gastos de
consumo; P nivel de precios; Y producto final; I inversión de capital; r tasa
de interés; f función de; S ahorro; Md demanda de dinero; Ms oferta de dinero.
El propio Friedman reconoce que el modelo “no es
completo” porque las seis ecuaciones contienen siete incógnitas que son “C”;
“I”; “Y”, “r”; “P”; “Md” y “Ms” y por ello continúa agregando otra ecuación
“que debe introducirse en forma exógena” y que significa aceptar la teoría de
los clásicos del “pleno empleo”.
En su enfoque
monetarista Friedman se refiere a tres variantes posibles de cambios temporales
en la tasa de interés: el “efecto liquidez”, vinculado a la fase inicial de la
alteración del “balance de cartera” (mas dinero que lleva a intensificar
compras por parte de los poseedores, lo que aumenta los saldos de caja y hacen
disminuir las tasas); el “efecto del ingreso” (esa fase “inicial” del punto
anterior debe ser sostenida por el incremento del ingreso y por una mayor
demanda de “capital de préstamo” que hace incrementar la tasa de interés y “el
efecto de anticipación de cambios de precios” (que actúa elevando aún más la
tasa de interés).
Para referirme en
términos poco académicos pero no por ello irreales: es una reverenda estupidez.
Y en términos un poco más elevado, el esquema desarrollado por los monetaristas
y en especial por la “escuela de chicago” (la minúscula es por su vulgaridad)
es una irreverencia al conocimiento científico, una representación patética, en
extremo superficial y especialmente deformada de los procesos y leyes reales
con que opera la reproducción en la formación económico social del capitalismo.
Lleno de ecuaciones
y cálculos estadísticos que intentan
convertir en leyes, la escuela de Chicago es la expresión más extrema de
vulgaridad y negación del análisis científico. Su principal gestor ha ganado
merecidamente el premio Nobel bancario.
1977.
Recuerdo que el
banco de Suecia instituye el premio en
“Ciencias Económicas”. Van 9 años y la Ciencia Económica
(la Economía
Política ) continúa sin aparecer.
Este año hay dos
agraciados: uno es sueco, Bertil Ohlin, profesor de economía que “descubre” que cada nación se especializa en la
exportación de bienes que produce con mayor eficiencia (“mejor dotadas desde el
punto de vista de los factores de producción utilizados”).
El medio premio es
por su aporte al conocimiento del comercio internacional. El otro agraciado es
el inglés James Edward Meade quien también se refirió al estudio de la teoría
de comercio internacional a la que agrega los “movimientos internacionales del
capital”. Su mayor antecedente es que discutió con Keynes.
1978.
Este año lo recibe
un estadounidense: Herbert Alexander Simon.
El premio se lo
otorgan por ser “uno de los investigadores más importantes en el terreno
interdisciplinario” y por haber contribuido a “racionalizar el proceso para la
toma de decisiones satisfactorias”.
Sostenía (lo que
denominó “racionalidad limitada”) que las personas intentan buscar una mínima
satisfacción, a diferencia del pensamiento de los neoclásicos donde tienden a
maximizar los resultados. En todo caso, afirmaba, una vez alcanzado ese mínimo
éxito, se puede ir creciendo poco a poco.
1979.
Un estadounidense y
un inglés forzado a serlo, (pues nació
en Santa Lucía) comparten el nombre William y el premio del banco de Suecia
este año.
William Schultz, el
estadounidense, lo recibe por sus investigaciones sobre economía agraria,
otorgándole a ésta mayor valor que a la industrialización.
Para William Lewis
las cosas fueron un poco más complejas, pues era negro nacido en esa colonia
inglesa, por lo tanto no pudo estudiar lo que él quería: ingeniería y se le
asignó, democráticamente, la carrera de administración de empresas, única
carrera que podían ejercer los de raza negra.
Se graduó con
honores y por ello recibió una beca que
utilizó para incursionar en “economía del desarrollo”.
Como algunas cosas
cambian, en 1963, cuando tenía 48 años, fue condecorado por la reina Isabel II
con el grado de Caballero. Recibida la condecoración, el mismo año, se muda a
los EEUU. En 1970 se lo envía a Barbados para crear, con otros, el Banco de
Desarrollo del Caribe y en 1979 el banco de Suecia lo recompensa con medio
premio Nobel.
1980.
