ECONOMÍA POLÍTICA Y FORMACIONES
ECONÓMICO-SOCIALES
Qué es la Economía Política
Científica. Origen de la Economía Política.
Las categorías económicas. La mercancía. Relaciones
de producción. Fuerzas productivas. Modo de producción. Ley de correspondencia
entre las relaciones de producción y el carácter de las fuerzas productivas.
Medios de trabajo. Objeto de trabajo. Medios de producción. Resumen. Cuadro I.
Qué es una formación económico-social. Clases sociales. La lucha de clases. El
comunismo primitivo. El esclavismo. El feudalismo. El capitalismo. El
socialismo. Estructura. Superestructura. Resumen. Cuadro II.
¿Qué es la Economía Política
Científica ?
Comenzaremos definiendo a la Economía Política
Científica como la ciencia que estudia el desarrollo de las
relaciones sociales de producción.
Como las relaciones sociales de
producción son relaciones entre los hombres y se forman en el proceso de
producción de los bienes materiales, la Economía Política
Científica estudia y desentraña las leyes que presiden el
desarrollo de tales relaciones en estrecha conexión y acción recíproca con las
fuerzas productivas.
Dicho de otra manera: es la
ciencia que estudia las leyes económicas que rigen la producción, la distribución,
el cambio (intercambio) y el consumo de los bienes materiales en la sociedad
humana, en los diversos estadios de su desarrollo.
También afirmamos que es, a la
vez, una ciencia histórica, que nos permite revelar las condiciones y causas
del origen, evolución y cambio de unas formas sociales de producción por otras,
más progresivas.
En el prefacio de “Contribución a
la crítica de la economía política” de Carlos Marx, éste escribía:
“En la producción social de su
vida, los hombres entran en determinadas relaciones necesarias e independientes
de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada
fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de esas
relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base
real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que
corresponden determinadas formas de la conciencia social”.
Orígenes de la Economía Política :
Habíamos afirmado que cada clase
social “crea” su propia Economía Política. Por lo tanto, los orígenes de tal
disciplinas hay que comenzar a buscarla en cuanto la sociedad se constituye con
la existencia en su seno de clases antagónicas.
El inicio de la lucha de clases
antagónicas comienza a manifestarse en la sociedad esclavista y es allí donde
se encuentra el origen de la disciplina economía política exteriorizada como
“ciencia” que trata de la administración de la hacienda doméstica.
Y es en Grecia donde se la
menciona por primera vez, derivando su nombre de las siguientes expresiones:
“politeia” que significa “organización social” y el compuesto “oikonomía”
integrado por “oikos” como equivalente de
“casa, hacienda” y “nomos” como equivalente de “ley”.
De esa manera, como disciplina
que trata sobre la administración de la hacienda pública, se desarrolla también
durante gran parte de la formación económico-social del feudalismo.
Durante los siglos XV a XVIII
comienzan a manifestarse corrientes burguesas del pensamiento económico que van
más allá de la administración de haciendas. Surgen de esa manera los
mercantilistas, los clásicos y los fisiócratas.
El mercantilismo se desarrolla
como política económica de los estados en el período de la acumulación
originaria del capital, como reflejo de los intereses del capital comercial
(capital éste que se manifiesta como la primera forma histórica del capital).
Los mercantilistas sostenían dos
conceptos básicos:
1. La ganancia se crea en la
esfera de la circulación y
2. La riqueza de las naciones se
expresa en el dinero que éstas son capaces de acumular.
En “Historia de las Doctrinas
Económicas”, su autor, Karataev, relata lo siguiente, que es una demostración
clara de lo que fue el mercantilismo:
“Como se conoce por los
documentos históricos, a fines del siglo XIV, Ricardo II de Inglaterra acudió a
los mercaderes londinenses para preguntarles qué se debía hacer para salvar a
Inglaterra de la hecatombe financiera. Éstos le contestaron: “Debemos procurar
comprar a los extranjeros menos de lo que pensamos venderles” Editorial
Grijalbo 1964.
Podemos citar los principales
principios de este movimiento cuya influencia se mantiene presente en muchos
economistas burgueses en nuestros días:
Contar con la mayor cantidad de
oro y plata acumulada era equivalente a contar con un país fuerte.
Debemos vender más que comprar.
La balanza de pagos favorable para poder acumular más oro y plata.
Producir para exportar, más que
para consumir.
Proteger al estado y poner
límites a las importaciones.
Desarrollar la industria naviera.
Más y mejores barcos para transportar las mercancías producidas localmente.
Fomentar el incremento de la
población para obtener con ello más fuerza de trabajo. Búsqueda del pleno
empleo: “Todo el mundo a trabajar” para producir mercancías que se exporten.
Subestimación de la agricultura
ya que ella está destinada a producir para el mercado interno y no genera
riqueza al Estado.
Mencionamos antes que la primera
categoría histórica del capital fue el capital comercial y agregamos ahora que
su manifestación en la teoría económica fue el mercantilismo cuando, a la par,
comenzaba a desarrollarse la primera etapa del capital industrial: la
cooperación simple.
Pero el capitalismo, en su
avance, en su desarrollo histórico, va transitando, rápidamente, hacia una nueva
etapa: de la
manufactura. La producción pasa a ser un factor más
determinante para la nación que la acumulación de riquezas. Como consecuencia
de ello se va delineando una nueva teoría que va disminuyendo la presencia e
influencia del mercantilismo. Surge lo que denominaremos “Economía Política
Burguesa Clásica” y tiene sus cultores en los grandes economistas como William
Petty, David Ricardo y Adam Smith.
Petty, médico, contaba con 25 años cuando en Inglaterra se produce la
primera revolución burguesa, en 1648.
Los economistas clásicos
desarrollaron investigaciones que dieron origen al surgimiento de la economía
política como ciencia social enmarcada dentro del pensamiento del liberalismo
económico. Arribaron a las siguientes conclusiones comunes:
Hay que investigar para descubrir
las razones por las cuales se producen los fenómenos económicos.
Dichos fenómenos económicos
conforman un sistema.
Dicho sistema se encuentra regido
por leyes.
La riqueza se crea en el campo de
la producción, no en el de la circulación.
El valor está determinado por la
cantidad de trabajo incorporado en la mercancía.
Los alcances de las
investigaciones fueron limitados, posiblemente por la estrecha vinculación con
los intereses de clases que dichos economistas representaban. Pero sus ideas
fueron en su tiempo ideas revolucionarias tendientes a derrotar definitivamente
al feudalismo como formación económico social aún vigente. Ideas
revolucionarias con relación al feudalismo y embrionariamente reaccionaria con
relación a la nueva clase social que surgía como consecuencia del desarrollo
del modo de producción capitalista.
Para los economistas clásicos, el
Estado debía limitarse a las menos actividades posibles, en general a la
defensa nacional, a la administración de justicia y a todas aquellas
actividades necesarias que no interesen a los hombres de negocios por no
otorgar adecuados márgenes de ganancias. En esa época los hombres de negocios
estaban integrados por artesanos, comerciantes, arrendatarios, campesinos
libres. El capitalismo estaba transitando de la cooperación simple a la
manufactura dentro de lo que sería su primera fase como sistema: la del
capitalismo de libre competencia.
En su primera fase, el modo de
producción capitalista inicia el proceso de socialización de la producción
basado en el trabajo manual sin la existencia aún de la empresa capitalista y
la división del trabajo. Ese inicio se lo denomina de la cooperación simple.
El capital comercial se hace
propietario de la producción de los artesanos en la forma en que esta
producción se encuentra, o sea, con la técnica y métodos que cada artesano
aporta. El artesano pasa a ser explotado por el capital comercial. El
incremento de la demanda lleva al capitalista a incrementar la producción
creando para ello grandes talleres ocupados por artesanos que producen lo mismo
ejecutando cada uno todo el proceso de producción y que dejan de ser libres
para pasar a ser asalariados. Se trata de un período en que no hay ni grandes
capitales ni grandes masas de trabajadores.
La producción mercantil simple
era realizada por artesanos libres quienes eran, simultáneamente, dueños de sus
medios de producción y de su fuerza de trabajo. La cooperación simple el
artesano ya no es dueño de medios de producción y su fuerza de trabajo es
“compensada” por un salario.
Pero la cooperación simple posee
ventajas sobre la producción mercantil simple y es por esa razón que se impone.
Los gastos en un gran taller son, por unidad producida, sensiblemente menor al
taller individual del artesano. También se refleja en la productividad mayor
que se logra.
La etapa de la cooperación simple
es reemplazada por la etapa de la manufactura que acentúa el carácter social de
la producción, siguiendo talleres en donde artesanos de la misma especialidad y
donde la labor se descompone en varias operaciones, convirtiéndose cada una de
esas operaciones en una función especial de cada trabajador, en una
“especialidad”, sentando así, las condiciones para la gran producción
industrial.
La manufactura incrementó la
concentración de los medios de producción en manos de capitalistas y arruinó a
la mayoría de los artesanos que se convertían en obreros asalariados. Uno de
los rasgos característicos de la etapa de la manufactura fue el surgimiento de
un gran número de empresas pequeñas y muy pequeñas que en poco tiempo
demostraron que no se encontraban en condiciones de abastecer la enorme demanda
de mercancía proveniente del mercado interno y de la exportación. Esta
situación hizo que se pasara a una tercera etapa, la de la producción
maquinizada que se inicia con la denominada revolución industrial.
La producción maquinizada o
industrialización se inicia a fines del siglo XVIII en Inglaterra y luego se
repite en Alemania, Francia, Estados Unidos… Esa etapa marca el triunfo
definitivo del modo de producción capitalista sobre el feudalismo. Triunfo que
se torna irreversible cuando comienza el predominio de la industria pesada
sobre la liviana.
La gran masa de capitales que se
requería para pasar de la industria liviana a la pesada se obtenía del saqueo a
las colonias y de la explotación de los trabajadores locales y de ultramar.
Con la producción maquinizada en
la industria liviana se va cerrando el ciclo histórico de la primera fase del
modo de producción capitalista: la del capitalismo de libre competencia. Con la
producción maquinizada en la industria pesada se inicia la segunda fase del
modo de producción capitalista: la monopolista.
A continuación del surgimiento de
lo que denominamos Economía Política Burguesa Clásica, nace, en Francia, otra
corriente del pensamiento burgués que se llamará la teoría económica
fisiocrática (el poder de la naturaleza) cuyos principales exponentes lo
encontramos en Francisco Quesnay (1694-1774) y Jacobo Turgot (1727-1781).
La situación económica en
Francia, en especial la agricultura, se encontraba en crisis, atribuible a la
gran influencia que tuvieron los mercantilistas encabezados por John Colbert.
Los fisiócratas atribuyeron la
decadencia por la que estaban atravesando a la intervención del estado en la
economía y las medidas que auspiciaron son equivalentes a las medidas que se
aplicaron y que conoceríamos como liberalismo económico.
Sin embargo, el aporte de los
fisiócratas fue de enorme importancia, ya que:
Fueron los primeros en considerar
a la economía como un sistema.
Consideraron que ese sistema está
regida por leyes
Ambos puntos lo desarrollaron con
más profundidad que lo que lo hicieron los economistas clásicos, aunque con
similares limitaciones, en especial, al considerar a las leyes como leyes
eternas sin vincularlas al momento histórico donde las mismas actúan.
Los fisiócratas afirmaban que la
sociedad contiene un “orden natural”; que ese orden natural es establecido por
Dios y que ese orden natural está regido por leyes “naturales y eternas”. El
Estado, agregaban, debe garantizar la existencia de tal sistema. ¿Cómo? No
interviniendo.
La doctrina de los fisiócratas
gira en torno de la teoría del Producto Neto y, con esta definición, comienzan
a definirse las categorías económicas.
Haciendo centro en la agricultura
(definían que la riqueza de un país está determinada por su producción
agrícola) los fisiócratas denominaban al excedente económico que se lograba
como Producto Neto. Afirmaban que dicho producto neto era obtenido por el
trabajo productivo (otra categoría) pero aplicado, ese trabajo productivo,
exclusivamente a las actividades vinculadas con la agricultura.
Podemos deducir que si existe un
trabajo productivo existe también un trabajo improductivo, que se manifiesta en
la realización de actividades improductivas. Los fisiócratas otorgaban la
categoría de actividades improductivas al comercio y a la manufactura (“que
sólo produce un cambio en la forma del producto y que ello no genera
excedentes, es decir, no genera producto neto”) Aceptaban que el producto neto
(ganancia o plusvalía) se produce en la esfera de la producción y no de la
circulación, pero atribuían esa característica sólo a la producción agrícola.
Había, en los razonamientos de
los fisiócratas una especie de división del trabajo que los llevaría (a Quesnay
en particular) a clasificar a la sociedad en distintas clases sociales en
función de las actividades económicas que ocupaban. Surgen así tres clases
sociales a saber:
La clase productora, integrada
por los trabajadores y los arrendatarios vinculados a las actividades
agrícolas.
La clase propietaria, integrada
por los dueños de la tierra, como los señores feudales, el clero, los nobles,
etc.
La clase estéril; integrada por
el resto de los que trabajan en “actividades improductivas”, es decir, en
actividades que no son agrícolas. Ingresan como clase estéril tanto los
artesanos, los trabajadores no agrícolas y los comerciantes.
También el capital fue
clasificado por los fisiócratas, en función de su reproducción y vinculado sólo
al trabajo en la
agricultura. Quesnay lo ordenó en dos tipo que son:
Capital para avances iniciales:
Dicho capital contenía los instrumentos de labranza y sus accesorios, elementos
estos que deberían ser renovados cada 10 años. Vemos en esta clasificación la
presencia de lo que luego se denominará capital fijo e implícitamente el
concepto amortización.
Capital para avances anuales:
Dicho capital incluía los gastos en materias primas (semillas y otros gastos
necesarios para la siembre) salarios de los trabajadores rurales y el precio
que pagaba el arrendatario. Vemos en esta clasificación la presencia de lo que
Marx denominaría capital circulante.
