1. VALOR, PLUSVALÍA Y CAPITAL.
Valor. Valor de uso. Cambio. Precio. Valor
de cambio. Ley del valor. Papel de la
Ley del valor. Surgimiento de las relaciones capitalistas.
Fetichismo de la
mercancía. Valor social (de mercado). Precios de producción.
Precios de monopolio. Plusvalía. Plusvalía absoluta. Plusvalía relativa.
Plusvalía extraordinaria. Resumen. Cuadros III y IV. Capital.
Acumulación originaria. Capital constante. Capital variable. Capital fijo.
Capital circulante. Capital comercial. Capital industrial. Capital de préstamo.
Capital financiero. Oligarquía financiera. Capital ficticio. Capital mercantil.
Capital monetario. Capital productivo. Capital usurario. Capital en acciones.
Concentración del capital. Centralización del capital. Ciclo del capital.
Rotación del capital. Circulación del capital. Cuadros V, VI y VII.
Valor:
Bajo la producción mercantil, el trabajo
social, que es la base de la existencia de la sociedad, adquiere
inevitablemente la forma de valor de las mercancías, mientras que los lazos
entre los productores en el proceso de producción (lazos condicionados por la
división social del trabajo) se manifiestan durante el cambio de las
mercancías.
“Ahora bien, si se
prescinde del valor de uso de los cuerpos de las mercancías, no les queda
todavía más que una propiedad, la de ser productos del trabajo. Pero también se
nos transforma el producto del trabajo apenas lo tenemos en la mano. Si hacemos
abstracción de su valor de uso, también la hacemos de sus componentes y formas
físicos que lo convierten en valor de uso. Ya no se trata de una mesa, casa,
hilado o cualquier cosa útil. Se han disuelto todas las propiedades sensibles.
Tampoco es ya el producto del trabajo de carpintería, ni albañilería, ni de
hilandería ni de ningún trabajo productivo determinado. Con el carácter útil de
los productos del trabajo desaparece el trabajo útil de los trabajos
representados en ellos, también desaparecen, por tanto, las diversas formas
concretas de estos trabajos, las cuales ya no se diferencian más sino que se
reducen todas ellas al mismo trabajo humano, a trabajo humano abstracto”. (Carlos Marx. El Capital. Libro 1. Tomo 1.
Páginas 58 y 59).
Valor es el trabajo
social de los productores materializado (incorporado) en las mercancías. El
valor es una categoría económica inherente a toda producción mercantil.
Todas las mercancías poseen dos formas de valor. Poseen, por una parte,
valor de uso que es creado por el trabajo concreto, y por otra parte, valor,
que es lo que definimos en el párrafo anterior y que es creado por el trabajo abstracto
Si hacemos abstracción de
las propiedades concretas de las
mercancías como valor de uso, resulta que todas ellas son simples
condensaciones de trabajo humano en general, de trabajo abstracto, es decir, de
gastos de energía cerebrales, nerviosos y musculares. Ese trabajo abstracto es el que forma el valor de las mercancías.
Si avanzamos un poco más, podemos afirmar que por intermedio de las
cosas-mercancías, el valor expresa las
relaciones de producción entre los hombres.
El valor consta de distintas partes en dependencia del medio modo de
producción dominante; cada una de esas partes desempeña una función propia en
la economía y en las relaciones sociales de los hombres. Bajo el capitalismo,
el valor de la mercancía, se descompone en tres partes: capital constante ©;
capital variable (v); y plusvalía (p).
Miremos a nuestro alrededor: Vemos un libro, una silla, un escritorio;
estamos vestidos con una camisa, llevamos un reloj y viajamos en colectivo para
llegar al aula construida de hormigón. ¿Qué poseen de común el libro de papel,
la silla de madera, el escritorio de metal, el reloj de múltiples componentes
metálicos, el colectivo y el aula de cemento, arena y cal? Sólo una cosa: para
construirlo, para convertir la materia prima original en una mercancía que
satisfaga una necesidad, se utilizó trabajo humano, directo y/o indirecto,
físico y/o intelectual. ¿Y qué es lo que le da valor a las cosas? Todas las
cosas tienen su origen en la naturaleza. Allí se encuentran los materiales
básicos a la espera de que el hombre las utilice en su provecho. No poseen
valor. Se encuentran en la naturaleza millones de años antes de que el hombre
apareciera sobre la faz de la tierra (aproximadamente unos 4.600 millones de
años antes). Solo el trabajo humano le otorga valor a esas cosas. El trabajo
para ubicarlas, el trabajo para extraerlas o recogerlas, el trabajo para
procesarlas, el trabajo para elaborarlas y convertirlas en mercancías que
satisfagan necesidades humanas.
Valor de
uso:
Afirmamos que toda cosa o mercancía debe poseer un valor de uso. ¿A qué
nos referimos? Cuando hablamos de valor de uso nos referimos a la utilidad que
posee una cosa, a la capacidad que posee
esa cosa de satisfacer una necesidad, cualquiera que sea, del hombre, de la
sociedad.
El valor de uso está condicionado por las propiedades físicas, químicas
y otras propiedades naturales de esa cosa, pero también por la que esta cosa
haya adquirido a consecuencia de la actividad humana dirigida a un fin.
Son valores de uso tanto los productos del trabajo como muchas otras
dadas por la naturaleza sin la intervención del hombre donde incluimos el aire,
el agua, los frutos silvestres, etc.
El oxígeno del aire que respiramos, por ejemplo, no tiene valor pues no
ejercemos sobre él ningún trabajo, pero en un tubo de oxígeno sí lo adquiere
pues ha requerido la utilización de fuerza de trabajo.
Los valores de uso productos del trabajo cambian, surgen nuevos y
desaparecen otros. A medida que la ciencia y la técnica progresan, el hombre
descubre en el mundo que lo rodea nuevas propiedades de las cosas y las pone a
su servicio. De esa manera aumenta la diversidad de los valores de uso, en no
pocos caso, lo nuevo reemplaza a lo anterior, por ello algunas cosas dejan de
poseer valores de uso y se dejan de producir.
Producir en serie hoy carretas para ser arrastradas por bueyes carece
del sentido que poseía en los siglos iniciales de nuestra era. Han perdido su
valor de uso y por carecer de él, simplemente, no se producen.
En las condiciones de la producción mercantil el valor de uso
constituye uno de los dos factores de la mercancía y actúa como portador del
valor de cambio tras el cual se oculta el valor.
El estudio del valor de uso como tal, es decir, el estudio de las
propiedades naturales de las cosas, corresponde al peritaje mercantil y a otras
ciencias aplicadas, mientras que la economía política estudia el valor de uso
como portador del valor.
La particularidad del valor de uso de una mercancía estriba en que tal
valor ha de poseer la propiedad de satisfacer necesidades del que compra la
mercancía dada, es decir, ha de actuar como valor social de uso.
Cambio (intercambio).
“Sólo dentro del
intercambio reciben los productos del trabajo una objetividad de valor
socialmente igual, separada de su objetividad de uso sensiblemente distinta.
Esta escisión del producto del producto del trabajo en cosa útil y cosa de
valor sólo se efectúan prácticamente en cuanto el intercambio ha adquirido ya
suficiente extensión e importancia para que se produzcan cosas útiles para el
intercambio, esto es, cuando se tiene en cuenta el carácter del valor de las
cosas en su producción misma. Desde este
momento los trabajos privados de los productores reciben efectivamente un doble
carácter social. Por un lado, como trabajos útiles determinados, tienen que
satisfacer una necesidad social determinada y confirmarse así como
articulaciones del trabajo total, del sistema natural de la división social del
trabajo. Por otro lado, sólo satisfacen las necesidades múltiples de sus
propios productores, en tanto que cada trabajo privado, útil y particular, es
intercambiable con cualquier tipo útil de trabajo privado, o sea, se equipara a
él. La igualdad de trabajos diferentes (totalmente) sólo puede existir haciendo
abstracción de su desigualdad real, en la reducción al carácter común que
poseen como gasto de fuerza de trabajo humana, trabajo humano abstracto. El
cerebro de los productores privados refleja ese doble carácter social de sus
trabajos privados solamente en las formas que aparecen en la circulación
práctica, en el intercambio de productos. O sea, refleja el carácter
socialmente útil de sus trabajos privados en la forma de que el producto del
trabajo tiene que ser útil, y a decir verdad para otros; y el carácter social
de la igualdad de trabajos diversos en la forma de carácter de valor común de
estas cosas materialmente distintas, de los productos del trabajo. Así pues,
los hombres no relacionan sus productos del trabajo entre sí como valores,
porque estas cosas no son para ellos más que envolturas objetivas de idéntico
trabajo humano. Al contrario. Al equipararse entre sí como valores, en el
intercambio, sus diversos productos, equiparan entre sí sus diversos trabajos
como trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen. Por lo tanto, el valor no
lleva escrito en la frente lo que es. Más bien el valor transforma todo producto
del trabajo en un jeroglífico social”. Carlos Marx, Libro I, Tomo I páginas 104
y 105. Ediciones Akal 1976-2000.
El cambio es el
intercambio de actividades entre las personas o enajenación recíproca de los
productos del trabajo; es la fase de la reproducción social que enlaza la
producción y la distribución por una parte (con la particularidad de que la
distribución se halla condicionada por la producción) con el consumo por otra
parte.
El cambio se da
como una consecuencia de la división social del trabajo (su carácter y su forma
están determinados por el modo de producción), a su vez el cambio influye sobre
el desarrollo de esta última.
El cambio
(intercambio) de los productos del trabajo surgió inicialmente en el régimen de
la comunidad primitiva con carácter casual, y se realizaba en los puntos de
contacto entre diversas comunidades.
Al surgir la
propiedad privada, el intercambio de mercancías empezó a efectuarse en el
interior de la comunidad, con lo que contribuyó a desintegrarla. Nació el cambio
privado, con sus rasgos inherentes: competencia, antagonismo, etc.
El desarrollo de
la división social del trabajo, de la propiedad privada y, en consecuencia, de
la producción mercantil, hizo que el cambio se convirtiera en una forma
constante –y no casual- de relación entre productores privados.
El ulterior
desenvolvimiento de la producción mercantil y del cambio condicionó la aparición del
dinero. El cambio alcanza su punto máximo de desarrollo en la economía
capitalista, donde la producción mercantil adquiere carácter universal y la
fuerza de trabajo del hombre también se convierte en mercancía.
El cambio de
mercancía se realiza necesariamente en conformidad con su valor social, cuya
magnitud está determinada por los gastos socialmente necesarios de trabajo
abstracto.
Esta ley,
denominada ley del valor, determina el desarrollo de la producción
mercantil y actúa desde que surgió la producción mercantil.
En la producción
mercantil, basada en la propiedad privada sobre los medios de producción, la
ley del valor actúa como regulador espontáneo de la producción social.
Este papel se cumple a través del mecanismo de los precios. El valor es la
ley de los precios.
Precio.
“Como medida de valores y como patrón de precios, el
dinero desempeña dos funciones completamente distintas. Es medida de valores en
cuanto encarnación social del trabajo humano, y patrón de precios en cuanto
peso establecido de un metal. Como medida de valor sirve para transformar los
valores tan diversos de las mercancías en precios, en cantidades ideales de
oro. En la medida de valores las mercancías se miden como valores, en cambio,
el patrón de precios mide cantidades de oro en una cantidad de oro, y no el
valor de una cantidad de oro en el peso de otra. Para el patrón de precios hay
que fijar como unidad de medida un determinado peso de oro. Aquí, como en todas
las determinaciones de medida de magnitudes homónimas, lo decisivo es la
estabilidad de las relaciones de medida. El patrón de precios, por tanto,
cumple su función cuanto más invariablemente sirve de unidad de medida una
misma cantidad de oro. El oro sólo puede servir como medida de valores porque
él mismo es producto del trabajo y, por tanto, es un valor variable”. Carlos
Marx. Libro I Tomo I, páginas 135 y 136. Ediciones Akal.
El precio es la
expresión en dinero del valor de la mercancía. El valor, es decir, las inversiones
socialmente necesarias de trabajo, materializado en tal o cual mercancía, sólo
puede expresarse indirectamente a través del valor de otra mercancía.
El precio de una
mercancía indica que en ella se encuentra materializado tanto trabajo
socialmente necesario cuanto representa la suma dada de dinero. Los precios de
las mercancías pueden subir o bajar por el cambio de valor de las mercancías y
por el cambio de valor del material monetario.
Aunque en la base
del precio se halle el valor, el precio de cada mercancía por separado no ha de
coincidir obligatoriamente con el valor. Por influjo de la demanda y la oferta,
los precios se apartan del valor en más o en menos.
Ahora bien, en
escala de la sociedad, la suma de los precios de toda la masa de mercancías es
igual a la suma de los valores. En la fluctuación de los precios en torno al
valor y en la igualdad final entre la suma de los precios y la suma de los
valores, encuentra su manifestación la ley del valor.
“El precio es la manifestación de la ley del valor. El
valor es la ley de los precios, es decir, la expresión generalizada del
fenómeno del precio” (V. I. Lenin)
En la economía basada en la propiedad privada de los medios de
producción, los precios se establecen en el curso de la lucha competitiva bajo
la presión de las leyes económicas espontáneas.
Mientras que en la producción mercantil simple los precios fluctúan en
torno al valor, en la economía capitalista donde las mercancías se cambian como
producto de los capitales, el precio del mercado oscila en torno al precio
de producción, forma transfigurada del valor. Y ya bajo el imperialismo
dominan los precios de monopolios.
En el régimen capitalista, la categoría de precio, en manos de las
clases explotadoras y su Estado, constituyen un instrumento más para explotar y
depauperar a los trabajadores y para mantener la política imperialista de
expoliación de los países dependientes y la lucha competitiva de los monopolios
con miras a la obtención de elevadas ganancias.
La forma de precio ofrece la posibilidad de la fluctuación del precio
respecto al valor. La causa de la verdadera fluctuación reside en que no coincide
la demanda y la oferta de la mercancía concreta.
La producción mercantil se caracteriza por la anarquía de producción y
la lucha competitiva entre los productores. En virtud de ello, la demanda y la
oferta de mercancía suele no coincidir y, por esta razón, los precios se
desvían constantemente respecto al valor.
Estas fluctuaciones permanentes de los precios con respecto al valor
constituyen precisamente el mecanismo de acción de la ley del valor.
“Por otro lado, la
expresión relativa desarrollada del valor, o la serie infinita de expresiones
relativas del valor se convierten en forma específicamente relativa de valor de
la mercancía dinero. Pero esta serie viene dada ya socialmente en los precios
de las mercancías. Basta con leer al revés las cotizaciones de una lisa de
precios para encontrar las magnitudes de valor del dinero representadas en
todas las mercancías posibles. De ahí que el dinero carezca de precio. A fin de
participar de esa forma relativa unitaria del valor de las demás mercancías
tendrá que ser referido a sí mismo como equivalente suyo. El precio o la forma
de dinero de las mercancías es, como su forma de valor en general, una forma
diversa de su forma corpórea palpablemente real, esto es, solamente ideal o
imaginada”. (Carlos Marx. El Capital.
Libro I. Tomo I. Página 132).
Valor de
cambio:
“Como valores de uso, las mercancías son sobre todo de
calidad diferente, como valores de cambio sólo pueden ser de cantidad
diferente, esto es, no contienen ni un átomo de valor de uso. Ahora bien, si se
prescinde del valor de uso de los cuerpos de las mercancías, no les queda
todavía más que una propiedad, la de ser productos del trabajo. Pero también se
nos transforma el producto del trabajo apenas lo tenemos en la mano. Si hacemos
abstracción de su valor de uso, también la hacemos de sus componentes y formas
físicos que lo convierten en valor de uso. Ya no se trata más de una mesa,
casa, hilado o cualquier cosa útil. Se han disuelto todas sus propiedades
sensibles. Tampoco es ya el producto del trabajo de carpintería, ni de
albañilería, ni de hilandería ni de ningún trabajo productivo determinado. Con
el carácter útil de los productos del trabajo desaparece el carácter útil de
los trabajos representados en ellos, también desaparecen, por tanto, las
diversas formas concretas de estos trabajos, las cuales ya no se diferencian
más sino que se reducen todas ellas al mismo trabajo humano, a trabajo humano
abstracto”… “En la relación de cambio de las mismas mercancías se nos apareció el
valor de cambio como algo completamente independiente del valor de uso. Más si
realmente se hace abstracción del valor de uso de los productos del trabajo, se
obtiene su valor tal como fue determinado. Así, pues, el elemento común que se
manifiesta en la relación de cambio o en el valor de cambio de la mercancía, es
el valor de ésta”. (Carlos Marx. El Capital. Libro 1. Tomo 1. Páginas 58
y 59). Ediciones Akal.