Continuando con las
matemáticas este año se le entrega el premio Nobel bancario al economista
estadounidense Lawrence Klein, quien desarrolla el proyecto “link” creando
modelos “econométricos” para estudiar la economía de los países y estimar en
particular el flujo de capitales y el comercio mundiales.
1981.
Este año recibió el
premio un economista estadounidense muy conocido gracias a que un importante
sector de intelectuales y políticos progresistas se adhirieron con fervor, por
no ver el bosque, a su modelo, que incluía una propuesta de gravar los “flujos
de capitales”, nos referimos a James Tobin. Keynesiano.
Tobin consideraba
que el Estado debía jugar un papel fundamental en la economía, a efectos de
evitar recesiones y lograr ciclos productivos regulares. Para ello propuso un
nuevo modelo econométrico al que denominó, con gran originalidad, “modelo
Tobin”
Por ese modelo. que
abarcaba el análisis de los mercados financieros, del gasto, de los precios,
del empleo y de la producción recibe el premio del banco de Suecia. Tobin
asesoró a Kennedy, a la
Reserva Federal y a Ford entre otros asesoramientos, pero su
mayor dolor de cabeza fue ir explicando en cada entrevista que no dijo lo que
dijo sobre la “Tasa Tobin ”,
que se había convertido en una especie de meta utópica por un sector
progresista liviano y poco profundo, pues la propuesta tasa, la menciona
Tobin pues sabe que
es inaplicable, pues aplicarla, en función de la cantidad de veces que rota el
mismo flujo de capitales, aún a un uno por ciento, equivale a “confiscar” todo
el capital, cosa que no era ni remotamente intensión de Tobin y si lo fuese no
iba de ninguna manera a recibir el Nobel bancario, en particular porque el
Banco de Suecia se hubiese quedado sin fondos.
1982.
Otro economista
estadounidense, pero esta vez monetarista, de la Universidad de Chicago
y colega de Milton Friedman (Nobel 1976), de Arrow (Nobel 1972) y de Solow
(Nobel 1987) obtiene el premio Nobel
bancario, se trata de George Stigler que desarrolló las definiciones “economía
de regulación” y “economía de información” y se dedicó a buscar “conexiones” en
los mercados llegando a la conclusión que los mismos, cuando no son “transparentes”
producen altos precios y grandes beneficios a los poseedores de la información.
Entre sus sagaces
investigaciones encuentra que la regulación pública es utilizada por los grupos
de presión para utilizarla a favor de sus intereses, por lo tanto recomienda,
no eliminar los grupos de presión, sino que no haya intervención pública.
¡Excelente!
Sólo por esa
conclusión el Nobel bancario se le otorgó a la persona adecuada.
1983.
Gerard Debreu nace
en Francia pero se nacionaliza como estadounidense en 1975. Obtuvo una beca
Rockefeller y comenzó a trabajar en la Universidad de Chicago.
Se lo premia por
haber desarrollado “métodos analíticos” que incorpora a la teoría económica y
por haber “mejorado” la Teoría
del Equilibrio General de León Walras orientándolas a “economías competitivas”
1984.
Este año le tocó a
un inglés y, además, keynesiano. Los ingleses no ahorran en nombres, por lo
tanto Sir John Richard Nicholas Stone se llama el que lo recibe.
Trabajó sobre los
trabajos de Keynes referidos a modelos de contabilidad nacional y el premio se
le otorga pues se consideró que mejoró “sustancialmente” su base de análisis.
1985.
Se llama Franco
Modigliani y uno cree que por ello es italiano. Desde ya nació en Italia y a
los 21 años (1939) tuvo que abandonarla por su origen judío y por no querer
integrar la resistencia al fascismo. En 1946 se le otorga la ciudadanía y se
convierte en estadounidense de origen itálico. Sus estudios se centraban en el
ahorro y en los mercados financieros.
Los premios siempre
se adjudican “por ser pioneros” aunque cien economistas hayan desarrollado
antes esos temas. También trabaja con el modelo de Walras sobre el equilibrio
general del mercado junto con Hicks (medio Nobel 1972) y con Patinkin (cuyo
apellido no le ayuda a recibir un Nobel).
Este trío muestra a
la economía capitalista como un “sistema internamente coordinado”, donde se
pasa de un estado de equilibrio a otro estado de equilibrio de modo instantáneo
y sin daños. Y ello, descubren “los pioneros”, se logra gracias a haber
inventado “un vector de todos los precios equilibrados en todos los mercados
antes de iniciarse el cambio”. Y que ese vector “garantiza” una coincidencia
total entre oferta y demanda.
