1. TRABAJO
Trabajo. Trabajo
abstracto. Trabajo concreto. Trabajo necesario. Trabajo pasado. Trabajo vivo.
Trabajo simple. Trabajo complejo. Trabajo privado. Trabajo socialmente
necesario. Depauperación absoluta. Depauperación relativa. Cuadro X. El salario. Desarrollo.
Clases fundamentales. Ley económica fundamental del capitalismo. El salario.
Esencia del salario. Formas de salario por tiempo. Salarios por piezas.
Múltiples factores. Sistemas de remuneración colectiva y primas. Salario
nominal y salario real. Salario relativo. Diferencias nacionales en los
salarios. Las luchas por el aumento salarial. Crítica a las teorías burguesas
del salario
Trabajo:
El trabajo es un
proceso que se efectúa entre los hombres y la naturaleza en el cual, los
hombres –valiéndose de los instrumentos de trabajo y mediante su actividad
dirigida a un fin – modifican los objetos de la naturaleza de modo que con
éstos puedan satisfacer sus necesidades.
“En
cuanto creador de valores de uso, en cuanto trabajo útil, el trabajo es, por lo
tanto, una condición de la existencia del hombre, independiente de todas las
formas de la sociedad, una necesidad natural eterna para mediar en el
metabolismo entre el hombre y la naturaleza, esto es, en la vida humana.” (Carlos
Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 65).
El trabajo abarca
tres aspectos:
1. la actividad del
hombre dirigida a un fin, o sea, el
trabajo mismo.
2. el objeto del
trabajo y
3. los medios de
trabajo con que el hombre actúa sobre dicho objeto.
El trabajo es la condición primera y fundamental de la
existencia humana. Gracias al trabajo el hombre se separó del mundo animal,
empezó a elaborar instrumentos de producción y pudo desarrollar sus facultades,
determinantes del ulterior proceso del desarrollo social.
“El
trabajo consume sus elementos materiales, su objeto y su medio, los devora, y
es, por tanto, un proceso de consumo. Este consumo productivo se distingue del
consumo individual en que éste último devora los productos como medios de
subsistencia del individuo vivo, y el primero lo hace como medios de subsistencia
del trabajo, de la fuerza de trabajo del individuo, puesta en acción.” (Carlos
Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 249).
En el proceso de
trabajo para obtener medios de subsistencia, los hombres entablan determinadas
relaciones unos con otros, son las denominadas relaciones de producción,
El carácter del
trabajo y la forma en que la fuerza de trabajo humano se une con los
medios de producción dependen del modo de producción dominante.
En la comunidad
primitiva el trabajo se realiza en común, es colectivo. Pero al surgir la
división social del trabajo, la propiedad privada y la producción mercantil, el
trabajo adquiere un doble carácter: el de trabajo abstracto y el de trabajo
concreto.
“¿Cómo
incorpora cada obrero tiempo de trabajo y, por tanto, valor? Siempre únicamente
bajo forma de su modo peculiar de trabajo productivo. El hilandero sólo
incorpora tiempo de trabajo hilando, el tejedor, tejiendo, el herrero,
forjando. Pero los medios de producción, algodón y husos, hilar y telar, hierro
y yunque, se convierten en elementos integrantes de un producto, de un valor de
uso gracias a la forma adecuada a un fin en que los obreros incorporan trabajo
y, por tanto, nuevo valor, gracias al hilar, tejer, forjar.” (Carlos
Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página 270).
Como albañil se
levantar paredes y construir viviendas, como herrero se construir verjas,
puertas de hierro y ventanas, como panadero puedo elaborar panes y facturas,
como cocinero preparar diversos tipos de comida. Son oficios. Y son los oficios
los que producen un bien determinado, un bien concreto. Es el trabajo concreto del albañil que logra construir la pared; es
el trabajo concreto del herrero el que construye la cerca, es el trabajo
concreto del panadero el que nos permite disponer del pan de cada día. Sólo una
cosa posee de común una casa con un verja de hierro o con un kilo de pan.
Es que para lograr tan distintos productos se ha
utilizado una mercadería común, que es la Fuerza de Trabajo.
Si no abstraemos de
que para hacer el pan es necesario un obrero panadero, de que para hacer una
verja es necesario un herrero, etc., es decir, si nos abstraemos del trabajo
concreto sólo nos queda de común, no el oficio, no los materiales utilizados,
no las herramientas utilizadas, sino el gasto de energía física e intelectual
utilizado en TODOS LOS CASOS.
Ese gasto de energía, esa fuerza de trabajo en general
utilizada, haciendo abstracción de lo concreto, Marx la denominó trabajo
abstracto.
Trabajo concreto:
El trabajo concreto es el trabajo que se invierte en una
forma determinada con un fin preciso y es el que crea el valor de uso de la
mercancía.
Todo trabajo útil
de un determinado tipo (el de un zapatero o de un sastre o de un carpintero) y
que crea el valor de uso de una mercancía, es un trabajo concreto.
Los tipos de
trabajo concreto son tan variados como los valores de uso que producen, lo cual
crea condiciones económicas para un amplio intercambio (en el mercado) entre
los productores de mercancías.
“Si
el trabajo productivo específico del obrero no fuera hilar, entonces no
transformaría el algodón en hilo, o sea, tampoco transferiría los valores del
algodón y los husos al hilo. Pero si el mismo obrero cambia de oficio y se hace
carpintero, seguirá añadiendo valor a su material con cada jornada de trabajo.
Lo incorpora, pues, mediante su trabajo, no como trabajo de hilandero o de
carpintero, sino como trabajo abstracto, social en general, y añade una
determinada magnitud de valor, no porque su trabajo tenga un contenido útil
específico, sino porque dura un tiempo determinado. Así, pues, en su calidad
abstracta, general, como gasto de fuerza de trabajo humana, el trabajo del
hilandero añade un nuevo valor a los valores del algodón y de los husos, y en
su cualidad concreta, específica, útil, de proceso de hilatura, transfiere el
valor de esos medios de producción al producto conservando así su valor en el
producto.” (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo I. Página
270).
En la economía
mercantil, que se desarrolla espontáneamente y que se basa en la propiedad
privada de los medios de producción, el trabajo concreto se opone al
trabajo abstracto como el trabajo privado se opone al trabajo social. En dicha
economía, el trabajo concreto aparece en la producción como trabajo privado de
los productores de mercancías aislados que laboran por su cuenta y riesgo y
desconocen las necesidades reales del mercado.
Su carácter social
se revela únicamente en el proceso de cambio de las mercancías, cuando los
distintos tipos de trabajo concreto se reducen a trabajo abstracto
cualitativamente homogéneo que forma el valor de la mercancía.
En la contradicción
entre el trabajo concreto y el
abstracto, entre el valor de uso de una mercancía y su valor, se manifiesta la
contradicción fundamental de la producción mercantil basada en la propiedad
privada: la contradicción antagónica entre el trabajo privado y el social.