El valor de cambio es la forma en que se manifiesta el valor en el acto
de intercambio. Constituye la forma
externa de expresión del valor. Es una relación cuantitativa por la cual se
cambian las distintas mercancías. Expresa, también, las relaciones de
producción entre las personas, entre capitalistas y trabajadores.
Ley del
valor:
“En la
relación de cambio de las mismas mercancías se nos apareció su valor de cambio
como algo completamente independiente de su valor de uso. Mas si realmente se
hace abstracción del valor de uso de todos los productos del trabajo se obtiene
su valor tal como fue determinado. Así, pues, el elemento común que se
manifiesta en la relación de cambio o en el valor de cambio de la mercancía, es
el valor de ésta… Por lo tanto, un valor de uso o un bien sólo tienen valor
porque se ha objetivado o materializado en él trabajo humano abstracto” Carlos
Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 59. Ediciones Akal.
En la economía mercantil basada en la propiedad privada, la ley del
valor regula espontáneamente la distribución de los medios de producción y de
trabajo entre las distintas ramas de la economía nacional.
En el régimen de la producción capitalista simple de mercancías, dicha
ley actúa bajo el imperio de la lucha competitiva y la anarquía de la
producción, a través del mecanismo de la desviación de los precios respecto al
valor.
“En las
proporciones fortuitas y sin cesar oscilantes de cambio de sus productos, se impone
siempre como ley natural reguladora, al modo como se impone la ley de gravedad
cuando se le cae a uno la casa encima”
(Carlos Marx)
Las fluctuaciones espontáneas de los precios en torno al valor obligan
a los productores de mercancías a aumentar o reducir la producción de tales o
cuales mercancías, a orientarse hacia las ramas en que los precios de las
mercancías bajo el influjo de la demanda creciente, son superiores al valor, y
a abandonar las ramas en que los precios de las mercancías, a consecuencia del
descenso de la demanda, son inferiores al mismo.
La acción espontánea de la ley del valor condiciona el desarrollo de
las fuerzas productivas, condiciona el perfeccionamiento de la producción.
Quien produce mercancía cuyo valor individual supere el valor social,
al venderla no cubre sus gastos y se arruina. Quien aplica nuevas técnicas y en
la producción de la mercancía invierte menos trabajo en comparación con los
gastos socialmente necesarios, se enriquece. Ello incita a los otros
productores de mercancías a elevar el rendimiento del trabajo mediante nuevos
procedimientos técnicos, organizando mejor la producción y reduciendo costos.
De tal modo, la ley del valor actúa acentuando la desigualdad económica
y la lucha competitiva entre los productores de mercancías. La mayor parte de
ellos se arruinan y van a engrosar las filas de los obreros asalariados. Una
minoría se enriquece, aumentan el volumen de la producción y se convierten en
capitalistas.
Por acción de la ley del valor, la economía mercantil simple se
transforma en economía mercantil capitalista.
En la producción mercantil capitalista desarrollada, la ley del valor
se manifiesta bajo la forma de cuota media (general) de ganancia, del precio de
producción.
Bajo el imperialismo, la acción de la ley del valor se hace más
compleja y se intensifica su fuerza destructora a consecuencia del dominio de
los monopolios, de la aparición del precio de monopolio y de la elevada
ganancia monopolista.
Insistimos
en afirmar que es la cantidad de trabajo abstracto, de fuerza de trabajo
utilizada en la producción de una mercancía la que otorga valor a la misma.
¿Cómo medir esa cantidad o magnitud en el valor? ¿Ello significa que cuanto más
ineficiente se es más valor posee el bien producido? Dejemos que sea Carlos
Marx el que nos de la respuesta.
“Podría parecer que si el valor de una mercancía viene
determinado por la cantidad de trabajo gastada en su producción, cuanto más
holgazán y menos diestro sea un hombre, tanto más valiosa será su mercancía,
puesto que tanto más tiempo consume en su elaboración. Pero el trabajo que
constituye la sustancia de los valores es trabajo humano igual, gasto de la
misma fuerza de trabajo humana. Toda la
fuerza de trabajo de la sociedad que se representa en los valores del
mundo de las mercancías rige aquí como una sola y misma fuerza de trabajo
humana, aunque conste de innumerables fuerzas de trabajo individuales. Cada una
de esas fuerzas de trabajo individuales es una fuerza de trabajo idéntica a las
demás, en tanto posee el carácter de una fuerza de trabajo social media, y
actúa como tal, esto es, en cuanto a la producción de una mercancía no necesita
más que el tiempo de trabajo necesario por término medio, o socialmente
necesario” Carlos Marx. El Capital Libo I Tomo I Página 60 Ediciones Akal.
Papel de
la ley del valor:
Mediante la acción de la ley del valor se opera la distribución del
trabajo y los medios de producción, entre las distintas ramas de la
economía.
Al cambiar constantemente la demanda y la oferta, tienen lugar
fluctuaciones permanentes de los precios de las mercancías por encima y por
debajo del valor, lo que significa que para unos productores que vendan sus
mercancías a precios superiores al valor, dicha producción resulta ventajosa y
ellos estarán interesados en ampliarla, mientras que otros que vendan sus
mercancías a precios inferiores al valor, la producción resultará desventajosa
y ellos, no interesados en ampliarla, en parte, comenzarán a producir otras
mercancías.
Con tanta mayor razón pasarán a otro tipo de producción los productores
cuyo fruto del trabajo no goce de la adecuada demanda. Así pues, unas
producciones se reducirán mientras que otras, en cambio, se ampliarán.
La acción de la ley del valor, en las condiciones de la producción
mercantil, conduce al desarrollo de las fuerzas productivas. Conforme a
la ley del valor, el mercado reduce los gastos individuales de trabajo de los
productores a los gastos socialmente necesarios, en virtud de lo cual las
mercancías de un tipo dado se venden a precio único.
“Como valores, todas las mercancías no son más que
determinadas medidas de tiempo de trabajo congelado… Por tanto, la magnitud de
valor de una mercancía se mantendría constante si fuese constante el tiempo de
trabajo requerido para su producción. Pero este último varía con cada cambio de
la fuerza productiva del trabajo. La fuerza productiva del trabajo viene
determinada por múltiples circunstancias, y, entre otras, por el grado medio de
destreza de los trabajadores, del grado de desarrollo de la ciencia y de su
aplicación tecnológica, por la combinación social del proceso de producción,
por la amplitud y eficacia de los medios de producción, y por las condiciones
naturales” Carlos Marx. El Capital. Libro I Tomo I Página 61. Ediciones Akal.
Los productores que trabajan en condiciones más favorables elaboran
mercancías con valores individuales más bajos. En el mercado resultan en una
situación más ventajosa, por cuanto venden las mercancías según el valor social
que es superior al individual.
Por el contrario, los productores que lanzan mercancías con valor
individual superior al social, salen perdiendo en el mercado.
Es lógico, por lo tanto, que cada productor se empeñe en reducir el
valor individual de las mercancías perfeccionando los instrumentos de trabajo,
mejorando la organización de la producción, es decir, desarrollando las fuerzas
productivas en conjunto.
Además de este afán general de salir ganando, el perfeccionamiento de
la producción se realiza bajo el efecto de la lucha competitiva entre los
productores que esgrimen en calidad de instrumento el precio con sus
fluctuaciones.
Conocer la Ley
del Valor es de considerable importancia en los períodos de transición del
capitalismo al socialismo. El Estado pueda utilizar dicha ley y establecer con
acierto una aproximadamente correcta correlación en los precios entre las
diversas mercancías y contribuir, de ese modo, a ir mejorando la calidad de
vida de los trabajadores. El Estado puede establecer precios que se aparten de
la ley del valor a través de la planificación de la economía, puede influir
sobre las inversiones orientándolas hacia ramas necesarias. La ley del valor
perderá su vigencia económica cuando la sociedad entre en la etapa de la
propiedad comunista, fase superior del socialismo.
Surgimiento
de las relaciones capitalistas:
La acción de la ley del valor condujo en su época a que cristalizaran
las formas capitalistas de producción. Con las fluctuaciones de los precios por
encima y por debajo del valor, al no coincidir los gastos individuales de
trabajo con los sociales se produce la diferenciación paulatina de los
productores.
En la lucha competitiva salen siempre vencedores aquellos productores
que cuentan con las condiciones de producción más favorables. En cambio, los
productores que trabajan en peores condiciones se arruinan. La acción de la ley del valor conduce a la
diferenciación de los productores, a la ruina de su masa fundamental y al
enriquecimiento de un puñado insignificante.
En el período de descomposición del feudalismo, el proceso de
diferenciación de los productores llevó al surgimiento de las formas
capitalistas de producción. Los pequeños productores arruinados pasaron a ser
obreros asalariados, mientras que los enriquecidos se convirtieron en
capitalistas empresarios.
El proceso de diferenciación de los pequeños productores tiene lugar
incluso ahora en los países capitalistas. Actualmente su peculiaridad consiste
en que la pauperización y la ruina de los pequeños productores debe su origen
no sólo y, a veces no tanto, a las contradicciones internas de la producción
propiamente mercantil, sino más bien al impacto que ejerce sobre ella la
producción capitalista arraigada y que progresa a ritmo agigantado.
Los pequeños productores de la ciudad y el campo son objeto de bestial
explotación capitalista, sus intereses cardinales coinciden con los intereses
de la clase obrera. En estas condiciones, los pequeños productores y, en primer
lugar las masas campesinas trabajadoras son los aliados naturales y más
próximos del proletariado en la lucha contra la burguesía.
En la producción capitalista, la acción de la ley del valor obedece al
objetivo de esa producción, el objetivo de extraer el máximo de ganancia. Ya en
el período del dominio de la libre competencia, el valor adquiere una forma
metamorfoseada, mientras que el mecanismo de la acción de la ley del valor
sufre grandes cambios. Estas transformaciones y cambios se hacen más profundos
bajo el imperialismo, cuando el dominio de los monopolios limita la libre
competencia y, de hecho, en el mercado no hay libre juego de precios.
Los monopolios pueden, en cierta medida, dictar los precios. Los
precios de monopolio fluctúan por encima y por debajo del valor social. Sin
embargo, por muy fuertes que sean las fluctuaciones del precio de monopolio
respecto al valor social, este último siempre sigue siendo la base para los
precios de las mercancías.
Los precios de monopolio son importantes instrumentos para la
explotación de las masas trabajadoras por parte de los monopolios, un
instrumento de expoliación de los pueblos de los países dependientes por los
monopolios imperialistas.
Fetichismo
de la mercancía:
Los fetiches son ídolos u objetos de culto a los que se les atribuye
poderes sobrenaturales, especialmente entre los pueblos primitivos, y, en el
capitalismo, con relación a la mercancía y, en particular, a la mercancía
dinero.
Fetichismo es el culto
de los fetiches, es la idolatría y la veneración excesiva a los fetiches.
En el contexto de la producción mercantil, los nexos, entre los productores
y las relaciones de producción entre ellos, se establecen de modo espontáneo y
se manifiestan a través del cambio de mercancías.
La esencia de las relaciones de producción se expresa en las leyes
económicas de la producción mercantil que se desarrollan espontáneamente, y, en
primer lugar, en la ley del valor; es decir, se trata de las leyes que
determinan el destino de los productores particulares, aislados.
El poder de las leyes económicas de acción espontánea, que dominan al
hombre, actúan encarnadas en las cosas y, por consiguiente, se presentan como
dominio del fruto del trabajo sobre el productor.
La forma objetiva en que se manifiestan las relaciones entre los
individuos, es decir, la materialización de sus relaciones de producción,
engendra en la conciencia de la gente una idea sobre cualidades sobrenaturales
de las cosas-mercancías y del dinero.
A las cosas, como tal, se les atribuye el valor y la capacidad de
cambiarse, mientras que al oro, la cualidad de ser dinero. Esta idea de las
cosas, engendrada por la materialización de las relaciones de producción entre
las personas en condiciones de la producción mercantil, Marx la denominó fetichismo
de la mercancía.
Como mostró Marx, el fetichismo de la mercancía tiene dos aspectos:
objetivo y subjetivo.
El aspecto objetivo consiste en la materialización de las relaciones de
producción durante la producción mercantil, en virtud de lo cual los destinos
de los productores de mercancías guardan estrecha relación con los destinos de
las mercancías fabricadas. Las mercancías parecen dominar a la gente.
El aspecto subjetivo radica en la falsa idea de que las cosas y los
productos, por su naturaleza, poseen la capacidad de cambiarse unos por
otros e incidir así en el bienestar económico de los productores de
mercancías.
La máxima manifestación del fetichismo de la mercancía es el fetichismo
del dinero. Al dinero y al oro se les atribuye cualidades sobrenaturales de
ejercer poder ilimitado sobre las personas; se crea el culto al dinero.
Valor
social (de mercado)
El valor social es el valor de la masa fundamental de mercancías
producidas en una rama determinada de la producción capitalista; valor
individual de las mercancías producidas, en las condiciones de producción
socialmente norma les en la rama
dada, artículos que constituyen un volumen considerable de las mercancías de la
rama en cuestión.
En las diferentes empresas, según sea su nivel técnico y según cómo se
organice la producción, se suele requerir una diferente cantidad de trabajo
para elaborar la unidad de producto de la misma calidad. Ello hace que en las
empresas el valor individual de las mercancías sea diferente. Pese a ello, en
un mismo tiempo y en un mismo mercado, las mercancías de la misma clase y
calidad se venden a un precio único. En la base de dicho precio se encuentra el
valor social de la mercancía, valor que no es determinado por las condiciones
individuales de la producción sino por las socialmente necesarias, es decir,
por las condiciones de producción en que se elabora la masa principal de
mercancía de cada rama de producción.
Como resultado de la competencia dentro de cada rama de la producción
los valores individuales de las mercancías elaboradas en las empresas de la
rama dada, se reducen a un valor social (de mercado) único. En el capitalismo,
la venta de mercancías por su valor social (de mercado) da origen a la
desigualdad de las cuotas de ganancia dentro de cada rama de producción.
Los que producen mercancías de valor individual inferior al valor medio
(valor de mercado) en la rama correspondiente, no solo obtienen ganancia
habitual sino una superganancia que proviene de la diferencia entre el valor de
mercado y el valor individual. Y los que producen mercancías de valor
individual superior al valor medio no solo no obtienen esa superganancia, sino
que reduce la propia por debajo de la cuota media habitual y hasta pueden
sufrir pérdidas.
Esto incita a los capitalistas a introducir nuevas maquinarias y a
reducir los costos de producción.
El monopolio no elimina el proceso de formación de valor social (de
mercado) sino que agudiza más la contradicción entre el valor individual y el
valor de mercado de suerte que la reducción del valor individual al social va
acompañada de una implacable lucha competitiva entre los capitalistas. Y ello
provoca la ruina y la expropiación de las empresas que trabajan en peores
condiciones de producción y a veces incluso en condiciones medias.
Precios
de producción:
Los precios de producción lo forman el costo de producción más la
ganancia media en la economía capitalista. La transformación del valor en
precio de producción es el resultado del
desarrollo histórico de la producción capitalista. Debido al desarrollo
desigual de la economía capitalista, unas ramas, por su dotación técnica se
adelantan a otras. En las primeras, la composición orgánica del capital es más
elevada, y la cuota de ganancia es, correspondientemente, inferior a la que se
da en las otras. Ello hace que entre los capitalistas de las diferentes ramas
de producción se agudice la lucha competitiva por la aplicación más rentable
del capital.