Con los economistas burgueses
clásicos y con los fisiócratas se cierra la edad de oro de la economía política
burguesa tratada como ciencia. A partir de allí las nuevas teorías se dirigen
más a justificar al sistema, más a realizar una apología del mismo, que a
investigar los fenómenos económicos sociales. La economía burguesa se aleja del
razonamiento científico y comienza a vulgarizarse.
Más adelante, en un capítulo
especial, desarrollaremos las particularidades de la economía política no
marxista que surgieron después de los economistas clásicos, pero ahora haré
referencia al economista vulgar que fue el menos vulgar de todos los que
continuaron, me refiero a John Maynard Keynes a quien el capitalismo siempre
recurre cuando surge una crisis coyuntural que debe sortear.
Luego de finalizada la primera
guerra mundial el capitalismo entra en un período de relativa estabilidad y
crecimiento que sintetizaba en una palabra utilizada como sinónimo:
“prosperidad”. Era el período de la escuela apologética neoclásica burguesa, el
período en que “Ford había vencido a Marx”, en que quedaba demostrado que el
capitalismo podía llegar a la “paz de clases”, crear la “sociedad de consumo” y
que hablar de “crisis estructural del capitalismo” eran burdas mentiras
surgidas de los cultores del marxismo-leninismo que se negaban a reconocer que
la libre competencia superaba a la planificación estatal y que el capitalismo se
había afirmado como un sistema estable y sólido que llegó para no retirarse.
Pero llegó la crisis de 1929 a 1933 y con ella el
fin de los vulgares neoclásicos, que no se explicaban qué es lo que estaba
sucediendo.
Keynes era una personalidad
política importante del Imperio Británico, con un fuerte carácter que lo llevó
a enfrentarse duramente con sus pares cuando él entendía que las medidas que
iban tomando afectaban los intereses de su clase, la burguesía. Ya en
1919 había demostrado esa característica cuando se opuso al Tratado de
Versalles y renunció como consejero de la Conferencia de Paz de
Paría. Y no se contentó sólo con eso, escribió un libro denunciando los
defectos estratégicos del mencionado tratado. Al respecto escribió Lenin:
“Keynes ha llegado a la conclusión de que, con el tratado de Versalles, Europa
y el mundo entero van a la bancarrota. Keynes ha dimitido, ha arrojado su
libro a la cara del gobierno y ha dicho: Hacen una locura”.
Y Keynes pensó, esa locura no la
hacen los soviéticos. ¿Qué es lo que hacen con su economía? Y para saberlo viaja en 1925 a la Unión Soviética donde presta
especial atención a la planificación de la economía, a los organismos
planificadores. Keynes regresa a su país con la idea de aplicar en la economía
los principios de la planificación en las condiciones capitalistas. Y cuando
llega la crisis de 1929, siendo miembro del Comité de Finanzas e Industria, sus
intensiones de renovar la economía política burguesa empieza a tomar forma y
prestigio.
Keynes cumplió exitosamente el
papel de reorganizador de la ciencia económica burguesa. Fue uno de los
fundadores del capitalismo estatal monopolista. La “mano invisible del mercado”
que todo lo arreglaba según los neoclásicos es reemplazada por una evaluación
realista donde el Estado jugaría un importante papel, interviniendo en toda la
actividad económica, incluso la de designar puestos de trabajo para empresas
privadas y un Estado donde la planificación sería la guía de lo que debería
hacerse y de lo que no debería hacerse.
Keynes, dentro del período de los
denominados economistas vulgares, fue el que mejor y más eficiente esfuerzo
realizó para sacar al imperialismo de esa fuerte crisis. En 1936 aparece su
libro “Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero” y sus
recomendaciones se aplican por primera vez en 1937, en los EEUU bajo la
presidencia de Franklin Roosevelt.
Si Keynes pudiese resucitar, hoy
volvería a proponer lo mismo, pero con la misma intensión: sacar al
imperialismo de la crisis para que pueda continuar con la propiedad privada y
la explotación del trabajador.
Ello no quiere decir que en
algunos momentos de la transición medidas keynesianas no constituyan un aporte
en la lucha contra lo que en ese momento histórico puede ser el enemigo
fundamental (como en esta etapa en algunos países de América latina) pero de
esta posición, que es muy válida, a postular que el keynesianismo hoy, en el
siglo XXI, es “revolucionario” hay una gran distancia. La distancia que va de
la restauración de las medidas del capitalismo creyendo ingenuamente de que son
revolucionarias a la subestimación consciente o inconsciente del análisis
marxista-leninista, del análisis científico, que determina claramente su
característica restauradora.
Categorías económicas:
Para la investigación el químico
o el biólogo utilizan el microscopio para poder observar objetos que en la
superficie nadie alcanza a ver, para nuestras investigaciones nosotros
recurrimos a las categorías económicas.
Las categorías económicas son
expresiones teóricas de las relaciones sociales y de producción que existen
realmente entre los hombres, son abstracciones. El objetivo de la ciencia
económica consiste en descubrir, sobre la apariencia externa de los fenómenos
económicos y por medio del análisis teórico, la esencia de las relaciones de
producción dadas, haciendo abstracción de los elementos secundarios.
Cada categoría económica
representa un concepto lógico que, en forma abstracta, caracteriza la esencia
de uno u otro fenómeno económico.
La separación de las categorías
económicas (de esas expresiones teóricas) contribuye al conocimiento de las
leyes económicas y facilita el estudio de la generalización de los fenómenos de
la vida económica. Nos permiten ver lo que a simple vista no se observa.
Las categorías económicas poseen
carácter histórico, porque reflejan el proceso de nacimiento y desarrollo de
una formación económica social dada. Se desarrollan a la par de las relaciones
de producción por ellas expresadas y cambian cuando cambia el modo de
producción. Poseen carácter transitorio. Al respecto escribía Carlos Marx:
“Los hombres, que producen las
relaciones sociales con arreglo a su producción material, crean también las
ideas, las categorías, es decir, las expresiones ideales abstractas de esas
mismas relaciones. Por lo tanto estas ideas y categorías son tan poco eternas
como las relaciones a que sirven de expresión. Son productos históricos y
transitorios”.
Al pasar de un modo de producción
a otro las viejas categorías adquieren un nuevo contenido. El dinero, por
ejemplo, expresa relaciones de producción de la economía mercantil en general,
pero en el modo capitalista de producción se convierte en capital, con lo que
expresa relaciones de explotación del trabajo por el capital.
Las categorías económicas propias
de un modo dado de producción se hayan relacionadas entre sí, se presuponen y
se condicionan recíprocamente. Esta interdependencia refleja la conexión
recíproca que existe entre los distintos aspectos de las relaciones de
producción.
En las categorías económicas se
encuentra y se descubre el verdadero contenido de las relaciones sociales entre
los hombres en el proceso de producción, distribución y consumo de los bienes
materiales.
La mercancía:
“La riqueza de las sociedades en
las que predomina el modo de producción capitalista se presenta como “inmensa
acumulación de mercancías” y la mercancía individual como su forma elemental”.
(Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 55).
La mercancía es el producto del
trabajo destinado a ser cambiado en el proceso de compraventa. No siempre el
producto de un trabajo se convierte en mercancía, lo hace tan solo cuando surge
la división social del trabajo y existen productores aislados independientes.
Ello sucede en el paso del comunismo primitivo hacia el esclavismo. Como
categoría histórica, la esencia socioeconómica de la mercancía varía en función
del tipo de relaciones de producción vigente. La mercancía posee dos
propiedades, valor de uso y valor, creadas por el trabajo concreto y abstracto
respectivamente.
La mercancía es una categoría
histórica pues, en función de su origen socio-económico, varía según sea el
tipo de relaciones de producción donde se crea. En las formaciones
precapitalistas (esclavismo y feudalismo) la masa fundamental de bienes no
figuraban como mercancías pues se desarrollaban dentro de lo que se denomina
“economía natural” destinada directamente al consumo sin pasar por el cambio.
Bajo el capitalismo, la producción de mercancías es orientada al cambio y para
el enriquecimiento de los propietarios de los medios de producción mediante la
apropiación del trabajo ajeno (plusvalía).
En la mercancía, la célula más
sencilla y común de la producción y economía capitalista, se reflejan las
particularidades y contradicciones de esa formación económica social.
Algunas de esas contradicciones
se han constituido en actos tan camuflados que, pese a que lo efectuamos
millones de veces cada hora no somos capaces de descubrir su contenido o, en
todo caso, aceptarlo como lógico o habitual.
Desarrollaré uno que considero
ejemplificador de lo que afirmo en el párrafo anterior:
La mercancía tiene un precio. Un
precio que estamos dispuestos a pagar pues adquirirla significa satisfacer una
necesidad. Así es. Cuando vamos, por ejemplo, a un almacén o supermercado o
feria y decidimos comprar tres kilos de papas, pagamos diez pesos. ¿Porqué diez
pesos? Porque el que nos vende la papa ha fijado el precio en esa cantidad. Es
decir, el que vende es el que fija el precio de las mercancías, dentro de un
entorno que podríamos denominar “racional” ya que si a esos tres kilos los
valuara en cien pesos nadie le compraría la papa. Posiblemente
a doce pesos también la vendería y a ocho quizá mucho más. Pero el que le fija
el precio que nosotros pagamos, con racionalidad o sin ella, es siempre el
vendedor. Esta afirmación es por demás obvia ya que todos los días, en cada uno
de sus minutos, estamos efectuando millones de transacciones bajo esta
modalidad. No intentamos comprar un kilo de yerba que está marcado a 4 pesos y
decir a la cajera “yo no pago por esta yerba más de un peso”. No lo decimos.
¿Por qué? Porque nos parece ridículo que nosotros, compradores, fijemos por lo
que vamos a comprar el precio que vamos a pagar.
En el capitalismo, nuestra fuerza
de trabajo, es decir, nuestra capacidad para trabajar, es también una
mercancía. Una mercancía muy particular, que llevamos encima, que es nuestra,
que la hemos formado y mejorado con nuestro esfuerzo y la capacitación y que,
además, es la que puesta en acción produce todas las demás mercancías
existentes, las que se consumen y las que se utilizan para producir (máquinas,
herramientas, etc.)
La fuerza de trabajo es una
mercancía tan valiosa que sirve para mantener la vida humana en el planeta. Si
nadie utilizara esa fuerza de trabajo, es decir, si nadie trabajara, no habría
alimentos, no habría medicamentos, no habría divertimento, no habría
construcciones, no habría educación, no habría deportes. En síntesis: no habría
vida.
La fuerza de trabajo opera en el
mercado capitalista como una mercancía más: se vende y se compra. Se vende para
obtener como contraprestación los medios de vida, medios que nos permitan
acceder a la alimentación, a la vivienda, a la vestimenta, a la recreación, a
la formación de una familia y al mantenimiento y formación de los hijos.
Cuando vamos a un local que vende
mercancías el precio lo fija el que la vende. Repito lo mencionado en párrafos
anteriores. Ahora presten atención ya que ese fenómeno, de que el que vende
fija el precio, se da en todas las mercancías menos en una.
Cuando cualquiera de ustedes va
en busca de un trabajo, va a VENDER su mercancía. ¿Y qué sucede? Que el que
fija el precio de cuánto vale tu mercancía es el que la compra.
¡Vaya inequidad si es que las
hay! Cuando nosotros los trabajadores compramos las mercancías que nosotros
mismos producimos con nuestro gasto de energía física e intelectual el que fija
el precio es que la vende y cuando nosotros somos los que vendemos nuestra
única mercancía (y la más valiosa de todas, nuestra fuerza de trabajo) el que
le fija el precio es el que la
compra. Y a esta tremenda inequidad la consideramos como norma l.
Este ejemplo es, sin dudas, una
muestra parcial de lo que puede el dominio cultural, a veces hacernos sentir
que somos culpables de nuestras propias desgracias y otras, quizá las más, no
ver ni comprender lo obvio.
Relaciones de producción:
“Por lo tanto, cada día es más
evidente que las relaciones de producción en que se desenvuelve la burguesía no
presenta un carácter uniforme y simple sino un carácter doble; que en las
mismas relaciones en que se produce la riqueza, se produce también la
miseria”... (Carlos Marx. El Capital. Libro I. tomo III. Página 113)
Para producir los hombres
establecen relaciones en el proceso del trabajo. Esas relaciones son, ante
todo, relaciones de propiedad sobre los medios de producción.
Estas relaciones, en el proceso
del trabajo, constituyen un conjunto de relaciones económicas que se establecen
entre los hombres, independientemente de su conciencia y de su voluntad, en el
ciclo de producción, cambio, distribución y consumo de los bienes materiales.
La producción siempre es social.
Sólo puede darse cuando los hombres se unen para obrar en común, para
establecer un intercambio de actividades. Las bases de esas relaciones (que
surgen de esa unión para obrar en común) se encuentran en las relaciones de
propiedad sobre los medios de producción.
Ya que el carácter de las
relaciones de producción depende de quiénes sean los dueños de los medios de producción,
de cómo se realice la unión de esos medios con los productores (trabajadores),
la historia reconoce dos tipos fundamentales de propiedad: la propiedad privada
sobre los medios de producción y la propiedad social sobre los medios de
producción.
“El proceso capitalista de
producción, considerado en su conjunto, o como proceso de reproducción, no solo
produce, pues, mercancía, no sólo plusvalía, sino que produce y reproduce la
propia relación del capital: de un lado, el capitalista, de otro, el obrero
asalariado” (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo III. Página 24).
Las relaciones de producción se
desarrollan en conexión directa y en dependencia recíproca (interdependencia)
con las fuerzas productivas de la sociedad y actúan como forma de existencia y
desarrollo de estas últimas. Dichas relaciones entre una y otra son
determinadas por la ley de correspondencia entre las relaciones de producción y
el carácter de las fuerzas productivas.
Las relaciones de producción se
modifican por influjo del crecimiento de las fuerzas productivas, pero su
esencia permanece invariable (amo-esclavo; señor feudal-siervo;
capitalista-trabajador). De allí a que se conviertan en un freno para el avance
de esas fuerzas productivas. Para que las fuerzas productivas puedan continuar
avanzando es necesario cambiar la esencia de las relaciones de producción. Ese
conflicto que surge desde el inicio y crece hasta un punto crítico se resuelve
mediante una revolución o cambio social.