1986.
Otro
estadounidense, esta vez nativo de origen, recibe el Nobel bancario. Se trata
de James Buchanan.
Este economista
también es “pionero” en la teoría de la “elección pública” a través de la cual
unifica la “economía” con la “política” a través del Estado compuesto por la
suma de las voluntades individuales, es decir, por todos.
El premio lo recibe
por su contribución (pionera), sobre las bases constitucionales de la teoría de
adopción de decisiones económica-políticas.
A esta altura, por ser el premio número 18, en banco de Suecia ya
invirtió, en “embarrar la cancha”, 180 millones de coronas suecas (18 millones
de Euros)
1987.
Otro estadounidense
recibe el Nobel bancario: Robert Solow cuyo aporte para recibirlo se basó en
“sus contribuciones a la teoría de crecimiento económico”.
Esta vez la palabra
“pionero” no aparece ya que estudió con Leontief (Nobel 1973) y trabajó con
Samuelson (Nobel 1970) desarrollando sus ideas.
Se destacaron sus
estudios econométricos sobre inversiones de capital fijo y sobre el impacto de
la revolución científica técnica, en el incremento de la producción,
determinando en su esquema que el 80% del crecimiento de los EEUU era
atribuible a la utilización de técnicas de avanzada.
Su otra
“contribución” fue determinar que el incremento de la desigualdad social es un
“efecto lateral no deseado del crecimiento económico” y que se puede
contrarrestar aumentando la inversión en “capital humano” y compatibilizando
mayor productividad con mayor ingreso.
1988.
Este año le tocó a
Francia: El banco le otorgó el premio de economía al físico francés Maurice
Félix Charles Allais. Fue docente de la Escuela Superior
de Minas de París y director del Centro de Análisis Económicos de la misma.
Sus desarrollos
matemáticos sobre “el equilibrio y eficiencia de los mercados” y creador de “la
paradoja de Allais”. Este modesto científico se consideraba un “liberal
socialista”, práctica forma de ocultar su apoyo al capitalismo definiéndose
como lo que no es. También se lo considera “pionero” en desarrollar la “teoría
del riesgo”.
1989.
Que lo recibiera un
francés el año pasado puso mal a los escandinavos, en particular porque la
plata la ponen ellos, por eso este año el premio Nobel bancario se lo entregan
a un economista noruego, Trygve Haavelmo, de quien encontraron que había
realizado estudios que permitían “clarificar” (lo que significa que no era
clara) la “teoría econométrica” de “probabilidades y por sus análisis de
“estructuras simultáneas económicas” de la que debe haber sido “pionero”.
1990.
Fue un año difícil
para los que evalúan. En esos casos resuelven la dificultad otorgando el Nobel
bancario a los máximos candidatos posibles, que son no más de tres.
Los tres
estadounidenses, los tres monetaristas y los tres sobre trabajos “pioneros”
sobre teoría económica financiera. Harry Markowitz toca el mismo tema sobre el
que Tobin recibe el Nobel en 1981 y también Modigliani en 1985 e igual se lo
considera “pionero”.
Aceptando que ser
pionero significa iniciar algo nuevo profundizamos sobre sus estudios y
encontramos que, refiriéndose a la parte financiera (a la especulación según
nuestro limitado entender), determina “que no se puede obtener un beneficio
superior sin incurrir en un riego extra”.
Partiendo de la
base de que en muchas ocasiones hemos leído, en el sector “policiales” de los
periódicos de que un deudor mata a su prestamista usurero, aceptamos que algo
de razón tiene Harry, pero ello no le adjudica el calificativo de pionero.
El segundo es un
economista “anti-inventor” que trabajó con Modigliani (Nobel 1985). Afirmaba de
que “no es posible inventar una máquina de hacer dinero sin correr riesgos
permanentemente” Terminó siendo presidente de la Asociación de Finanzas
de los EEUU.
El otro tercio se
lo entregan a un economista “inventor”. Creo el “CAPM”, que consistía en un
modelo “pionero” que se podía utilizar para “fijar el precio “de los activos
financieros”. Aconsejaba al inversor a combinar valores de renta fija con otros
de renta variable, para ello inventó el “Sharpe ratio” método pionero para
analizar “el comportamiento del rendimiento
de una inversión en función del riesgo” (¡Qué lo parió, Mendieta!… diría
a su perro Inodoro Pereyra, un personaje de Fontanarrosa).
1991.