Cada capitalista, deseoso de obtener un beneficio máximo, invierte su
capital en las ramas con mayor cuota de ganancias, lo cual provoca una
constante traslación de capitales y se crean condiciones más o menos iguales
para la actividad de los capitalistas tanto en las ramas de baja composición
orgánica del capital como en las de alta, es decir, se forma una cuota media
de ganancia para capitales de la misma cuantía.
El que los precios de producción se aparten de su valor no es
impedimento para que rija la ley del valor, dado que la suma de los precios de
producción de las mercancías siempre es igual a la suma de sus valores.
En la fase imperialista, los grandes monopolios no venden sus
mercancías al precio de producción sino a precios de monopolio, lo que les
permite incrementar sus ganancias.
Precios
de monopolio:
El precio de monopolio, es el precio que se aparta del valor o del
precio de producción de una mercancía dada. Es la forma económica con que los
monopolios capitalistas obtienen superganancias.
Como fenómeno masivo y regular, los precios de monopolio son inherentes
tan solo al imperialismo y se establecen cuando los monopolios se imponen,
durante largo tiempo y en gran escala, en la esfera de la producción y de la
circulación, y logran desviar el precio de mercado respecto al precio de
producción tanto en más como en menos.
Se distinguen dos precios de monopolios: los elevados, a que los
monopolios venden su producción; y los bajos, a los que los monopolios compran
las materias primas o los productos destinados a la reelaboración y a la venta.
Utilizan varias acciones para lograr y mantener el precio de monopolio:
1. obstaculizan la libre emigración de capitales impidiendo al competidor que
rebaje precios o acordando tener un acuerdo para mantener un precio
determinado; 2. limitan la producción de mercancías en el mercado interior; 3.
utilizan al Estado Burgués para proteger el mercado interior, para abastecerlo
y para efectuar inversiones indirectas cuyos riegos no quieren asumir, y 4.
distorsionan los precios en el mercado mundial.
Los precios de monopolio tampoco eliminan la acción de la ley del valor
como la ley de los precios de la mercancía. Lo que gana el monopolista gracias a
los precios de monopolio, lo pierden los trabajadores. Los precios de
monopolios restan efectos a la ley de la oferta y demanda, la limitan, en
algunos casos la anulan.
Los precios de monopolio también existían en el capitalismo
premonopolista, pero en una escala muy limitada y en solo algunos productos
escasos de la agricultura o de la industria extractiva.
Plusvalía:
“El capitalista que
produce plusvalía, es decir, que succiona directamente trabajo no retribuido de
los obreros y lo fija en mercancías, es el primero de apropiarse de esta
plusvalía, pero no es el último propietario de ella. Después tiene que
repartirla con capitalistas que desempeñan otras funciones en el conjunto de la
producción social, con los terratenientes, etc. Por eso la plusvalía se divide
en diversas partes. Sus fracciones corresponden a diferentes categorías de
personas y revisten formas diversas, independientes unas de otras, tales como
ganancia, interés, beneficio comercial, renta del suelo, etc.” (Carlos Marx. El Capital. Libro 1. Tomo III.
Páginas 7 y 8).
La plusvalía es el valor que el trabajo no pagado del obrero asalariado
crea por encima del valor de su fuerza de trabajo. De dicho valor se apropia
gratuitamente el capitalista.
Sin plusvalía no hay capitalismo. La plusvalía expresa la esencia y la
particularidad de la forma capitalista de explotación, en la que el plus
producto adquiere la forma de plusvalía. Al organizar la producción, el
capitalista desembolsa una determinada suma de dinero para adquirir medios de
producción y para comprar fuerza de trabajo sin perseguir más que un objetivo:
obtener un excedente de valor sobre la cantidad de dinero inicial anticipada
por él, lo que significa, obtener plusvalía.
La plusvalía no puede ser resultado de un cambio no equivalente, dado
que la compra y venta de mercancías se efectúa sobre la base de la ley del
valor. Tampoco pueden ser fuente de plusvalía los medios de producción (capital
constante), dado de que no crean un nuevo valor, sino tan solo transfieren el
suyo al nuevo producto creado.
En cambio, la particularidad específica de la mercancía fuerza de
trabajo estriba en que posee la facultad de crear un nuevo valor en el proceso
de su consumo, es decir, en el proceso del trabajo, con la particularidad de
que dicho valor es mayor que el de la nueva fuerza de trabajo.
El capitalista logra esos fines obligando al obrero a trabajar más allá
del tiempo necesario para producir el valor de su fuerza de trabajo. De esa
manera, el trabajo asalariado es la única fuente de plusvalía. Plusvalía que se
aumenta extrayendo plusvalía absoluta y produciendo plusvalía relativa,
conceptos éstos que desarrollamos a continuación
La obtención de plusvalía, es decir, la apropiación del valor del trabajo
no pagado por el capitalista, se logra de tres maneras: absoluta, relativa y
extraordinaria.
Plusvalía absoluta:
La plusvalía absoluta es la que se obtiene mediante la prolongación de la
jornada de trabajo, más allá del tiempo de trabajo necesario. Predominó en las
primeras etapas del desarrollo del capitalismo hasta que se inicia la época de
la producción maquinizada. En la etapa inicial del capitalismo la jornada de
trabajo llegaba a las 16 horas diarias y hasta 18, en no pocos casos. La
plusvalía absoluta posee límites: el límite fijo físico de la fuerza de trabajo
que posee una persona (no puede trabajar continuamente 24 horas diarias,
necesita dormir), y los límites sociales a los cuales tiene derecho (necesidad
de utilizar tiempo para educarse, para pasear, para alimentarse, para
trasladarse, etc.).
Plusvalía
relativa:
La plusvalía relativa surge como consecuencia del incremento de la productividad. Incremento
que disminuye el tiempo de trabajo necesario y aumenta el plus trabajo.
Se forma como consecuencia de la aplicación de los últimos conocimientos
científico-técnicos en la producción y, como habíamos señalado en el párrafo
anterior, es consecuencia del aumento de la productividad social, que reduce el
valor de los medios de consumo de subsistencia utilizados para reproducir la
fuerza de trabajo y, como consecuencia, baja el valor de la propia fuerza de
trabajo.
Plusvalía
extraordinaria:
La plusvalía extraordinaria es una forma de la plusvalía relativa, pero
es de importancia mayúscula, por eso se trata como categoría especial.
Consiste en la diferencia mayor que un capitalista obtiene con relación a
otro capitalista en un mismo rubro, siendo este tipo de plusvalía esporádica y
consecuencia de la competencia entre los capitalistas en la utilización de
nuevas y más eficientes técnicas.
El objetivo de los capitalistas es lograr esa plusvalía extraordinaria
que los coloca como los más “exitosos”, los más depredadores. Es lograr lo
máximo en la aplicación de los conocimientos científico-técnicos en la
producción y lograr simultáneamente la más alta productividad.
Peculiaridades del proceso de trabajo en el
capitalismo. Incremento del valor.
El trabajo
siempre es un proceso de incidencia activa del hombre sobre la naturaleza. Ahora
bien, en condiciones de capitalismo este proceso representa en sí el consumo de
la fuerza de trabajo adquirida por el capitalista.
El obrero trabaja
bajo el control del capitalista, a quien pertenecen los medios de producción y
la fuerza de trabajo. Por esa razón, el producto del trabajo, creado por los
obreros es apropiado por el capitalista.
A ellos no les
interesa el valor de uso como tal. La producción capitalista tiene por objeto
obtener plusvalía. Al consumir la fuerza de trabajo, los obreros asalariados
crean un valor nuevo superior al valor de la fuerza de trabajo. Si, por
ejemplo, el valor de la fuerza de trabajo es 10 pesos y el nuevo valor creado
por el obrero es de 20, la diferencia es la plusvalía, es decir 10 pesos.
Así pues, la
plusvalía es el valor creado por el trabajo de los obreros asalariados por
encima del valor de su fuerza de trabajo y apropiado por el capitalista sin
compensación alguna.
El capitalista
compra no sólo la fuerza de trabajo (10 pesos), sino también los medios de
producción y la materia prima. Admitamos que ha gastado en los medios de producción
y en la materia prima 40 pesos, y que
estos medios se consumieron por completo en el proceso de producción. Entonces
los gastos del capitalista totalizarán 50 pesos, mientras el valor de la
mercancía elaborada será igual a 60 pesos. La diferencia, cuya fuente es la
explotación de la fuerza de trabajo, constituye precisamente la plusvalía.
En el proceso de
trabajo, primero, se conserva el viejo valor (valor de las máquinas y la
materia prima consumida) que, gracias al trabajo concreto, se transfiere
a la nueva mercancía; segundo, se crea un valor nuevo, siendo esto propiedad
del trabajo abstracto.
Así se resuelve
la contradicción de la fórmula general del capital: la plusvalía no se crea en
la esfera de la circulación sino en la esfera de la producción, aunque es
mediante la circulación, donde el capitalista compra la fuerza de trabajo y los
medios de producción.
Quedó demostrado
también que la fórmula general del capital no contradice a la ley del valor, ya
que se suponía que el capitalista remunera íntegramente el valor de la fuerza
de trabajo.
El valor de la
nueva mercancía creada puede expresarse por la fórmula C + V
+ P, donde “C” es el valor de los
medios de producción consumidos, “V” es el equivalente de la fuerza de trabajo
y “P” es la plusvalía.
Esencia del capital. Su estructura.
Los economistas
burgueses consideran que el capital es una cosa. Discuten en torno a qué cosas
concretamente son capitales: ¿el dinero?; ¿los medios de producción?; ¿todas
las mercancías en general?...
En realidad el
capital no es una cosa, sino el valor que crea plusvalía mediante la
explotación de los asalariados.
El capital
significa relaciones de producción entre dos clases (principales) de la
sociedad burguesa: los capitalistas y los obreros asalariados. Pero esas
relaciones se expresan a través de las cosas que, por esa razón, revisten un
carácter social específico.
Al identificar al
capital con la cosa, más a menudo con los medios de producción, los economistas
e ideólogos burgueses le asignan categoría eterna. En realidad, tan solo en el
contexto del capitalismo, los medios de producción se transforman en capital.
El capital presupone obligatoriamente trabajo asalariado, y a su vez el trabajo
asalariado presupone capital. Se trata, pues, de dos aspectos de una misma
relación.
La parte del
capital que se transforma en medios de producción no cambia la magnitud de su
valor en el proceso de producción. Por medio del trabajo sólo se transfiere al
producto el valor de los medios de producción y por lo tanto ellos no originan
ningún incremento del valor. Esta parte del capital se denomina capital
constante y se designa con la letra “C”.
Otra parte del
capital que se transforma en fuerza de trabajo y cambia su valor en el proceso
de producción se denomina capital variable y se designa con la letra “V”.
La fuerza de trabajo reproduce el equivalente de su valor y, por encima
de él, un excedente, la plusvalía, que a su vez puede variar: crecer o
disminuir.
Marx fue el primero en descubrir esta división del capital mostrando que
no todo el capital anticipado crea plusvalía, sino sólo aquella parte suya que
se invierte en adquirir la fuerza de trabajo. Puso en claro que únicamente el
trabajo no remunerado de los obreros crea plusvalía.
La relación del capital en constante y variable guarda relación sólo con
el capital que funciona en la esfera de la producción, es decir, allí donde se
crea la plusvalía.
En su empeño de demostrar la ausencia de explotación bajo el capitalismo,
sus economistas promovieron la teoría de los factores de producción, conforme a
la cual, en la producción participan tres factores: 1) la tierra, propiedad del
terrateniente; 2) el capital (los medios de producción en interpretación
burguesa), perteneciente a los capitalistas; 3) el trabajo, perteneciente al obrero.
Según esos
economistas, los tres factores participan de forma igual en la creación de
nuevos valores. Por consiguiente, a los tres factores de producción
corresponden también tres tipos de ingresos: la tierra crea renta, el capital
la ganancia y el trabajo crea el salario. Ello, de acuerdo a los economistas
burgueses, significa que no hay explotación y que está presente “la armonía” en
los intereses de clase.
Pero, en
realidad, el nuevo valor lo crea un solo factor, el trabajo, que los obreros invierten
en el proceso de producción.
El trabajo no remunerado de los obreros es la
única fuente de todos los tipos de ingresos capitalistas.
Masa y cuota de plusvalía.
“... suponemos en este capítulo que el valor de la
fuerza de trabajo, esto es, la parte de la jornada de trabajo necesaria para la
reproducción o conservación de la fuerza de trabajo, es una magnitud dada,
constante. Una vez presupuesto esto, con la cuota de plusvalía viene dada a la
vez la masa de la misma que el obrero individual le suministra al capitalista
en un período de tiempo determinado. Así, por ejemplo, si el trabajo necesario
asciende diariamente a seis horas, expresado en una cantidad de oro de 3
chelines = 1 tálero, tendremos que el tálero (moneda alemana de plata) es el valor
diario de una fuerza de trabajo, o sea, el valor de capital desembolsado para
la compra de una fuerza de trabajo. Sí, además, la cuota de plusvalía es del
100%, este capital variable de 1 tálero produce una masa de plusvalía de 1
tálero, o sea, el obrero proporciona diariamente una masa de plustrabajo de
seis horas”.
“Pero el capital variable es la expresión en dinero
del valor total de todas las fuerzas de trabajo que utiliza simultáneamente el
capitalismo. Así, pues, su valor es igual al valor medio de una fuerza de
trabajo multiplicado por el número de las fuerzas de trabajo utilizadas. Por
tanto, dado el valor de la fuerza de trabajo, la magnitud del capital variable
está en razón directa del número de obreros ocupados simultáneamente. Si el
valor diario de una fuerza de trabajo es 1 tálero, entonces hay que desembolsar
un capital de 100 táleros para explotar 100 fuerzas de trabajo, y de n táleros para explotar a n fuerzas de trabajo”.
“Igualmente, si un capital variable de 1 tálero, o
sea, el valor diario de una fuerza de trabajo, produce una plusvalía diaria de
1 tálero, un capital variable de 100 táleros producirá una plusvalía diaria de
100, y uno de n táleros una
plusvalía de 1 tálero x n. Así, pues, la masa de plusvalía
producida es igual a la plusvalía que proporciona la jornada de trabajo de un
obrero individual multiplicada por el número de obreros empleados. Pero como,
además, la masa de plusvalía que produce el obrero individual, con un valor
dado de la fuerza de trabajo, viene determinada por la cuota de la plusvalía,
se deduce entonces la ley siguiente: la
masa de plusvalía producida es igual a la magnitud del capital variable
desembolsado multiplicada por la cuota de la plusvalía, o bien se
determina por la razón compuesta entre el número de las fuerzas de trabajo
explotadas simultáneamente por el mismo capitalista y el grado de explotación
de la fuerza de trabajo individual”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 403
y 404).
El trabajo obrero
en una empresa capitalista se divide en dos partes:
La primera parte
de la jornada, en que se crea el valor igual al valor de la fuerza de trabajo,
se denomina tiempo de trabajo necesario, y el trabajo invertido durante
este tiempo, trabajo necesario.
La segunda parte
de la jornada, en la que se crea la plusvalía, se llama tiempo de trabajo
adicional y el trabajo invertido durante este tiempo, plustrabajo.
La relación plustrabajo
/ trabajo necesario expresa el grado de explotación del productor, por
parte del propietario de los medios de producción, en cualquier formación
antagónica, incluida la sociedad capitalista.
En cambio, la
relación entre plusvalía y el capital variable es la forma específica con que
se expresa el grado de explotación, inherente sólo al capitalismo:
p’
= p/v. 100
La cuota de
plusvalía (p’) muestra cómo se distribuye el nuevo valor creado entre
los obreros y los capitalistas, qué parte de la jornada el obrero trabaja para
sí y qué parte para el capitalista.
Con el desarrollo
del capitalismo se eleva la cuota de plusvalía, en virtud de lo cual crece la
explotación de los obreros.