Cuando algunos de nosotros
necesita “tener trabajo” sale a buscarlo, sale a vender la fuerza de trabajo
(la capacidad de trabajar) a quién la requiera, es decir, a un propietario de
los medios de producción que nos necesita para que esos medios de producción se
conviertan en fuerza productiva.
Para encontrar ese trabajo, para
vender nuestra mercancía fuerza de trabajo debemos ubicar al que la compra (con
esas características tan especiales que señalábamos antes, el que la compra
pone el precio que aquí lo podemos denominar salario).
Para ubicar al que comprará
nuestra fuerza de trabajo debemos leer los clasificados, Internet u otros
medios, y una vez que lo ubicamos ir hacia donde éste indique y comenzar a
entablar relaciones, pues no es aconsejable que uno llegue al lugar y se quede
callado observando al que el propietario designo para evaluarnos si no es el
propio propietario.
Por lo tanto comenzamos a hablar,
siendo lo más frecuente decir inicialmente “vengo por el aviso”. Empezamos a
entablar relaciones que no son ni amistosas, ni sexuales, ni sentimentales. Son
relaciones donde entran en juego dos propiedades, la nuestra que es la
capacidad de trabajar y la del propietario de los medios de producción que
posee las materias primas y herramientas que pone a mi disposición para poner
en marcha una actividad productiva. Son, en efectos, relaciones vinculadas a la
producción de bienes materiales y/o espirituales y/o de servicios. Son
inevitables. Yo me puedo no enamorar, puedo tener abstinencia sexual, puedo ser
un solitario y no tener amigos, pero no puedo dejar de comer, de vestirme, de
intentar tener una casa o alquilar si no está a mi alcance. Sobre las
relaciones de producción no puedo decidir, tengo indefectiblemente que
relacionarme aún sabiendo de que esa relación es en sí, de una base de
perversidad tal, de que va a permitir que otros, pocos, disfruten de lo que yo
con mi conocimiento logro, que es la creación de riqueza.
Las fuerzas productivas:
“La primera fuerza productiva de
toda la humanidad, es el obrero, el trabajador” “el desarrollo de la sociedad
humana está condicionado por el desarrollo de las fuerzas productivas
materiales” (Vladimir I. Lenin, tomo 38 página 359 y tomo 2 página 8 Obras
Completas).
Se trata del conjunto (de la
unión) de los medios de producción y de los hombres que los emplean para
producir bienes materiales. La parte material de las fuerzas productivas, ante
todo los medios de trabajo, constituyen la base material y técnica de la
sociedad.
La fuerza productiva principal
está formada por los trabajadores, que crean los instrumentos de producción,
los ponen en movimiento, poseen experiencia y hábitos de trabajo. En el proceso de producción de los bienes
materiales, los hombres desarrollan y perfeccionan los instrumentos de trabajo,
crean nuevas máquinas, aprenden a explotar las riquezas naturales, amplían los
conocimientos y van dominando las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad
y la naturaleza.
Ello conduce a un crecimiento
incesante de las fuerzas productivas. Pero por el influjo de este crecimiento
y, ante todo, del perfeccionamiento de los instrumentos de producción, cambian
las relaciones de producción y se modifica también el modo de producción.
“Lo que distingue a las épocas
económicas unas de otras no es lo que se hace, sino cómo se hace, con qué
instrumentos de trabajo se hace. Los instrumentos de trabajo no son solamente
el barómetro indicador del desarrollo de la fuerza de trabajo del hombre, sino
también el exponente de las condiciones sociales en que se trabaja” (Carlos
Marx).
Modo de producción:
“El modo de producción de la vida
material condiciona en general el proceso de la vida social, política y
espiritual” (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 115).
El modo de producción lo
constituye la unidad (confluencia) de las fuerzas productivas y las relaciones
de producción. El modo de producción es el modo de obtener los bienes
necesarios al hombre para el consumo tanto productivo como personal.
El cambio del modo de producción
origina (inevitablemente) cambios del régimen social. El cambio sirve de base
al desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción, de
toda la producción social. Es trascendental su importancia ya que, el modo de
producción, juega un papel decisivo en determinar las condiciones materiales de
vida de la sociedad.
Tal sea el modo de producción,
tal será en lo fundamental la sociedad misma. La historia conoce cinco modos de
producción: el de la comunidad primitiva; el esclavista; el feudal; el
capitalista y el socialista en tránsito al comunismo.
Ley de la correspondencia entre
las relaciones de producción y el carácter de las fuerzas productivas
“En la producción de su vida, los
hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su
voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de
desarrollo de sus fuerzas productivas materiales” (Carlos Marx y Federico
Engels).
Se trata de una ley económica
(objetiva y general) del desarrollo de la sociedad, ley que actúa en todas las
formaciones económicas sociales. Determina la acción recíproca entre las
fuerzas productivas y las relaciones de producción revelando (determinando) el
nexo casual interno y la interdependencia de estos dos aspectos del modo de
producción.
Las fuerzas productivas son el
elemento más revolucionario y móvil de la producción.
En general, primero se
desarrollan y modifican las fuerzas productivas y, como resultados de esos
cambios, se desarrollan y transforman las relaciones de producción.
Por lo tanto, las relaciones de
producción constituyen una forma de desarrollo de las fuerzas productivas, de
cuyo nivel y carácter dependen. Pero al mismo tiempo, dicha relaciones de
producción poseen una cierta independencia y por ello actúan, a su vez, sobre
el desenvolvimiento de las fuerzas productivas.
Cuando las relaciones de
producción corresponden al nivel y al carácter de las fuerzas productivas,
aceleran su avance, se convierten en su motor. En cambio, si las relaciones de
producción se rezagan respecto al desarrollo de las fuerzas productivas y dejan
de corresponder al carácter de éstas últimas, se constituyen en un obstáculo
para el progreso de la
producción. Cuando las relaciones de producción caducan, han
de ser sustituidas por otras nuevas, y esa sustitución implica un cambio
social.
La ley de correspondencia entre
las relaciones de producción y el carácter de las fuerzas productivas condiciona la sustitución de las formaciones
económicas sociales, condiciona la transición de un régimen social a otro.
Transición que, en las sociedades antagónicas de clase, se efectúa, en
encarnizada lucha de clases, por medio de la revolución social.
Medios (instrumentos) de trabajo:
“El medio de trabajo es la cosa o
complejo de cosas que el obrero interpone entre él y el objeto de trabajo, y
que le sirven para encauzar su actividad sobre este objeto. Utiliza las
propiedades mecánicas, físicas y químicas de las cosas para hacerlas actuar,
conforme al fin perseguido, como instrumentos de poder sobre las cosas”.
(Carlos Marx. El Capital. Libro 1. Tomo 1. Página 243).
Los instrumentos creados por el
hombre y la tierra conforman lo que llamamos medios de trabajo. Los animales
domesticados son medios de trabajo, la tierra es un medio de trabajo, la mano
es un medio de trabajo, las máquinas, las herramientas, los equipos, los
motores, los instrumentos y mecanismos de regulación, los edificios, etc. son
medios de trabajo.
“El objeto que el obrero empuña
directamente... no es el objeto de trabajo sino el instrumento de trabajo”. “La
misma tierra es un instrumento de trabajo, aunque para utilizarla como medio de
trabajo en la agricultura presupone a su vez toda una serie de otros medios de
trabajo preparados”. “Y en los orígenes de la historia humana, los animales
domesticados, esto es, transformados ya por el trabajo, criados, desempeñan un
papel primordial como instrumentos de trabajo, junto a la piedra, la madera, el
hueso y las conchas modificadas por la mano del hombre”. (Carlos Marx. El
Capital. Libro 1. Tomo 1. Páginas 243 y 244).
Los medios o instrumentos de
trabajo conforman la parte más importante de los medios de producción, mediante
la cual se actúa directamente sobre los objetos de trabajo, constituyen, al
decir de Marx:
“El sistema óseo y muscular de la
producción”
.
Objeto del trabajo (la tierra,
los materiales, la materia prima en general):
“La tierra (que desde el punto de
vista económico incluye también el agua), tal como surte originariamente al
hombre, de víveres, de alimentos ya listos, se encuentra, sin su intervención,
como objeto general de trabajo humano. Todas las cosas que el trabajo no hace
más que desprender de su nexo directo con la tierra son objetos de trabajo que
la naturaleza brinda al hombre. Así ocurre con los peces que se pescan,
sacándolos de su elemento, el agua, con la madera talada en las selvas
vírgenes, con el mineral que se arranca del filón. Si, por el contrario, el
objeto de trabajo viene ya filtrado, por así decirlo, por un trabajo anterior,
lo llamamos materia prima”. (Carlos Marx. El Capital. Libro1. Tomo 1. Páginas
242 y 243).
Los alimentos obtenidos de la
tierra, los minerales extraídos, los procesos efectuados sobre ellos en una
segunda vuelta conforman lo que llamamos objetos del trabajo.
Podemos definir a los objetos de
trabajo diciendo que son cosas o conjunto de cosas sujetas a la acción
transformadora del hombre en el proceso productivo. Se clasifican en dos tipos,
los objetos extraídos directamente de la naturaleza, cosas naturales; y los
objetos sometidos a tratamientos preliminares: materias primas. Los objetos de
trabajo que proporciona la naturaleza, antes de convertirse en productos
acabados pasan por una serie de fases de elaboración, desde las más sencillas a
las más complejas. La revolución científico-técnica ha generado la creación de
materiales nuevos que no detectamos en la naturaleza, con propiedades creadas
de antemano, lo que amplía el horizonte de la producción.
Los medios de producción (medios
y objetos de trabajo):
“Donde quiera que una parte de la
sociedad posee el monopolio de los medios de producción, el trabajador, libre o
esclavo, tiene que añadir tiempo del plus trabajo al tiempo del trabajo
necesario para su propia conservación, a fin de producir los medios de
subsistencia del propietario de los medios de producción, ya sea este
propietario un ateniense, un teócrata etrusco, un “civis romanus”, un barón norma ndo, un esclavista americano, un boyardo de la Valaquia , un
terrateniente moderno o un capitalista”. (Carlos. Marx. El Capital. Libro 1.
Tomo 1. Páginas 314 y 315).
Los medios de trabajo, o sea, ese
conjunto de instrumentos con que el hombre actúa sobre los objetos de trabajo,
junto con los objetos del trabajo, o sea, junto con el conjunto de cosas
naturales, materias primas y materiales que el hombre ha transformado con los
medios de trabajo, conforman lo que llamamos medios de producción.
Bajo el predominio de la
propiedad privada capitalista, los medios de producción actúan como capital,
como medios de explotación del trabajo asalariado.
La conjunción entre los medios de
producción y los productores (trabajadores) conforman lo que denominamos
fuerzas productivas.
Resumen:
Observemos el Cuadro I:
En el mismo hemos resuelto
efectuar clasificaciones que nos permitan explicar el fenómeno de la evolución
de la vida social. Partimos de una premisa fundamental que no puede causar
ningún tipo de controversia: vivimos en un planeta que denominamos TIERRA.
A partir de esa realidad objetiva
simple avanzaremos en clasificar a nuestro planeta en dos categorías: LA NATURALEZA , es decir
todo lo existente en el Planeta Tierra y LAS PERSONAS, es decir, los seres
humanos, por las particulares características que han desarrollado dentro de la
naturaleza, en particular su relativa independencia de ella.
Los seres vivos han venido sido
sometidos a los cambios biológicos que la naturaleza determinaba con sus
cambios. Ello fue válido hasta el surgimiento del hombre tras una larga y
penosa evolución. Pues a partir de que el hombre comienza a dominar a la
naturaleza comienza a reemplazar el cambio biológico por el cambio social.
La naturaleza contiene todas las
cosas que existen, cosas que el hombre puede utilizar en su provecho para
mantener su existencia. La naturaleza, el planeta, contiene esas cosas millones
de años antes de que la vida apareciera sobre la tierra; estaban allí, no
poseen valor.
Coloquemos sin mucho esfuerzo las
cosas en su lugar. La gran explosión del espacio, que dio origen al universo
y al inicio de los tiempos (el Big Bang)
ocurrió hace 13.700 millones de años, desplazando una inmensa masa de polvo
estelar; pasaron dos millones de años para que las Galaxias se formaran,
millones en constante expansión surgieron hace 11.700 millones de años. Nuestro
sistema solar, que cuenta con 8 planetas, 140 lunas y miles de millones de
asteroides y cometas comienza a formarse hace apenas 4.600 millones de años. En
los primeros 100 años de vida un asteroide del tamaño del planeta Marte choca
contra nuestro planeta (de refilón) creando desprendimientos que formaron un
anillo a su alrededor cuya sustancia fue aglutinándose dando origen a la Luna que cumpliría 4.500
millones de años. Hace 4 mil millones de años una lluvia de asteroide choca
contra la superficie de ese satélite nuevo dando origen a los cráteres que hoy
vemos incluso a simple vista.
Los primeros seres vivos surgen
de la materia inorgánica hace 2.500 millones de años. Eran simples partículas
albuminoideas vivas (seres precelulares) que poseían las propiedades
fundamentales de la vida, se alimentaban y se reproducían pese a no poseer
núcleo ni envoltura celular. Su reproducción la lograba creciendo y luego
partiéndose por la mitad generando “organismos hijos”
Con el transcurso del tiempo,
millones de años, las formas de los organismos se modificaban y sus estructuras
internas se perfeccionaban. El “protoplasma ya contenía un núcleo que actuaba
regulando los procesos vitales, y una envoltura finísima protegía al ser vivo
de parte de las inclemencias del medio ambiente: aparecía la célula y luego se
produce la división de la vida orgánica: la vegetal (capacidad para asimilar
sustancias inorgánicas surgiendo la fotosíntesis) y la animal, que se nutren
principalmente de sustancias orgánicas ya hechas (proteínas, grasas e hidratos
de carbono). Ha sido muy valioso el aporte de Darwin en estos estudios, principalmente
recomiendo leer “el origen de las especies por vía de selección natural”
publicado en 1859 donde explica y demuestra por qué son mutables los organismos
y por qué se desarrollan hacia formas más complejas y perfectas cuya quizá
mayor expresión en el reino animal la constituía el mono.