Este nuevo año el
banco le otorga el premio a un “descubridor” de los “costes de transacción“.
Luego de descubrirlos, se vio en la necesidad de “clarificarlos”.
Una vez que logró
descubrirlos y clarificarlos los aplica para el “funcionamiento de la
economía”. Ronald Coase es inglés y además “pionero” de la “nueva economía
institucional”.
1992.
Gary Becker, expresión
extrema de la economía liberal, de la escuela de Chicago, recibe el premio por
haber ampliado “el dominio del análisis macroeconómico a “un mayor rango” donde
ingresan los comportamientos de las personas “fuera del mercado”.
Buen Alumno de
Milton Friedman (Nobel 1976) y Theodore Schult (medio Nobel 1979), desarrolla
un “enfoque económico” que demuestra que los individuos actuamos de manera
racional (no como los gatos u otros animales).
También afirma que
la familia es una fábrica de bienes a los que denomina con originalidad “bienes
domésticos” entre los cuales se encuentra la comida y el alojamiento y que,
para producir esos bienes domésticos, se deben utilizar tiempo y bienes del
mercado. Merecido Nobel.
1993.
Este año el banco
premia a dos economistas estadounidenses, uno de Chicago y otro de Washington,
los dos historiadores; Roberts William Fogel y Douglass Cecil Nort.
El premio es por
haber “renovado la investigación de la historia económica” Y su “renovación” se
basa en que aplican, para “renovarla”, métodos cuantitativos que “explican el
cambio económico e institucional”.
Por ejemplo, Fogel
“demuestra” que la esclavitud en los EEUU era un sistema sólido y eficiente y
que su desaparición se debe a toma de decisiones políticas.
Además afirmó que
los ferrocarriles no eran un elemento importante para el desarrollo de un país.
North sostenía que
es en los cambios institucionales en donde hay que buscar el desarrollo
económico y no en los tecnológicos. Las “instituciones” son las que generan
superestructuras que permiten crear orden y reducir incertidumbres.
1994.
Este año comienzan
a prevalecer los juegos de los casinos para otorgar el Nobel bancario. Para el
“punto y banca” se premiaron a tres “pioneros”.
El matemático y
polaco alemán Reinhard Selten, que desarrolló un juego denominado “el caballo
de Selten”, encima se lo considera el “padre” de la “economía experimental”.
John Forbes Nash,
matemático y químico estadounidense, esquizofrénico, internado en varios
centros psiquiátricos por sus alucinaciones, pero de gran inteligencia,
desarrolló una tesis sobre “juegos no cooperativos”.
John Charles
Harsanyi, húngaro y empresario, aporta sus conocimientos a la teoría del juego
en matemática, desarrollando “el análisis de juegos de información incompleta”
1995.
Robert Lucas,
estadounidense, de la
Universidad de Chicago, introduce modelos microeconómicos
para sostener y justificar los modelos macroeconómicos. Es uno de los creadores
de la denominada “Teoría de las expectativas racionales” que “ayuda a
profundizar la comprensión de las políticas económicas”.
Desarrolló el
concepto que con modestia describió como “la Crítica de Lucas” en la cual sostiene que parece que hay parámetros estables que
deben ser considerados, como “la aparente relación entre inflación y desempleo”.
1996.
Un escocés, James
Alexander Mirrlees y un canadiense William Spencer Vickrey comparten el Nobel
bancario.
Ambos fueron
“pioneros” en contribuir a “la teoría económica de los incentivos, en
condiciones de información asimétrica”.
Vickrey saca como
conclusión de que las asimetrías en la información son frecuentes y por ello se
complican la toma de decisiones. También estudió sobre subastas de activos
siendo muy utilizado por los bancos dicho estudio.
1997.
Un estadounidense,
Robert Merton y un canadiense, Myron Scholes recibieron el premio por
desarrollar un “nuevo método para determinar el valor de los derivados”.
Merton fue “pionero”
en introducir el cálculo estocástico en la economía financiera. Aclaremos que
en la teoría de la probabilidad, un proceso estocástico es un concepto
matemático que se utiliza para caracterizar una sucesión de variables
aleatorias que evolucionan, en función de, la variable tiempo.
Por ejemplo se puede
este sistema utilizar para determinar el tiempo de espera en la cola de cada
persona que se va a aproximando a una ventanilla para ser atendido. Scholes
desarrolló el modelo Scholes junto con Merton para la utilización de
instrumentos financieros para calcular el precio de las opciones financieras.