Cuando Lenin
calculó la cuota de plusvalía en la
Rusia prerrevolucionaria tomó datos de fábricas en 1908,
relativos al número de obreros ocupados y el total de su salario. Tras dividir
el monto del salario total por la cantidad de obreros, calculó el salario medio
de cada obrero. Por otra parte, obtuvo datos sobre la suma total de la
producción elaborada y la suma invertida por los capitalistas en su
elaboración. Con ellos, no le fue difícil calcular la ganancia total de los
capitalistas y la suma que corresponde a cada obrero. La confrontación entre
esa ganancia con el salario le dio una idea sobre la cuota de plusvalía que
obtenían los capitalistas.
Esta metodología
no ha cambiado. Es la que debe aplicarse en la actualidad para determinar el
grado de explotación. Hay que tener en cuenta, eso sí, que la mayoría de las
estadísticas armadas por los economistas burgueses proporcionan datos
exagerados sobre los salarios, pues incluyen dentro de éstos los altísimos
ingresos de los gerentes cuando, en realidad, esos ingresos no son otra cosa
que parte de la
plusvalía. También hay que considerar que los capitalistas
suelen rebajar la magnitud de la ganancia, que es ocultada a través de la forma
de cálculo que adquiere la denominada cuota de ganancia y también tener
presente que destinan grandes sumas de sus ganancias al auto-pago de suculentos
honorarios, intereses a sus socios bancarios e impuestos menores.
Por cuanto todos
estos factores inciden directa o indirectamente en la cuota de plusvalía, el
cómputo proporciona, por lo común, sólo una magnitud aproximada, en general,
menor a la real.
La cuota de
plusvalía es insuficiente para proporcionar una caracterización cualitativa de la plusvalía. La magnitud
absoluta de la plusvalía se denomina su masa. Pero entre la cuota y
la masa de plusvalía hay determinada relación. Dado un valor concreto de fuerza
de trabajo, la masa de la plusvalía creada por un obrero determinado depende
del grado de explotación.
De la
fórmula p’ = p / v.100 se infiere que p
= v. p’, es decir, la masa de plusvalía es igual a la magnitud de capital
variable anticipado, multiplicado por la cuota de plusvalía.
La apropiación de
la plusvalía, creada por el trabajo no remunerado de los obreros, expresa la
esencia de la explotación de la clase obrera por los capitalistas.
La explotación
del hombre por el hombre es característica también para las sociedades
clasistas que precedieron al capitalismo, para el feudalismo y el esclavismo.
El trabajo de los
esclavos rebasó mucho el marco del tiempo necesario. El campesino trabajó
también para el señor feudal. Pero la explotación capitalista es una forma
especial de explotación.
La peculiaridad de la explotación capitalista es su
carácter camuflado.
“En resumidas cuentas, el único momento
decisivo en estas relaciones es, pese a todo, el interés personal y, sobre
todo, el ansia de lucro. La actitud del fabricante con respecto al obrero no
tiene carácter humano, sino puramente económico”.
Modos de elevar la
plusvalía
Ahondaremos las definiciones que realizamos poco más arriba sobre
plusvalía, donde agregamos la extraordinaria como una variante clave de la
relativa. Ávidos de plusvalía, los capitalistas procuran aumentar el tiempo
adicional para lograr mayores beneficios. Lo obtienen por dos vías: produciendo
la plusvalía absoluta y la plusvalía relativa.
Plusvalía
absoluta (2):
La plusvalía obtenida mediante la prolongación absoluta de la jornada de
trabajo se denomina plusvalía absoluta. Ejemplo: suponemos que la jornada de trabajo es de 10 horas, de las
cuales la mitad, cinco horas, constituyen el tiempo de trabajo necesario y las
otras cinco el trabajo adicional o plustrabajo. En este caso concreto la cuota
de plusvalía es del 100% (p´= 5 / 5 x 100 = 100%). Si la jornada de trabajo se
extiende a 12 horas con igual remuneración, el tiempo adicional será ahora de 7
horas y, aplicando la fórmula, la tasa de explotación se elevará al 140% (p´= 7 / 5 x 100 = 140%).
¿Hasta dónde se
puede incrementar la plusvalía absoluta? Es razonable pensar que si el día
tiene 24 horas allí se encuentra el límite teórico máximo. Y que el trabajador
debe dormir, descansar, comer, viajar. En general, el límite máximo se
determina por dos circunstancias: 1) el límite físico, relacionado al
hecho de que el obrero no puede trabajar 24 horas día; 2) el límite social o
moral, determinado por el hecho de que el obrero necesita algún tiempo para
satisfacer las inquietudes sociales y espirituales.
La duración
efectiva de la jornada de trabajo es el resultado de la lucha de clases
entre la burguesía y el proletariado.
La producción
de plusvalía absoluta, es decir, el alargamiento de la jornada, por encima del
tiempo de trabajo necesario, constituye la base general de la explotación capitalista.
Sin embargo, la
prolongación de la jornada, como método para elevar la explotación, predominó
en las primeras fases del desarrollo del capitalismo. La lucha de la clase
obrera, el crecimiento del grado de su organización obligaron a los gobiernos
burgueses a adoptar leyes restringiendo la jornada de trabajo. Observen ustedes
que cuando esas luchas disminuyen o no adquieren la fuerza que le otorga la
unificación de las mismas y las mantienen dispersas, la obtención de mayor
plusvalía absoluta vuelve a tener relevancia.
Es de mencionar
que la plusvalía absoluta reviste también otras formas, como, por ejemplo, elevación
de la intensidad del trabajo, trabajo extra, remuneración del trabajo por
debajo del valor acordado.
Una referencia
sobre “trabajo extra”, que no se vincula con “hora extra”. Extender, en los
trabajos especializados, la jornada de trabajo proporciona dos formas de
plusvalía absoluta: una derivada de la mayor envergadura que cobran tiempo de
trabajo necesario versus tiempo de trabajo adicional, y la otra es que al
prolongarse la jornada como trabajo extra, el capitalista (la empresa) evita
gastos relacionados con la enseñanza del oficio a nuevos trabajadores y también
en lo referente a los desembolsos de fondos al seguro social en aquellos
conceptos que son fijos.
El alargamiento
de la jornada de trabajo no sólo se mide por empresa, sino por persona. De esa
manera queda al descubierto que otra manera, muy difundida hoy entre nosotros,
de prolongar la jornada de trabajo es el pluriempleo.
Millones de
personas no pueden subsistir con el salario fundamental y se ven obligados a
tener más de un trabajo. Es decir, culminada la jornada completa, a dedicarse a
trabajos adicionales.
El trabajo más
intensivo, por otra parte, significa mayores gastos de energía para crear mayor
plusvalía. Y esa intensificación es la respuesta encubierta de los capitalistas
a la reducción y limitación de la jornada de trabajo lograda bajo intensas y
encarnizadas luchas.
Para garantizar
la intensificación del trabajo, se valen de métodos viejos y nuevos dentro de
lo que es llamado “racionalización (capitalista) de la producción”.
Mencionaremos
algunos de esos métodos: aceleración del movimiento de las cadenas;
cronometraje de operaciones laborales; introducción de sistemas de norma s de movimiento; (¿se acuerdan de “Tiempos
Modernos, de Carlitos Chaplin?); implantación de formas complejas de salario
con “primas” o “premios”.
En el contexto de
la revolución científica técnica, la racionalización (capitalista) de la producción
persigue el objetivo de estimular por todos los medios, no sólo los esfuerzos
físicos sino también el rendimiento máximo de la energía intelectual y
nerviosa. Surge un nuevo tipo de intensificación del trabajo, un nuevo tipo de
extenuación: la prolongada sobrecarga emocional y nerviosa que repercute
muy negativamente en la salud del trabajador.
Plusvalía relativa (2):
“A la prolongación del plustrabajo corresponde la
reducción del trabajo necesario, o una parte del tiempo de trabajo que el
obrero consumía hasta ahora, efectivamente, para sí mismo, se transforma en
tiempo de trabajo para el capitalista. Lo que varía no es la duración de la
jornada laboral sino su distribución en trabajo necesario y plustrabajo”. (Carlos Marx. El Capital.
Libro I. Tomo II. Página 6).
El segundo modo
de elevar el grado de explotación de la clase obrera consiste en producir plusvalía
relativa.
En este caso, el
crecimiento de la plusvalía se obtiene reduciendo el tiempo necesario de
trabajo sin reducir la jornada de trabajo. Lo que equivale a incrementar el
tiempo adicional.
Un ejemplo:
suponemos que el tiempo de trabajo necesario se reduzca de 5 horas a 4 horas y
que la duración de la jornada siga invariable, es decir de 10 horas. De acuerdo
a ello, el tiempo de trabajo adicional pasa de 5 a 6 horas y, aplicando la
fórmula vemos que la cuota de plusvalía crecerá del 100% inicial al 150%, p´= 6 / 4 x 100 = 150%
¿Cómo se logra
reducir el tiempo de trabajo necesario y así obtener esa plusvalía relativa?
Recordemos que el
tiempo de trabajo necesario es el tiempo durante el cual se reproduce el
valor de la fuerza de trabajo, es decir, el valor de los medios que el
obrero, con su familia, necesita para subsistir.
Por lo tanto, la
disminución del valor de la fuerza de trabajo y la reducción del tiempo de
trabajo necesario puede alcanzarse únicamente disminuyendo el valor de las
mercancías que son medios de subsistencia de los obreros (artículos
alimenticios, ropa, etc.).
A ello conduce el
crecimiento de la productividad en aquellas ramas que producen artículos
de amplio consumo.
La elevación de
la productividad del trabajo es una consecuencia, en primer término, del
progreso técnico, tanto en las ramas que producen los medios de subsistencia
como en las que fabrican los medios de producción para esas ramas, procesos
éstos que se acentuaron, sobre todo, en la actualidad con las nuevas
condiciones derivadas de la denominada “revolución científica técnica”.
Plusvalía extraordinaria (2):
La elevación de
la productividad del trabajo no se opera de golpe en todas las ramas de la producción. Al
principio, sólo en algunas empresas capitalistas.
Se trata de
empresas de “avanzada” donde se implantan la nueva tecnología y métodos más
modernos para organizar la producción.
Los gastos
individuales de esas empresas son inferiores a los socialmente necesarios, y
como los precios del mercado están regulados por los gastos socialmente
necesarios, los capitalistas que obtuvieron en sus empresas una productividad
de trabajo más elevada se “embolsan” la plusvalía extraordinaria”, que
no es otra cosa que un adicional que se obtiene sobre la plusvalía ordinaria o
media.
Recordamos que el
trabajo socialmente necesario es el trabajo invertido en elaborar una
mercancía en condiciones de producción socialmente norma les,
es decir, con un nivel técnico medio, con una intensidad media del trabajo y
una preparación media del obrero en las empresas que fabrican la masa principal
del artículo dado. Las inversiones de trabajo socialmente necesario determinan
la magnitud del valor de la mercancía. Varían como consecuencia de los
cambios en la productividad del trabajo. Cuando más elevada es ésta, tanto
menos trabajo se consume en elaborar la unidad de producto
La plusvalía
extraordinaria representa la diferencia entre el valor social y el individual,
es el excedente de plusvalía que se apropia el capitalista cuando reduce el
valor individual de la mercancía en comparación con el valor social de la misma. Es una variedad
de la plusvalía relativa.
Sirve de su
fuente el trabajo más productivo de los obreros en las empresas que emplean
tecnología y métodos nuevos de producción. El trabajo más productivo, en
comparación con el social, actúa como trabajo multiplicado, es decir, crea
mayor valor.
Desarrollemos un
ejemplo: definimos que el tiempo socialmente necesario para producir 1 metro de tela es de 2
horas, con la particularidad de que en una hora se crea un valor de dos pesos o
dólares.
En ese caso, el
valor social de 1 metro
de tela se expresará en 4 pesos.
Si en alguna empresa
se implanta nueva tecnología que permita duplicar la productividad del trabajo,
en la producción de 1 metro
de tela se invertirá sólo 1 hora y el valor individual de la tela será
de 2 pesos.
Pero, en el
mercado, la tela se venderá como antes, a 4 pesos. La diferencia de 2 pesos,
entre el valor social y el individual, constituirá justamente la plusvalía
extraordinaria.
Ahora bien,
supongamos que el obrero en el transcurso de la jornada de 8 horas produce 8 metros de tela, es
decir, un nuevo valor de 32 pesos (8 x 4). Suponemos su salario de 16 pesos (el
tiempo necesario es del 50%, es decir de 4 horas), lo que indica que la
plusvalía es también de 16 pesos (las otras cuatro horas). La tasa de
explotación (usar la fórmula), es del 100%
(p´= 16 / 16 x 100 = 100%)
Al duplicarse la
productividad del trabajo, el obrero producirá, en esa empresa avanzada, 16 metros de tela,
manteniendo su salario de 16 pesos. Y observamos que, para reproducir el valor
de su fuerza de trabajo, ahora necesitará 2 horas y no 4 como antes.
En dos horas
fabricará su equivalente, es decir, fabricará los 4 metros de tela, lo que,
dado su valor social de 4 pesos por metro, representará 16 pesos. Como
consecuencia de ello, durante las restantes 6 horas el obrero creará plusvalía
para el capitalista por 48 pesos. Si aplicamos la fórmula observaremos que la
tasa de explotación crece al 300% (p´= 6 / 2 x 100 = 300%)
El capitalista,
escribe Marx, “hace individualmente lo
mismo que hace en grande y en conjunto todo el capital en la producción de
plusvalía relativa”. Sin embargo, la producción de plusvalía
extraordinaria no guarda relación con el descenso del valor de la fuerza de
trabajo.
Está condicionada
por el hecho de que, al elevarse la productividad individual del trabajo
por encima del nivel social, el valor de la fuerza de trabajo se reproduce en
menor tiempo.
La peculiaridad
de la plusvalía extraordinaria consiste en que la obtienen algunos capitalistas
hasta que las innovaciones se extiendan a toda la rama dada.
“La creación de plusvalía extraordinaria es un
fenómeno transitorio, pues no bien los progresos en la producción pasan a ser
del dominio de la masa fundamental de empresas de la rama correspondiente, baja
el valor social de la mercancía dada y desaparece la plusvalía extraordinaria.
Reaparece en tal o cual empresa cuando en ellas se instalan máquinas más
perfeccionadas y/o se aplican nuevos métodos de producción que reduzcan el
valor individual de la mercancía.”
“La
plusvalía extraordinaria desempeña un importante papel en el avance del modo
capitalista de producción y en la agudización de sus contradicciones, ya que el
afán de los capitalistas por obtener plusvalía extraordinaria contribuye a
desarrollar las fuerzas productivas del capitalismo y a acrecentar la
productividad del trabajo social.”
Ávidos de plusvalía extraordinaria, los capitalistas se ven forzados a
implantar la nueva técnica e impulsar las fuerzas productivas. Pero a la vez,
los capitalistas procuran, al mismo tiempo, guardar el secreto de sus logros
para obtener plusvalía extraordinaria el mayor tiempo posible, lo que frena el
progreso técnico.
La tendencia a aumentar la plusvalía relativa, tendencia inherente al
capitalismo, se ha mantenido hasta la fecha. Sin embargo, en el contexto actual, el
incremento de la plusvalía relativa reviste forma contradictoria: el ritmo de
aumento de la plusvalía relativa se limita al grado en que se implanta la nueva
técnica; por un lado se mantienen tales estímulos para la aplicación de nueva
técnica como el ansia de plusvalía extraordinaria y la competencia.
Otros factores acentuaron la contradicción: cuando la vigencia del
sistema socialista, la emulación económica entre el socialismo y el capitalismo
obligaba al estado burgués a estimular la aplicación de las nuevas técnicas.
Pero a la vez, cobraron mayor fuerza también las circunstancias que
frenan la implantación de nueva técnica: crecimiento del papel de los precios
de monopolio, infrautilización de las capacidades productivas y limitaciones en
los mercados internos, entre otras.