El grado de
eficiencia del trabajo concreto, fuente real de la riqueza de la sociedad, se
mide por su fuerza productiva. Cuando más elevada es la productividad del
trabajo, tantos más valores de uso se crean en un tiempo determinado.
Trabajo abstracto:
El trabajo abstracto es el trabajo del productor de
mercancías. Es el gasto de la fuerza de trabajo humano en general,
independientemente de su forma concreta, es el trabajo que crea el valor de la
mercancía.
En cualquier
condición social, el trabajo constituye un desgaste de fuerza de trabajo, del
cerebro, de los músculos, de los nervios. Pero sólo cuando se producen las
mercancías, aparece en forma específicamente social, se convierte en trabajo
abstracto, que expresa la dependencia recíproca entre todos los productores de
mercancías.
El trabajo privado
de cada productor es una partícula del conjunto del trabajo social necesario
para que la comunidad subsista y se desarrolle, y dicho carácter social del
trabajo sólo puede revelarse en el proceso de cambio. Al equiparar una
mercancía a otra, las diversas especies de trabajo concreto se reducen a
trabajo abstracto cualitativamente igual.
Trabajo necesario:
El trabajo necesario es el trabajo que invierte el obrero
de la producción material, para crear el producto necesario. Es el trabajo
necesario para sobrevivir.
En la comunidad
primitiva toda la jornada de trabajo se consagraba al trabajo necesario que
proporcionaba al hombre los medios de vida indispensables.
En los regímenes
siguientes, gracias al crecimiento de la productividad, el trabajo necesario
requiere sólo una parte de la jornada laboral. La otra parte la constituye el
plus trabajo, que es utilizado por los explotadores para enriquecerse.
Trabajo pasado, pretérito o materializado:
Es el trabajo
materializado en los medios de producción y en los artículos de consumo.
En la producción
mercantil, el trabajo pasado plasmado en los objetos y medios de trabajo se
transfiere al producto del trabajo bajo la forma de valor. El valor de los
objetos de trabajo se transfiere por completo al nuevo producto, mientras que
el valor de los medios de trabajo se va transfiriendo al nuevo producto gradualmente,
por partes, a medida que dichos medios se van desgastando.
Con el desarrollo
de las fuerzas productivas, la parte del trabajo vivo invertido en el producto
disminuye, y aumenta la parte de trabajo pasado. Pero con una particularidad:
sobre la cual aún debemos profundizar para confirmarla: que debido al
crecimiento de la productividad del trabajo se reducen de modo absoluto tanto
el trabajo vivo como el trabajo pasado.
Trabajo
vivo:
Es la fuerza de trabajo en acción, el gasto
productivo y con un fin, de energía mental y física del hombre.
El trabajo vivo,
junto con los medios de producción constituye una condición necesaria del
proceso productivo. Crea nuevos productos y constantemente se materializa en
ellos.
En el proceso de
la creación del producto, el trabajo vivo se une al acumulado, al trabajo
pasado, aumentando la riqueza de la sociedad.
En la producción
mercantil el trabajo vivo posee un doble carácter: por su aspecto concreto
transfiere el valor de los medios de producción consumidos a la mercancía, y en
la forma abstracta crea un nuevo valor.
El trabajo vivo
se divide en trabajo necesario y en plus trabajo. Este último es la fuente de
la plusvalía.
Con el desarrollo
científico técnico, el trabajo vivo adquiere la facultad de hacer funcionar, en
intervalo de tiempos de trabajo iguales, una masa de medios de producción cada
vez mayor, de suerte que su parte en la unidad de producto disminuye mientras
que aumenta la masa de bienes materiales producidos.
En la sociedad
burguesa el incremento de la eficiencia del trabajo vivo incrementa el
enriquecimiento de los capitalistas y la depauperación de los trabajadores.
Trabajo
simple:
Es el trabajo que no exige al operario preparación
especial alguna. Es lo que se llama trabajo no calificado.
En la producción
mercantil, todos los tipos de trabajo complejo o calificado, en el proceso de
cambio de las diversas mercancías se reducen a trabajo simple o no calificado.
Se miden mediante el trabajo simple.
La cantidad de
trabajo simple socialmente necesario determina, de hecho, la magnitud del valor
de la mercancía. En
la producción mercantil simple y en el capitalismo, la expresión de los
distintos tipos de trabajo complejo en unidades de trabajo simple se da de
manera espontánea en el proceso de cambio en el mercado.
Trabajo
complejo:
Es trabajo que requiere preparación especial, obreros
calificados. El trabajo complejo es trabajo simple multiplicado. Una hora del
primero equivale a varias horas del segundo.
La magnitud del
valor de una mercancía producida por un trabajo complejo, cualquiera que sea,
se determina por la correspondiente cantidad de trabajo simple socialmente
necesario.
En el régimen de producción mercantil simple y
en el capitalismo la reducción del trabajo simple al complejo tiene lugar de
manera espontánea en el proceso de cambio de las mercancías en el mercado.
El trabajo
complejo se logra incorporando al trabajo simple más trabajo. Ese más trabajo
proviene tanto del esfuerzo individual de un trabajador que va adquiriendo experiencia
y pasa a conocer procedimientos mejores o por la formación en libros, escuelas,
institutos y universidades, es decir, incorpora conocimiento que es el producto
del trabajo humano acumulado.
Trabajo
privado:
Es el trabajo de productores separados, exteriormente
independientes. La base de dicho tipo de trabajo reside en la propiedad privada
sobre los medios de producción.
La división
social del trabajo y el cambio de los productos del trabajo entre los
productores privados ponen de manifiesto el nexo interno que une a tales
productores, revelan el carácter social del trabajo privado. Por lo tanto, el
trabajo de cada productor es a la vez, privado y social.
La contradicción
fundamental de la producción mercantil simple es la que existe entre el trabajo
social y el trabajo privado. Se manifiesta en el proceso de cambio por medio
del cual se establece el nexo entre los diversos productores, separados unos de
otros debido a la existencia de la propiedad privada.
Únicamente en el
cambio, a través de la compra-venta, se equipara una mercancía a otra y se
reconoce como socialmente necesario el trabajo privado del productor.
Si el producto
creado por el trabajo privado no se realiza como mercancía, sea por no haber
producido los valores de uso necesarios para la sociedad, sea porque resulte
excesivamente caro, el hecho significa que la sociedad no ha reconocido el
trabajo privado del productor.
Bajo el modo de
producción capitalista, donde las empresas concentran gran cantidad de
trabajadores y de medios de trabajo, la producción va adquiriendo cada vez más
carácter social. La contradicción entre el trabajo social y el privado se
convierte en contradicción entre el carácter social de la producción y la forma
capitalista privada de la apropiación.
Trabajo
socialmente necesario:
Es el trabajo invertido en elaborar una mercancía en
condiciones de producción socialmente norma les,
es decir, con un nivel técnico medio, con una intensidad media del trabajo y
una preparación media del trabajador en las empresas que fabrican la masa
principal del artículo dado.