El egoísta no le
colocó al modelo el nombre Scholes-Merton pues lo desarrollaron ambos, pero sin
duda, Merton quedó agradecido no haber sido incluido.
1998.
Amartya Sen, nacido
en la India ,
recibe el premio del banco por sus contribuciones a la “economía de bienestar”.
Este economista, sumamente preocupado (como el “pionero” en gerencia social
Bernardo Kliksberg) por la pobreza en el mundo, “demuestra” que el hambre no es
consecuencia de la falta de alimentos, sino
por la existencia de desigualdades en los “mecanismos de distribución de
alimentos”.
Fue “pionero” en
desarrollar el concepto “capacidad” incluyendo las variables de “libertad
positiva” que es la “capacidad real de ser o hacer algo” versus “libertad
negativa” que se centra en no interferir lo que otro haga, especialmente en
materia económica, lo que sería la “capacidad irreal”.
Señala, en uno de
sus escritos sobre hambruna que en Bengala, la libertad negativa de los
campesinos para comprar alimentos no estaba afectada, pero que igual murieron
de hambre, pues no estaban positivamente libres para hacer cualquier cosa, no
tenían, por ejemplo, ni la capacidad de alimentarse ni la capacidad de
mantenerse vivos (“de escapar a la muerte”).
Un premio Nobel
bancario al “progresismo” en un mundo donde hay hambre porque: “fallan los
mecanismos de distribución de los alimentos, es aleccionador”.
1999.
Nació y estudió en
Canadá y fue profesor desde 1974 en la universidad de Columbia. Se especializó
y fue “pionero” en “áreas monetarias óptimas” a las que se consideran dieron
pie para implementar el EURO, por eso se lo conoce como el “padre del euro”.
En su genialidad aporta esta afirmación: dentro de una
zona monetaria, si se quiere mantener el nivel de empleo, debe reducirse los
salarios reales.
Aporta una
alternativa a ello, para no ser tan deshumanizado: “o bien se debe acudir a la
movilidad del factor trabajo para paliar los llamados choque asimétricos”.
En general los
titulares del poder económico no utilizan la jeroglífica alternativa que
propone Robert Mundell, van directamente
“al grano”, reducen los salarios.
2000.
Finaliza el siglo
sin que el banco de Suecia haya encontrado un solo economista marxista a quien
otorgar el premio, en especial cuando la República Popular
China ya evidenciaba que estaba en firme camino de superar a
los EEUU en unos pocos años más y cuando se agudizaba la concentración y la
crisis estructural del capitalismo por más matrices y pioneros que surgieran de
la base ignorante y negadora del análisis científico en las Ciencias
Económicas.
La consecuencia de
los evaluadores les lleva a finalizar el siglo con sus premios Nobel bancarios
a las vulgaridades crecientes, tozudez que continúan hasta nuestros días como
observaremos a continuación.
Este año se les
adjudica a dos estadounidenses, uno de la universidad de Chicago, James Heckman
y otro, de la universidad de California, Daniel McFadden.
Ambos desarrollan
métodos de análisis de datos estadísticos (como el INDEC) que son utilizados
para “estudiar comportamientos individuales” en las ciencias económicas y otras
ciencias sociales.
Heckman es
“pionero” en introducir el concepto “sesgo de selección” y con ello corrige los
que otros economistas, menos hábiles que él, utilizaban como índices. Por
ejemplo, la media de los salarios, los menos hábiles que él, la usaban como
herramienta para valuar a los salarios que deberían cobrar los desocupados, por
lo tanto corrigió esa metodología pues, afirmaba Heckman, los desocupados son los más
pobres y poner un salario medio para evaluarlos era colocarles un salario alto.
Según el banco
premiador ese trabajo a obligado a los economistas a “ser más cuidadosos”.
El otro
estadounidense no fue pionero de nada, pero se dedicó a la computación
estadística para, aplicaciones económicas.
2001.
Se inicia el nuevo
siglo con un premio al que luego de unos años sería un “amigazo” de la Argentina aunque no se
pueda predecir hasta cuando lo será. Lo
recibe Joseph Stiglitz.
En realidad recibe
un tercio de premio ya que debe compartirlo con otros dos: George Akerlof y
Micael Spence.
El premio es
otorgado por “sus análisis de los mercados de información asimétrica”.
Stiglitz, enrolado en la corriente keynesiana, desarrolló una técnica denominada
“screeling” que puede ser utilizada por un agente económico para extraer
información privada de otro.