El desarrollo de los pequeños
mamíferos comenzó hace 65 millones de años cuando desaparecieron los grandes
reptiles y dinosaurios. Entre ellos se destacaron los “primates” (los primeros)
que vivían en la copa de los árboles, desarrollaron una gran capacidad para
sobrevivir y ya poseían un cerebro que les permitía coordinar movimientos de
las manos. De los primates, hace 15 millones de años, surgieron dos troncos de
monos: los simios (chimpancé, gorilas y orangutanes) y los protohumanos u
homínidos que terminarán de dar origen al hombre actual en un largo y penoso
recorrido, aunque no tan cruel como el sistema capitalista. Y de esa manera
aparece hace 3 o 4 millones de años el “Australopithecus” (monos del sur), luego,
hace 2 millones de años el “homo habilis” (hombre hábil); hace 1,5 millones de
años el “Homo erectus” (hombre erguido), y luego, hace 200 mil años el “homo
sapiens” (hombre racional) para finalmente, hace 80 mil a 40.000 años aparece
el “homo sapiens sapiens” que da origen a lo que hoy somos.
Es importante no perder de vista
que la naturaleza en nuestro planeta posee 4.600 millones de años y que todas
las cosas materiales existentes ya estaban allí y no tenían precio, es decir,
carecían de valor. El precio como exteriorización del valor comienza con el
trabajo que se ejerce sobre esas cosas de la naturaleza como veremos en
próximos capítulos. Aquí sólo pretendo que reconozcamos las proporciones de
espacio tiempo en la que nos desplazamos con números aproximados.
Vida de la naturaleza en nuestro
planeta 4.600.000.000
años
Vida del hombre “racional”
80.000 años
Vida de la sociedad
primitiva
50.000 años
Vida de la sociedad
esclavista
4.500 años
Vida de la sociedad
feudalista
1.700 años
Vida de la sociedad
capitalista
300 años y ya está en crisis.
El hombre primitivo se va
desarrollando en el planeta y en su desarrollo se lanza a la conquista de esa
naturaleza, a su dominio y a la transformación y utilización de los objetos que
ella provee. Entonces se apodera de las cosas y aplica sobre ellas trabajo
humano, trabajo para recogerlas, trabajo para transformarlas, trabajo para
convertirlas en un bien que satisfaga una necesidad. No lo puede hacer
individualmente, sólo es posible en “sociedad”. La “horda” inicial, es decir,
el agrupamiento de hombres-monos facilita el desplazamiento exitoso de ese
proceso histórico que llega a nuestros días.
Para ello utiliza sus manos y
también alguna piedra filosa que le permite cortar mejor, o una piedra mocha,
que le permite golpear más eficientemente y en ese recorrido va ganando
experiencia y construyendo instrumentos cada vez más eficientes.
Por lo tanto, de la naturaleza
surgen los objetos de trabajo que son los alimentos, los minerales (arena y
roca caliza, por ejemplo), el agua, el aire, la tierra, luego lo serán las
materias primas (cemento, hierro), los materiales semielaborados (ladrillo para
construir un bien final).
Y del hombre surgen las
herramientas, los instrumentos o medios de trabajo (mezcladoras, tornos,
pinzas, etc.), que van desde su propia mano, desde el hacha de piedra hasta las
modernas maquinarias y edificios donde éstas se instalan. También la tierra que
actúa de las dos maneras, como objeto y como medio de trabajo. Ambos, objetos y
medios, constituyen los medios de producción. Desde ya se trata de una
categoría muy utilizada y muy importante cuando nos hacemos la pregunta,
especialmente dirigida a los grandes medios de producción: ¿en manos de quién
están?
Con el transcurso del tiempo el
hombre crea hábitos de trabajo, acumula experiencia, utilizando para ello su
fuerza de trabajo tanto física como intelectual. Por un lado tenemos los medios
de producción y por otro al productor, es decir al trabajador.
Esa fuerza de trabajo es la que
permite que la materia de la naturaleza se transforme utilizando herramientas
que le faciliten los procesos en un nuevo bien. Esa fuerza de trabajo se
materializa en ese nuevo bien que se la lleva incorporada, por eso hay que
volver a aplicar fuerza de trabajo para producir otro bien.
Pero hay una parte de la fuerza
de trabajo que no se materializa y queda “flotando” como conocimiento
científico-técnico y que constituye una base permanente y creciente de donde
continuar el conocimiento. Es cierto que ese conocimiento se materializa en
nuevos productos, en nuevas herramientas, pero lo hace mediante la aplicación
de fuerza de trabajo o trabajo vivo.
Ambos, medios de producción y
productor (con su trabajo materializado y no materializado) constituyen las
fuerzas productivas. La principal fuerza productiva es el trabajador, ya que es
el único capaz de transformar los objetos de la naturaleza y el único capaz de
crear los instrumentos de trabajo y ponerlos en movimiento, el único de generar
y enriquecer los conocimientos.
Pero no se trata del hombre
aislado. Al producir el hombre debe inevitablemente establecer relaciones con
otros hombres, son relaciones sociales que se producen en el momento de la
producción, en el momento de la distribución, en el momento del cambio y en el
consumo de los bienes materiales. A esas relaciones la llamamos relaciones de
producción. Las fuerzas productivas en
conjunción con las relaciones de producción conforman la estructura económica
vigente, el modo de producción vigente.
No es posible pensar que esas
relaciones entre los hombres puedan desarrollarse sin la existencia de norma tivas. Por lo tanto los hombres crean norma s, reglas, leyes, instituciones políticas y
sociales, es decir, crean un marco en donde recurrir para resolver sus
diferencias, sus conflictos, sus intereses. Ese marco es la conformación de una
superestructura político-social. Pero no
la crean todos los hombres, la crean sólo aquellos que poseen el dominio
económico y legislan para que ese dominio sea preservado y legitimado.
Es el modo de producción, la
estructura económica de la sociedad, la que determina qué manera va a adoptar
la superestructura jurídica, política y social. La sociedad con sus luchas
puede atemperar esa superestructura, convertirla en menos salvaje, pero no
podrá hacer desaparecer de ella sus rasgos centrales. Esos rasgos en el
capitalismo
Por último vemos en el cuadro que
la unión del modo de producción con esa superestructura política da origen a lo
que denominamos formación económico-social.
La historia conoce cinco
formaciones económico-sociales, clasificadas en dos grupos, la del grupo en que
predomina la propiedad social sobre los medios de producción, es decir, la
propiedad social de toda la riqueza de la naturaleza y de los instrumentos para
transformarla; y la del grupo donde esa riqueza es apropiada y convertida en
propiedad privada por un grupo minoritario en desmedro de la mayoría de la
población.
La comunidad primitiva al inicio
de la vida social y el socialismo, al inicio de la vida humana, responden al
primer grupo.
Entre el inicio de la vida social
y la vida humana se encuentra el período que aún estamos transitando, el de la
prehistoria humana. Allí ubicamos al esclavismo, al feudalismo y al
capitalismo.
Y ya estamos construyendo, desde
1917, el nuevo modo de producción, la Formación Económica
Social que sacará al mundo de la prehistoria y lo hará
ingresar el la HISTORIA. Donde
la vida del ser humano sea lo más valioso, donde preservar su hábitat sea una
reacción natural, de madurez, de conciencia.
Volvemos a recalcar estos datos
Existencia de la naturaleza
4.600.000.000 años
Inicio del socialismo en el
planeta 100 años
Tenemos todo el futuro por
delante. Los datos científicos predicen que el sistema solar aún no ha llegado
a su edad media y que le restan, al menos, unos 5 mil millones más de años de
vida antes de que el sol se convierta en una supernova y arrase con todo.
La naturaleza nos da esa
oportunidad, el capitalismo, si no se lo detiene, está capacitado para asestar
el golpe mortal a la vida humana en muy pocos años.
Está en nosotros apostar por la
vida digna o por el suicidio colectivo.
Qué es una formación
económico-social.
“El capitalismo es la última
formación antagónica basada en la explotación del hombre por el hombre, con
ella se cierra, por tanto, la prehistoria de la sociedad humana” (Carlos Marx y Federico Engels)
La sociedad humana, en una
determinada fase de su desarrollo histórico, caracterizada por el modo de
producción y por la superestructura política y jurídica, por las formas de
conciencia social, una y otras determinadas por dicho modo de producción, da
origen a las formaciones económico-sociales.
La formación económico-social es
un concepto (categoría) marxista y constituye la piedra angular de la
concepción materialista de la historia; proporciona la clave para explicar el
curso y desarrollo de las relaciones sociales entre los hombres en el proceso
de producción, de distribución y de consumo de bienes materiales.
Conocemos cinco formaciones
económico-sociales. Cada una de ellas posee leyes económicas propias que rigen
su aparición y desarrollo y al mismo tiempo, en cada formación actúan leyes
generales que enlazan a las formaciones todas en el proceso, único, de la
historia mundial de la humanidad.
Clases sociales. La lucha de
clases:
Las clases sociales están
integradas por grandes grupos de personas:
“que se diferencian entre sí por
el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente
determinado, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios
de producción (relaciones que en su mayor parte las leyes refrendan y
formalizan), por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo,
y, consiguientemente, por el modo de percibir y la proporción en que perciben
la parte de la riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos,
uno de los cuales puede apropiarse el trabajo de otro por ocupar puestos
diferentes en un régimen determinado de economía social” (Vladimir I. Lenin,
Obras Completas. Tomo 39. Página 15).
“Todo el mundo sabe que en
cualquier sociedad las aspiraciones de los unos chocan abiertamente con las
aspiraciones de los otros, que la vida social está llena de contradicciones,
que la historia nos muestra la lucha entre pueblos y sociedades y en su propio
seno; sabe también que se produce una sucesión de períodos de revolución y
reacción, de paz y de guerras, de estancamiento y de rápido progreso o decadencia.
El marxismo da el hilo conductor que permite descubrir la existencia de leyes
en ese aparente laberinto y caos: la teoría de la lucha de clases. Sólo el
estudio del conjunto de las aspiraciones de todos los miembros de una sociedad
dada, o de un grupo de sociedades, permite fijar con precisión científica el
resultado de esas aspiraciones. Ahora bien, el origen de esas aspiraciones
contradictorias son siempre las diferencias de situación y condiciones de vida
de las clases de que se compone toda sociedad. “La historia de todas las
sociedades que han existido hasta nuestros días –escribe Marx, en el Manifiesto
Comunista (exceptuando la historia de la comunidad primitiva, añade más tarde
Engels)- es la historia de la lucha de clases. Hombres libres y esclavos,
patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales; en una palabra:
opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante,
velada unas veces, y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la
transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las
clases beligerantes... La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las
ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase.
Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión,
las viejas formas de lucha por otras nuevas. Nuestra época, la época de la
burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las
contradicciones de clase. Toda la
sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos
grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado”.
Desde la gran revolución francesa, la historia de Europa pone de manifiesto en
distintos países con particular evidencia la verdadera causa de los
acontecimientos, la lucha de clases. Ya la época de la restauración dio a
conocer en Francia algunos historiadores (Thierry, Guizot, Mignet, Thiers) que,
al sintetizar los acontecimientos, no pudieron por menos de ver en la lucha de
las clases la clave para la comprensión de toda la historia francesa. Y la
época contemporánea, la época que señala
el triunfo completo de la burguesía y de las instituciones representativas, del
sufragio amplio (cuando no universal), de la prensa diaria barata y que llega a
las masas, etc., muestra de un modo todavía más patente (aunque a veces en
forma unilateral, “pacífica”, “constitucional”) que la lucha de clases es el
motor de los acontecimientos. El siguiente pasaje del Manifiesto Comunista nos
muestra lo que Marx exigía de la sociología para el análisis objetivo de la
situación de cada clase en la sociedad moderna, en relación con el análisis de
las condiciones de desarrollo de cada clase: “De todas las clases que hoy se
enfrentan con la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente
revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con el
desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto más
peculiar. Las capas medias –el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el
artesano, el campesino- todas ellas luchan contra la burguesía para salvar de
la ruina su existencia como tales capas medias. No son, pues, revolucionarias,
sino conservadoras. Más todavía, son reaccionarias, ya que pretenden volver
atrás la rueda de la
Historia. Son revolucionarias únicamente cuando tienen ante
sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado, defendiendo así no
sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, cuando abandonan sus
propios puntos de vista para adoptar los del proletariado”. En bastantes obras
históricas, Marx nos ofrece ejemplos profundos y brillantes de historiografía
materialista, de análisis de la situación de cada clase concreta y a veces de
los diversos grupos o capas que se manifiestan dentro de ella, mostrando hasta
la evidencia por qué y cómo “toda lucha de clases es una lucha política”. El
pasaje que acabamos de citar indica lo intricada que es la red de relaciones
sociales y grados transitorios de una clase a otra, del pasado al porvenir, que
Marx analiza para extraer la resultante de la evolución histórica. (Vladimir I.
Lenin. Obras Escogidas. Páginas 34, 35 y 36).
Primera formación económica
social: el comunismo primitivo:
El comunismo primitivo o
comunidad primitiva es el primer modo de producción en la historia de la
humanidad y el más prolongado. La base de las relaciones era la propiedad
colectiva de cada comunidad sobre los medios de producción.
El trabajo de los hombres no
creaban excedentes por encima del mínimo vital necesario y la distribución de
los productos era igualitaria. Todo el trabajo era trabajo necesario que
generaba producto necesario.