Las inversiones
de trabajo socialmente necesario determinan la magnitud del valor de la mercancía. Varían
como consecuencia de los cambios en la productividad del trabajo: cuanto
más elevada es ésta tanto menos trabajo se consume en elaborar la unidad de
producto.
Depauperación
absoluta del proletariado:
La depauperación es la reducción del nivel de vida
del proletariado bajo el capitalismo. Se manifiesta, fundamentalmente, en el
descenso del grado en que se satisfacen las crecientes necesidades, materiales
y espirituales, de los trabajadores, en el empeoramiento de sus condiciones de
trabajo y de vida.
Es una
consecuencia directa de la ley económica fundamental del capitalismo, la ley de
producción de plusvalía, y de la ley general de acumulación capitalista.
Los principales
factores que determinan el nivel de vida del proletariado en la sociedad
capitalista son:
1. el grado de
ocupación y las dimensiones del paro forzoso;
2. el nivel del
salario real y su correlación con la fuerza de trabajo;
3. la duración de
la jornada de trabajo;
4. la intensidad
del trabajo;
5. las
condiciones generales de trabajo;
6. las
condiciones de vivienda y de vida en general;
7. el servicio
médico y la asistencia social, y otros.
Constituye un
rasgo fundamental de la depauperación absoluta del proletariado el incremento
del paro forzoso que, con la crisis general del capitalismo, se hace crónico,
resulta insoluble y afecta a grandes masas.
Otra
manifestación estriba en el descenso del salario real, con lo que se reduce el
grado en que se satisfacen las necesidades del trabajador indispensables para
la reproducción norma l de su fuerza
de trabajo.
La depauperación absoluta
se agudiza de modo especial durante las crisis económicas y en los
períodos de estancamiento industrial.
Depauperación relativa del proletariado:
Es la
disminución de la parte que la clase trabajadora percibe de la renta nacional
de la sociedad capitalista y el aumento de lo que perciben los explotadores.
La parte de la renta nacional que el trabajador obtiene es
determinada por la relación entre la suma total de los salarios de un año (v) y
la renta nacional (v + p). La parte de la clase capitalista es determinada por
la relación entre la plusvalía creada durante un año (p) y la renta nacional
(p/v+p)
Lenin indicaba que bajo el capitalismo se produce una;
“depauperación relativa de los obreros,
es decir, una disminución de su parte en el ingreso social. La parte relativa
de los obreros, en la sociedad capitalista que se enriquece rápidamente, se va
haciendo cada vez menor...”
Nosotros habíamos dado el ejemplo de cómo en nuestro país
disminuyó la participación del asalariado en el PBI, participación que superó
el 50% durante el gobierno de Illía y en el 2001-2002 cayó a menos del 25%.
Por eso podemos afirmar que: como resultado del crecimiento
de la productividad y de la intensidad del trabajo bajo el capitalismo, crece
la explotación de los trabajadores y, por consiguiente, se elevan la cuota y la
masa de plusvalía.
Al mismo tiempo, el aumento de la productividad del trabajo,
disminuye el valor de los medios de subsistencia del trabajador, es decir, el
valor de la fuerza de trabajo y, en consecuencia, se reduce la parte que
perciben los trabajadores del nuevo valor creado.
Trabajo histórico acumulado:
Es un punto para
desarrollar: La revolución científica técnica, los grandes conocimientos en
general que permiten obtener métodos y procedimientos de gran eficiencia y
eficacia constituyen una variante especial del trabajo histórico no
materializado directamente y sí acumulado en el tiempo.
Todo
descubrimiento y nuevas técnicas son posibles de desarrollar gracias a la
existencia y posibilidad de acumular lo más genial del trabajo histórico manual
e intelectual.
No se concebirían
los grandes avances de la ciencia si ello no se reflejara en este fenómeno. Es
un trabajo histórico que no se materializa y que se acumula y renueva
permanentemente dejando vigente lo más útil y productivo y dejando como experiencia
histórica lo que hoy no puede alcanzar el nivel de eficiencia de lo nuevo.
Es un trabajo
histórico acumulado del que se desprenden ráfagas que sí se materializan en los
medios de trabajo y en los propios objetos de trabajo, creando máquinas más
eficientes y perfectas, y materias primas de alta calidad.
Y lo hace sin
materializarse, como conocimiento en sí. Tan importante es ese trabajo
histórico acumulado que se manifiesta hoy a través de la Revolución
científica-técnica que muchos marxistas-leninistas afirman que este fenómeno se
ha convertido en la principal fuerza productiva, desplazando al trabajo vivo en
esa función.
Desarrollo del
capitalismo
A medida del desarrollo del capitalismo se va reforzando el carácter
social de la producción, y el proceso de socialización del trabajo por el
capital.
Con el paso de la manufactura a la fábrica cobra desarrollo sucesivo la
división social del trabajo, crece el número de ramas industriales y agrícolas,
aumenta la interdependencia de ramas y empresas en cuanto al suministro de
materia prima y artículos semi-fabricados, y a la venta de la producción
acabada.
La enorme cantidad de pequeñas empresas es sustituida por la gran
producción que concentra en sus manos la técnica, la elaboración de artículos y
gran número de obreros.
Las pequeñas empresas dispersas desaparecen y los pequeños mercados
locales se van fundiendo en un mercado nacional y mundial. Luego, el
capitalismo desaloja distintas formas de dependencia personal, crea condiciones
para el mayor grado de movilidad de la población y garantiza afluencia
constante de fuerza de trabajo a las ramas crecientes de la industria.
Surgen numerosos centros industriales y grandes ciudades. El capital
migra sin cesar.
La amplia socialización de la producción contribuye al crecimiento de las
fuerzas productivas. Sin embargo, este crecimiento lleva implícitas profundas
contradicciones.
La producción, por su carácter, es cada vez más social, mientras que la
apropiación de la riqueza generada socialmente, es privada.
Esto último quiere decir que cada empresa sigue en propiedad (privada)
del capitalista, que los medios de producción y el producto fabricado les
pertenece. La producción no responde a los intereses de toda la sociedad. El objetivo
de los capitalistas se centra en la obtención de plusvalía
La oposición entre el carácter social de la producción y la forma privada
de apropiación constituye la contradicción fundamental del capitalismo.
La apropiación (capitalista) privada frena el ascenso de las fuerzas productivas.
Con el desarrollo del capitalismo cambian también las formas de propiedad
capitalista. Así cobran mayor difusión sus formas colectivas: accionista y
estatal.
Estas formas corresponden más al creciente carácter social de las fuerzas
productivas, pero no elimina ni amortigua la contradicción fundamental, pues se
mantienen (e incrementan) todos los rasgos capitalistas de apropiación de
plusvalía.
Esa contradicción fundamental es la base para el desarrollo del
antagonismo entre el trabajo y el capital y da origen a la lucha de clases
entre proletariado y burguesía.
Clases
fundamentales.
La clase obrera y la clase capitalista son las clases fundamentales de la sociedad burguesa, en tanto
que las relaciones de explotación del proletariado por la burguesía constituyen
la relación de producción fundamental en esta sociedad.