Este acto delictivo
es interpretado como “una importante contribución a la teoría de la información
asimétrica”, por lo cual mereció el tercio del Nobel. Se refiere a mercados
“Pareto eficientes” y a mercados “Pareto superiores” y destaca que solo en
condiciones excepcionales los mercados son eficientes, pero que, en general no
lo son, por lo que el “Pareto eficiente” brilla por su ausencia.
En ese caso hay que
recurrir al “Pareto superior” que significa que el Estado puede intervenir
induciendo resultados que beneficien a todos. Ello va en oposición a los
monetaristas para los cuales la “mano invisible” del mercado termina ajustando
todo.
Para Stiglitz esa
mano invisible no existe y afirmar eso lo colocó como “enemigo” del FMI y del
Banco Mundial donde fue su vicepresidente y economista jefe.
Postula que hay que
lograr el equilibrio justo entre mercado y gobierno, que ambos son imprescindibles
y complementarios. Desarrolla investigaciones sobre lo que denomina “salarios
de eficiencia” y crea un modelo con otro economista (Carl Shapiro) denominado
modestamente “modelo Shapiro-Stiglitz”.
Destinado a
explicar el desempleo, su existencia y a explicar porqué los salarios no bajan
si hay muchos desempleados que buscan trabajo y atribuye al hecho de que no bajen lo suficiente los salarios en
épocas de recesiones, a la imposibilidad de evitar que aumente el desempleo.
La síntesis de este
modelo significa que cada empresa “re-optimice” permanentemente los salarios
como respuesta a la tasa cambiante de desempleo. Pero que la empresa no debe anticiparse, es decir, no debe reducir los
salarios antes de que el desempleo aumente de manera suficiente.
En 1996 escribió un libro referido al fracaso
del socialismo de Europa del Este, y en el 2006, China mediante, cambia y
escribe ¿Cómo hacer para que funcione la globalización?
Menos mediático que
Stiglitz, George Akerlof logró su mayor éxito en su publicación “El Mercado de
los Cacharros” con el subtítulo: “Incertidumbre en las calidades y mecanismos
del mercado”.
Y propone un modelo
de “información asimétrica” entre el vendedor de un auto usado (que conoce el
auto), y el comprador del mismo (que solo sabe el precio y no el estado en que
se encuentra el mismo).
De allí deduce que
ese conocimiento-desconocimiento dificulta el mercado y hasta puede suceder, que no exista el mercado.
Aclaremos que
Akerlof no tenía alucinaciones y por eso se graduó en la Universidad de Yale.
Y el tercio final
del premio es para Spence, un canadiense que nació en los EEUU. También
desarrolla “un modelo”, donde plantea
que los trabajadores pueden enviar señales a los empresarios a través de
capacitarse mucho.
Que por eso, los
trabajadores de alta capacidad se esfuerzan por obtener las “titulaciones
educativas, más difícilmente obtenibles” y de esa manera sorprenden y se hacen
ver ante sus empleadores.
2002.
Le llegó el turno a
la psicología (la
Economía Política continúa ausente).
Este año se le
otorga al estadounidense y psicólogo Daniel Kahaneman. Desarrolla “la teoría de
las perspectivas” en donde los individuos toman “atajos heurísticos” como
pueden ser la aversión a la pérdida.
Da como ejemplo que
un individuo prefiere no perder 100 pesos antes que ganar 100 pesos (por eso
los casinos están desiertos –agregado nuestro-), lo cual supone una asimetría
en la toma de decisiones.
Parece que ese
razonamiento tiene su importancia para “modelar comportamientos no racionales”,
y de allí el premio.
2003.
Este año para un
estadounidense y para un inglés. Robert F. Engle (no confundir con Engels)
recibe la mitad del premio por su análisis “de series temporales económicas con
volatilidad variable en el tiempo” que sirve a los mercados financieros para
desarrollar sus “burbujas”.
El británico Clive
W. J. Granger es acreedor a la otra mitad por haber descubierto la
“cointegración”, es decir, “por haber desarrollado métodos de análisis
temporales con tendencias comunes”.
2004.
También se reparte
en mitades. Una mitad para el noruego Finn E. Kydland, maratonista, músico y
futbolero. Como matemático-economista se interesa por los ciclos económicos,
monetarios y laborales.
Se le otorga el
medio premio “por sus contribuciones a la macroeconomía dinámica, la
consistencia en el tiempo de la política económica y las fuerzas impulsoras
detrás del ciclo económico”. Es profesor Honoris Causa de la universidad Torcuato Di
Tella de Argentina.