Surgió hace decena de miles de
años. No existía el Estado, ya que el carácter colectivo del trabajo y la
propiedad en común de los medios de producción condicionaban la apropiación
colectiva de los productos creados y no existía razón alguna de crear un
organismo “rector”, no existía una división en clases sociales. De la horda
primitiva se pasa a conformar una organización gentilicia de la sociedad. La Gens
constituía un grupo de personas enlazadas por vínculos de parentesco
consanguíneos en línea materna. Predominio inicial del matriarcado. Cuando
varias Gens se unían y formaban una tribu, el matriarcado fue dando paso al
patriarcado. Fue como consecuencia del progreso de la ganadería, de los oficios
y de la agricultura que condujo al nacimiento de la división social del trabajo
y, en relación con ella, a la aparición del cambio. Surge el producto social
excedente y ello permite descomponer el
trabajo de los productores en dos partes: trabajo necesario y trabajo
excedente. Cuando esa posibilidad se materializa en la realidad, una parte de
la sociedad se convierte en clase dominante, pues se ha emancipado del hecho de
tener que trabajar para poder mantenerse.
El prisionero de guerra, cuyo
destino era la muerte o la incorporación como igual a la tribu tiene ahora otro
destino, el de esclavo.
“El trueque directo, forma
primitiva del proceso de cambio, expresa preferentemente la transformación
inicial de los valores de uso en mercancías, más que la transformación de
mercancías en dinero. El valor de cambio no adquiere una forma independiente,
sino que está todavía directamente vinculado al valor de uso”... “...
originariamente el proceso de cambio de las mercancías no aparece en el seno de
las comunidades primitivas, sino allí donde éstas terminan en sus fronteras, en
los raros puntos en que entran en contacto con otras comunidades. Allí comienza
el trueque y de allí se extiende al interior de la comunidad, sobre la que
ejerce una acción disolvente”. (Carlos Marx. Contribución a la crítica de la
economía política. Páginas 40 y 41).
Un agrupamiento de Gens
constituía una Tribu, la que elegía un jefe en tiempos de guerra y un consejo
de ancianos en tiempo de paz. Los temas o asuntos de mucha importancia se
resolvían en asamblea donde participaban todos los mayores sean mujeres u
hombres.
La valentía, la audacia y la
experiencia eran merecedoras del respeto de los integrantes de la tribu. La propiedad se
limitaba a lo que el hombre y la mujer hacían: adornos, vestidos, armas. No
había acumulación de riquezas.
Pero el trabajo era muy poco
productivo. Los terrenos se cavaban con palos o piedras y sólo se obtenían
cosechas ínfimas y cuando el animal buscado para cazar escaseaba, la comida y
pieles obtenidas no alcanzaban a cubrir las necesidades mínimas de la tribu. Las necesidades
y la escasez obligaban a que todos trabajaran, a que nadie quedase ocioso.
Y es a través de ese trabajo,
incesante en su enfrentamiento con la naturaleza, que el hombre fue acumulando
experiencia y conocimientos que les permitieron perfeccionar los medios de
trabajo, las herramientas, domesticar animales que proporcionaron carne, lana,
leche y pieles sin necesidad de salir a buscarlo y que también fueron
utilizados como herramientas. La rudimentaria azada es reemplazada por un
rudimentario arado, pero ahora arrastrados por bueyes. Aparece la hoz que
permite cosechar con más rapidez evitando el arranque con las manos, y otros
elementos.
La economía comienza a
desarrollarse más rápidamente y la sociedad produce excedentes que pasan a
jugar un papel decisivo en el comienzo del fin de la comunidad primitiva.
Segunda formación
económico-social: el esclavismo:
El esclavismo surge como
consecuencia de la descomposición de la gens y la aparición de la comunidad de
vecinos, en coincidencia con el perfeccionamiento de los instrumentos de
trabajo, la división del trabajo y el cambio que incrementaron la productividad
produciendo plus-producto.
Nace y se desarrolla la propiedad
privada que engendra la desigualdad de bienes y da origen a la explotación del
hombre por el hombre. Aparece así la primera división de la sociedad en clases
y aparecerá, como consecuencia, el
Estado esclavista.
Se dejó de matar a los
prisioneros de guerra (o de incorporarlos como iguales) para convertirlos en
esclavos. Allí se encuentra la principal (e inicial) fuente, que luego se
complementará con el ingreso de campesinos pobres y artesanos arruinados.
El trabajo del esclavo, de
carácter abiertamente coercitivo, se aplicaba en gran escala en los ya formados
latifundios y en la producción artesanal.
Surgen dos clases fundamentales:
la de los esclavistas y la de los esclavos. Pero la sociedad se divide en dos
grandes grupos: los libres y los esclavos. Los “libres” no constituían un grupo
homogéneo, los había ricos y pobres, los primeros con más derechos que los
segundos, pero todos considerados “superiores” a los esclavos.
El esclavismo comienza a
desarrollarse hace 5 mil años, en el año 3.000 a .n.e. en el sur de la Mesopotamia (Irak) y
en Egipto. Para mantener el dominio de la situación, la clase esclavista
estructura un aparato de violencia y coerción, el Estado Esclavista. Allí observamos a los iniciales Estados de
Accad y Ur. Al lado de esas clases fundamentales existían campesinos libres,
artesanos y mercaderes.
En los años 1.000 a .n.e. el esclavismo
se extiende a otras regiones de la Mesopotamia , donde se forma Asiria, una de las
grandes potencias de la época y se traslada a Siria, Palestina, Persia, India y
China. A este tiempo histórico se lo conoce con el nombre de “Antiguo Oriente”
En Europa el esclavismo aparece
en los años 800 a .n.e.
en la Grecia
antigua y en el 500 a .n.e.
se observa su formación en Roma y en la península itálica. A este tiempo
histórico se lo reconoce como “Mundo Antiguo” Es allí donde el modo de
producción esclavista alcanza su máximo desarrollo y es también allí donde
decae y muere.
Este régimen no alcanzó a ser
universal. Pueblos eslavos, germanos, árabes, mongoles y otros ni lo
practicaron ni lo conocieron, pero el esclavismo, como formación económico
social tuvo su predominio durante 3.500 años con vestigios que subsistieron a
través del tiempo dentro de nuevas formaciones como la feudal y la capitalista.
La explotación creaba el
plus-producto que le permitió a la capa alta esclavista liberarse del trabajo
físico en la producción material. El trabajo comenzó a ser considerado una
ocupación indigna de un hombre libre. Surge de ese modo la oposición entre el
trabajo físico y el intelectual. La clase dominante y rica se dedica al
gobierno, a la política, a la ciencia y al arte.
Bajo la esclavitud sólo podían
utilizarse instrumentos primitivos. La productividad era baja y se explotaba de
forma tan cruel a los esclavos que la vida de los mismos era muy corta. Los
esclavos se sublevaban, huían, destruían las herramientas y no manifestaban
interés por producir. El modo feudal de producción aparecía generando un nuevo
impulso de las fuerzas productivas y por tal razón hunde al modo esclavista de
producción, reemplazándolo.
“Los simples esclavos domésticos,
ya se destinen a la ejecución de servicios necesarios o a la mera ostentación
de lujo, no lo tomamos aquí en consideración, corresponden a nuestra clase de
domésticos. Pero también el sistema esclavista –en cuanto es la forma
predominante del trabajo productivo en la agricultura, manufactura, la
navegación, etc., como ocurría en los estados desarrollados de Grecia y Roma-
contiene un elemento de economía natural. El mismo mercado de esclavos se
abastece constantemente de su mercancía fuerza de trabajo mediante la guerra,
la piratería, etc., y esa rapiña no viene mediada, a su vez, por un proceso de
circulación, sino que es una apreciación natural de fuerza de trabajo ajena
mediante coacción física directa”. (Carlos
Marx. El Capital. Libro II. Tomo II. Página 178).
La economía era, en el
esclavismo, superior y más compleja que en la sociedad primitiva, pero aún así
era técnicamente pobre y determinados tipo de trabajo sólo se podían realizar
con la participación simultánea de grandes contingentes de esclavos. Se trataba
de construir canales de riego, de construir caminos, de rellenar pantanos, de
explotar canteras y minas.
No obstante llegaron a
perfeccionarse e inventarse instrumentos y herramientas de trabajo, por lo
general complejas y por ello muy costosa. Por lo tanto los ciudadanos “libres”,
es decir, los no esclavos pero sin mucha riqueza no podían acceder a esos
instrumentos y herramientas que consistían en pesados arados arrastrados por
varios bueyes, segadoras tiradas por caballos, prensas para fabricar vino o
aceite, molinos de agua para moler el trigo. Sólo las grandes haciendas podían
poseer esos instrumentos y animales y tener esclavos “especializados” en
roturar la tierra, en sembrar, en cosechar, el criar ganado y aves domésticas,
en cocinar, etc.
Parte de los amos, de los señores
esclavistas, apartados de las tareas físicas, aprovecharon el tiempo libre para
ocuparse del arte, de la política, de la ciencia en general. Se desarrollan, en
el “Antiguo Oriente” las Matemáticas, la Astronomía , la Geometría , y otras
disciplinas. Esos conocimientos fueron en su gran mayoría acaparados por los
sacerdotes quienes sólo los transmitían a sus discípulos preferidos, utilizando
complejos sistemas de escritura.
En cambio, en el “Mundo Antiguo”,
donde la escritura se simplificó, la ciencia y la cultura se desarrollaron con
mayor rapidez. Los romanos y los griegos analizaron el alfabeto fenicio y lo
adaptaron a sus necesidades utilizando “letras”. Fueron sólo treinta las letras
contra los miles de símbolos de los sacerdotes. Por lo tanto el abecedario
tanto griego como romano era mucho más fácil de retener en la memoria y sumó a
miles de personas a la lectura y a la escritura y con ello al aporte de más
conocimiento. Surge el teatro con sus comedias y tragedias en honor a los
dioses preferidos. Surge la arquitectura y con ella la escultura y la pintura,
se perfeccionan las matemáticas, la mecánica y se introduce a las ciencias
naturales y la mecánica.
Los viajes largos contribuyeron a que surgieran los geógrafos
y astrónomos y que desarrollaran una estimación bastante real del planeta, su
forma, su superficie, sus mares.
Ese progreso no estaba al alcance
de los esclavos. Todo lo contrario: millones de seres humanos perecieron en las
grandes construcciones, como las pirámides, los acueductos, los caminos, las
minas. Hasta los ciudadanos “libres” más pobres tenían esclavos, no menos de
una docena. Por eso, en la esclavitud, gran parte de los esclavos trabajaba en
la producción de bienes materiales, pero otra parte importante estaba para
atender “al señor”, para satisfacer sus caprichos y excentricidades.
El esclavo, para el amo, era un
simple animal más. Por tanto podía castigarlo con crueldad y darle muerte
cuando quisiese. Algunos ciudadanos ricos se destacaban por su crueldad y
construían con esa crueldad su prestigio. Se conoce a Vido Polio, cortesano
rico del Emperador Augusto, como uno de los más sanguinarios. Una de las más
inhumanas categorías de esclavos, destinados de origen a morir, eran los
gladiadores, pero la historia registra
Como consecuencia del aumento del
número de esclavos los “libres” sin mucha riqueza, es decir, el campesino pobre
o arruinado y el artesano fueron perdiendo sus tierras y sus herramientas. En
particular porque habían recurrido a la usura para postergar se tipo de vida.
Los prestamistas eran los terratenientes y los tribunales, manejados por éstos,
sitien no podían convertir al libre en esclavo si podían despojarlo de todos
sus bienes, principalmente de sus tierras que pasaban a agrandar las del
acreedor. Los campesinos despojados de sus tierras se ofrecían como peones o
pastores al gran señor, pero éste prefería a los esclavos sobre los que
disponía más “derechos”.
Así se fueron formando entre los
“libres” enormes diferencias que se manifestaban en las ciudades donde en un
sector vivían los ricos y en otro, más amplio y miserable, los pobres. Los
pobres se enfrentaron duramente con los ricos llegando a tomar algunas
ciudades. Ante esa situación dos tribunos de la nobleza, hermanos entre sí, a
fines del silo II a.n.e. impulsaron la idea de limitar a 250 hectáreas la
máxima posesión de tierra a los ricos y que el resto se distribuyera entre los
pobres. No lo hacían por benevolencia, sino porque advertían que el victorioso
ejército romano estaba constituido por campesinos y que si ellos desaparecían
sería el fin del imperio. Tal actitud recibió el rechazo total por parte de los
terratenientes y culmina con la muerte de los hermanos Greco.
El temor de los esclavistas
pasaba por la posible unión entre los miserables hombres libres y los esclavos.
Los esclavistas consideraban indigno trabajar, indigno del hombre libre. Pero
al haber expulsado miles de campesinos de su tierra, a los que no podía
convertir en esclavo, lo convirtieron en trabajadores, es decir, en hombres que
realizaban una tarea indigna para el hombre libre. Por eso, a quienes
trabajaban se les impidió, al igual que a los esclavos, integrar los ejércitos,
se los podía golpear y carecían del derecho a efectuar denuncias. El miedo a la
unión de libres pobres con esclavos era grande, pero era mucho mayor sus afanes
de una cada vez más grande explotación y crueldad.
Los esclavistas poseían
influencia y ejercían su poder con los ex-campesinos libres que trabajaban en
sus propiedades al igual que al esclavo. Pero muchos, miles, de ex campesinos
no encontraban ocupación y se aglomeraron en la parte pobre de las ciudades
conformando el lumpenismo. Vestían harapo, revolvían basuras, robaban a otros
pobres y producían miedo a los del sector privilegiado. Para calmarlos un poco,
pero más que nada para que no se rebelaran, los ricos otorgaban limosna y algo
de comida para ellos.
Las guerras eran lo cotidiano.
Eran incesantes y requerían miles y miles de soldados para las batallas y para
sostener fortalezas y cuarteles. La grandeza reflejada en la vida de los reyes
y nobles se contrarrestaba con los inmensos gastos necesarios para mantener los
ejércitos en actividad, sus generales y los funcionarios de las cortes. Para
mantener el ritmo de los altos gastos se subían los tributos a los pobres que
por tal razón se rebelaban. El más poderoso estado esclavista: Asiria, que
conquistó y sembró pánico gran parte de Asia y Egipto duró poco más de un
siglo.