La clase obrera es la principal fuerza productiva de la sociedad,
personifica las fuerzas productivas altamente desarrolladas y su naturaleza
social, que entra en contradicción con la apropiación (capitalista) privada.
Esa contradicción, entre producción social y apropiación privada es
insoluble en el marco del modo de producción capitalista.
Podrá resolverse sólo liquidando
la propiedad privada de los medios de producción y sustituyéndola por la
propiedad social como resultado de un cambio revolucionario y socialista.
“Los
propietarios de simple fuerza de trabajo, los propietarios de capital y los
propietarios de la tierra, cuyas fuentes respectivas de ingreso son el salario,
la ganancia y la renta del suelo, es decir, los obreros asalariados, los
capitalistas y los terratenientes, constituyen las tres grandes clases de la
sociedad moderna, basada en el modo capitalista de producción”.
“Indiscutiblemente,
es en Inglaterra donde está más desarrollada, y en su forma más clásica, la
sociedad moderna, en su estructuración económica. Sin embargo, esa división en
clases no se presenta aquí en toda su pureza. También aquí los grados medios y
de transición oscurecen en todas partes (aunque en el campo incomparablemente
menos que en las ciudades) las líneas divisorias. Sin embargo, eso es
indiferente para nuestro estudio. Ya hemos visto que es tendencia constante y
ley de desarrollo del modo capitalista de producción separar cada vez más los medios
de producción respecto del trabajo y concentrar los medios de producción
dispersos en grupos cada vez mayores, es decir, transformar el trabajo en
trabajo asalariado y los medios de producción en capital. Y a esa tendencia
corresponde, del otro lado, la separación autónoma de la propiedad inmueble
respecto del capital y del trabajo o la transformación de toda propiedad de la
tierra en la forma de propiedad inmueble correspondiente al modo capitalista de
producción”. (Carlos
Marx. El Capital. Libro III. Tomo III. Páginas 357 y 358).
Como es lógico, los economistas burgueses no suscriben este razonamiento
y se empeñan en dibujar fórmulas que oculten las verdaderas intenciones del
capitalismo. Entre ellas, la más difundida, es la que hace mención a la “integración
de las clases” en la sociedad burguesa.
Afirman que los obreros se “integran” en el capitalismo, se van
convirtiendo en propietarios, que hoy no existe un deslindamiento nítido entre
las clases, que como consecuencia de esto, no hay contradicciones de clase.
Acompañan estas afirmaciones con actos tales como la de participar con títulos y acciones a los
obreros en sus empresas.
Ley económica
fundamental del capitalismo:
Objetivo: la
producción de la mayor plusvalía posible y su apropiación mediante la
explotación creciente de los obreros asalariados.
“El motivo propulsor y la finalidad determinante del
proceso de producción capitalista son, ante todo, obtener la mayor valorización
posible del capital, es decir, hacer que rinda la mayor plusvalía posible y
que, por tanto, el capitalista pueda explotar con mayor intensidad la fuerza de
trabajo” (Carlos
Marx de El Capital)
Sirve de medio
para lograr este objetivo el crecimiento numérico de los trabajadores
asalariados y el recrudecimiento de su explotación.
La ley de la
plusvalía expresa la esencia de la explotación capitalista, expresa la relación
fundamental de producción bajo el capitalismo.
Su acción
condiciona el antagonismo de intereses de los obreros y capitalistas y el
ascenso y exacerbación de la lucha de clases.
La ley de la
plusvalía es la ley del movimiento del modo de producción capitalista que
conduce, en definitiva, a la necesidad de producir la revolución socialista.
Los economistas
burgueses predecesores de Marx no pudieron (y no quisieron) explicar
científicamente cómo surgen los ingresos de los capitalistas. Partían del
supuesto que el obrero no vende al capitalista su fuerza de trabajo sino el
trabajo. En este caso, todo el trabajo pasa a ser un trabajo remunerado, lo que
contradecía su tesis de que todo el valor es creado por el trabajo invertido en
la producción de mercancía.
Marx lo explica
al mostrar que los obreros no venden el trabajo propiamente dicho sino la
fuerza de trabajo y que, en el proceso de su consumo, se va creando un mayor
valor que el valor de esa fuerza de trabajo.
Fue el primero en
demostrar que la plusvalía no nace del intercambio no equivalente sino
precisamente sobre la base de la ley del valor. Y dio con la llave para
entender todas sus formas concretas: ganancia, interés, renta del suelo.
La teoría de la
plusvalía sirvió a Marx como fundamento para analizar el capital, su
acumulación y la división en capital constante y capital variable. Pero su
contenido principal consiste en revelar la esencia de la explotación
capitalista y los métodos de su reforzamiento, en demostrar la inevitabilidad
de la lucha de clases y de su papel en la sociedad capitalista.
“La teoría de la plusvalía es la piedra angular de la
doctrina económica de Marx.” (V. Lenin)
La teoría de la
plusvalía, además de poseer un gran significado teórico, posee enorme
importancia para la clase obrera. Hace ver que su explotación está enlazada por
hilos indisolubles con la propiedad privada. Que esa explotación se incrementa
con el desarrollo del capitalismo. Y que, en mayor grado de desarrollo de la
conciencia social, la única forma de liberación real es la sustitución del
capitalismo por el socialismo.
El salario
“En la superficie de la sociedad burguesa, el salario
del obrero aparece como precio del trabajo, como una cantidad determinada de
dinero que se paga por una cantidad determinada de trabajo. Se habla del valor
del trabajo y se llama a su expresión en dinero precio necesario o natural del
trabajo. Por otro lado, se habla de precios de mercado del trabajo, es decir,
de los precios que oscilan por encima y por debajo de su precio necesario”.
“Pero, ¿cuál es el valor de una mercancía? La forma
objetiva del trabajo social invertido en su producción. ¿Y cómo medimos la
magnitud de su valor? Por la magnitud del trabajo contenida en ella. ¿Cómo se
determinaría, pues, el valor de una jornada de trabajo de doce horas, por
ejemplo? Por las doce horas de trabajo contenidas en una jornada laboral de
doce horas, lo cual es una insulsa tautología”.
“Para venderle como mercancía en el mercado, el
trabajo tendría que existir, en todo caso, antes de que se venda. Pero si el
obrero pudiera darle una existencia independiente, vendería una mercancía y no
trabajo”.
“Prescindiendo de esas contradicciones, un intercambio
directo de dinero, es decir, trabajo objetivado, por trabajo vivo, anularía la
ley del valor, la cual se desarrolla precisamente en toda su plenitud sobre la
base de la producción capitalista, que se basa precisamente en el trabajo
asalariado. Supongamos que la jornada de trabajo de doce horas se representa,
por ejemplo, en un valor monetario de 6 chelines. Entonces, o se intercambian
equivalentes, y el obrero recibe 6 chelines por un trabajo de doce horas. Con
lo que el precio de su trabajo sería igual al precio de su producto. En tal
caso no produce ninguna plusvalía para el comprador de su trabajo, los 6
chelines no se transforman en capital, desaparecería la base de la producción
capitalista, pero es precisamente sobre esa base sobre la que vende su trabajo
y éste es trabajo asalariado. O bien recibe menos de 6 chelines por las doce
horas de trabajo, es decir, menos de doce horas de trabajo. Doce horas de
trabajo se intercambian por diez, seis, etc. horas de trabajo”. Esta
equiparación de magnitudes desiguales no sólo elimina la determinación del
valor. Semejante contradicción que se elimina por sí sola no puede pronunciarse
ni formularse como ley”.