Como consecuencia aumentó la desproporción entre las posibilidades
potenciales de la revolución científica técnica y el nivel de su
materialización.
Debido a ello, los capitalistas procuran elevar la cuota de plusvalía aumentando la intensidad del
trabajo, que como
habíamos señalado era también una de las formas de la obtención de plusvalía
absoluta.
En condiciones del capitalismo moderno, el capital monopolista y en
particular las transnacionales, disponen de mayores posibilidades para elevar
la intensidad del trabajo aún más, sobre la base de mecanizar y automatizar la
producción, de nuevos métodos para organizar el trabajo y formas de salario
modernos.
Al extenderse a la mayoría de los obreros, la intensificación del trabajo
disminuye la proporción del trabajo necesario y aumenta la parte de plustrabajo
en toda la masa de
trabajo, conduciendo
a un resultado análogo al que tiene lugar durante la producción de plusvalía
relativa.
Unidad de la
plusvalía relativa y absoluta.
“Desde cierto punto de vista, la diferencia entre
plusvalía absoluta y relativa parece puramente ilusoria. La plusvalía relativa
es absoluta, pues condiciona la prolongación absoluta de la jornada de trabajo
más allá del tiempo de trabajo necesario para la existencia del propio obrero.
La plusvalía absoluta es relativa, pues comporta un desarrollo de la
productividad del trabajo, que permite limitar el tiempo de trabajo necesario a
una parte de la jornada de trabajo. Más si nos fijamos en la dinámica de las
plusvalías, se esfuma esa apariencia de identidad. Una vez instaurado el medio
de producción capitalista y convertido en modo general de producción, se hace
sentir la diferencia entre plusvalía absoluta y relativa tan pronto se trata de
reforzar en general la cuota de plusvalía”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo II. Páginas 258 y
259).
La diferencia entre plusvalía absoluta y relativa no descarta su unidad.
Cualquier plusvalía es absoluta pues implica el alargamiento de la
jornada por encima del tiempo de trabajo necesario.
Por otra parte, mientras la productividad del trabajo garantiza nada más
que los medios de subsistencia para el propio productor, no puede haber
plustrabajo alguno. Sólo a raíz de elevar la productividad del trabajo, el
tiempo de trabajo necesario se reduce a una parte de la jornada.
Por consiguiente, cualquier plusvalía es relativa pues supone cierta
elevación de la productividad del trabajo social.
Ambos tipos de plusvalía poseen una esencia socioeconómica común:
expresan relaciones entre dos clases antagónicas –obreros asalariados y
capitalistas- y la explotación del trabajo asalariado por el capital.
El primer método para elevar la explotación fue la producción de
plusvalía absoluta. Pero ya en las primeras fases del desarrollo del
capitalismo se empleó también la producción de plusvalía relativa.
Al mismo tiempo, incluso en las condiciones del capitalismo desarrollado,
prosigue la producción de plusvalía absoluta. Y por último, cabe señalar que la
intensificación del trabajo es un medio para producir tanto plusvalía absoluta
como relativa.
Resumen:
En el cuadro III
observamos que la plusvalía se clasifica en absoluta (prolongación de la
jornada de trabajo) y relativa (incremento de la productividad) y que, como una
forma especial de plusvalía relativa se encuentra la extraordinaria (la de
mayor incremento de la productividad).
En el cuadro IV
observamos que la mercancía contiene dos tipos de valor, el valor (a secas) que
conlleva el valor de cambio que se materializa en el mercado a través del
precio, que es el intermediario al dinero con que se realiza el cálculo social
del trabajo; y el valor de uso, es decir, la utilidad de la mercancía, su
capacidad de satisfacer una necesidad humana, tanto de consumo (alimentos por
ejemplo) como productiva (materia prima, herramientas). El valor de uso
contiene propiedades cualitativas y el valor de cambio propiedades
cuantitativas.
Capital:
“La producción capitalista no es solo producción de
mercancías, sino que esencialmente es producción de plusvalía. El obrero no
produce para sí sino para el capital. Por tanto, ya no basta con que produzca
en términos generales. Tiene que producir plusvalía. Sólo es productivo el
obrero que produce plusvalía para el capitalista o que sirve para la
auto-valorización del capital”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo II. Página 256).
Definimos al
capital como valor que, por medio de la explotación de la fuerza de trabajo del
hombre, proporciona plusvalía, y se incrementa a sí mismo. Es una relación
social de producción. Una relación entre la clase de los capitalistas, que
poseen los medios de producción, y la clase obrera que carece de esos medios y
subsiste vendiendo su fuerza de trabajo.
El dinero no es
capital. Se convierte en capital cuando su acumulación permite adquirir medios
de producción y fuerza de trabajo. Los que acumularon capital se convierten así
en capitalistas mientras el resto de los ciudadanos, hallándose personalmente
libres pero sin medios de producción, se convierten en vendedores de su fuerza
de trabajo.
La transformación
de dinero en capital fue impulsada por lo que denominamos “acumulación
originaria del capital”, un proceso histórico de transformación violenta de
los productores directos (campesinos y artesanos) en obreros asalariados y de
los medios de producción y el dinero en capital.
El capital es la
categoría principal del modo capitalista de producción. Se clasifica en capital
constante y capital variable. Esta clasificación es importante pues ha de tener
en cuenta que la fuente de plusvalía y de incremento del propio capital no
reside en todo el capital sino en la parte que se dedica a la compra de fuerza
de trabajo.
Acumulación
originaria del capital.
La acumulación
originaria del Capital deriva de un proceso histórico de transformación violenta
de los productores directos, fundamentalmente campesinos, en obreros
asalariados y de los medios de producción y el dinero, en capital.
El avance de la
manufactura requería mano de obra libre. Para que esa demanda de mano de obra
libre pudiera satisfacerse, fueron expropiados los pequeños campesinos y los
pequeños artesanos y liberados de la dependencia feudal los siervos de la
gleba.
Este proceso se
desarrolló, en su forma clásica, en Inglaterra desde el último tercio del siglo
XV hasta finales del siglo XVIII, durante algo más de 300 años.
El desarrollo de la
manufactura lanera tornó ventajosa la cría de ovejas, como consecuencia, los
señores feudales deciden ampliar sus pastizales apoderándose de las tierras
comunales y expulsando a los campesinos de sus parcelas. Luego continuaron con
las tierras estatales, que se “vendían” a precio ínfimo incorporándose a las
haciendas privadas.
Las masas de
campesinos y artesanos expulsados sufrieron un proceso de proletarización
violenta; se convertían así en los obreros asalariados que el desarrollo de la
manufactura requería, y también en mendigos y vagabundos.
Se va formando la
clase de proletarios mientras, del otro extremo, se va concentrando la riqueza
en una minoría.
Los métodos de
enriquecimiento originario de la burguesía son diversos, pero los une un factor
común, que todos ellos están basados en la violencia brutal, en el engaño, en
el saqueo, en el fraude.
Al respecto
escribía Marx: “... el capital viene
al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, de los pies a la
cabeza...”
Una vez que el
capital originario logró acumularse mediante el robo, el abuso, el fraude, el
engaño, donde decenas de miles de seres humanos fueron violentamente
proletarizados, una vez que eso ocurrió y esa nueva clase social era
incorporada a la producción manufacturera, la acumulación del capital, ya no
originaria, sino la continuación de ella, se logra mediante la plusvalía, es
decir mediante la parte no remunerada al trabajador. De esa manera, el Capital
es plusvalía, es decir, es trabajo del productor no pago por el capitalista,
que se apropia de éste para utilizarlo en la reproducción ampliada, proceso que
en este curso analizaremos en detalle.
Este proceso de
acumulación del capital se produce en dos formas: la concentración del
capital y la centralización del capital. Es el desarrollo de estas
dos formas de acumulación lo que conduce al surgimiento de los monopolios y,
con el fortalecimiento de éstos, al dominio del capital monopolista
(imperialismo).
En el socialismo
también es necesario acumular capital, proceso éste que no se basa en la
explotación sino en la planificación de la renta nacional para ampliar y
desarrollar esferas productivas y, con prioridad, para mejorar la calidad de
vida de sus habitantes, en especial a los más relegados.
Sintetizando: la
acumulación originaria del capital es un proceso histórico que precedió a la
formación de la gran producción capitalista y separó de los medios de
producción al productor.
Esa acumulación
originaria fue acompañada 1. De la ruina en masa de los productores de
mercancía (en especial de los campesinos) y su transformación en individuos
desposeídos, jurídicamente libres pero carente de medios de subsistencia.
Obligados a vender su fuerza de trabajo., y 2. De la acumulación de riquezas
monetarias en manos de determinadas personas.
“Por tanto, el
proceso que engendra el capitalismo sólo puede ser uno: el proceso de
disociación entre el obrero y la propiedad sobre las condiciones de su trabajo,
proceso que de una parte convierte en capital los medios sociales de vida y de
producción, mientras de otra parte convierte a los productores directos en
obreros asalariados. La llamada acumulación originaria no es, pues, más
que el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de
producción” (Carlos Marx).
Plusvalía y algo
más
La fórmula más
simple y a la vez más descriptiva de lo que es el capitalismo es D – M- D’. La D inicial indica el Capital
Monetario que el capitalista utiliza para obtener, fundamentalmente, plusvalía,
mediante la utilización de la fuerza de trabajo humano para producir mercancías
que contengan valor de uso.
Ese Capital
Monetario es consumido rápidamente; con él adquiere Capital Constante ©
(Herramientas, instalaciones maquinarias que se definen como capital fijo) y
capital variable (dinero aplicado al pago parcial de la fuerza de trabajo y
total de lo “convenido” como salario). Es decir, el Capital Monetario es
integrado por el Capital Constante y el Capital Variable y, por ello, se
convierte en Capital Productivo En esa
etapa se produce el nuevo bien, la nueva y útil mercancía. Luego el capitalista
realiza la misma en el mercado (vende y cobra) y con ello recupera la D inicial incrementada con un
“plus”. De esa manera la D ´
de nuestra fórmula no es otra cosa que la
D inicial más la plusvalía (D´= D + p). Esa “p” es utilizada
por el capitalista en primer lugar para diferenciar enormemente su calidad de
vida con relación al que produce la plusvalía, al trabajador. También parte de
esa “p” va a parar al Estado burgués en concepto de impuestos, pero una parte
importante de la “p” se va a convertir en D, es decir, se va a enviar, en el
nuevo ciclo, como Capital Monetario. Si la primera D 1 (el primer año) fue 100 y la plusvalía
total es 30, de lo cual es destinado 20 a incrementar la D 2, el nuevo proceso se inicia
con 120, lo que significa, inicialmente, más capital constante y más capital
variable que en D1 (un 20% más). Lo que significa que la nueva plusvalía
obtenida (en el supuesto que ninguna condición cambie) será de 36 y no de 30.
La plusvalía
aumentó el capital inicial D2 y con ello se produce, en el nuevo ciclo, más
plusvalía que en el primero. La plusvalía incrementa el capital. ¿Pero la D 1 cómo surgió? La respuesta
está en la
Acumulación
originaria del Capital (2).
“Hemos visto
cómo el dinero se transforma en capital, cómo del capital se hace plusvalía y
de la plusvalía más capital. Sin embargo, la acumulación del capital presupone
plusvalía, la plusvalía presupone producción capitalista, y ésta la existencia
de grandes masas de capital y fuerza de trabajo en manos de los productores de
mercancías. Así, pues, todo este movimiento para girar en un círculo vicioso,
del que sólo podemos salir imaginando una acumulación “originaria” previa a la
acumulación capitalista (“previous accumulation” la llama Adam Smith ),
una acumulación que no es el resultado del modo de producción capitalista sino
su punto de partida”. (Carlos Marx. El Capital. Libro
I. Tomo III. Página 197).
La acumulación
originaria del Capital deriva de un proceso histórico de transformación
violenta de los productores directos, fundamentalmente campesinos, en obreros
asalariados y de los medios de producción y el dinero, en capital.
El avance de la
manufactura requería mano de obra libre. Para que esa demanda de mano de obra
libre pudiera satisfacerse, fueron expropiados los pequeños campesinos y los
pequeños artesanos y liberados de la dependencia feudal los siervos de la
gleba.
Este proceso se
desarrolló, en su forma clásica, en Inglaterra desde el último tercio del siglo
XV hasta finales del siglo XVIII, durante algo más de 300 años.
El desarrollo de la
manufactura lanera tornó ventajosa la cría de ovejas, como consecuencia, los
señores feudales deciden ampliar sus pastizales apoderándose de las tierras
comunales y expulsando a los campesinos de sus parcelas. Luego continuaron con
las tierras estatales, que se “vendían” a precio ínfimo incorporándose a las
haciendas privadas.
Las masas de
campesinos y artesanos expulsados sufrieron un proceso de proletarización
violenta; se convertían así en los obreros asalariados que el desarrollo de la
manufactura requería, y también en mendigos y vagabundos.
Se va formando la
clase de proletarios mientras, del otro extremo, se va concentrando la riqueza
en una minoría.
Los métodos de
enriquecimiento originario de la burguesía son diversos, pero los une un factor
común, que todos ellos están basados en la violencia brutal, en el engaño, en
el saqueo, en el fraude.
Repetimos la
afirmación de Carlos Marx: “... el capital viene al mundo chorreando
sangre y lodo por todos los poros, de los pies a la cabeza...” Pero
dejemos a la opinión de Marx por unos instantes y veamos que opinaba Bernard de
Mandeville (1670-1733), médico inglés que escribió sátiras filosóficas y
políticas de gran repercusión en su época. Entre ellas, “Fábulas de las abejas”
que influyeron sobre Adam Smith, Montesquieu y Keynes. En El Capital, Marx reproduce unos fragmentos
de dicho libro, tomado de su quinta edición de Londres 1728 en páginas 212, 213
y 328. “Una vida moderada y el trabajo constante son para los pobres el
camino hacia la felicidad material” La frase ya está traducida del inglés,
ahora Marx la traduce al mundo real y expresa: “por lo que entiende: la jornada
de trabajo más larga posible y la menor cantidad posible de medios de
subsistencia”.
Continuamos con
Mandeville:
“Donde la propiedad está suficientemente protegida
sería más fácil vivir sin dinero que sin pobres, ¿pues quién haría el trabajo
sino?... Igual que hay que salvar a los obreros de que mueran de hambre, no
debieran recibir nada que valga la pena ahorrar. Si, de vez en cuando, un
individuo de la clase inferior, a fuerza de trabajo y privaciones, se alza
sobre la situación en que se crió, nadie debe impedírselo: sí, ser frugal es
indudablemente el plan más sabio para cualquier persona privada, para cualquier
familia privada dentro de la sociedad; pero el interés de todas las naciones
ricas está en que la mayor parte de los pobres no se halle jamás inactiva y,
sin embargo, en que gasten siempre todo lo que ganan... Quienes se ganan la
vida con su trabajo diario no tienen nada que los incite a ser serviciales
salvo sus necesidades, que es prudente moderar, pero que sería una locura
curar. Lo único que puede hacer laborioso al hombre trabajador es un salario
moderado. Uno demasiado escaso puede, según su temperamento, desanimarlo o
desesperarlo, y uno demasiado alto hacerlo insolente y vago... De lo expuesto
hasta ahora se deduce que en una nación libre, donde no están permitidos los
esclavos, la riqueza más segura estriba en disponer de una cantidad de pobres
laboriosos. Aparte de ser la cantera inagotable que nutre la flota y el
ejército, sin ellos no habría ningún disfrute ni el producto de ningún país
sería valorizable. Para hacer feliz a la sociedad y tener al pueblo contento
incluso en condiciones pobres, es necesario que la gran mayoría se mantenga en
la ignorancia y en la
pobreza. El conocimiento amplía y multiplica nuestros deseos,
y cuanto menos desee un hombre tanto más fácil será satisfacer sus
necesidades”. (El Capital. Libro I. Tomo III. Páginas
72 y 73).