El modo de producción esclavista
se desarrollaba adquiriendo las características propias del lugar en que se
encontraba asentado. En principio ya afirmamos que no se desarrolló en todo el
planeta y que la primera gran clasificación, en función del espacio territorial
es el Antiguo Oriente y Mundo Antiguo.
Desde la superestructura podemos
señalar o clasificar a este sistema en tres tipos de Estado: el despotismo
(propio del Antiguo Oriente); las “polis” o ciudades estados y las antiguas
monarquías, estas dos últimas clasificaciones corresponden al Mundo Antiguo.
Las tres formas de estados tenían en común ser instrumento de opresión y
explotación de la clase esclavista.
El despotismo.
Egipto Antiguo, su Estado, se
unifica (voluntariamente o mediante guerras) en 40 regiones denominadas
“nomos”, dirigida cada una por un “regente” (equivalente a gobernador). El
regente más poderoso se convertía en Rey y adquiría en derecho de disponer de
la tierra, el agua y el trabajo de las regiones o comunas. Sus ingresos provenían de los tributos y de
los saqueos logrados en las guerras, donde además se conquistaban nuevas
tierras y se obtenían nuevos esclavos.
El Rey contaba con el apoyo de
los grandes terratenientes y de los poderosos sacerdotes, encargados de
convencer al pueblo de que el rey era el elegido de los dioses. Por lo tanto el
Faraón era el Dios, el hijo del sol, el que luego de su paso por la vida
terrenal regresaría a unirse con los dioses.
Por tanto, ese “rey supremo” se
lo denominaba “déspota”, palabra que proviene del griego y que significa “señor
de los esclavos”. Como en el Antiguo
Oriente (del que era parte Egipto) no sólo los esclavos eran explotados,
también lo eran de manera humillante los campesinos y artesanos libres, se conoce
a ese sistema con el nombre de despotismo.
El poder de los sacerdotes era
tan grande que para contar con sus apoyos los faraones le obsequiaban miles de
hectáreas de tierra y miles de esclavos y toda acción importante que emprendían
la realizaban luego de consultarlos. Nunca pudieron limitar el gran poder que
ejercían.
Los grandes propietarios, la
“nobleza”, que eran el soporte económico del faraón, también recibían tierras y
esclavos provenientes de las conquistas y el saqueo. Toda la estructura militar
del Estado se encontraba al servicio de nobles y sacerdotes y era dirigida por
ministros y jefes militares. El resto de la administración estaba a cargo del
primer asistente del faraón, del Visir, que era el encargado de la recaudación
de los tributos, del reparto de los mismos, de vincularse con los regentes, de
designar a los que debían realizar
servicios obligatorios y, además, actuaba como “juez supremo”.
Los gastos eran enormes y los
ambiciosos funcionarios y los ejércitos en guerra permanente acabaron con la
economía de los países del Antiguo Oriente, habiendo previamente llevado hasta el límite la explotación de los
esclavos y de los trabajadores “libres”, que se sublevaban y se pasaban en las invasiones a las filas
enemigas, como sucedió con la invasión de nómades denominados hicsos en Egipto
o los “brazaletes” amarillos” en China.
Las Polis.
Grecia se dividía en 20 estados,
cada uno de ellos se denominaba “polis” que estaba compuesta por una ciudad
principal y sus alrededores.
Las polis se formaron de las
tribus y, de acuerdo a sus propias historias la dirigía un caudillo supremo,
generalmente un jefe militar o un Consejo de Ancianos al que el caudillo se
subordinaba o una Asamblea Popular formada por hombres mayores y “libres”.
Entre los cuales se encontraban los ricos (minoritarios) que integraban la
“nobleza gentilicia” y los campesinos libres y artesanos (mayoritarios) cuyo destino era la pobreza creciente.
Ni la Asamblea ni el Consejo de
Ancianos servía a la nobleza gentilicia, por eso reemplazaron estas
instituciones por cargos públicos ocupados por ellos. En Roma los Cónsules
dominan el poder civil y el militar y en Grecia los “arcontes” en el poder
civil y religioso y los “poliarcas” en temas militares. Mantenían un consejo en
Grecia y un senado en Roma pero totalmente subordinados a los intereses de los
nobles.
Las relaciones entre la nobleza y
el pueblo se deterioraban crecientemente y esto llevó a parte de los nobles a
comprender que algo había que ceder para evitar que el pueblo se sublevara...
Un sabio, Solón, muy prestigioso
por sus conocimientos, tomo una serie de medidas (que hoy definiríamos como
keynesianas) destinadas a salvar al sistema esclavista. Mencionaremos algunas
de las principales: Muchos campesinos libres se encontraban endeudados, en
especial por los período de malas cosechas, con los usureros de la nobleza y
por no poder pagar las deudas perdían sus tierras y su condición de libres,
mientras otros le quedaba el recurso de huir. Solón anuló las deudas, suprimió
la esclavitud por deudas, liberó a los que habían sido convertidos en esclavos,
anuló las hipotecas, devolvió tierra a los campesinos, invitó a regresar a los
que habían huido, fijó un límite “razonable” para la posesión de tierras para
los nobles y cambió el sistema político rescatando a la Asamblea Popular
para que dictara leyes y a un tribunal
electo que se llamó Consejo de los cuatrocientos (luego se amplió a quinientos)
y era el que determinaba los temas que debía tratar la asamblea.
Recordemos que la mayoría eran
esclavos y que no se consideraban personas sino ganado, por tanto los derechos
para esa mayoría no existían, pues eran propiedad del amo que podían hacer de
ellos lo que quisiera, desde explotarlos salvajemente y castigarlos hasta
mutilarlos y matarlos. Los hijos de los esclavos eran nuevos esclavos y no se
les reconocía “madre ni padre”.
Recordemos que las mujeres no
esclavas no eran consideradas ciudadanas (no eran consideradas “pueblo”) y por tanto no podían intervenir en política.
Tampoco ningún extranjero, que no podía adquirir tierras ni casarse con un
miembro de la polis y si lo hacía sus hijos se consideraban también
extranjeros. Podían, sí, dedicarse al comercio y a la producción como artesanos.
Además, dentro de los
ciudadanos se crearon cuatro categorías
en función de la riqueza que poseían. Por tanto la categoría 1 era integrada
por los más ricos y le seguía la 2 con
ricos pero de menor envergadura. Para ellos, sólo para ellos, estaban
destinados los cargos superiores. La tercera categoría estaban destinados a integrar los
destacamentos de infantería pesada y los
más pobres, la cuarta categoría (y de allí deriva “son de cuarta”) la
infantería liviana, la que iba adelante y pagaba el costo mayor de vidas.
Los derechos del ciudadano
propietario se basaban en que podía poseer y disponer sin trabas sus tierras y
utilizar las no repartidas por la polis y solicitar ayuda al Estado. Sus
obligaciones eran que, de tener una mala cosecha debían comprar cereales al
extranjero y vender los mismos a precios “módicos” a los ciudadanos. Los
derechos del ciudadano común eran poder cultivar su parcela y también poder
hacer uso de las no distribuidas y sus obligaciones prestar servicio militar
(si no lo hacía pasaba a la condición de
esclavo).
Las Polis sólo podían haber
seguido funcionando (y no mucho más tiempo) en base a una mejor equidad entre
sus “ciudadanos”. Los ricos nunca cumplieron con las leyes que limitaban sus
propiedades y las guerras enriquecían especialmente a ellos dotándolos de más
tierra y más esclavos. De esa manera “el botín de guerra” que debía
distribuirse entre los ciudadanos, quedaba generalmente en manos de los
ricos. Los fondos así obtenidos eran
destinados a poseer un mayor poder y también a la usura que arruinó a muchos
campesinos y artesanos libres.
La división original entre
esclavos y esclavistas pasó a incrementarse y ser entre ciudadanos ricos por un
lado y campesinos y artesanos pobres por otro en condiciones muy cercanas a los
esclavos. Ambos grupos odiaban a los terratenientes y se sublevaban.
512 años duró la monarquía más
extensa de la antigüedad, desde el 36
a .n.e. al 476 de nuestra era; se trata del Imperio
Romano, uno de los más crueles, en especial con sus “provincias” donde exigía a su población pagar enormes
impuestos o tributos en especies o en dinero. El que no podían pagar pasaba a
la condición de esclavo.
Antes de la formación de la
antigua monarquía, las provincias, territorios ocupados por Roma, eran
administradas por “gobernadores” designados por el senado romano, generalmente
por uno o dos años. Dichos funcionarios, durante ese breve lapso de su mandato
saqueaban cuanto podían y regresaban a Roma con inmensas fortunas. Se decían
que eran peores que las mangas de langostas que devoraban los sembrados. Utilizaban
cualquier método como encarcelar a alguien con cierto dinero sin ningún motivo
pero con una acusación falsa para luego liberarlo a cambio de un pago de dinero
o entrega de tierra o esclavos u obras de arte hasta asesinarlos si no obtenían
lo deseado.
Como es obvio en las sociedades
divididas en clases antagónicas, cuando más riqueza acumulaban y enviaban a
Roma más se empobrecía la provincia (y sus ciudadanos “libres”) en la que
regían.
Ello producía sublevaciones cada
vez más frecuentes que eran reprimidas cruelmente. Y llevó a la población, en
especial a los pobres libres y esclavos, a considerar a los invasores del
imperio romano como “aliados” a los que había que sumarse en la lucha.
Un ejemplo era Ponto, una región
situada en el Mar Negro, que invadió las provincias de la república de Roma del
Asia Menor en el 89 a .n.e.
Las tropas son recibidas por la población como libertadoras y se suman a ellas
en contra de los romanos. En un solo día matan a más de 80 mil romanos e ítalos
que constituían las tropas y los funcionarios y comerciantes privilegiados.
Esa riqueza acumulada por un
puñado de funcionarios más la cantidad de esclavos que incorporaban como bienes
agudizó las contradicciones entre los “libres” aumentando la diferencia entre
pobres y ricos.
La organización estatal romana,
la república, surgida de la anterior polis, ya era incapaz de resolver y
proteger los intereses de los nuevos ricos y clase dirigente. Era necesario
lograr escarmentar a los que reclamaban justicia y algo de equidad y ello sólo
era posible con un poder dictatorial que aplicara la violencia tanto a pobres
libres como a esclavos.
Surge entonces “el Imperio” a
partir del 36 a .n.e.
y su primer emperador fue Augusto. Desaparecen las instituciones deliberativas
como la asamblea popular y otras reuniones donde participaba el pueblo y sólo
queda el senado como máscara pues era sólo ocupado por las personas de mayor
riqueza (en las provincias se crearon instituciones como consejos y algunos
cargos electivos para mantener una apariencia soberana de las mismas, pero esos
cargos eran ocupados siempre por los ciudadanos esclavistas de mayor fortuna).
Aún así, el poder total pertenecía al emperador. Era el jefe supremo de
ejército, era el que designaba funcionarios y gobernadores, era el que dictaba
las leyes (siempre a favor de la clase esclavista), era el que manejaba las
finanzas y era también el sumo sacerdote.
La monarquía antigua se consolidó
como un estado esclavista “próspero” durante los tres primeros siglos de
nuestra era.
Diferentes estructuras políticas
pero con igual objetivo
Las contradicciones en el Antiguo
Oriente entre un pequeño grupo de sacerdotes y ricos por un lado y trabajadores
esclavizados y “libres” (campesinos y artesanos arruinados) por otro dieron
origen al despotismo, al poder despótico de los “REYES”, del DIOS en la TIERRA.
En la POLIS surge la democracia
antigua (Mundo Antiguo), pero limitada solamente a los ciudadanos libres sin
incluir a las mujeres. Pero la aristocracia que se consolidaba mediante el
saqueo, el comercio y la usura fue requiriendo otro tipo de organización que
evite que sus intereses sean afectados.
Surge así el IMPERIO y con él el
poder supremo del emperador (Mundo Antiguo), quién no necesita de Asambleas
Populares ni de ningún tipo de organización donde el “pueblo” posea algún tipo
de participación.
Las diferentes formas políticas
que adoptó el Estado esclavista, tanto en el Antiguo Oriente como en el Mundo
Antiguo estaban siempre destinadas a un objetivo común: la consolidación del
Estado esclavista, el predominio de la esclavitud como modo fundamental de
producción.
Siempre alertamos que es el Modo
de Producción, que es la estructura económica, la que define cuál será la
superestructura jurídica y política que se adopte y que sirva de poder que
legitime su accionar y garantice su supervivencia. Observar las leyes
existentes en esas sociedades es fundamental para comprender lo que es obvio
pero no se percibe como tal.
En el Antiguo Oriente el esclavo
era propiedad del señor al igual que una vaca o un carruaje, es decir, un
simple objeto más. Si un esclavo se fugaba el que lo localizaba debía
devolverlo a su dueño, caso contrario era severamente penado por la “ley”. Al
que robaba a un esclavo, o fugado se lo ocultaba le correspondía la pena de
muerte. Si lo encontraba y lo devolvía tenía derecho a una recompensa. Para
saber si era o no esclavo se lo marcaba como se marca aún hoy al ganado. En
determinadas zonas esclavistas del Antiguo oriente, si un ciudadano libre
mataba a otro ciudadanos libre debía compensar a su familia entregando cuatro
esclavos, pero si el asesinado era un esclavo ajeno, sólo dos.
En el Mundo Antiguo el esclavo,
además de ser propiedad de su señor estaba privado totalmente de sus derechos.
Se permitía la vida común pero no el matrimonio, por lo tanto el hijo del
esclavo no poseía ni madre ni padre y
pasaba a ser propiedad del amo.
El esclavo no podía tener ningún
tipo de propiedad, si recibía un “peculio” (un regalo de su amo) todo lo
adquirido con ese peculio o el peculio mismo, si el esclavo era vendido o
cedido por herencia, quedaba en poder del nuevo amo.