“De nada sirve derivar el intercambio de más trabajo
por menos de la diferencia de forma, puesto que en un caso es trabajo
objetivado y en otro vivo. Esto es tanto más absurdo por cuanto el valor de una
mercancía no viene determinado por la cantidad de trabajo vivo realmente
objetivado en ella, sino por la cantidad de trabajo vivo necesario para su
producción. Supongamos que una mercancía representa seis horas de trabajo. Si
se logran inventos gracias a los cuales puede producirse en tres horas, el
valor de la mercancía ya producida descenderá también en la mitad. Ahora
representa tres en vez de seis horas de trabajo social necesario. Por tanto, es
la cantidad de trabajo necesaria para su producción y no su forma objetivada la
que determina la magnitud de valor”.
“Lo que se enfrenta directamente al poseedor de dinero
en el mercado no es, en realidad, el trabajo, sino el obrero. Lo que éste vende
es su fuerza de trabajo. En cuanto su trabajo comienza realmente cesa ya de
pertenecerle, esto es, ya no puede venderlo. El trabajo es la sustancia y la
medida inmanente de los valores, pero él mismo carece de valor”. (Carlos Marx. El Capital.
Libro I. Tomo II. Páginas 293, 294 y 295).
Esencia del salario:
“...el movimiento real del salario presenta fenómenos
que parecen demostrar que no es el valor de la fuerza de trabajo el que se paga
sino el de su función, el valor del trabajo mismo. Estos fenómenos podemos
reducirlos a dos grandes clases. Primero: cambio del salario al cambiar la
duración de la jornada de trabajo. Podría concluirse, igualmente, que no se
paga el valor de la máquina, sino el de su operación, puesto que cuesta más
alquilar una máquina por una semana que por un día. Segundo: la diferencia
individual en los salarios de distintos obreros que ejecutan la misma función.
Esta diferencia individual se encuentra también, aunque sin dar margen a
ilusiones, en el sistema de la esclavitud, en donde la propia fuerza de trabajo
se vende franca y libremente, sin ambages. Sólo que en el sistema de la
esclavitud las ventajas de una fuerza de trabajo superior a la media, o los
inconvenientes de la que sea inferior a la media, favorecen o perjudican al
propietario del esclavo, mientras que en el sistema del trabajo asalariado
redundan en beneficio o perjuicio del propio obrero, puesto que en un caso es
él mismo quien vende su fuerza de trabajo, mientras que en el otro lo vende un
tercero”. (Carlos
Marx. El Capital. Libro I. Tomo II. Páginas 301 y 302).
El valor de la
fuerza de trabajo, expresado en dinero, se denomina precio de la fuerza de
trabajo o, más comúnmente, salario.
En la sociedad
burguesa el salario actúa aparentemente como remuneración por el trabajo,
mientras que el trabajo se presenta como mercancía.
Esta
circunstancia debe su origen a las condiciones objetivas del modo capitalista
de producción. Para el obrero, su trabajo durante la jornada necesaria sirve de
medio para percibir el salario, aunque este último expresa el valor creado sólo
en el curso del tiempo de trabajo necesario.
El obrero percibe
el salario tras de invertir trabajo necesario y plustrabajo. Por esa razón, la
compraventa de la fuerza de trabajo se presenta en forma de compraventa de
trabajo.
Además el salario
puede variar, al cambiar la duración de la jornada, la intensidad del trabajo,
el grado de calificación, etc. Todo ello crea la apariencia de que el salario
es el precio del trabajo del obrero.
En realidad, el
trabajo no es mercancía, pues el trabajo es incapaz de materializarse en sí
mismo. El trabajo es sustancia y medida intrínseca del valor, pero de por sí
carece de valor.
La mercancía
existe realmente hasta su venta (consumo), mientras que el trabajo comienza
sólo después de concertarse la transacción. En caso de suponer que el trabajo es
una mercancía, cuyo valor paga íntegramente el capitalista, éste último no
obtendrá ninguna plusvalía y ello es contradictorio con la realidad.
Tras el salario
se oculta de hecho la remuneración del valor de la fuerza de trabajo. Con la
particularidad de que la fuerza de trabajo, como regla, se vende debajo de su
valor.
“El salario no es lo que parece ser, es decir, el
valor –o el precio del trabajo- sino una forma disfrazada del valor o del
precio de la fuerza de trabajo”. (Carlos Marx)
Por esa razón,
Marx denomina bajo el capitalismo al salario como forma metamorfoseada del
valor o del precio de la fuerza de trabajo.
El salario
disimula la esencia de la explotación capitalista, oculta la división de la
jornada de trabajo en tiempo necesario y adicional, y del trabajo en remunerado
y no remunerado.
En las
condiciones de la sociedad esclavista, incluso la parte de la jornada durante
la cual el esclavo resarcía sus medios de subsistencia, aparecía como trabajo
para el esclavista.
En el feudalismo,
el trabajo del campesino para sí difiere del trabajo coercitivo para el
latifundista.
Bajo el
capitalismo, hasta el plus trabajo, es decir, el no remunerado de los obreros
asalariados, adopta la apariencia de trabajo remunerado, mientras que las
relaciones entre los obreros y los capitalistas se presentan exteriormente como
relaciones entre propietarios de mercancías, libres e iguales en derecho.
Como forma metamorfoseada
del valor y del precio de la fuerza de trabajo, el propio salario adopta, a la
vez, formas diversas. Las fundamentales son por tiempo y por piezas.
Forma de salario por tiempo:
“...la venta de la fuerza de trabajo se verifica
siempre por períodos de tiempo determinados. La forma transfigurada en que se
representa directamente el valor diario, semanal, etc., de la fuerza de
trabajo, es, por tanto, la del “salario por tiempo”, por días, etc.”
El salario por
tiempo es la remuneración del valor de la fuerza de trabajo por su
funcionamiento en el transcurso de determinado lapso: hora, día, semana, mes.
Con la particularidad de que la forma especial para expresar el valor de la
fuerza de trabajo es el precio de trabajo.
Se calcula
dividiendo el precio diario de la fuerza de trabajo por la duración media de la
jornada de trabajo. La remuneración horaria, la más común medida utilizada.
El análisis del
precio del trabajo permite ver el proceso de aumento de la explotación al
cambiar la duración de la jornada de trabajo. El salario diario puede
permanecer inmutable o incluso elevarse, mientras que el precio del trabajo se
reducirá como consecuencia del alargamiento de la jornada de trabajo.