Una vez que el
capital originario logró acumularse mediante el robo, el abuso, el fraude, el
engaño, donde decenas de miles de seres humanos fueron violentamente
proletarizados, una vez que eso ocurrió y esa nueva clase social era
incorporada a la producción manufacturera, la acumulación del capital,
ya no originaria, sino la continuación de ella, se logra mediante la plusvalía,
es decir mediante la parte no remunerada al trabajador. De esa manera, el
Capital es plusvalía, es decir, es trabajo del productor no pago por el
capitalista, que se apropia de éste para utilizarlo en la reproducción
ampliada, proceso que en este curso analizaremos en detalle.
Este proceso de
acumulación del capital se produce en dos formas que también abordamos en este
libro: la concentración del capital y la centralización del capital. Es
el desarrollo de estas dos formas de acumulación lo que conduce al surgimiento
de los monopolios y, con el fortalecimiento de éstos, al dominio del capital
monopolista o imperialismo.
En el socialismo
también es necesario acumular capital, proceso éste que no se basa en la
explotación sino en la planificación de la renta nacional para ampliar y
desarrollar esferas productivas y, con prioridad, para mejorar la calidad de
vida de sus habitantes, en especial los más relegados.
Esencia de la acumulación
capitalista
.
“Cualquiera que sea
la forma social del proceso de producción, éste tiene que ser continuado o
recorrer periódicamente, una y otra vez, los mismos estadios. Igual que una
sociedad no puede dejar de consumir, tampoco puede dejar de producir. Por
tanto, considerado en un nexo continuo y en el flujo ininterrumpido de su
renovación, todo el proceso social de producción, es al mismo tiempo un proceso
de reproducción”... (Carlos Marx. El
Capital. Libro I. Tomo III. Página 9).
La sociedad, para vivir, debe producir constantemente bienes
materiales: medios de producción y artículos de consumo. En sustitución de los
productos consumidos es necesario crear otros nuevos. Esto exige que el proceso
de la producción social continúe y se renueve sin interrupción.
A la renovación constante de la producción se la denomina reproducción.
En ese proceso se reproducen no sólo los bienes materiales, sino
también la fuerza de trabajo y las relaciones entre los hombres (relaciones de
producción) propias al tipo dado de la producción social.
Se conocen dos tipos fundamentales de reproducción: la simple y la
ampliada.
“...Como el
incremento periódico del valor del capital, o como fruto periódico del capital
en proceso, la plusvalía recibe la forma de renta nacida del capital”. “Si esa
renta sólo sirve al capitalista de fondo de consumo o si consume con la misma
periodicidad con que se obtiene, entonces se efectúa, suponiendo que las demás
circunstancias permanezcan iguales, una reproducción simple”... (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo III.
Página 10).
La reproducción simple tiene lugar cuando la producción se repite en
las mismas dimensiones anteriores y todos los medios de producción y artículos
de consumo, nuevamente creados, sólo reponen los bienes materiales consumidos.
La reproducción ampliada, a diferencia de la simple, es la renovación
de la producción en dimensiones mayores. Se crea una cantidad complementaria de
medios de producción y artículos de consumo, por encima de la que debe
compensar los medios de producción y artículos consumidos en el período
anterior.
En condiciones de capitalismo, la reproducción es simple cuando el
capital en funciones se reproduce, de año en año, en magnitudes invariables.
La reproducción simple significa que toda la suma de la plusvalía,
anualmente creada por los obreros asalariados, la gasta el capitalismo para su
consumo personal.
El análisis de la reproducción simple ya nos permite descubrir una
serie de rasgos esenciales de la producción capitalista que caracterizan su
esencia explotadora. Este análisis demuestra, en primer lugar, que el capital
variable y el capital constante no son, en realidad, bienes individuales
pertenecientes a los capitalistas, sino que se apropian de ellos en el proceso
de explotación de los obreros asalariados. El capital, por su origen, debe
pertenecer a los obreros, pues es con el trabajo no remunerado que se
constituye.
En segundo lugar, la reproducción simple nos permite concluir que en el
proceso de la reproducción, los obreros se ven obligados a vender
constantemente su fuerza de trabajo a los capitalistas, es decir, continuar
siendo obreros asalariados.
Dicho de otra manera, la reproducción simple permite arribar a la
conclusión de que la reproducción capitalista, es reproducción no sólo de
bienes materiales, sino, también, de las relaciones de producción capitalistas.
De la producción ampliada, a diferencia de la simple, una parte de la
plusvalía se destina para aumentar las dimensiones de la producción, o sea, se
añade a la magnitud del capital en funciones.
Esta suma de la plusvalía al capital y su transformación en capital
complementario, es la acumulación del capital.
En su objetivo de apropiarse de la mayor plusvalía, los capitalistas
intensifican al máximo la explotación de los obreros asalariados. Lo hacen
mediante la racionalización capitalista de la producción, con el aumento del
reequipamiento técnico de las empresas; y “perfeccionan” el sistema de
organización del trabajo. Todo esto se consigue al ampliarse la producción, es
decir, se consigue merced al mayor esfuerzo de los obreros asalariados.
Al capitalismo le es inherente la lucha competitiva encarnizada entre
ellos por vender, con mayor ventaja, las mercancías que se elaboraron en sus
empresas. Esto también obliga a los capitalistas a ampliar la producción, ya
que las empresas grandes son más estables en la competencia.
También mencionaremos que, cuando en el capitalismo la producción se
reduce, este efecto se denomina reproducción incompleta.
Capital constante:
“Así,
pues, la parte del capital que se invierte en los medios de producción, es
decir, en materias primas, materiales auxiliares y medios de trabajo, no cambia
de magnitud de valor en el proceso de producción. Por eso, a esa parte
constante del capital la llamo: capital constante”. (Carlos
Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 281).
El capital
constante es la parte del capital que existe bajo la forma de medios de
producción (edificios, instalaciones, maquinarias, combustibles, materias
primas, materiales auxiliares) y cuyo valor no cambia de magnitud en el proceso
de producción.
El valor de capital
constante permanece invariable en el proceso de producción, y el trabajo
concreto del obrero lo transfiere a la nueva mercancía producida.
El capital
constante no es ni puede ser fuente de plusvalía, pero es condición necesaria
para que esta se produzca.
Algunas partes del
capital constante van transfiriendo su valor a la nueva mercancía a medida que,
en el proceso de trabajo, los medios de producción se desgastan. Esa parte del
capital constante (instalaciones y maquinarias) por el carácter de su
movimiento, forma el capital fijo. La otra parte, la de las materias primas,
combustibles y materiales auxiliares, integran el denominado capital
circulante.
Vamos a fabricar
bloques de hormigón. Necesitamos una mezcladora (o palas), baldes y moldes,
también arena, cemento y agua. Ellos conforman el denominado capital constante.
Los trabajadores producen 1000 bloques y el capital constante consumido en esa
producción es de mil pesos, es decir, de un peso por bloque. Ahora quiero que
produzcan mil bloques más (y suponemos en el ejemplo que las condiciones son
las mismas, es decir, no hay inflación, ni cambio de calidad, ni mayor
productividad, etc.; ¿cuánto se va a invertir como capital constante?
Nuevamente mil pesos. ¿Qué nos indica ello? Que los valores se mantuvieron
constantes, es decir, que no variaron. ¿No es lógico denominar Capital
Constante al capital que se incorpora a un nuevo producto o mercancía con el
mismo valor en que ingresó? Así lo entendió Carlos Marx.
Capital variable.
“En
cambio, la parte de capital invertida en la fuerza de trabajo cambia de valor
en el proceso de producción. Reproduce su propio equivalente y, además, un
excedente, la plusvalía, la cual puede variar a su vez, ser mayor o menor. De
una magnitud constante, esta parte del capital se transforma continuamente en
una magnitud variable. Por eso la llamo parte variable del capital, o más
concisamente: capital variable”. (Carlos Marx. El Capital. Libro
I. Tomo I. Página 281).
El capital variable
es la parte del capital que el empresario invierte en la compra de fuerza de
trabajo y que se incrementa en el proceso de producción.
En el proceso de
creación de un nuevo valor, el capital destinado al capital variable, no se
conserva como tal sino que, además, se incrementa, constituyendo la plusvalía.
Podemos señalar que
con el trabajo concreto, el obrero transfiere el valor de los medios de
producción consumidos (capital constante) al nuevo producto, con su trabajo
abstracto, crea un nuevo valor (capital variable), que contiene el equivalente
del valor de la fuerza de trabajo y la plusvalía.
Por su carácter de
rotación, el capital variable también constituye el denominado capital
circulante, circula con la mercancía.
Los mil bloque que
los trabajadores requirieron utilizar una parte del Capital Monetario (la D inicial). Con ello el
capitalista obtuvo dos mil pesos cuando vendió esos bloques y los cobró (la D ´ final). Observamos que la D inicial es de 1.500 pesos y
sabemos por ello que a los trabajadores se les pagaron 500 pesos por fabricar
con su fuerza de trabajo los mil bloques. En esos mil bloques se materializaron
tanto los mil pesos de capital constante, que como ya demostramos se incorporan
sin general nuevo valor. Ahora bien, los bloques valen dos mil, es decir mil
más que el capital constante. Algo hizo que ese precio se lograra. En principio
se logra pues lo que se vende no es cemento y arena, sino cemento y arena más
trabajo humano aplicado sobre ello. Por tanto ese trabajo humano es el que
produce la variación en el precio o e el valor del bloque. El trabajo humano
obtuvo los mil pesos de la
diferencia. Pero al no ser el trabajador el propietario del
capital constante, no le queda otro remedio que trabajar para él. Y produce por
mil y le pagan 500 Hace variar el precio del capital constante, agrega nuevo
valor, y sólo recibe una parte de ello. En este ejemplo la mitad. General un
nuevo valor de mil y recibe como pago 500. Su trabajo, reflejado como capital
variable, es el que produce el nuevo valor, por lo tanto es el que hace variar
el precio del bloque. ¿No es lógico
denominar Capital Variable al capital que hace variar al valor? Así lo entendió
Carlos Marx.
Capital fijo:
“El
volumen de la parte fija del capital constante, edificios fabriles, maquinarias,
etc., sigue siendo el mismo, se trabajen dieciséis horas o doce”. (Carlos
Marx. El Capital. Libro III. Tomo I. Página 99).
El capital fijo
integra el capital constante, es una parte de él. Es parte del capital
productivo que, participando por entero y reiteradamente en la producción de la
mercancía, transfiere su valor por parte al nuevo producto, en el transcurso de
varios períodos de producción (amortización), a medida de que se va
desgastando.
Después de
realizada la mercancía, el capital fijo regresa en forma monetaria al
capitalista. El capital fijo está sometido a dos tipos de desgastes: el físico
y el moral. El físico consiste en la pérdida de valor de uso que sufre
gradualmente. Al regresar monetariamente a través de la realización de la mercancía,
parte o todo ese monto se destina a reponerlo, vía a lo que denominamos
amortización. El “moral” (obsolescencia) es una consecuencia del progreso
técnico y hace que el capital fijo se renueve antes de que se haya desgastado
físicamente, porque se han desarrollado otros más eficientes.
En el ejemplo de
los bloques, para hacerlo más claro, hemos considerado que el capital fijo se
consume en la producción de los mil bloques. Si en la práctica las herramientas
sirvieran para producir 100 mil bloques, el capital constante, en su variante
fija debería amortizarse en 100 producciones de mil bloques o hacer el cálculo
sobre los 100 mil bloques. Esto no cambia nada de los resultados de los
ejemplos donde consideramos al capital constante como totalmente capital
circulante, sin considerar que la parte fija sólo se convierte en capital
circulante en el porcentaje de su desgaste.
Mencionamos que
para agilizar el ejemplo consideramos en él que el capital fijo se comporta
como circulante, es decir, consideramos que una vez producido se va con los mil
bloques y que hay que comprar nuevamente la mezcladora o la pala y los moldes.
Obviamente la materia prima es circulante por naturaleza, pero el capital fijo
no, sólo se va en partes y se va a transferirse gradualmente en circulante.
Ello significa que el capital fijo lo va a ser durante un período que va a
depender no sólo de la calidad de las herramientas (su desgaste) sino de los
avances tecnológicos (su reemplazo).
Capital circulante:
“Además:
como las materias primas y auxiliares, exactamente lo mismo que el salario, son
partes integrantes del capital circulante, esto es, tienen que reponerse
constantemente a base de la venta del producto en cada caso, mientras que la
maquinaria sólo hay que reponer el desgaste...” (Carlos Marx. El Capital. Libro
III. Tomo I. Página 140).
El capital
circulante es todo el capital variable más la parte no fija (capital fijo) del
capital constante. Es la parte del capital productivo cuyo valor se transfiere
totalmente a la mercadería producida. A este capital pertenece la parte
desembolsada para la compra de las materias primas, combustibles y materiales
auxiliares y también lo desembolsado para comprar la fuerza de trabajo.
Las materias
primas, los materiales fundamentales y los semielaborados en el proceso de
producción se transforman en un nuevo valor de uso e integran materialmente el
nuevo producto.
Combustibles y
materiales auxiliares, aunque no integren el nuevo producto, transfieren por
completo el valor a éste.
A diferencia de los
anteriores (partes del capital constante), la fuerza de trabajo (capital
variable) no transfiere su valor al producto, sino que crea un nuevo valor, en
el que se incluye la plusvalía.
Como señalábamos en
un párrafo anterior, el capital variable, por su forma de movimiento, es
capital circulante y efectúa una rotación completa en cada ciclo de capital. La
velocidad de rotación del capital variable influye directamente sobre el
aumento de la masa de plusvalía y de la cuota anual de plusvalía, cuota que se
determina por la relación entre la masa anual de plusvalía y el capital
variable.
Regresamos al
bloque. El capitalista lo hace producir para obtener plusvalía, no para que el
bloque sea utilizado para construir casas o paredes. El destino final del
bloque no le interesa, sólo que pueda obtener plusvalía o ganancias. Para
obtener la plusvalía (y recuperar la
D inicial) debe venderlos y cobrarlos y ello se logra
haciéndolo circular. ¿Qué circula? Obviamente el bloque. Y esa nueva mercancía
contiene la vieja mercancía, contiene el cemento, la arena, trocitos de la
mezcladora, de la pala, del molde y también contiene la fuerza de trabajo del
trabajador. Porque se va de la producción, se va del stock, se consume, en
esencia, porque circula, Marx lo definió como Capital Circulante.
Capital comercial:
“El
movimiento del capital mercantil se analizó en el libro II. Desde el punto de
vista del capital global de la sociedad, una parte del mismo, aunque compuesta
siempre por otros elementos e incluso de magnitud creciente, se encuentra
siempre en el mercado como mercancía a fin de convertirse en dinero; otra parte
se encuentra en forma de dinero en el mercado, para convertirse en mercancía.
Se halla siempre sujeto al movimiento de este tránsito, de esa metamorfosis
formal. Cuando esta función del capital que se encuentra en el proceso de
circulación en general se emancipa como función específica de un capital
especial, cuando se fija como una función asignada a una clase especial de
capitalistas por la división del trabajo, el capital mercantil se convierte en
capital para el comercio de mercancías, en capital comercial”. (Carlos
Marx. El Capital. Libro III. Tomo I. Página 353).
El capital
comercial es el invertido en la esfera de la circulación. Su
función: obtener ganancias mediante la compra y venta de las mercancías.
En las formaciones
precapitalistas, el capital comercial era una forma independiente (la
dominante) del capital. Contribuyó al desarrollo de las relaciones
monetario-mercantiles, a la ruina de los pequeños productores, a la acumulación
de grandes recursos dinerarios en manos de algunos explotadores, lo que
facilitó el advenimiento del modo capitalista de producción.
A medida que el
capitalismo se desarrolla, el capital comercial se ve subordinado al capital
industrial. El desarrollo de la economía capitalista se caracteriza por el
hecho de que las funciones de producir y de realizar las mercancías se dividen
entre los capitalistas comerciales e industriales.
El capital
comercial se manifiesta en dos formas: 1. la comercial mercantil cuyo fin es
realizar el capital mercantil y 2. La monetario comercial, cuyo fin es la de
efectuar operaciones comerciales con dinero lo que conduce a la formación del
capital de préstamo.
La disociación del
capital comercial como forma independiente crea las condiciones para que se
acelere la rotación del capital industrial (lo que incrementa la plusvalía). La
separación del capital industrial respecto del comercial acentúa la
contradicción entre producción y consumo. Ello se explica así: los
industriales, al vender la producción terminada al capital comercial se
despreocupan de lo que sucede luego con esos artículos y continúan
produciéndolos y acumulándolos en depósitos a menudo repletos, ampliando las
dimensiones de las crisis de superproducción.
Capital industrial:
“La
relación entre capital comercial y la plusvalía es distinta a la existente
entre ésta y el capital industrial. Este
último produce la plusvalía mediante la apropiación directa de trabajo ajeno no
retribuido. El primero se apropia una parte de esta plusvalía al hacerse
transferir a él esta parte del capital industrial”. (Carlos
Marx. El Capital. Libro III. Tomo I. Página 387).
El capital
industrial es el que se utiliza para la obtención de la plusvalía y funciona en
la esfera de la producción material. Hay que distinguir el capital industrial
del capital comercial y del capital de préstamo que funcionan (éstos dos
últimos) en la esfera de la circulación monetario-mercantil.
El capital
industrial se encuentra en constante movimiento y se define en tres fases: en
la primera fase la forma monetaria del capital se transforma en productiva
(D-M); en la segunda fase la forma productiva se convierte (por aplicación del
trabajo vivo) en mercantil (... P... proceso de producción) y en la tercera
fase la forma mercantil del capital vuelve a transformarse en monetaria
(M´-D´). Así sería la fórmula del ciclo:
D-M ... P …
M´-D´
El ciclo del
capital monetario (D-D´) pone de manifiesto el fin de la producción capitalista:
el de obtener plusvalía.
El ciclo del
capital productivo sitúa en primer lugar la producción (... P ... Trabajo
vivo). Allí el dinero sirve de medio de circulación, indispensable para que el
proceso de producción se renueve sin cesar.
En el ciclo del
capital mercantil (M´-D´) la producción se presenta como condición de la ininterrumpida circulación de mercancías.
Dicha circulación determina la producción y sus dimensiones.
Carlos Marx
sintetizaba que el capital industrial:
“constituye un capital que, a lo largo de su ciclo
completo, toma y abandona esas formas, y en cada una de ellas cumple la función
que le corresponde”.
Capital de préstamo:
El capital de
préstamo es el capital monetario que su poseedor concede a otros capitalistas
(industriales y comerciales) por un determinado tiempo y por una determinada
remuneración en calidad de interés. Su particularidad reside en que
quienes utilizan el capital para producir plusvalía no son sus propios
poseedores, sino otros capitalistas.
En el proceso del
ciclo del capital industrial que desarrollamos en el punto anterior se forman
sistemáticamente recursos monetarios que quedan libres por cierto tiempo. Para
incrementar las ganancias, dichos recursos los ceden en préstamos a otros
capitalistas industriales quienes lo devuelven con un interés, siendo dicho
interés una parte de la nueva plusvalía obtenida en el proceso de producción,
con la compra de la fuerza de trabajo.
En la sociedad
burguesa sirven de intermediarios entre prestamistas y capitalistas
industriales, los bancos, que acumulan los capitales monetarios libres y
conceden créditos a empresas capitalistas y al Estado.
En el imperialismo
(la actual etapa del capitalismo monopolista, que hoy se lo define como
“neoliberalismo”), el capital de préstamo, en forma de capital bancario
monopolista, unido al capital monopolista industrial, constituyen la oligarquía
financiera.
Capital bancario:
Se trata del
capital concentrado en empresas denominadas bancos o financieras. Dicho capital
está compuesto, en su menor parte por los propios recursos monetarios de los
capitalistas y en su mayor parte por depósitos temporales de personas e
instituciones. Su actividad principal es utilizar el dinero recaudado para
otorgar préstamos a los capitalistas industriales y/o comerciales, obteniendo
por ello un beneficio que surge de la diferencia de interés más bajo que paga
al depositante con relación al que cobra al tomador del préstamo.
Cuando el
capitalismo ingresa a su fase monopolista es acompañado por la concentración y
centralización de la banca, surgiendo los monopolios bancarios que imponen
condiciones al resto de los capitalistas. A manos de estos monopolios pasan
paquetes accionarios de compañías industriales y comerciales y se produce una
fusión progresiva entre monopolios industriales y bancarios dando origen al
capital financiero y a la oligarquía financiera.
Capital financiero:
“Una parte cada día mayor del capital industrial no
pertenece a los industriales que lo utilizan. Pueden disponer del capital
únicamente por mediación del banco, que representa, con respecto a ellos, a los
propietarios de dicho capital. Por otra parte, el banco también se ve obligado
a colocar en la industria una parte cada vez más grande de su capital. Gracias
a esto se convierte, en proporciones crecientes, en capitalista industrial.
Este capital bancario –por consiguiente, capital en forma de dinero-, que por
ese procedimiento se trueca de hecho en capital industrial, es lo que llamo
capital financiero”. Escrito por Hilferding, en
su obra “El capital financiero” y reproducido por V. I. Lenin, en su obra el
Imperialismo, fase superior del capitalismo, donde él agrega:
“Esta definición no es completa, por cuanto no se
indica en ella uno de los aspectos más importantes: el aumento de la
concentración de la producción y del capital en un grado tan elevado, que
conduce y ha conducido al monopolio”. (Vladimir.
I. Lenin. Obras Escogidas. Tomo I. Página 760).
El capital
financiero es el formado por la unión del capital de los monopolios bancarios e
industriales en los países imperialistas. Dicho capital financiero y la
consiguiente aparición de la oligarquía financiera constituyen uno de los
rasgos fundamentales del imperialismo.
Es consecuencia de
la alta concentración de capitales en la industria y en la banca. Con relación a
ello escribía Vladimir Lenin:
“La concentración de la producción; los monopolios que
surgen de tal concentración; la fusión o unión de los bancos con la industria,
tal es la historia del nacimiento del capital financiero y el contenido de este
concepto.”
Utilizando los recursos monetarios libres, los bancos no
solo empiezan a conceder los préstamos a
corto plazo sino los de largo plazo obteniendo así la posibilidad de influir en
la marcha de las empresas, e incluso a determinar el destino de las mismas.
Los recursos de los bancos se trasladan a la
industria también mediante la adquisición de acciones creando el denominado
“sistema de participación” integrante del capital ficticio. Este sistema
permite que, mediante un capital bancario propio de volumen pequeño, se puedan
controlar sumas muy grandes de capitales ajenos pero dispersos.
Oligarquía financiera:
“El
capital financiero, concentrado en muy pocas manos y que goza del monopolio
efectivo, obtiene un beneficio enorme, que acrece sin cesar, con la
constitución de sociedades, la emisión de valores, los empréstitos del Estado,
etc., consolidando la dominación de la oligarquía financiera e imponiendo a
toda la sociedad un tributo en provecho de los monopolistas”. (Vladimir I.
Lenin. Obras Escogidas. Tomo I. Página 766).
Definimos a la oligarquía financiera como un
grupo reducido de la burguesía monopolista poseedores personalmente del capital
financiero. Un puñado de familias, no más de doscientas, acumulan riquezas
superiores a las que producen 60 países en desarrollo. Pero no basta la riqueza
personal, es condición la de poder administrar grandes capitales,
independientemente de que sean propios o de terceros, que sean nacionales o
extranjeros, que sean privados o estatales. Es también condición el que ocupen
posiciones claves en los órganos de decisión que les permita orientar y
controlar la producción, controlar la realización de la misma y asegurarse la
apropiación del producto social.
La actividad de la oligarquía financiera
trasciende las fronteras nacionales, domina los estados nacionales y alienta
los conflictos desarrollando prioritariamente el complejo militar-industrial.
Libran entre ellos una encarnizada lucha por ganar y mejorar posiciones, pero
en cuestiones de defensa de sus privilegios, de incremento de la explotación a
los trabajadores, de represión a las luchas de los mismos, actúan como una
única y sólida unidad.
Capital ficticio:
“...
los efectos del Estado, así como las acciones y otros títulos y valores de
todas clases, son esferas de inversión para el capital prestable, destinado a
producir intereses. Son formas de prestarlo. Pero no son de por sí capital de
préstamo que se invierte en ellas. Por otro lado, en la medida en que el crédito
desempeña un papel directo en el proceso de reproducción: lo que necesita el
industrial o el comerciante, si quiere que se le descuenten letras o aceptar un
préstamo, no son acciones ni valores del Estado. Lo que necesita es dinero”. (Carlos Marx. El
Capital. Libro III. Tomo II. Página 198).
El capital ficticio es el que adquiere
forma de títulos de valor (acciones,
obligaciones de empresas capitalistas, títulos de la deuda, etc.) que
proporcionan un ingreso a quienes lo poseen. Son testimonios de que se han
concedido dinero en préstamos, por ejemplo, para formar una empresa
capitalista, en acciones. Percibiendo por ello la plusvalía que le corresponda
en forma de dividendos.
Los movimientos de tales títulos se efectúan
en la Bolsa de
Valores. A diferencia del capital real invertido, el capital ficticio no
constituye una riqueza real y, por ese motivo, no desempeña función alguna en
el proceso de la reproducción capitalista.
Es esencialmente especulativo. Es el medio más
ideal que utilizan los grandes tenedores para arruinar a los miles de pequeños
que fueron y son seducidos por este sistema.
Como ejemplo de lo irreal de este tipo de
capital mencionaremos un caso: una empresa posee un valor real de un millón de
dólares y emite un millón de acciones de un dólar cada una. Pero... ¿qué sucede
cuándo esa acción se cotiza a quince dólares cada una? ¿Dónde están los otros
catorce millones? Más adelante desarrollaremos en detalle este punto.
Capital mercantil:
“Sobre
la base del modo capitalista de producción como modo dominante, toda mercancía
en manos del vendedor tiene que ser, además, capital mercantil. Y continúa
siéndolo en manos del comerciante, o se convierte en tal en sus manos si no lo
era antes”. (Carlos Marx. El Capital. Libro II. Tomo I. Página
118).
El capital mercantil es una de las formas funcionales del capital
industrial. Se presenta bajo el aspecto de una determinada suma de mercancías
producidas. Incluye el valor inicialmente anticipado y la plusvalía creada en
el proceso de producción. Cumple la función de realizar la plusvalía.
En un determinado
nivel del desarrollo del capitalismo, el capital mercantil se separó bajo la
forma independiente de capital comercial.
Capital monetario:
“Las
dos formas que adopta el valor de capital dentro de sus estadios de circulación
son las de capital monetario y capital mercantil; su forma perteneciente al
estadio de la producción es capital productivo. El capital, que adopta estas
formas en el curso de su ciclo total y vuelve a abandonarlas, desempeñando en
cada una de ellas su función correspondiente, es el capital industrial,
industrial en el sentido que abarca todas las ramas de la producción explotadas
sobre bases capitalistas”. (Carlos Marx. El Capital. Libro II. Tomo I.
Páginas 62 y 63).
El capital
monetario es la suma de dinero que proporciona ganancias a su poseedor a costa
de la explotación del trabajo ajeno. Existió bajo en esclavismo y el feudalismo
en forma de capital comercial y capital usurario, formas independientes del
capital. En el período capitalista el capital monetario constituye una de las
formas funcionales del capital industrial. Le sirve de forma primera y con ella inicia su movimiento.
El capitalista no
sólo gasta dinero para adquirir cierta mercancía sino que además lo anticipa
como valor que ha de revertirse aumentado por la plusvalía. Para
ello compra una mercancía especial: la fuerza de trabajo, y los
correspondientes medios de producción.
El dinero no actúa
por sí mismo en calidad de capital monetario, sino para que se utilice para
comprar elementos de capital productivo con el fin de obtener plusvalía.
Mediante la realización de las mercancías producidas el capital industrial
recobra la forma de capital monetario el cual supera, en la magnitud de la
plusvalía, al capital monetario anticipado. El capital monetario que se
desprende del ciclo productivo da origen al capital de préstamo.
Capital productivo:
Hemos visto la fórmula D-M ... P ...
D´-M´ donde D-M es el capital monetario, D es el dinero anticipado para adquirir
las mercancías M, que consiste en medios de producción y fuerza de trabajo para
conformar el capital productivo P ( “en donde los puntos indican que se ha
interrumpido el proceso de circulación”), donde se va a producir un producto
útil para luego pasar a constituirse en capital mercantil M´, que deberá
realizarse en el mercado para volver a ser capital monetario D´, ahora
incrementado por la plusvalía.
“El valor que él a anticipado en forma de dinero... se
halla en el estado o la forma de capital productivo, que tiene la facultad de
actuar como creador de valor y de plusvalía”. (Carlos
Marx. El Capital. Libro II. Tomo I. Página 34).
El capital
productivo es una de las formas en que funciona el capital industrial y se da
como resultado de la modificación que el capital sufre al pasar de su forma
monetaria a su forma productiva, que es la segunda fase del capital industrial
que vimos anteriormente.
Los medios de
producción y la fuerza de trabajo adquiridas por el capitalista constituyen la
parte material y humana que actúan en la esfera de la producción; constituyen
el capital productivo.
A diferencia del
capital monetario y del capital mercantil, el capital productivo posee dos
particularidades: 1. sólo actúa en la esfera de la producción material y 2. Su
función es crear plusvalía.
De las dos partes
que integran el capital productivo, medios de producción y fuerza de trabajo,
la única que genera plusvalía es la fuerza de trabajo, en cuya adquisición se
invierte el capital variable.
Capital usurario:
“El capital productor de interés, o como podemos
llamarlo en su forma arcaica, el capital usurario, pertenece, junto con su
hermano gemelo, el capital comercial, a las formas antediluvianas del capital
que anteceden en mucho al modo de producción capitalista y que encontramos en
las formaciones socioeconómicas más diversas”. “Hemos visto cómo con el dinero
concurre fácilmente el atesoramiento. Sin embargo, el atesorador profesional sólo adquiere importancia tan
pronto se transforma en usurero”. (Carlos Marx. El
Capital. Libro III. Tomo II. Página 347).
El capital usurario es la forma de capital que proporciona interés.
Surge a finales del régimen de la comunidad primitiva y con el nacimiento del
Estado esclavista.
Los usureros
participaban en la explotación de los esclavos y de los siervos. Concedían
préstamos a los dueños de esclavos y a los señores feudales. Los intereses
exigidos por esos préstamos no solo absorbían todo el plus producto, sino,
también una parte del trabajo necesario de los esclavos y de los siervos.
El capital usurario
contribuyó a preparar las condiciones para que surgiera el modo capitalista de
producción. Por una parte envió a la ruina y a la proletarización a los
pequeños productores y por otra, aceleró la acumulación de capital monetario.
Ya bajo el modo
capitalista de producción se convierte en capital de préstamo, pero en los
países en desarrollo, coloniales y dependientes, se mantiene una parte
importante como capital usurario.
Capital en acciones:
El capital en
acciones es formado con la unión de diversos capitales y, en particular, con
los ahorros monetarios de pequeños y medianos ahorristas a través de la emisión
y venta de acciones u otro tipo de obligaciones similares.
Este tipo de
capital les permite a los grandes grupos financieros el dominio de los paquetes
accionarios contando con sólo una parte menor del capital, ya que la parte
mayor se encuentra dispersa en cientos o miles de pequeños inversores. Como la
asamblea la manejan quienes poseen mayor cantidad de acciones, por ejemplo con
un 10% pueden obtener mayoría cuando existen miles de
accionistas-inversionistas que poseen, cada uno, menos del 0,001%, lo que
significa que deberían reunirse y ponerse de acuerdo en una acción común (y
encontrar lugar y tiempo para hacerlo) 10 mil de ellos para sólo igualar al
principal accionista.
Concentración
y centralización del capital.
Existen dos
vías para formar grandes capitales. La primera es la concentración del
capital, es decir, aumentarlo a expensa de la plusvalía. La concentración
de los capitales individuales significa, al mismo tiempo, el incremento de todo
el capital social global.
Se debe
diferenciar de la concentración otra vía para formar grandes capitales: la
centralización.
Concentración del capital:
Se trata del incremento
del Capital que se logra por la acumulación de plusvalía. El objetivo del
capitalista es obtener plusvalía, para ello anticipa dinero con el que compra
capital constante y capital variable. Gran parte de la plusvalía obtenida en el
proceso de la producción la utiliza para incrementar, en el próximo ciclo, el
dinero anticipado (reproducción ampliada). De esa manera obtiene más plusvalía
que se concentra en el capital inicial, aumentándolo.
La concentración
del capital permite incrementar la eficiencia y perfeccionar la producción,
mediante la aplicación de los más avanzados conocimientos científico-técnicos;
ello reduce el tiempo de trabajo necesario e incrementa la plusvalía relativa
como consecuencia del incremento del plustrabajo.
La concentración
del capital es la base necesaria y objetiva para la formación de los monopolios
y es también la que intensifica el proceso de socialización de la producción a
la vez que aumenta el poder de la oligarquía financiera. El capital financiero
crece y adquieres proporciones muy superiores al destinado a la producción. Por
tanto el destino del capital financiero no está destinado a la producción de
nuevos bienes, de nuevas mercancías, sino, por su carácter parasitario, esta
destinado, inevitablemente, a la especulación. Como también es inevitable su
conformación, crecimiento y dominio, el modo de producción capitalista, con él,
arriba a su propia destrucción. Esa propia destrucción significa la destrucción
de la humanidad toda, de ello que sea necesario destruirlo antes que nos
destruya a todos, y ello sólo es posible con la unidad de acción de todos los
productores, los trabajadores, los auténticos generadores de bienes que
posibilitan la existencia humana.
Centralización del capital:
Se trata del
incremento del capital que se logra mediante la unión de varios capitales en
uno solo.
Es el resultado de
una lucha competitiva entre capitalistas donde los más débiles son absorbidos y
expropiados por los más fuertes.
Es también el
resultado de “abrir” las empresas a los pequeños inversores a través del
capital en acciones. El caso más desarrollado es el de las sociedades anónimas,
que centralizan los ahorros de cientos y miles de pequeños inversores en un
solo capital que domina el capitalista que inició esa centralización.
Los efectos que
produce sobre la economía son similares a los que produce la concentración del
capital, y ambos, centralización y concentración agudizan la lucha competitiva
de los monopolios en el ámbito nacional e internacional por la obtención de la
plusvalía extraordinaria, lo que lleva a incrementar la explotación de los
productores (trabajadores).
La centralización del capital es el proceso de la fusión de los
capitales individuales en un solo capital, lógicamente, más grande. En este caso
no crece el capital social, simplemente se concentra, se fusionan capitales ya
existentes, aumentando, considerablemente, el tamaño de los monopolios.
El capital sólo se redistribuye entre los capitalistas y se concentra
en manos de un número menor de ellos. Uno de los ejemplos de centralización de
capital esta dado por la organización de las sociedades anónimas.
Otra vía muy difundida para centralizar el capital es la absorción
violenta de empresas pequeñas y medianas de menor capacidad competitiva, por
parte de las grandes, en el transcurso de la lucha competitiva.
La concentración y la centralización del capital, aún cuando posean
diferencias, en esencia se ínter vinculan y condicionan mutuamente. Ambas dan
origen a capitales más grandes.
En el proceso de concentración y centralización del capital, se
centraliza y concentra también la producción, es decir, se ensanchan las
empresas y se concentran los medios de producción, los obreros y la producción
en empresas cada vez más grandes.
La concentración de la producción origina un doble resultado: por un
lado conlleva a intensificar la explotación de las masas trabajadoras y, por lo
tanto y sobre esa base, a enriquecer más a los capitalistas, puesto que
precisamente es un las grandes empresas donde se emplea, de la manera más
completa, todo el sistema de “racionalización” capitalista, dirigido a ampliar
al máximo la esfera de la
explotación. Por otro lado, la concentración posibilitó,
inicialmente, la reunión de numerosos obreros en grandes empresas, dando lugar
a su cohesión en poderosas organizaciones proletarias.
Ciclo del capital:
Proceso del movimiento ininterrumpido del capital que pasa
sucesivamente por tres fases: 1. transformación del capital monetario en
productivo; 2. transformación del capital productivo en mercantil y 3.
Transformación del capital mercantil en monetario.
En las fases primera y tercera del ciclo, el capital
funciona en esfera de la circulación.
En la segunda fase actúa en la esfera de la producción.
La fase decisiva del ciclo de capital es la de producción
pues solo en ella se crea plusvalía.
Al pasar por las tres fases el capital adopta sucesivamente
tres formas: la monetaria, la productiva y la mercantil. Hay que observar que la
continuidad del proceso de producción lleva a que algunas partes del capital se
encuentren simultáneamente en distintas formas.
El ciclo del capital no constituye un acto único, sino una
repetición ininterrumpida de los procesos, lo que equivale a decir que el
capital rota.
Rotación del capital:
Se trata del ciclo del capital no tomado como un hecho
aislado, sino como un proceso que se repite periódicamente.
El tiempo de rotación del capital se compone del tiempo de
producción y del tiempo de circulación.
Cuando el ciclo del capital se considera como un proceso que
se repite periódicamente, las diferentes partes del capital actúan de modo
distinto y efectúan sus rotaciones en diversos espacios de tiempo.
Parte del capital desembolsado para adquirir edificios,
instalaciones, maquinarias y equipos, es decir capital fijo, revierte (rota)
lentamente, en el transcurso de varios períodos de producción.
Otra parte del capital, la desembolsada para adquirir
materias primas, materiales auxiliares, pagar salarios etc. es decir capital
circulante, revierte (rota) en el transcurso de un período de producción.
Para medir la velocidad de rotación se toma como unidad el
año.
Circulación del capital:
Es el proceso de transformación del capital al pasar de su
forma monetaria a su forma mercantil y de ésta a la forma monetaria nuevamente.
Es la parte del ciclo del capital que transcurre en la esfera de la
circulación, en el mercado.
El movimiento del capital, proceso durante el cual el
capital se incrementa, comprende la fase de producción y, por dos veces la fase
de circulación.
La primera fase de circulación del capital comienza con el
anticipo, por parte del capitalista, de una determinada suma de dinero para
adquirir medios de producción y fuerza de trabajo.
La segunda fase de circulación llega después del proceso de
producción y se halla relacionada con la transformación del capital mercantil en
monetario.
Composición
orgánica del capital:
“La composición
orgánica del capital depende en todo momento de dos factores: en primer lugar,
de la relación técnica de la fuerza empleada con la masa de medios de
producción empleados, en segundo lugar, del precio de esos medios de
producción”. (Carlos Marx. El Capital.
Libro III. Tomo I. Página 201).
En el proceso de crecimiento del capital, sus distintas partes (capital
constante fijo –medios de trabajo-, capital constante no fijo –objetos de
trabajo- y capital variable –salarios-) aumentan de modo desigual. Esto conduce
a variar la composición del capital.
Existen tres conceptos sobre la composición del capital: composición
técnica, composición por su valor y composición orgánica.
La composición técnica del capital es la relación existente
entre la masa de medios de producción y la cantidad de obreros ocupados que
actúan sobre esos medios. La composición técnica nos indica o certifica el
nivel de pertrechamiento técnico del trabajo. Cuanto más medios de producción
modernos, instrumentos y otros medios de trabajo, utilizan cada obrero, cuanto
mayor cantidad de objetos de trabajo se procese (materiales y materias primas),
tanto más alta será la composición técnica del capital. Se puede medir en
relaciones tales como KWH por obrero; Kilos de materia prima por obrero, etc.
El aumento de la productividad del trabajo eleva la composición técnica
del capital, pues cada obrero emplea mayor cantidad de medios de trabajo, en
especial, procesa mayores cantidades o volúmenes de materias primas y
materiales. Esos incrementos en la composición técnica del capital inciden en
la composición del capital por su valor y en la composición orgánica del
capital.
La composición del capital por su valor es la relación entre el
valor de los medios de producción y el valor de la fuerza de trabajo. Nos
muestra la proporción existente entre la condición necesaria para producir la
plusvalía –la magnitud del capital constante- y la fuente de la plusvalía –la
magnitud del capital variable-. Dicho de otra manera, es la relación entre el
capital constante y el capital variable que varía como consecuencia de las
variaciones y cambios que se producen en la composición técnica del capital
(renovación). También influyen otros factores como: modificaciones de los
precios de las materias primas y aumentos o disminuciones de los salarios.
Ambas, composición técnica y composición por su valor, están
interrelacionadas. Si crece la composición técnica del capital, entonces
aumentará, respectivamente, la composición por su valor, en el caso, claro
está, de que permanezcan invariables los precios para los medios de producción
y de la fuerza de trabajo.
A medida en que se desarrollen las fuerzas productivas variará
(crecerá) tanto la composición técnica del capital, como la composición de
valor.
El incremento de la composición técnica del capital se expresa en el
aumento del pertrechamiento energético de las empresas y de su equipamiento
técnico: en la mecanización y automatización de la producción.
A la proporción existente entre el valor del capital constante y el
valor del capital variable, determinada por la composición técnica del capital,
se la denomina composición orgánica del capital. Es la composición del
capital por su valor depurada de las alteraciones que se producen en el capital
variable y en el capital constante que no dependen de los cambios en las
materias primas y en el trabajo vivo.
La producción ampliada del capital va acompañada, por lo común, por su
racionalización capitalista, incluido el perfeccionamiento técnico: como
resultado, crece la composición orgánica del capital, es decir, crece la
proporción existente entre el capital constante y el capital variable.
Estudios realizados sobre la industria de los EEUU muestran esta
variación: en 1940 la composición orgánica era de 7,2 a 1; en 1959 de 9,8 a 1; en 1960 de 12,6 a 1 y en 1964 de 16,6 a 1. Para el 2006, en
algunas ramas supera el 30 a
1.
En la etapa actual, bajo la influencia de la revolución
científico-técnica, en el dinamismo de la composición orgánica del capital, se
desarrollan tendencias contradictorias. Por una parte, cambios sustanciales en
la técnica de producción conducen al ulterior crecimiento de la composición
orgánica del capital, por otra, el aumento de obreros calificados ocupados en
la producción y el ahorro relativo de parte del capital fijo, originan la
tendencia opuesta.
Factores
que influyen en la acumulación del capital.
Los cambios registrados en la composición orgánica del capital influyen
en el proceso de creación de la plusvalía, ya que su fuente es el capital
variable.
Cuando crece la composición orgánica del capital, disminuye la
proporción del capital variable, en correspondencia, disminuye la masa de
plusvalía creada por el capital de la misma magnitud. Se reduce la posibilidad
de capitalizar la plusvalía, es decir, de acumular el capital y ampliar la
producción.
En estas condiciones, la tendencia, propia del capital, a aumentar la
acumulación, se abre paso por las vías siguientes:
Permaneciendo invariable la proporción entre las partes consumible y
acumulable de la plusvalía, la magnitud dependerá del grado de explotación del
obrero asalariado, por lo cual, el aumento de la cuota de explotación pasa a
ser una preocupación permanente del capitalista.
Un importante factor que contribuye al aumento de la acumulación es el
incremento de la productividad del trabajo. Al operarse en las ramas
productoras de artículos de consumo y de medios de producción para fabricar
dichos artículos, el incremento de la productividad del trabajo trae consigo la
disminución del valor de la fuerza de trabajo. Como resultado de ello se
produce el crecimiento de la plusvalía relativa.
Además, el incremento de la productividad del trabajo, conduce a
disminuir el valor de los medios de producción (en especial de la materia prima
por el incremento de los volúmenes de compra). Si esta disminución del valor va
acompañada por el descenso en los precios de los medios de producción, se
gastará una menor cantidad de dinero para comprarlos, a fin de reponer los
medios consumidos en la
producción. El dinero ahorrado se destina a ampliar la
producción.
Sobre las proporciones de la acumulación influye, además, el ahorro del
capital constante y el aumento del capital invertido en la producción.
Resumen:
En el Cuadro V mostramos a los componentes del capital, al capital constante, que contiene una parte fija, que llamamos capital fijo y una no-fija, que llamamos
capital no fijo. La parte fija
se refiere a las herramientas máquinas e instalaciones, que no se van con el
nuevo producto, quedan fijas para producir otro y otro y otro producto o
mercancía. No es puramente fija, pues una parte sí se va con la nueva mercancía,
es la parte de la maquinaria que se desgasta en x años. En el ejemplo tomamos
10 años como vida útil, lo que significa decir que en cada año un 10% de ese
capital fijo deja de serlo para irse (incorporarse; materializarse) en la nueva
mercancía. El capital constante no genera valor, solo transfiere al nuevo
producto el valor con el que éste ingresó.
En el gráfico asignamos a un ciclo del capital (a un año)
el valor de 100 y a los 10 ciclos que dura el capital fijo: 550, pues los 50 de
capital fijo no es necesario renovarlo.
Al capital constante le asignamos 80, que no son 800 en
10 años pues el fijo de 50 dura los 10 años pero el no fijo debe renovarse el
100%, o sea, el no fijo es 30 x 10 = 300. Siendo el constante para los 10 años
de 350 (300 no fijo + 50 fijo).
Al capital variable, con el que se paga al trabajador, le
asignamos 20 en un ciclo y 200 en los diez ciclos.
El capital circulante, el que circula, el que se va con
la nueva mercancía, se alimenta del capital no fijo, del capital variable y de
la cuota de amortización del capital fijo. Ello significa, para un ciclo: 30 +
20 + 5 = 55 y para los diez ciclos = 550 que equivale al capital inicial que el
capitalista “invirtió” durante estos diez años, la “D ” inicial en un modelo que
supone que cada año reinvierte lo mismo para producir lo mismo y obtener el
mismo ingreso por su realización.
La nueva mercancía se realiza en el mercado. Su precio es
de 75 y se convierte en dinero. Como el capitalista mantiene la producción en
el mismo nivel, la diferencia de 20, entre los 75 que obtiene y los 55 de
costo, que es la ganancia y que es la plusvalía, la consume íntegramente, es
decir, no la
reinvierte. En los diez años esa plusvalía suma 200.
Hemos agregado en el cuadro que el capital se invierte para
fabricar bloques de cemento, la nueva mercancía. Que el capital constante está
integrado por el fijo, un galpón y una mezcladora o bloquera y por el no fijo,
la materia prima necesaria para fabricar el bloque, es decir el cemento y la
arena; y también los materiales auxiliares: la electricidad que mueve la
bloquera, el agua que liga el cemento con la arena, etc.
Todo ello posee valor pero no genera nuevo valor. Van a
integrar el bloque, van a materializarse en él al mismo costo con que
ingresaron al inventario. Pero el capital variable es para pagar la fuerza de
trabajo que el trabajador gasta en su trabajo de hacer el bloque. Allí se
genera un nuevo valor. ¿Por qué? Porque al trabajador no se le paga lo que
socialmente se le reconoce el trabajo realizado. Porque si no hubiese utilizado
su fuerza de trabajo no habría bloque, seguiría habiendo cemento, arena y una
bloquera, pero no bloques.
El mercado reconoce a los bloques en 75, es decir 20 más
de lo que se invirtió originalmente en cada ciclo. Esos 20 se lo apropia el
capitalista. Son los 200 en 10 años.
En el cuadro VI mostramos tres columnas: la de un ciclo,
la de los diez ciclos y la de nuevo valor. Marcamos la ganancia con relación a
la inversión total (capital constante + capital variable) y a la plusvalía con
relación a la parte de la inversión que la genera: el capital variable.
Vemos que mientras la “ganancia” se muestra como un 26,7%
la plusvalía es del 100%, lo que equivale a afirmar que, en nuestro ejemplo, a
los trabajadores se les pagó la mitad del valor que generaron.
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