Las leyes del imperio romano
fueron más crueles que las del Antiguo oriente, que mutilaban algunas “faltas”
cortándole al esclavo la nariz o una oreja. Los emperadores adoptaron una ley
donde si el amo era muerto por un esclavo, todos aquellos esclavos que estaban
en un mismo techo o “a distancia de un grito” serían ejecutados por no acudir a
tiempo en defensa de su amo.
Por tanto, no importa la forma
exterior que adquirió el modo de producción ni en donde se desarrolló, su
principal rasgo era el mismo: el dominio de la clase esclavista sobre los
esclavos y los ciudadanos “libres” pobres.
Espartaco.
Entre otras bibliografías, es muy
interesante y en especial muy didáctica, la obra escrita por los escritores e
investigadores soviéticos Shteerman y Sharevskaia con el título “El régimen
Esclavista” publicado por Editorial Cartago en el año 1965. Me he basado, en
gran parte en este libro para desarrollar el tema específico.
Los esclavos eran, en su mayoría
y en el período inicial del esclavismo, personas libres.
Eran prisioneros de guerra
tomados por la parte de los vencedores o campesinos arruinados que no pudieron
enfrentar deudas o tributos al igual que artesanos. Salvo los hijo de esclavos
que nacieron esclavos, los demás eran antes de serlo hombres libres.
Esos ex libres trataban
permanentemente de recuperar su libertad y escapaban en cuanta oportunidad
tuviesen, refugiándose en las montañas y en los bosques. Para sobrevivir
algunos grupos se organizaron y formaron el “bandidaje” y atacaban las
caravanas de los comerciantes, pero otros tenían más aspiraciones: derrotar al
sistema esclavista.
Quizá no poseían claridad sobre
lo que querían, pero sin dudas sabían lo que no querían.
Uno de esos hombres libres que
fue convertido en esclavo fue Espartaco sobre quién Lenin expresara: “Espartaco
fue uno de los héroes más prominentes de una de las grandes rebeliones de
esclavos”
Espartaco nació en Tracia (hoy Bulgaria)
que no era provincia romana pero si dependiente de Roma. Su dependencia incluía
proveerla de guerreros. Espartaco fue uno de ellos y lo alistaron para ser
parte de las tropas romanas. Huyó para no serlo (desertó) pero fue capturado y
como castigo convertido en esclavo. Por su fortaleza y robustez fue vendido a
la escuela de gladiadores de Capua (una de las ciudades más importantes de la República romana y luego
del imperio romano), donde había varios hombres fuertes, de su mismo origen y
también germanos y galos.
Muchos de ellos preferían la
muerte antes de continuar en ese estado indigno de su valentía y fuerza y
encontraron en Espartaco al líder inteligente que pudiera hacer real sus sueños
de libertad. Setenta y cuatro escaparon buscando la libertad y salieron de la
ciudad, coincidiendo su huída con una caravana que traían armas para que se
mataran entre ellos en las arenas del circo para diversión de los romanos, a la
que asaltaron llevándose todos lo que transportaban y sumando otros esclavos.
Así fue el inicio de una gesta histórica.
Iniciaron una guerra de
guerrillas formando pequeños grupos que atacaban lugares para abastecerse de lo
necesario para alimentarse y armarse. Espartaco había prohibido quedarse con
oro o plata pues consideraba que ello podía despertar la codicia y la indisciplina. Los
ataques fueron cada vez más frecuentes y ello puso en alerta al imperio. Tropas
del ejército, sabiendo que Espartaco y su gente se refugiaban en el Vesubio. Lo
cercaron por el único lugar accesible, para liquidar el movimiento cuando
debieran bajar o que sucumbieran por hambre si no lo hacían.
Espartaco ordenó a su gente
cortar las parras silvestres y hacer con ellas largas escaleras. De esa manera
los guerreros descendieron de la montaña por los precipicios, donde no eran
esperados, y atacaron a los sitiadores desde la retaguardia derrotándolos
completamente.
Su ejército fue creciendo y llegó
a tener 120 mil hombres. El senado romano envió un poderoso ejército, comandado
por dos cónsules, el que fue también derrotado. El camino a tomar Roma quedaba
libre, pero esa oportunidad no fue aprovechada por diferencias internas y
Espartaco decide regresar al sur y tomar Sicilia, donde ya se había realizado
una insurrección en los años 137
a 132 a .n.e.
siendo derrotados y crucificados los 20 mil esclavos apresados. Y 30 años
después se vuelven a levantar los esclavos que lucharon durante cuatro años
siendo nuevamente derrotados y asesinados los capturados vivos.
Espartaco acordó con piratas del
mediterráneo cruzar sus tropas a Sicilia, pero fue traicionado por ellos y al
no poder contar con los barcos comenzaron a construir improvisadas balsas que
no resistieron el fuerte temporal que los sorprendió, perdiendo hombres y
armamentos.
Un potentado romano, de apellido
Craso, formó un ejército con nuevas tropas y el resto de los romanos
derrotados. De una crueldad sin límites Craso hizo fusilar a uno de cada diez
de sus soldados, de los que habían sido derrotados por Espartaco con el objeto
de disciplinar a toda la tropa.
Craso atacó a lo que quedaba del
ejército espartano e inicialmente no pudo cercarlos, el senado entonces envía a
dos generales (Pompeyo y Lúculo), quienes cercan a Espartaco y logran un difícil triunfo. Sesenta mil esclavos
murieron y seis mil fueron tomados prisioneros y crucificados a lo largo de la Vía Apia entre Capua y
Roma. La última batalla se libró en Apulia en el año 71 a .n.e. Unos cientos
lograron huir y durante una década llevaron adelante una guerra de guerrillas
en el sur de Italia.
Más de cien mil esclavos murieron
y como consecuencia de ello la producción agrícola cayó considerablemente y
originó una seria crisis en toda Italia, crisis de la que no se recuperó pese a
las medidas que tomaron posteriormente los emperadores que dieron inicios a la
monarquía antigua. Espartaco y sus compañeros muertos en combate o sacrificados
por los crueles generales fueron los que, aún derrotados, marcaron el comienzo
del fin del modo de producción esclavista.
Los propietarios de esclavos
temían nuevas rebeliones y comenzaron a pensar en una nueva forma de relaciones
y comenzaron a asignarles parcelas de tierra para que la trabajaran a cambio de
una parte de la cosecha.
El esclavo ya no necesitaba huir, ya no le resultaba
favorable romper las herramientas, tampoco negarse a trabajar o hacerlo a
desgano. Ahora estaba podía desplazarle “libremente” por el predio otorgado en
colonato (feudo), mientras las herramientas fueran mejores menor sería su
esfuerzo y mayor el resultado, mientras más y mejor trabajaba también sería
mayor el resultado. Cierto que la mayor parte la llevaba el “señor”, pero la
otra era para él y su familia. No era un cambio menor, aunque la esencia, la
explotación de su trabajo, se mantenía adoptando nuevas formas. Se conformaban
nuevas relaciones, relaciones entre hombres “libres” inferiores con hombres
libres superiores, ya no esclavos.
Comenzaba el feudalismo y con él
el siervo y el vasallo. Esta nueva formación económico-social comienza a ser
predominante después de la caída del imperio romano.
Fin de la formación
económico-social esclavista pero no de la esclavitud.
Surgió y predominó en bastas
partes de nuestro planeta en los años 3 mil a.n.e y terminó su ciclo en el año
476 de nuestra era con la caída del imperio romano. Fueron poco más de 3500
años. 70 generaciones soportaron el régimen esclavista, el más prolongado de
las formaciones económico-sociales cuya espina dorsal es la propiedad privada
de los medios de producción y la explotación del hombre por el hombre.
De esta manera podemos afirmar
que la caída del imperio romano marca el fin del modo de producción esclavista,
pero no por ello desaparece la esclavitud.
La nueva sociedad feudal conserva
rasgos de la antigua sociedad; rasgos que se repiten o vuelven a manifestarse
en otras regiones, en particular las nuevas, entre las que se encuentra Nuestra
América, el “Nuevo Mundo”. En esas “nuevas zonas” resurge el esclavismo, pero
no como una manifestación exclusivamente feudal, sino como una respuesta a la
necesidad de satisfacer el desarrollo de un nuevo modo de producción, el
capitalista.
De allí que hayan transcurrido
casi mil años desde la caída del imperio romano para que la esclavitud vuelva a
ocupar un espacio grande en la historia de la humanidad.
En el siglo XV surgen, de la mano
de artesanos y labradores, nuevas herramientas que hacen más eficiente y
productivo el resultado del trabajo. La fragua es reemplazada por el alto
horno; el telar manual por el mecánico; surge el molino hidráulico; se
construyen grandes y rápidos barcos capaces de transportar grandes cargas; se
construyen galerías subterráneas en las minas logrando llegar a mayores
profundidades, etc.
Comienza la época del gran saqueo
del Nuevo Mundo y se amplían los saqueos de África y Asia. Ello coincide con el
surgimiento de una nueva formación económico-social, con el inicio del período
de la acumulación originaria del capital, con el inicio del colonialismo. Esa
nueva formación, que es el capitalismo, tomará los rasgos más crueles de los
sistemas anteriores y los hará parte de su desarrollo perfeccionándolo en
crueldad y en ocultamiento de la verdad. Entre eso de tomar lo peor se encuentra
no sólo el saqueo potenciado, el genocidio, sino la restauración de la
esclavitud.
Iniciaron este proceso los portugueses,
en el siglo XV, más precisamente en el año 1442. Y cincuenta años después lo
encaran los españoles, con el descubrimiento del Nuevo Mundo, en 1492.
Las noticias de nuevas y
riquísimas tierras movilizaron a miles de “conquistadores” a dirigirse a ellas
para apropiarse de sus riquezas y de sus habitantes. Las tierras apropiadas
debían ser cultivadas y para ello era necesario contar con numerosa “mano de
obra”. Los “civilizadores” habían asesinado a miles de naturales y los
sobrevivientes eran esclavizados y obligados a trabajar. Gran parte de los
naturales se negaban a hacerlo o trabajaban a desgano y, en cuanto la
oportunidad de daba, huían y se refugiaban con facilidad en territorios que
conocían en detalle. El rey Fernando opinaba que “un negro es más útil que
cuatro indios” y en 1502 a
sólo 10 años del “descubrimiento de América” llega, a la Isla la Española, la primera
“partida” de negros.
La esclavitud hizo centro en las
grandes plantaciones orientadas especialmente al algodón, para alimentar la
creciente industria textil, y también al azúcar, al tabaco y al café. Millones
de personas pasaron a convertirse en esclavos, muchos de ellos negros. Eran
salvajemente explotados, en jornadas de sol a sol, sin días de descanso, con
poca alimentación y sin ningún tipo de protección legal.
Escribía Marx en 1846: “Sin
esclavitud no hay algodón, sin algodón no hay industria moderna. Los pueblos
modernos han sabido solamente enmascarar la esclavitud en su propia casa e
introducirla abiertamente en el Nuevo Mundo”
Tercera formación
económico-social: el feudalismo:
El feudalismo representa un
indudable avance sobre el régimen anterior. El modo de producción de los bienes
materiales esta basado en la propiedad feudal sobre la tierra y la propiedad
parcial sobre los trabajadores. Lenin destacaba los principales rasgos de esta
formación económica social: 1. dominio de la economía natural; 2. concesión de
medios de producción y de tierra al productor directo, y en particular fijación
del campesino a la tierra; 3. dependencia personal del campesino respecto al
terrateniente y 4. estado extraordinariamente bajo y rutinario de la técnica.
“¿Queréis ser mi hombre?”
“Quiero”. “Durante toda la
Edad Media éstas fórmulas rituales han sido intercambiadas
por los señores y vasallos. Ni siquiera era preciso un contrato para sancionar
la entrada de un hombre dentro del vasallaje de otro: bastaba una serie de
gestos minuciosamente reglamentados, realizados en presencia de varios testigos
para que se establecieran entre los miembros de las clases dominantes de la
sociedad unos lazos personales y jerárquicos. En su aceptación más restringida,
la palabra feudalismo designa el conjunto de estos vínculos que unen a los
señores y a los vasallos, vínculos que crean entre las partes contratantes
ciertos derechos y obligaciones, el primero de los cuales es la concesión al
vasallo de un beneficio a cambio de los múltiples servicios que éste debe a su
señor. Al ser el beneficio, en la mayoría de los casos, una tierra, el
feudalismo tiene una clara base rural, y de ahí que sea un sistema de posesión
y explotación de la tierra que favorece a la clase dominante de la sociedad,
alguno incluso lo consideran un modo de producción que perdura hasta la
destrucción del régimen feudal, por la asamblea constituyente, en agosto de 1789” . (M. Balard, J. Genét y M. Rouche. “De los
bárbaros al renacimiento”. Capítulo 10. Página 125. Ediciones Akal).
Esos “algunos incluso lo
consideran un modo de producción” que leemos en el párrafo anterior, somos
nosotros, los marxistas. Pero la síntesis inicial es totalizadora: ¿Queréis ser
mi hombre?... ¿Qué pasa si se contesta no? ¿Adónde va, cómo sobrevive, el que
responde NO?
La clase dominante era la de los
terratenientes circunscriptos a la nobleza y al clero. En el feudalismo, el
trabajo no remunerado del campesino siervo se denomina renta feudal del suelo
que se manifestaba en forma de trabajo, en especie o monetaria.
La nueva y limitada autonomía
económica adquirida por los campesinos al inicio de la Edad Media impulsó el
crecimiento de las fuerzas productivas, en particular de la agricultura, rama
decisiva del modo feudal de producción.
“En la Edad Media se aplican y
se generalizan inventos antiguos más que inventar otros nuevos. De esta forma
se multiplican los molinos de agua y aparecen molinos de viento en el siglo
XII, que ahorran una mano de obra que puede dedicarse a otras actividades. La
creciente utilización del hierro para las herramientas agrícolas es una gran
ayuda para los roturadores... las técnicas de enganche mejoran, el yugo frontal
para los bueyes, la collera y el enganche en fila para los caballos facilitan
el trabajo del campo”. (De los bárbaros... Páginas 114 y 115).