Con el fin de
interesar, en el aspecto financiero, a los obreros por los trabajos “extras”,
los capitalistas establecen a veces una tarifa elevada horaria de tiempo extra
trabajado. Pero nunca el pago “elevado” recompensa la intensidad del desgaste
de la fuerza de trabajo.
A menudo, en
nuestro país demasiado a menudo, los capitalistas acortan la jornada de
trabajo, conservando intacta la tarifa horaria, disminuyendo como consecuencia
el salario.
El salario por
tiempo surgió mucho antes que otras formas y predominó en las primeras fases de
desarrollo del modo de producción capitalista. Luego cobró mayor difusión el
salario por piezas. Pero en las últimas décadas regresa el salario por tiempo.
Cerca del 80% de los obreros asalariados de los países altamente
industrializados se rigen por esa modalidad.
Salario por piezas (a destajo):
“El salario a destajo no es más que la forma
transfigurada del salario por tiempo, igual que éste es, a su vez, la forma
transfigurada del valor o precio de la fuerza de trabajo”...
“la cualidad del trabajo viene controlada por la obra
misma, la cual ha de poseer la bondad media si se quiere pagar íntegramente el
precio de cada pieza. En ese sentido, el salario a destajo se convierte en
fuente fecundísima de descuento del salario y estafas capitalistas”.
“Ofrece al capitalista una medida muy precisa en la
intensidad del trabajo”... (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo II. Páginas 315 y 316).
El salario a
destajo es la remuneración de la fuerza de trabajo calculada en dependencia de
la magnitud del rendimiento por unidad de tiempo.
Es una forma
metamorfoseada del salario por tiempo. Pero en este caso, el gasto de la fuerza
de trabajo se mide por la cantidad de la producción elaborada.
Se “establecen” norma s diarias de tarifas y rendimientos por cada
unidad de producción. Con el pago por piezas la explotación de los obreros
queda camuflada aún más, da más la impresión de que el capitalista remunera
íntegramente al obrero el fruto de su trabajo. E incita a éste a intensificar
el trabajo y elevar su productividad, es decir, a producir más plusvalía.
Otro efecto que
produce el salario a destajo es la confrontación entre los trabajadores más
habilidosos con relación a los menos habilidosos en una misma categoría
laboral. En el salario por tiempo todos perciben la misma cantidad de dinero.
Los más habilidosos saben que por piezas ellos percibirían más y, en principio,
suelen preferir el pago a destajo sobre el pago por tiempo.
Por esa razón,
esta modalidad fue, durante decenio, más provechoso para el capitalista que el
salario por tiempo. Pero, por acción de la revolución científico-técnica el
trabajo es regulado por las máquinas o por el régimen del proceso tecnológico.
Ya no es necesario el trabajo a destajo y el salario por tiempo regresa y se
combina ahora con el ritmo forzado de trabajo que se le imprime.
Múltiples factores:
Sin embargo ambas
formas subsisten combinadas. Actualmente los sistemas mencionados,
“tradicionales” van sustituyéndose por sistemas que integran “múltiples
factores”.
Es decir, el
salario se calcula incorporando diversos factores: rendimiento, calidad de la
producción, ahorro de materia prima (merma), mejor aprovechamiento de los
equipos, etc.
El paso a los
sistemas de múltiples factores está condicionado por el hecho de que con la
producción mecanizada y la reducción de la cantidad de obreros en las empresas,
gran significado reviste la eficacia en el empleo de los equipos, el ahorro de
materias primas y materiales, la calidad de la producción, etc. Por el
cumplimiento y sobrecumplimiento de las norma s
se establecen primas.
Se comporta, en
realidad, como una nueva forma de salario a destajo y busca exprimir del obrero
mucha más energía intelectual y física, es decir, incrementar su explotación,
obtener mayor plusvalía.
Por supuesto,
todo ello ha estado limitado por las importantes luchas desarrolladas por los
obreros, luchas que logran mejoras pero no logran la consolidación de las
mismas ya que, los capitalistas, siempre aplican nuevas formas y técnicas
tendientes a incrementar la explotación.
La base de los
distintos sistemas de salarios son la norma ción
del trabajo y la tarifación de operaciones aisladas. La norma ción
tiene por finalidad intensificar el ritmo de trabajo al máximo y reducir los
gastos de salario por unidad de producción al mínimo. Los sistemas de tarifa
son un medio de legalizar la discriminación e injusticia en las remuneraciones.
Se fijan distintos salarios sobre base hombre, mujer, para los que cumplen y
superen la norma y para los que no,
para gente adulta y adolescentes, para distintas razas y nacionalidades.
Los sistemas de
tarifas actuales se caracterizan por la división del salario en dos partes: la
constante y la de “primas”. La parte constante, la fundamental, depende de la
duración del tiempo trabajado y de la magnitud del salario base, mientras que la
de “primas” comprende agregados de distintos géneros, que no sólo dependen de
factores objetivos (calidad de trabajo, ahorro de materia prima, asistencia),
sino también de factores tales como “celo” y “conducta” del obrero, que no
pueden ser sujeto a ninguna fundamentación y definición científica.
“Conforme se desarrolla en un país la producción
capitalista, se van remontando dentro de él la intensidad y productividad del
trabajo sobre el nivel internacional. Las distintas cantidades de mercancías
del mismo tipo producidas en diversos en el mismo tiempo de trabajo tienen,
pues, desiguales valores internacionales, los cuales se expresan en precios
diferentes, es decir, en sumas de dinero que varían según los valores
internacionales. Según eso, el valor relativo del dinero será menor en la
nación con un modo de producción capitalista más desarrollado que en donde esté
menos desarrollado. De aquí se deduce, pues, que el salario nominal, el
equivalente a la fuerza de trabajo expresado en dinero, será igualmente mayor
en la primera nación que en la segunda; lo que no significa, ni mucho menos,
que así ocurra con el salario real, es decir, con los medios de subsistencia
puestos a disposición del obrero”. (Carlos Marx. El Capital. Libro I. Tomo II. Páginas 326 y
327).
Sistemas de remuneración colectivos y primas:
Se implantan, en
especial en los países capitalistas más desarrollados, formas de primas
colectivas a semejanza del sistema de participación en las ganancias para crear la apariencia de que los
obreros participan de los resultados de las empresas, de sus ganancias.
También estos
sistemas de salarios se dividen en dos partes: una, la fundamental, se
desembolsa con regularidad, mientras que la segunda se abona irregularmente y
su magnitud depende del nivel de las ganancias que declara el capitalista (o de
la cuantía de los ahorros de los gastos de producción). En realidad le
“devuelven” un poquito de la plusvalía adicional que la puesta en
funcionamiento de este sistema le genera al empresario capitalista.
Otra “modalidad”
es la participación indirecta en las ganancias. Es decir, entregarles acciones
de la empresa concreta. Ahora, además, es “dueño”
Los capitalistas
y sus ideólogos y economistas vulgares aprovechan estos sistemas con el fin de
sembrar ilusiones en torno a la comunidad de objetivos de los obreros y los
capitalistas, igualmente interesados, según ellos, en incrementar la
productividad del trabajo y la rentabilidad de la empresa.