El otro medio
premio es para el estadounidense Edward C. Prescott otorgado por el mismo
trabajo que realizara con Kydland con el que analizaron si los bancos
centrales, en vez de actuar discrecionalmente, no deberían tener objetivos
numéricos terminantes.
2005.
Continúa el reparto
en mitades del Nobel bancario y de casinos. La primera mitad es para el
matemático israelí miembro de la
Academia de Ciencias de los EEUU, Yisrael Robert John Aumann
por haber “ampliado nuestra comprensión de conflicto y cooperación en la teoría
del juego”.
De acuerdo a esa teoría Yisrael, un fascista judío,
deduce que, de acuerdo a esa teoría, es erróneo dar tierra a los palestinos.
La segunda mitad es
para el estadounidense Thomas C. Schelling, que se especializa en estrategia
militar, control de armas, terrorismo y política energética entre otras
disciplinas.
2006.
Este año el premio
del banco sueco es otorgado a una sola persona, el estadounidense Edmund S.
Phelps, por sus “aportaciones en política macroeconómica”, en particular sobre
“compensaciones internacionales”.
Como economista
determinó que hay una “tasa natural de
desempleo”, “que el equilibrio en el mercado de trabajo es independiente de la
inflación” y que, por tanto, no existe relación entre desempleo e
inflación.
2007.
Este año fue
adjudicado a tres estadounidenses, por “establecer las bases de la teoría del
diseño de mecanismos”.
El primer tercio lo
recibe Leonid Hurwicz que nació en Moscú
unos días antes de octubre de 1917. Es matemático e investigador sobre el
“diseño de mecanismos y en teoría de compatibilidad de incentivos”
Fue el mayor
apologista de la teoría de Juegos y “pionero” en su aplicación. Fue asistente
de Samuelson (Nobel entero 1970) y con Arrow (medio Nobel 1972). Entre otras
cosas desarrolló la “economía matemática”, la “teoría del bienestar” y la
“economía pública”.
El segundo tercio
fue para Eric Maskin, graduado en matemáticas que desarrolló la “teoría de la
implementación”, que, según él y el banco de Suecia, “permite diseñar un mecanismo de
modo que todos los resultados posibles sean óptimos” y agrega, a
efectos de no aparecer tan contundente y perfecto, “pero sin perder la noción del
principio de la actividad proporcional del asunto inverso de lo opuesto”.
El banco debería
haberle otorgado el premio entero y no un tercio.
El tercero en
cuestión es Roger Bruce Myerson, quien contribuyó a “afinar” la teoría del
diseño de mecanismos, lo que significa que no funcionaba tan bien como se decía.
2008.
Este premio tiene
la característica de ser el más popular y por ende uno de los menos vulgares
aunque no salga de la vulgaridad entendida ésta como no hablar de ciencia ni de
leyes. Estadounidense, neo keynesiano, Paúl Krugman recibe este año el Nobel
bancario sin compartirlo con otros.
Coherentemente el
premio no tiene que ver con la Ciencia Económica (Economía Política) pero sí con
aspectos de la economía en particular.
Se le otorga por
“su análisis de los patrones de comercio y localización de la actividad
económica”
Nadie escapa al escándalo: Krugman fue, hasta 1999, uno
de los asesores de Enron, quien desató el mayor escándalo, en el 2002 con los
fraudes acumulados que venían ocultando.
Renunció a Enron
para actuar como periodista, con exclusividad, en el New York Time, lo que
posibilitó que se lo conociera en todo el mundo como el más importante
columnista político de los EEUU.
Fuerte crítico de
la política aplicada por el presidente Bush planteaba que disminuyendo
impuestos, aumentando gastos públicos y continuando la guerra en Irak, a largo
plazo la situación se tornará insostenible, y culminará en una crisis económica
importante EEUU ya estaba en crisis).
Entre otras
cuestiones desarrolló el concepto de “economía geográfica” que examina los
efectos de la actividad económica concentrada en ciudades que se expanden en un
territorio”. Cualquier similitud con el desarrollo de China es mera casualidad.
2009.
Es de no creer,
aparece recibiendo medio premio Nobel bancario una mujer, Elinor Ostrom que,
además, no es economista sino “politóloga”.
Es estadounidense y
recibe aprobación de colegas “por su análisis de administración económica y la
organización de la cooperación” sosteniendo que los bienes comunes pueden ser
administrados, eficientemente, por un grupo de usuarios.
Ello significa
romper con el criterio de que la propiedad común es mal manejada. En cambio, el
medio Nobel se lo entregan por otro tema: “su análisis de la gobernabilidad económica,
especialmente en los límites de la empresa”.
La otra mitad es
para el estadounidense Oliver E. Williamson que se dedicó al estudio de los
costos de las transacciones.
2010.
Este año son tres,
dos estadounidenses y un chipriota. Se les otorga sobre sus estudios sobre el
desempleo en plena crisis del capitalismo “globalizado” que la intenta paliar echando gente.
Peter Arthur
Diamond es analista de Seguridad Social y defensor de los “planes de estímulo”
(plan trabajar, etc.) afirmado algo obvio como novedad: “sin ellos (sin los
planes) el paro (desempleo) sería mucho mayor”.
El segundo tercio
es para Dale T. Mortensen. Descubrió (América), mediante un modelo teórico, que
el desempleo crecía fuertemente en períodos de crisis (recesión) pero que se
recupera muy lentamente en los períodos de recuperación.
El tercer tercio es
para un greco chipriota que se centró especialmente en el crecimiento económico
(en Grecia parece no haber funcionado) y en política económica. El tercio del
premio es otorgado por uno de sus trabajos denominado “Creación y destrucción
del empleo en la teoría del desempleo”.
Las críticos a
estos tres teóricos de políticas de empleo y desempleo afirman que no es el
mercado de trabajo el problema sino estimular el gasto público y la demanda.
2011.
Lo reciben dos
estadounidenses. Thomas J. Sargent trata
de “impactos a largo plazo” y Cristopher Sims sobre cambios “a corto plazo”
sobre los impactos que se ven cuando se cambian políticas económicas. Esos
“estudios” están destinados a los bancos centrales y a los ministerios de
economía según sus promotores.
2012.
Dos estadounidenses
lo reciben por ser “expertos” en “oferta y demanda”.
Lloyd Stowell
Shapley, matemático estadounidense, experto en la teoría de juegos habiendo
recibido una condecoración (la estrella de bronce) por haber “descubierto un
código secreto de la
Unión Soviética en la segunda guerra mundial, cuando la URSS
era “aliada”.
Alvin E. Roth,
también estadounidense, desarrolló con el anterior la “teoría sobre la
“asignación estable y la práctica del diseño de mercados. Colaboró con su club
(Athletic Club) en aplicar “un método para reclutar nuevos socios”.
2013.
En plena crisis del
imperialismo, en Banco Académico de Suecia se empeña en dar premios a los
estadounidenses. Este año lo reciben tres.
Eugene Fama
desarrolla la “teoría de portafolio y la valuación de activos financieros”. Se
lo considera “el padre” de la
“Hipótesis de eficiencia de los mercados” en sus tres
variantes: 1. Eficiente en su forma fuerte; 2. Eficiente en su forma semi
fuerte y 3. Ineficiente. ¡Todo un logro intelectual!
Lloyd Shapley se
llevó el segundo tercio. Este matemático estadounidense es también experto en
la teoría de juegos. Se lo considera (no en Las Vegas) como “la personificación
misma de la teoría de juegos”
El tercer yanqui es
Robert Shiller, quien es considerado como uno de los 100 economistas más
influyentes del mundo (¿?). El premio le toca por “su análisis empírico de los
precios de los activos”. Anticipó el tema de la “burbuja inmobiliaria” y
propone, para evitar repeticiones no poseer “entusiasmo irracional por las
inversiones inmobiliarias causado por la “psicología de la burbuja”. No
menciona a los estafados que fueron los que se arruinaron. Tampoco menciona a
los bancos estafadores, por eso le otorgan el tercio del premio.
Los premios del banco de Suecia han sido consecuentes
hasta este último, el número 73 en “galardonados” y el número 45 en períodos
anuales. Durante 45 años, el jurado y el banco de Suecia se esmeraron en
despreciar las Ciencias Económicas, despreciar e ignorar a los economistas
científicos y reemplazar la ciencia por vulgares razonamientos que la vida
misma deja en el camino, a veces, a pocos meses de su encumbramiento.
Vamos a salir de la vulgaridad y de la estafa intelectual
y regresamos a la
Economía Política , considerando que este paneo sobre los
premios Nobel nos ayuda a comprender qué lejos se encuentra en capitalismo
actual, el imperialismo, en intensiones de desarrollar científicamente los
temas sociales.
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