Por otra parte, aumentaba la
producción artesanal que se concentraban en las ciudades y se organizaban bajo
la forma de gremios de artesanos y corporaciones de mercaderes.
A lo largo de todo el régimen
feudal existió una lucha de clases entre explotadores y explotados. Esas luchas
se manifestaban en sublevaciones campesinas en 1381 (Inglaterra); 1358
(Francia); 1524-25 (Alemania); 1606-07, 1670-71 y 1773-75 en Rusia.
El desarrollo de las fuerzas
productivas en las entrañas del feudalismo constituyó la base material de la
formación de las relaciones capitalistas y su consolidación. Las rezagadas
relaciones de producción feudales quedan definitivamente superadas por las
revoluciones burguesas (en especial la francesa) que le asestaron un golpe
demoledor.
“El régimen feudal en el campo y
el gremial en las ciudades impedían al capital en dinero –formado mediante la
usura y el comercio- que se convirtiera en capital industrial. Esas barreras
cayeron con la disolución de las mesnadas feudales, con la expropiación y
expulsión parcial de la población rural.” (Carlos Marx. El Capital. Libro 1.
Tomo III. Página 243).
Vasallo era la persona que se
encontraba sujeto a algún señor con vínculo de vasallaje. Vasallaje era el
vínculo de dependencia y fidelidad que una persona tenía con otra, contraído
mediante ceremonias especiales, en especial una denominada “homenaje” que
consistía en un acto personal, que debía rendirse cada vez que se cambiaba de
feudo. El vasallo se acercaba con la cabeza descubierta y sin armas, se
arrodillaba ante su señor y con sus manos tomadas con las de él se declaraba
servidor del mismo. Luego, el señor lo hacía levantar, lo besaba en la boca y
lo reconocía como vasallo. Existieron muchas formas de vasalla. En
oportunidades se les asignaba el nombre de vasallo a labriegos situados bajo el
señorío de un noble. Existía también el denominado “vasallaje natural” que no
incluía ni ceremonia ni beneficios, sino ligaba a todos los súbitos de un reino
“naturalmente” con su rey.
El siervo de la gleba, en cambio,
se trataba de un campesino, afectado a una heredad (porción de tierra cultivada
perteneciente a un mismo dueño), y que no se desligaba de ella al cambiar de
dueño.
Cuarta formación
económico-social: el capitalismo:
“El descubrimiento de los
yacimientos de oro y plata en América, el exterminio, la esclavización y
sepultamiento de la población indígena en las minas, la incipiente conquista y
el saqueo de las Indias Orientales, la transformación de África en una reserva
de caza comercial de pieles negras son los rasgos distintivos de la aurora de
la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos constituyen los
momentos fundamentales de la acumulación originaria”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo III, Página
243).
El capitalismo se convierte en un
importante paso superador del sistema anterior. Constituye una organización
social dividida también en dos clases fundamentales con intereses
diametralmente opuestos: la clase de los capitalistas, propietarios de los
medios de producción y la clase de los proletarios, carentes de propiedad y de
medios de subsistencia que los lleva a vender constantemente su fuerza de
trabajo a los capitalistas para sobrevivir.
El capitalismo es la última
formación económica social basada en la explotación del hombre por el hombre,
en la propiedad privada de los medios de producción Su ley económica cardinal, que es su fuerza
motriz y su principal estímulo, radica en la producción y en la apropiación de
plusvalía.
El capitalismo, con relación al
feudalismo, ha aumentado sensiblemente la productividad del trabajo social, ha
llevado a cabo en proporciones inmensas la socialización del trabajo y de la
producción, incrementado el volumen de la producción y elevado su nivel
técnico.
Paralelamente, en virtud de sus
vicios y lacras, el capitalismo ha condenado a gran parte de la sociedad a la
ruina y a la miseria y ha puesto en peligro a la humanidad toda en función de
la destrucción del medio ambiente que genera en su desarrollo de rapiña.
La economía capitalista se haya
regulada por leyes económicas espontáneas, se desarrolla de manera anárquica y
se ve alterada por crisis económicas de superproducción.
La contradicción fundamental del
modo capitalista de producción es la que se da entre el carácter social de la
producción y la forma capitalista privada de la apropiación. Esa
contradicción se manifiesta en el desmantelamiento de los sistemas coloniales
iniciales y culminará con el reemplazo de ese modo de producción por otro que
mantenga la correspondencia con el gran desarrollo de las fuerzas productivas.
Ese nuevo modo de producción
contiene un nuevo tipo de relación con los medios de producción, que son ahora
propiedad social. Esa nueva formación económico-social es el socialismo.
Quinta formación
económico-social: el socialismo:
“La figura del proceso social de
la vida, o sea, del proceso material de la producción, se arranca su velo
místico de niebla tan sólo cuando, en calidad de producto de hombres libremente
socializados, se haya bajo su control consciente y sistemático. Sin embargo,
para eso se requiere una base material de la sociedad, o una serie de
condiciones materiales de existencia, que son, a la vez, el producto natural de
un largo y doloroso desarrollo”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I.
Página 112).
El socialismo y comunismo
constituye un modo de producción basado en la propiedad comunista de todo el
pueblo sobre los medios de producción, con fuerzas productivas desarrolladas
que tiendan a asegurar la abundancia de bienes de consumo y su distribución
según las necesidades.
El proceso hacia la sociedad sin
clases sigue el siguiente desarrollo en tres direcciones: 1. tiende a la fusión
de las dos formas de propiedad social en una propiedad única, la comunista; 2.
tiende a superar las diferencias de clases entre los obreros y campesinos, a
eliminar las diferencias esenciales entre ciudad y campo, así como las
diferencias culturales y técnicas en la esfera del trabajo y 3. Tiende a
combinar racionalmente el principio de la remuneración según el trabajo con la
distribución gratuita a cuenta de los fondos sociales de consumo, hasta llegar
a la total distribución según las necesidades.
El desarrollo de una determinada
formación económico social se expresa (manifiesta) en el paso de una de sus
etapas o fases a otra más elevada. En una determinada etapa histórica de la
sociedad, como consecuencia del conflicto entre las fuerzas productivas y las
relaciones de producción, se hace necesario cambiar el viejo modo de producción
por otro nuevo, más avanzado, cuyo establecimiento hace que también se
transformen todos los demás aspectos de la vida de la sociedad.
El comunismo es un régimen social
sin clases, con una única forma de propiedad sobre los medios de producción: la
propiedad social, la propiedad de todo el pueblo. Con una plena igualdad social
de todos los miembros de la sociedad y un desarrollo individual basado en el
principio “de cada cual según su capacidad; a cada cual según sus necesidades”.
El comunismo es una sociedad con una alta organización y un elevado nivel de
conciencia social que les permitirá a los trabajadores arribar a la autogestión
social.
Estructura:
Cuando hablamos de estructura nos
estamos refiriendo a una forma de organización relativamente estable de los
elementos de un sistema. El concepto de sistema abarca los aspectos más
diversos de tal o cual objeto íntegro, su constitución, composición, forma de
existencia, forma de desarrollo. En ese caso, el concepto de estructura
diferencia ante todo un momento, la solidez, la estabilidad de ese objeto,
gracias a lo cual conserva su calidad al modificarse las condiciones externas e
internas.
Mientras se conserva la
estructura se conserva también el sistema en su conjunto. La destrucción o
transformación de la estructura conducen a una reconstrucción fundamental o a
la muerte del sistema.
Cuando hablamos de estructura
económica nos estamos refiriendo al sector económico del país representado por
un tipo especial de economía en el cual domina determinada forma de propiedad
sobre los medios de producción. Coexiste con otras formas económicas como en el
capitalismo que contiene otras estructuras menores como la economía campesina o
la pequeña producción individual. Incluso, en algunos países capitalistas aún
se conservan restos de relaciones feudales y también formas de trabajo del
régimen esclavista.
Superestructura:
Cuando hablamos de
superestructura nos estamos refiriendo al conjunto de ideas e instituciones
características de una sociedad, que tienen su origen en la base económica. Nos
referimos a la superestructura política y jurídica, a las relaciones
ideológicas, a la estructura social de la sociedad, a las formas de las
familias, a las formas de vida.
La superestructura está siempre
para legitimar y preservar a la estructura que le dio origen, es decir, está
siempre para legitimar el modo de producción dominante.
Para demostrar la afirmación de
que es la estructura económica la que determina cómo va a ser la
superestructura jurídica, política y social hemos realizado la siguiente
composición: ¿Podría existir en el modo de producción esclavista alguna ley,
decreto o norma que prohíba tener
esclavos? La respuesta obvia es: NO. ¿Podría existir en el régimen feudal
alguna ley, decreto o norma que
prohíba tener vasallos o siervos? La respuesta obvia es también: NO. ¿Podría
existir en el modo de producción capitalista alguna ley, decreto o norma que prohíba la explotación del hombre por el
hombre? Sabemos que esa ley no existe y sabemos también que, de no cambiar el
modo de producción jamás existirá una ley que considere delito la explotación
del hombre por el hombre.
Pero la superestructura, que es
hija de la estructura, ejerce a su vez presiones para modificarla, no para
cambiarla, sino para atenuar sus efectos que, a veces, son tan dañinos, que
terminan conspirando contra sus creadores.
El amo dispone de la persona
esclava como una cosa, como una mercancía y hace de él lo que le plazca. Lo
castiga sin límites, lo mantiene en condiciones pavorosas, puede matarlo si
quiere. Personas sensibles y no esclavas de la sociedad de esos tiempos pueden
presionar para que los castigos no sean tan crueles, de que no se lo torture o
mate por pequeñas faltas. Advierten a los más obstinados que si continúan con
tales crueles tratos se van a quedar sin esclavos (lo que resulta muy
convincente pues si no quién haría el trabajo). Con perseverancia, estos grupo
sensibles, obtienen una legislación que regula el castigo y que considera, por
ejemplo, que pegarle el amo a un esclavo más de 50 latigazos constituye un
delito y se hace acreedor a una multa la primera vez, a un arresto la segunda y
a perder el esclavo la
tercera. El amo entonces decide escarmentar al esclavo con 50
justos latigazos. Ni uno menos, pero ni uno más, y así cumple con la ley. Inmediatamente
pasa el látigo a un pariente que lo toma y e agrega al mismo esclavo otros 50
latigazos. Ambos, amo y su pariente cumplieron estrictamente con lo que dicta
la ley.
Si trasladamos el ejemplo
reciente donde la ley protege al esclavo pero no impide que reciba el doble o
más de lo permitido a nuestros tiempos podemos decir que en nuestros casos, el
ejemplo del esclavo es insignificante en relación a lo que nosotros vivimos.
Con una diferencia, los latigazos aplicados al esclavo el esclavo, los siente y
los sufre. En cambio, los latigazos que nos pega el sistema sólo lo sufrimos
sin saber a ciencia cierta porqué nos pasa y no tenemos mejor suerte.
En el modo de producción
capitalista no hay gente sensible que pueda modificar leyes que limiten la
explotación del hombre por el hombre. Nadie se apiadó de trabajadores
amontonados alrededor de sucias fábricas, trabajando desde los 10 años en
jornadas de 14 o más horas diarias. Fueron los propios obreros los que
organizaron la resistencia que les costó miles de muertos, miles de torturados,
miles de marginados, miles de perseguidos, miles de encarcelados, para que al
fin se le ponga un límite a la desmedida explotación. Se obtuvo la jornada
diaria de 8 horas de trabajo. Se obtuvo un límite a la explotación, digamos:
límite equivalente a los 50 latigazos que personas sensibles consiguieron en el
esclavismo.
¿Qué significaban esas jornadas
de 8 horas diarias? Significaba que un trabajador, con el salario obtenido por
ella, podría formar una familia, tener hijos y vivir muy modestamente,
pobremente. El capitalismo era conciente de que el trabajador debe formar una
familia y tener hijos. El capitalismo necesitaba esos hijos pues es la forma en
que la mercancía más valiosa, la fuerza de trabajo, sólo puede reemplazar si el
padre ya agotando la suya ha engendrado nuevas que continúen disponibles.
Para eso lucharon tanto, para
poder formar una familia, alimentarla y poder modestamente educar y criar a sus
hijos. Todo eso con solo 50 latigazos, es decir, con jornada de 8 horas.
Sin embargo, hecha la ley hecha la trampa. El capitalismo
reduce tanto el salario real del trabajador que, para no pasar miserias
extremas y hambre, se ve obligado a que más de un miembro de su familia deba
trabajar. Su mujer (en condiciones superiores de explotación) y no poca veces
los niños (en condiciones más superiores de explotación). De esa manera, lo que
debería ingresar a una familia con 8 horas de trabajo, se obtiene con 16 o 24
horas. En este caso el esclavo no recibe 100 latigazos, sólo 50, su mujer
recibe los otros 50. En este caso el que pega los 100 latigazos es uno solo, no
necesita pariente. Esto último señalado diferencia. Lo común es que no
desaparece la esclavitud ni desaparece la explotación del hombre por el hombre.
Por eso es necesaria la transformación revolucionaria de la sociedad. Y ello nos
lleva a otra cuestión, que es la lucha en el período de transición.
Resumen:
Es el modo de producción
predominante, es decir, la estructura económica vigente, el que determina qué
tipo de instituciones debe existir y qué contenido deben contener las norma s y leyes. Una vez formada la superestructura
puede atenuar los efectos de la estructura pero no cambiar su esencia.
Estructura y superestructura conforma una formación económico-social. Éstas se
clasifican en dos grupos: los que detentan la propiedad social de los medios de
producción, el comunismo primitivo y el socialismo, el primer y el último
sistema social; y los que detentan la propiedad privada sobre los medios de
producción, el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo.
Cuadro
II
► Propiedad social
►1. Comunidad primitiva
Modo de producción ► Estructura
económica ▼ ► 5. Socialismo-Comunismo
► Propiedad Privada
Formación Económico Social ► ► 2.
Esclavismo
► 3.
Feudalismo
Ideas e Instituciones ►
Superestructura ▲ ► 4. Capitalismo
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