Es otro intento
tendiente a disminuir la conciencia de clase de los obreros.
Salario nominal y salario real:
La suma de
dinero, percibido por el obrero en forma monetaria, se denomina salario
nominal.
Se destina para
adquirir los medios de subsistencia, para pagar alquiler, impuestos, etc.
Por cuanto los
precios de las mercancías y servicios no son invariables (tampoco lo es el
propio salario nominal), además del salario nominal es necesario examinar el salario
real.
El salario real
representa la suma de mercancías y servicios que el obrero puede adquirir, dado
el nivel concreto de precios, con su salario en metálico después de deducírsele
los impuestos y otros descuentos.
Por lo tanto, el
nivel de salario real depende de la magnitud del salario nominal y de los
precios de las mercancías y servicios.
El incremento del
desempleo con la presión que éste ejerce sobre el mercado de mano de obra, la
incorporación de mujeres y la de obreros poco calificados a la producción, el
descenso en la demanda de fuerza de trabajo, conducen a disminuir el salario
nominal y contribuyen a reducir el salario real.
Pero aún no
disminuyendo el salario nominal, el crecimiento de los precios de las
mercancías y servicios, el incremento de la carga tributaria, el aumento de los
alquileres, condicionan la reducción del salario real.
El salario real puede
reducirse aún creciendo el salario nominal. Por que los precios de las
mercancías suben a ritmo más acelerado que el salario nominal. Así ha venido
ocurriendo durante décadas en nuestro país. Lo que motivó esa frase en su
momento famosa. “Los precios suben por el ascensor y los salarios por la
escalera”.
Como resultado de
grandes luchas, en ocasiones los obreros consiguen la elevación del salario
real. Elevación que, en general, no llega a ser consolidada.
Pero lo real es
que existen dos tendencias sobre el salario real, una hacia su aumento y otra
hacia su descenso.
En los años 70
(en el ámbito mundial) se resaltó la tendencia hacia el descenso del salario
real. Esto estuvo vinculado, ante todo, con el crecimiento de la inflación y,
en menor medida, al incremento del desempleo y las frecuentes recesiones de la
producción.
En los últimos
años, en nuestro país, lo que además cayó fue el salario nominal y ese descenso
está vinculado con la recesión de la producción, el desempleo, la precarización
del trabajo, la inacción sindical, la competitividad y las políticas de saqueo
del “neoliberalismo”.
Hay que mencionar
la fuerte incidencia que tuvo (y aún tiene en algunos países) las políticas
aplicadas por el Estado burgués, principalmente en los años 60, denominada, en
general, como “política de ingresos”.
Ello consistió en
la tentativa de establecer un límite al posible crecimiento del salario
recurriendo a determinados criterios, el principal, la elevación de la
productividad del trabajo. “Compensaba” ello con la fijación de un denominado
“salario mínimo vital” y, a veces “móvil”.
Salario
Relativo.
Si hay algo que
la burguesía jamás menciona, ni habla, ni confecciona estadística es sobre el
salario relativo. ¿Qué significa y por qué no hace referencia a él?
El salario
relativo significa cuál es el porcentaje que como salario percibo del total de
la riqueza que como productor, es decir, como trabajador, produje e incorporé a
la sociedad.
El salario
nominal es cuantos pesos gano, el salario real es cuánto compro con esos pesos
que gano pero el salario relativo indica fuertemente el grado de explotación al
que soy sometido. Es la principal razón por la cual no existen estadísticas
sobre ello. En el capitalismo SIEMPRE el salario relativo que percibe el
trabajador, SIEMPRE repito, es menor que en etapas anteriores. Y cuanto más se
apliquen en la producción de bienes los más avanzados conocimientos científicos
técnicos, mayor será la caída del salario relativo.
Hay que advertir,
sin embargo, que esta caída constante del salario en su faz relativa no es
percibida por el trabajador de manera directa, ya que el mismo puede percibir
como salario un salario mayor que le permita incrementar su calidad de vida, es
decir, tener acceso a más bienes. En virtud de este fenómeno, debemos aceptar
que la lucha ideológica pasa a jugar cada vez más un papel preponderante, en
especial con los trabajadores que se encuentran en las esferas de la producción
donde el conocimiento científico técnico se aplica intensivamente.
Daremos un sencillo
ejemplo para aclarar lo de salario relativo: Un hachero chaqueño logra con
enorme esfuerzo y habilidad cortar con su hacha unos 10 árboles de quebracho
por día en jornadas de 12 o más horas. El patrón vende cada árbol a 30 pesos
cada uno a un aserradero. Obtiene así 300 pesos dándole 60 al hachero como
salario nominal. 60 de 300 es un 20%. O sea, el salario relativo del hachero es
el 20% de la riqueza que produjo. Por otra parte una multinacional adquiere
media provincia y se lanza a talar bosques de quebracho. Dispone de una máquina
de avanzada que tala rápidamente los árboles y los almacena a la vera del
camino en grupos de 20. La máquina es conducida por una persona que actúa como
hachero moderno y por día tala no menos de 100 ejemplares. 100 a 30 pesos cada uno
equivalen a 3000 pesos de los cuales destina 1000 a amortizar la máquina. De esa manera
incorpora 2000 pesos netos diarios pagándole como salario diario 200 pesos al
hachero motorizado. El salario relativo del hachero motorizado es del 10% mientras
del hachero tradicional del 20%. Sin embargo el motorizado percibe más de tres
veces salario que el tradicional. Percibe 200 pesos diarios contra 60. Pero no
solo eso. Monta una máquina con asientos anatómicos, aire acondicionado y
música funcional mientras que el otro se desloma en un ambiente húmedo, cálido,
lleno de alimañas y con un enorme desgaste físico. Sin embargo es menos
explotado.
Ahora bien,
existiendo simultáneamente hacheros tradicionales y hacheros motorizados ¿quién
se anima a decirle a éste último que es más explotado?
Diferencias nacionales en los salarios:
En distintos
países se observan diferencias sustanciales en el nivel de los salarios,
condicionados por numerosos factores, los principales de los cuales son:
1.
Magnitud del valor de la fuerza
de trabajo. En virtud del desigual desarrollo
económico y sociocultural de los países capitalistas, el nivel establecido en
la intensidad del trabajo, la magnitud del elemento histórico y moral difieren
sustancialmente entre ellos. Por eso, la cuantía y el carácter de los medios de
subsistencia indispensables para satisfacer estas necesidades, no son
idénticos.
2.
Grados de desempleo. En distintos países no son iguales las dimensiones del desempleo. En
aquellos donde la oferta y la demanda de la fuerza de trabajo es desfavorable
para los obreros, los capitalistas tienen facilidades para establecer el
salario a un nivel más inferior.
3.
Niveles de calificación. Cuánto más alta es la proporción de obreros no calificados más bajo
resulta el nivel nacional medio del salario y viceversa.
4.
Grado de organización de la
clase obrera. En aquellos países en que la clase obrera no
está organizada, o carece de unidad política y sindical y de dirigentes que la
representen con autenticidad, el nivel promedio del salario nacional será
menor.
Lucha de
la clase obrera por aumentos de salarios:
Durante la existencia del capitalismo, los salarios acusan siempre la
tendencia a descender por debajo del valor de la fuerza de trabajo.
Ahora bien, el salario para los obreros es la única fuente de
subsistencia y de renovación de su capacidad de trabajo. Es una de las
principales causas por la que luchan por aumentar esos salarios. Los resultados
de esas luchas se determinan por la correlación de fuerzas de clase.
El salario es uno de los principales objetos económicos de la enconada
lucha de clases. Esta lucha engloba tanto las cuestiones del nivel de los
salarios como también los procedimientos de su cómputo, los métodos de norma ción, las norma s
de rendimiento y las tarifas.
En general, la principal lucha es por elevar un salario mínimo que
permita la subsistencia real de la familia de aquel trabajador no calificado, a
la que se agrega la de eliminar la discriminación en los salarios y la de
mantener el valor del salario real, es decir, ajustar el nominal conforme con
la subida de los precios.
Crítica
de las teorías burguesas del salario:
Existe gran diversidad de teorías burguesas sobre el salario. A cada
tanto, como la moda, aparece una nueva. Pero de nueva no tienen nada ya que la
esencia de todas ellas consiste, fundamentalmente, en presentar al salario como
parte del valor que crea el obrero, mientras la ganancia vendría a ser creada
por el capital.
Este punto de vista emana de la teoría, ya analizada por nosotros, de
los factores de producción.
Al mismo tiempo, en las condiciones actuales, los teóricos burgueses
tratan de hallar los métodos para fundamentar y justificar la política de
“congelación” (en realidad reducción) del salario y de reducción directa, sin
tapujos, del salario nominal (y como consecuencia, del salario real).
Entre estas teorías ocupa destacado lugar la concepción de la “espiral
inflacionista del salario y los precios”. Su esencia consiste en afirmar que
los aumentos salariales, al incrementar los gastos de producción, originan el
alza de los precios, no sólo en la rama dada, sino también en otras ramas que
le son afines. Como consecuencia, afirman, se produce la subida general de los
precios. Y agregan que, por esa razón, los obreros se ven obligados a demandar
nuevos aumentos de salarios, lo que conduce de nuevo al crecimiento de los
precios y así sucesivamente. El salario “causa” de la inflación.
Es por eso que todo lo que ganan los obreros como cobradores de salario
lo pierden como compradores. De esta concepción derivan que no sólo pierden los
obreros sino las otras capas de la población.
Estos economistas vulgares burgueses culminan manifestando que el
empeoramiento de la situación de los trabajadores no es el resultado de la
acción de leyes económicas del capitalismo, sino consecuencia de las
aspiraciones “egoístas” de la clase obrera, que con su pretendida acción por
mejorar su situación, la empeora.
En su tiempo, Marx, en su folleto “Salario, precio y ganancia”, refutó
los embustes de que los precios de las mercancías son regulados por el salario.
En realidad, los aumentos de salarios no inciden en el nivel de
precios sino en el de ganancias.
Otra teoría vulgar en boga es la “teoría de la compensación”. Conforme
a ella, el salario se emplea exclusivamente para satisfacer las necesidades
fisiológicas y cumple por entero su cometido.
En lo que se refiere a las otras necesidades, las emocionales y
sociales, deben ser “compensadas” mediante formas de “participación en las
ganancias”, “pagos postergados”, pensiones, subsidios, etc.
Como ustedes observarán, la libertad para “crear” teorías vulgares e
insólitas carece de límites dentro del capitalismo. Sólo deben cumplir un
requisito: obtener más plusvalía.
En la época del capitalismo premonopolista, los economistas de la
burguesía necesitaban “justificar” los bajísimos salarios, apenas suficiente
para la subsistencia física del trabajador y de su familia. Entonces
recurrieron a la teoría de T. Malthus (economista y sacerdote inglés
–1766-1834) sobre la población, según la cual la miseria los trabajadores, del
“populacho” en la sociedad burguesa se origina no por el régimen social, sino
por el rápido crecimiento de la población y un aumento relativamente más lento
de los medios de subsistencia para esa misma población. El vulgar Malthus logró
convertir a las matemáticas en una ciencia inexacta, ya que demostró,
“matemáticamente”, que la población crecía en progresión geométrica mientras
que los medios de subsistencia lo hacía en progresión aritmética. Al convertirse
el crecimiento poblacional en el
principal mal para estos malthusianistas, era lógico que la solución
pasaba por reducir drásticamente la población, por lo tanto se pronuncian por
bajos salarios, ninguna ayuda social y consideran un aporte divino a las
pestes, un aporte racional a las guerras y un aporte legal a la prohibición de
los matrimonios entre los indigentes.
La “ley férrea del salario”, impulsada por el economista socialista
pequeño burgués alemán F. Lassalle, sostenía que la miseria deriva de “leyes
naturales” y no a leyes específicas de la producción capitalista. De esa manera
esos “socialistas” negaban la lucha de clases y el papel revolucionario de la
clase obrera.
Varios economistas suscribieron la teoría del “fondo de salario”
(adelantada por J. Mill). Para ellos hay una masa global de salarios, el
crecimiento de la cantidad de obreros a ritmo mayor que esa masa de salarios
produce una baja del salario individual y/o un incremento del desempleo.
El paso del tiempo exigía a los economistas vulgares un poco más de
imaginación. A comienzos del siglo XX; A. Marshall y J. Clark (inglés y yanqui)
desarrollan la teoría de la “productividad marginal”. Para éstos vulgares, es
la productividad marginal del trabajo la que determina el nivel del salario. Es
decir, el valor del producto creado por el obrero de más bajo rendimiento. Se
puede sintetizar: la diferencia entre el valor del producto global, elaborado
por la totalidad de los obreros, y la suma total de sus salarios, calculada
sobre la base de la más baja productividad del obrero “marginal” la recibe el
capitalista a título de recompensa por el capital.
Pero esta teoría
es desarrollada en plena vigencia de la segunda fase del modo de producción
capitalista, el imperialismo, y no se podía desconocer que el progreso técnico
no trae descenso sino incremento de la productividad del trabajo. Para salvar
la teoría, los marginalistas posteriores introducen el concepto de “ingreso
marginal” y se refieren a la caída de los precios al por menor de los productos
adicionales y de los producidos antes pero aún no realizados. Y proponen que el
salario del “obrero marginal” sea calculado a partir del producto marginal por
él creado, es decir, sobre la baja del “ingreso marginal”, es decir, sobre la
supuesta baja de los precios. Luego aparece la teoría del “contrato o convenio
colectivo”. Acuerdos entre los dirigentes sindicales y los monopolistas. Se
basa en un análisis de algunos factores sociales que se incorporan como
“beneficios”, se separa de la demanda nacional y se circunscribe a una demanda
sectorial. Divides, y reinarás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario